El Valle de los Caídos, próximo al Escorial, es un monumento a los muertos de la Guerra Civil española de 1936-1939. La majestuosidad de su ubicación, así como el hecho de ser una Basílica excavada en roca, amén de la impresionante Cruz que lo corona hacen de él un lugar único. Esta Basílica es la segunda más grande del mundo y está coronada por la Cruz más grande del mundo.
El monumento tiene un carácter innegable religioso y de paz. Desde el inicio se trató de restañar las heridas del conflicto fratricida que afligió a España. Desde el inicio la Comunidad Benedictina del Valle de los Caídos que allí reside se ha encargado de rezar incesantemente por esta causa de la paz así como por España.
En pos de una torticera y sesgada ley de memoria histórica generada por este gobierno socialista y anticatólica –de rancio sabor masónico-, se está acabando con cualquier monumento o signo que fuera de la época de Franco. Historiadores otrora comunistas, como Pío Moa, se han manifestado contra la consideración de monumento franquista del Valle de los Caídos. Hay una leyenda negra en relación al Valle que es preciso desmontar. En este último hipervínculo se dan también ideas acerca de qué se puede hacer.
El gobierno socialista español, cuya política anticatólica es absolutamente sectaria, cerró ya el Valle en Febrero del 2010. En este neo-samizdat del ciberespacio, las bitácoras y los foros, algunos se hicieron eco de dicho cierre. La institución gubernamental que controla el Valle de los Caídos, Patrimonio Nacional se ha negado repetidamente a informar sobre qué pasa y efectuó un cierre sigiloso. De hecho sorprende incluso la práctica ausencia de noticias en los mass-media al tiempo que la red sí se ha hecho eco de todo ello. La explicación oficial es que se trata de obras de restauración por las humedades, pero éstas han sido denunciadas repetidamente por los Benedictinos que allí están durante años y nunca se ha hecho nada. Lo cierto es que no hay fecha de reapertura. De manera clara las explicaciones oficiales han resultado falaces y mentirosas.
El intento de cerrar el Valle de los Caídos no es nuevo. Ya en el 2009 lo intentaron cerrar. En el 2005, con este gobierno ya en el poder, se urdía la fechoría. Ya hubo problemas estos años de atrás por culpa de las presiones gubernamentales para que no se celebrasen funerales en los 20 de Noviembre, pero a objeto de preservar la santidad del recinto –violada por la innoble actuación de la Guardia Civil obedeciendo consignas sectarias- hasta la Fundación Francisco Franco ha cesado de convocar estos funerales en este recinto.
Se ha intentado gestionar algo a través de la Casa Real, pero infructuosamente. Nada extraño en un Rey que aprueba la ley del aborto. La familia real española, de facto, abomina de la religión católica y cuyo futuro está seriamente amenazado desde la boda del Príncipe.
La actuación de los separatistas catalanes ha sido vergonzosa. No es extraño cuando destacados políticos catalanes (Maragall o Carod Rovira, por ejemplo) llegaron a mofarse públicamente de la corona de espinas de Cristo en Jerusalén mismo. El Partido Nacionalista Vasco, cuyo pasado anticatólico es palmario a pesar de ellos sostener lo contrario, quedó retratado en uno de sus líderes (Iñaki Anasagasti)
Siendo terreno sagrado no deja de ser insultante y sacrílego el intento de convertir aquello en un parque de atracciones. Una íntima aliada del gobierno socialista y anticristiano que hay en España, la extrema izquierda, ha solicitado incluso convertir el Valle en una especie de atracción de feria tipo “casa de los horrores”.
La disculpa inicial por todo esto es el mal estado de la Piedad que corona la entrada. La situación real es otra muy distinta, de claro ataque al Valle de los Caídos. Se puede hablar ya sin tapujos del inicio de una nueva persecución religiosa en España. La desacralización de una Basílica católica, la persecución a la Comunidad Benedictina que allí vive amén de los obstáculos crecientes que van poniendo al culto, así lo indican. La persecución a los católicos tiene por punto de mira preferente al Valle de los Caídos. Sobre este impresionante monumento se cierne la sombra ominosa de la demolición.
De nada han servido las palabras de conciliación de Don Anselmo, el Abad benedictino ni el hecho de que el Abad abogue por una despolitización hasta en lo más ínfimo. Las palabras de perdón no han sido escuchadas. En un orden más genérico, hasta Pío Moa se ha quejado al Consejo de Europa sobre la situación que tenemos. Incluso se ha constituido una organización en defensa del Valle de los Caídos. Un relato de los hechos que han acontecido se puede encontrar aquí. El súmmum ha sido el trato recibido por la estatua de la Piedad que preside la entrada.
La sociedad española es una sociedad terriblemente enferma, como recientemente ha señalado el Obispo de Burgos. La tibieza de los cristianos, nuestra poca oración y prácticamente nula penitencia –males todos estos sobre los que la Santísima Virgen nos advirtió en Fátima- han sido faltas gravísimas en las que hemos incidido una y otra vez. Por esto volvemos a ser perseguidos y castigados. Es justo que así sea y, quién sabe, quizás esto afiance nuestra Fe.
Hace casi 75 años un grupo de aguerridos soldados portugueses, popularmente conocidos como “Viriatos”, no dudo en arriesgar su vida por defender la civilización cristiana de España. La Guerra Civil fue una Cruzada porque media España quería perseguir a Cristo y a su Iglesia y no quedó más remedio que alzarse en armas en defensa de la Religión. Pío XII así lo reconoció. Aquellos portugueses sabían lo que estaba en riesgo. Por inescrutable designio de la Providencia el solar ibérico lo compartimos estas dos Patrias hermanas y el destino de una suele ser el de la otra. Y por inescrutable designio, también, nuestra metapolítica ha sido, es y será siempre común. Ahora las armas son otras, Viriatos de hoy. Son las de la oración, son las de la pluma metamorfoseada en ordenador.
Os ruego humildemente, por tanto, que recéis por España, que recéis por el Valle de los Caídos, para que sigamos siendo la nación cristiana y misionera que junto a vosotros hizo llegar a Cristo a todo el orbe. Os suplico que empecemos aquí desde esta olvidad bitácora una Cruzada de Rosarios por la libertad del Valle de los Caídos y de la Comunidad Benedictina que allí vive. Agradecería enormemente que si alguno de vosotros reza un Rosario por esta causa, nos lo dejase saber en las cajas de comentarios para así hacerle llegar a los Benedictinos noticia de vuestras oraciones.
Os rogaría, portugueses –o de esos otros “Portugales” de alem do mar- de buena voluntad, que difundierais este texto. Si alguno de vosotros se tomase la molestia de traducirlo al portugués, tanto mejor.
¡Viva Cristo Rey!
¡Y ahora, Viriatos, a las armas! A la oración, a la pluma.
Rafael Castela Santos