sábado, junho 30, 2012

Un texto apocalíptico de Benedicto XVI sobre la Iglesia



She will no longer be able to inhabit many of the edifices she built in prosperity. As the number of her adherents diminishes . . . she will lose many of her social privileges ... As a small society, [the Church] will make much bigger demands on the initiative of her individual members ... 
It will be hard-going for the Church, for the process of crystallization and clarification will cost her much valuable energy. It will make her poor and cause her to become the Church of the meek ... 


The process will be long and wearisome as was the road from the false progressivism on the eve of the French Revolution -when a bishop might be thought smart if he made fun of dogmas and even insinuated that the existence of God was by no means certain ... But when the trial of this sifting is past, a great power will flow from a more spiritualized and simplified Church. Men in a totally planned world will find themselves unspeakably lonely. If they have completely lost sight of God, they will feel the whole horror of their poverty. Then they will discover the little flock of believers as something wholly new. They will discover it as a hope that is meant for them, an answer for which they have always been searching in secret.

And so it seems certain to me that the Church is facing very hard times. The real crisis has scarcely begun. We will have to count on terrific upheavals. But I am equally certain about what will remain at the end: not the Church of the political cult, which is dead already, but the Church of Faith. She may well no longer be the dominant social power to the extent that she was until recently; but she will enjoy a fresh blossoming and be seen as man's home, where he will find life and hope beyond death.

Joseph Ratzinger, "The Church Will Become Small," in Faith and the Future (San Francisco: Ignatius Press, 2009).

domingo, junho 24, 2012

La civilización de la muerte



Y esto aquí, en Gran Bretaña, una de las sociedades más degradadas de Europa, más profundamente agnósticas. Una sociedad bien troquelada por enemigos, secretos y otros no tanto, de la Iglesia Católica. Una sociedad cuyo Príncipe de Edimburgo, consorte de la Reina, está determinado a reducir a la población de la tierra a 500 millones. Parece que ha comenzado por su propio país.
Por cierto. Hace poco más de una década hubo un rechazo brutal a las nuevas leyes holandesas sobre el asesinato programado de ancianos, mal llamado eutanasia (eutanasia significa etimológicamente “buena muerte”). Ahora trabajar en áreas de geriatría en mi querida Gran Bretaña y defender la vida supone remar contracorriente de una manera increíble. ¡Qué cambio operado en menos de 15 años! ¡Qué ingeniería social más eficiente! Claro, que con matices, esto ya empieza a ser moneda de uso corriente en toda Europa. 
¿Cuál es el fruto de semejante planteamiento? El mencionado: muerte, muerte y muerte. Odio, odio y odio. Y desesperación.
Hubo un Rabino hace 2000 años, verdadero Hombre y verdadero Hijo de Dios, que era Vida, Vida y Vida. Amor, Amor y Amor. A los niños, a los ancianos … a todos. Y esperanza, claro está.
Busquen Vds. mismos las diferencias y díganme cómo se reedifica esta otrora perla monástica de la Cristiandad que fueron las Islas Británicas. 

Rafael Castela Santos

sábado, junho 23, 2012

Contraste de informaciones


For the record: La información que circula por ahí de que Monseñor Fellay ha firmado un preámbulo o acuerdo, que salió ayer, y que luego ha sido traducida al portugués por Fratres in Unum, ha sido contrastada por A Casa de Sarto en fuentes autorizadas del Vaticano y de Menzingen.
Tanto en Roma como en Suiza se niega que haya habido tal firma. En lo que a este colaborador de esta bitácora de A Casa de Sarto concierne, por tanto, dicha información no es cierta.
Sería óptimo que en momentos tan delicados como los actuales la gente contrastase informaciones y no se dejase llevar de los bulos y rumores que por ahí circulan. Y sería óptimo que en vez de verter tantos ríos de tinta sobre el tema de la posible regularización, o no-regularización, en vez de tantas estridencias, tanta cacofonía y tanto caos venido a menudo de la mentira, la sedición y el orgullo, nos centrásemos en esas armas cristianas que San Pablo (Ef 6, 11-18) nos señala para hacer frente a las dificultades:


"Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con = el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. Tomad, también, el yelmo de la salvación y la la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos."


¿O acaso alguien no pensaba que en este tema, también, hay mucho diablo, y hasta diablos encarnados, metidos en todo ello?

Rafael Castela Santos

A ecumenite radical com os dias contados

A ecumenite radical, um dos piores legados do espírito pós-conciliar, parece ter os dias contados. Comprova-o a recente declaração do Cardeal Kurt Koch, nada menos do que Presidente do Conselho Pontifício para a Unidade dos Cristãos, afirmando ser impossível comemorar o V Centenário da Reforma, por não ser possível comemorar um pecado. Grande declaração, que seria impensável a este nível ainda há não muito! Com Bento XVI, a Igreja institucional está de facto a mudar, ainda que porventura lentamente, para bem melhor.

sexta-feira, junho 22, 2012

¿Dos Iglesias?



Interesante extracto, y bien traída cita, del Padre Julio Meinvielle, cortesía del maestro artillero Padilla, en su Catapulta
Evidentemente esto ha de interpretarse en un sentido profundo, no en el sentido oficial o canónico. Pero lo cierto es que el misterio del pusillus grex está ahí. Y el misterio de una nueva religión, hecha a medida e instrumento del Anticristo, también. 

“Cómo se hayan de cumplir, en esta edad cabalística, las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y cómo se haya de verificar el portae inferi non prevalebunt, las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la mente humana. Pero así como la Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima (5), y se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener una realidad mucha más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando (6); pero no sabemos los límites de su poder. Sin embargo, no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por el enemigo y convertirse de Iglesia Católica en Iglesia gnóstica. Puede haber dos Iglesias, la una de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como “pusillus grex” por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte., produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.
La eclesiología no ha estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponernos. Pero si se piensa bien, la Promesa de Asistencia de la Iglesia se reduce a una Asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos (7).
Ninguno de los aspectos de esta hipótesis que aquí se propone queda invalidado por las promesas consignadas en los distintos lugares del Evangelio. Al contrario, ambas hipótesis cobran verosimilitud si se tienen en cuenta los pasajes escriturarios que se refieren a la defección de la fe. Esta defección, que será total, tendrá que coincidir con la perseverancia de la Iglesia hasta el fin. Dice el Señor en el Evangelio: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (8).
San Pablo (9) llama apostasía universal a esta defección de la fe, que ha de coincidir con la manifestación del “hombre de la iniquidad, del hijo de la perdición”.
Y esta apostasía universal es la secularización o ateización total de la vida pública y privada en la que está en camino el mundo actual. La única alternativa al Anticristo será Cristo, quien lo disolverá con el aliento de su boca. Cristo cumplirá entonces el acto final de liberar a la Historia. El hombre no quedará alienado bajo el inicuo. Pero no está anunciado que Cristo salvará a muchedumbre. Salvará sí a su Iglesia, “pusillus grex” (10), rebañito pequeño, a quien el Padre se ha complacido en darle el Reino”.

Notas
(4) Sólo aquellas cosas que son necesarias para la salvación (Santo Tomás, Suma Teol. 1-2. 106, 4, ad. 2).
(5) Mt., 13, 32.
(6) 2 Tes., 2, 7
(7) Las promesas están contenidas de modo particular en: Mt., 16, 13-20; 28, 1820; Juan, 14, 16-26.
(8) Lc., 18, 8.
(9) II Carta a los cristianos de Tesalónica, 2, 3. (10) Le., 2, 32.
(10) Lc., 2,32

Julio Meinvielle
(De la cábala al progresismo, Editora Calchaquí, Salta, 1970, pp. 461-463)

quinta-feira, junho 21, 2012

Entrevista do Cardeal Burke à CNS



Importantes palavras, num momento crucial, de um Cardeal amigo da causa da Tradição: a regularização canónica da FSSPX é possível e tem de ser procurada, mau grado os contratempos que possam suceder durante o caminho a percorrer.

quarta-feira, junho 20, 2012

Algunos de los peores escenarios posibles



1. División y ruptura de la FSSPX. Posible. Gracias al maquiavelismo político de Roma. Y en su maquiavelismo político no tienen el más mínimo reparo de involucrar lo intocable, la doctrina.
2. Anulación y supresión de la FSSPX. Posible. Gracias al odio satánico de los Obispos hacia la Tradición. Los obispos (¡¡!!) alemanes encabezan la iniciativa.
3. Desquiciamiento de la FSSPX. Posible. Gracias a la estupidez sublime desplegada por algunos miembros prominentes (y otros no tanto) de la FSSPX. Aunque también nos convenga algo de autocrítica.
4. Fuego “amigo”. Y por parte del Opus Dei (original aquí). No sólo es posible. Me ha tocado experimentarlo en propia carne de gente con la que mucho discrepo, pero a quien quiero y mucho aprecio. En fin, algún día se sabrán las andanzas del Cardenal Herranz en relación a la FSSPX.
5. Esta lista es más larga. No es posible, sino seguro.
¿Soluciones humanas, si es que tal cosa existe? No lo sé, pero supongo que una intervención directa del Papa escoltado por alguno de los pocos en que puede confiar, como el Cardenal Burke. De lo contrario precipitación directa, directísima, hacia la dispersión del pueblo santo, como profetiza el Apokalypsis. Precipitación, también, hacia la supresión del Santo Sacrificio de la Misa.
Y Rusia sin ser consagrada al Inmaculado Corazón de María. ¡95 años sin hacer caso a la Santísima Virgen!
¡Qué Dios nos dé fuerzas! A nosotros, ya, no nos va quedando mucho. La oración y la penitencia.
Que no es poco.

Rafael Castela Santos

Kosovo y Metohija



Ese es el nombre completo de una región: Kosovo y Metohija. Una región de un país cristiano: Serbia. De hecho la cuna de ese país: Serbia. Una región que está plagada de arte, generalmente monasterios. Mejor dicho: una región que está plagada de monasterios destruidos a manos de musulmanes.
Una región donde se perpetró una fechoría enorme: la de los ataques y bombardeos de la OTAN en Serbia y la del robo de Kosovo a Serbia.
Ahora ya la prensa oficial se hace eco del desastre de los monasterios ortodoxos en Kosovo: ¡a buenas horas, mangasverdes! Los monjes cercados, atrincherados, sin poder salir; salvo con protección militar, claro. Monjes que suplican a los militares de la OTAN que no se vayan: la ida del contingente militar condena a estos monjes a la muerte cruel a mano de los musulmanes.
Musulmanes de Bosnia que no se cortan en pedir una Yihad: Lo cual no es óbice para que los seguidores de Mahoma hayan convertido Kosovo en una plataforma del narcotráfico.
Y Occidente como siempre: levantando altares a las causas y cadalsos a las consecuencias.
El oxímoron es que Metohija significa “tierra de Dios”. Ahora es tierra de Alá. Claro que, como todo lo que toca el V Imperio, el anglosajón, el último, se vuelve tierra de Satanás. La causa es quien a hierro mata: la consecuencia es que, ese mismo, a hierro muere. ¿O creemos los (w)otánicos occidentales que no pagaremos por nuestras fechorías jugosamente bañadas en sangre, y sangre inocente las más de las veces?
¡Viva Serbia! ¡Viva Kosovo cristiano y serbio!

Rafael Castela Santos

PS Lo de “(w)otánicos” está dicho con referencia al dios pagano nórdico-germánico Wotan, también llamado Odín. Dios de la guerra. Y, curiosamente, el que acaba en las batalla del fin del mundo, en Ragnarök, dirigiendo las fuerzas del norte contra lo que dicha mitología pagana llama “las fuerzas del caos”. Suena a Gog y Magog, ¿verdad?

sábado, junho 16, 2012

"A Viagem do Centurião", de Ernest Psichari


Se é certo que um grande livro pode ser sempre lido em qualquer altura da vida, não é menos certo que em relação a muitos deles há momentos ideais para fazê-lo. Nestes segundos inclui-se um título como “A Viagem do Centurião”, de Ernest Psichari. Terminei há não muito a sua leitura e fiquei com a tremenda sensação de tê-lo feito com mais de um quarto de século de atraso. Pensei: eis aqui um livro que deveria ter lido entre os dezoito e os vinte e poucos anos, durante as despreocupadas férias de Verão que então gozava anualmente algures no sudoeste alentejano. Supri a falta agora. Valeu a pena. Até nestes pequenos detalhes a minha geração e a que se lhe seguiu foram vítimas da desaparição da cultura de matriz estruturalmente católica que, ao menos no seio da Igreja e entre os seus fiéis, existiu até ao termo do Concílio Vaticano II.

“A Viagem do Centurião” é de facto um grande e notável livro, narrando a história de um oficial do exército colonial francês - Maxence, “alter ego” de Psichari - e do seu percurso espiritual, feito eminentemente durante a sua longa comissão de serviço militar no deserto da Mauritânia (local onde aparentemente existia apenas silêncio e solidão…), percurso que o leva da indiferença até à firme convicção religiosa católica. Foi obra que teve poderosa influência na geração católica de entre-guerras, em especial em França, marcando figuras tão diversas como Maritain (o Maritain de “Theonas” e “Antimoderne”, por suposto), Henri Massis ou George Bernanos, entre muitos outros. Em Portugal, membros de primeira importância da intelectualidade católica como João Ameal ou o Padre Moreira das Neves não escondiam a sua admiração pela “Viagem” e por Psichari.

Abaixo deixo um trecho deste belíssimo livro (os destaques são meus), retirado do capítulo intitulado “A finibus terrae ad Te clamavi”, bem exemplificativo do alto grau de espiritualidade do seu autor.

***


Mais le troisième cercle fut le Tiris, avec la faim, l’extrême pauvreté, l’immense abandon. Maxence s’éloignait de la terre. Sa vie ralentie n’avait plus qu’une faible pulsation. Et dejà plus rien d’humain ne restait en lui, qui s’avançait dans le rêve sans fin de la lumière surnaturelle. Parfois, se ressaisissant, il disait, les poings sous le menton : « Voyons, où en sommes-nous ?... Réfléchissons… » Mais les poings retombaient, et la voix intérieure disait : « Plus tard… Maintenant, laissons agir le silence, qui est le maître… » Et vraiment qu’étaient les épreuves et tous les cercles de la douleur, en regard de ce bien immense qu’il possédait ?... Malheur à ceux qui n’ont pas connu le silence ! Le silence est un peu de ciel que descende vers l’homme. Il vient de si loin qu’on ne sait pas, il vient des grands espaces interstellaires, des parages sans remous de la lune froide. Il vient de derrière les espaces, de par delà les temps - d’avant que furent les mondes et de là où les mondes ne sont plus. Que le silence est beau !... C’est une grande plaine d’Afrique, où l’aigre vent tournoie. C’est l’océan Indien, la nuit, sous les étoiles… Maxence les connaissait bien, ces vastes espaces semblables aux fleuves sans bords du Paradis. Et cette grande descente, au fil du temps, quand d’abord le silence clôt les lèvres, et puis pénètre jusqu’à la division de l’âme, dans les régions inaccessibles où Dieu repose en nous. Et quand il sortait de cette retraite, comme le solitaire quitte sa cabane pour admirer l’ouvrage de création, déjà c’était pour dire : Tout Vous confirme, ò Père céleste. Il n’est point une heure, si sombre qu’elle soit, où Vous ne soyez présent, il n’est point une épreuve qui ne soit une preuve de Vous. Que je meure de soif dans ce désert, et je dirai encore que ce jour est béni - car je Vous ai vu présent dans votre justice comme je Vous ai vu présent dans votre miséricorde, et je n’ai pas préoccupation des apparences, qui sont la soif et la faim et la fatigue, mais de Vous, qui êtes la réalité. O mon Dieu, aidez-moi à marcher sur la route où Vous-même m’avez engagé, vous souvenant de la Parole de votre Fils qui a dit : « Ce n’est pas vous qui M’avez choisi, mais c’est Moi qui vous ai choisi. »

Ernest Psichari, in « Le Voyage du Centurion», Paris, Louis Conard, 1936, páginas 148 a 150.

Foto superior: Psichari no deserto da Mauritânia.

sexta-feira, junho 15, 2012

De aquellos pseudorromanos que intentan sabotear la regularización de la FSSPX



La lectura del último comunicado de la Hermandad me deja bastante frío y con no poco malestar. Las últimas noticias me hacen sospechar que pudiera haber en Roma quien intenta que no haya ningún arreglo. No sé por qué. Quizás sea por esa alusión al Novus Ordo, que parece un tanto extraña. Quizás porque un día después se mantiene un silencio sepulcral por ambas partes que no presagia nada bueno, salvo un viento glacial. Quizás sea por la salida rápida de Monseñor Fellay del Vaticano, tan presto a hablar últimamente. Quizás por ese volver atrás que supone una nueva ronda de comunicaciones. Quizás sea yo. A secas.
Pongámonos en lo peor. Pongámonos en que a última hora –y no me refiero a los que desde dentro de la FSSPX objetan no ya a un posible acuerdo, sino a cualquier acuerdo posible, y de cuyas opiniones el internet está lleno- algunos cartagineses, digo … romanos, consiguieran poner a Monseñor Fellay en una posición tal que no pudiera aceptar el acuerdo. Es una posibilidad hipotética, claro está, pero merece ser tenida en cuenta. En ese caso lo más posible es que el status quo siguiera siendo el actual. O no. Puede que a partir de ese momento la horda antirromana que pulula en Roma declarase la veda levantada para disparar contra todo lo que huela a Tradición. De eso en última instancia se trata, ¿no?
A tantos que critican a Monseñor Fellay yo me atrevo a recordarles que él no va a firmar algo que hipoteque el futuro del FSSPX y niegue el pan y la sal a todos los que tengan una postura tradicionalista. Monseñor Fellay, eso sí, ganaría unidad dentro de la FSSPX, algo socavada últimamente. No hay mal que por bien no venga.
La cuestión de siempre, si estos romanos devenidos en púnicos saboteasen tal acuerdo, es qui prodest? ¿Para qué? ¿Con qué objetivo? Mucho anda revuelto en la Iglesia oficial, aquella que cada dos por tres cortocircuita al Papa.
La respuesta a estos arcanos se puede encontrar en las zahúrdas de Plutón. Donde habitan los hijos de mala madre, los hijos de la Gran Bretaña, los hijos de la Bestia por cuyas venas corre la sangre de Belcebú, de Maozim y de Asmodeo. Zahúrdas que tienen sucursal, e importante, en el Vaticano. Lugares por los que transitan esos orcos que, autodenominándose católicos, no creen en el Pecado Original o le ponen sordina.
Como dice el Profeta Daniel: “Deum autem Maozim in loco suo venerabitur” (Dan 11, 38). Sólo digo que, a lo peor, si no hay acuerdo, la culpa necesariamente no tiene por qué ser de la FSSPX. 
Que el Sagrado Corazón de Jesús nos proteja.

Rafael Castela Santos

Curiosa...

...esta norma dos estatutos do novo Ordinarato Anglicano Católico da Austrália. Para bom entendedor... E, entretanto, rezemos.

quarta-feira, junho 13, 2012

Frases de Santo Antônio de Lisboa



Original neste lugar.

“Deus é Pai de todas as coisas. Suas criaturas são irmãos e irmãs.”
“É viva a Palavra quando são as obras que falam.”
“Quando te sorriem prosperidade mundana e prazeres, não te deixes encantar; não te apegues a eles; brandamente entram em nós, mas quando os temos dentro de nós, nos mordem como serpentes.”
“Uma água turva e agitada não espelha a face de quem sobre ela se debruça. Se queres que a face de Cristo, que te protege, se espelhe em ti, sai do tumulto das coisas exteriores, seja tranqüila a tua alma.”
“A paciência é o baluarte da alma, ela a fortifica e defende de toda perturbação.”
“Ó meu Senhor Jesus, eu estou pronto a seguir-te mesmo no cárcere, mesmo até a morte, a imolar a minha vida por teu amor, porque sacrificaste a tua vida por nós.”
“Como os raios se desprendem das nuvens, assim também dos santos pregadores emanam obras maravilhosas. Disparam os raios, enquanto cintilam os milagres dos pregadores; retornam os raios, quando os pregadores não atribuem a si mesmos as grandes obras que fazem, mas à graça de Deus.”
“Ó Senhor, dá-me viver e morrer no pequeno ninho da pobreza e na fé dos teus Apóstolos e da tua Santa Igreja Católica.”
“Neste lugar tenebroso, os santos brilham como as estrelas do firmamento. E como os calçados nos defendem os pés, assim os exemplos dos santos defendem as nossas almas tornando-nos capazes de esmagar as sugestões do demônio e as seduções do mundo.”
“Quem não pode fazer grandes coisas, faça ao menos o que estiver na medida de suas forças; certamente não ficará sem recompensa.”

terça-feira, junho 12, 2012

San Juan de Sahagún



 
Original aquí.
Otro escrito más corto, introductorio, sobre este Santo puede encontrarse en este otro sitio.

 
Las nobles piedras de Salamanca cantan la leyenda áurea de San Juan de Sahagún. El comparte, juntamente con Santa Teresa, el patronazgo de la ciudad. Las calles de Tentenecio, Traviesa, Pozo Amarillo, Padilleras, plaza de la Concordia multiplican su recuerdo de taumaturgo y pacificador de las discordias de otros tiempos. Fueron sus padres dos próceres leoneses, don Juan González del Castrillo y doña Sancha Martínez, cuyo seno, estéril durante mucho tiempo, floreció en hermosura y olor de santidad. Después de una novena de preces, ayunos y limosnas Santa María de la Puente les hizo el regalo deseado. Juan nació probablemente en el año 1430 o 1431, estando ausente del hogar su padre en la guerra de Juan II contra les moros. El niño fue educado por los monjes benedictinos del pueblo nativo, Sahagún. Como se le vio inclinado a los estudios eclesiásticos, nadie contrarió su vocación. Muy joven recibió la tonsura y estudió artes y teología, favoreciéndose de las rentas de un beneficio que cobraba su padre, aunque pronto, por delicadeza de conciencia, renunció a él. Por sus buenas prendas puso los ojos en él el obispo de Burgos, Alonso de Cartagena, que le tomó para su familiar y camarero. El mismo le ordenó de sacerdote y le hizo canónigo de la catedral. Pero ni el canonicato ni otros beneficios le dieron el sosiego que andaba buscando para vivir más unido a Dios. Renunció, pues, a todo, dejando el palacio episcopal, y tomó cura de almas en la parroquia de Santa Gadea, o Santa Águeda, famosa en nuestra historia medieval por los juramentos de los nobles. Allí el Cid Campeador tomó juramento al rey Alfonso VI de no haber tomado parte en la muerte de Sancho, su hermano y predecesor.
El estudio, el ministerio de la predicación, las atenciones pastorales, el socorro de los pobres, dieron buena ocupación al nuevo párroco. Pero pronto un viento extraño le empujó de allí, como a un pájaro que no encuentra su nido. Y a Salamanca le guió la Providencia para ser allí su predicador de la paz y taumaturgo. Sin duda la causa de su traslado fueron los estudios. Probablemente tenía entonces unos veintisiete años de edad. El antiguo canónigo de Burgos se hizo pobre estudiante de cánones. Mas pronto le dio a conocer el resplandor de su buena estrella.
Al año siguiente de llegar allí fue invitado a predicar en la fiesta de San Sebastián, patrono del famoso colegio de San Bartolomé, y agradó tanto su panegírico que le hicieron ingresar en él como capellán interno. Todavía una estatua del frontispicio recuerda al antiguo y glorioso capellán. En aquel colegio, fundado a principios del siglo XV para estudiantes pobres y virtuosos por don Diego de Anaya, obispo de Salamanca, quince colegiales y dos capellanes, vestidos de manto y beca, con certificado de limpieza de sangre, vivían sometidos a una rígida disciplina. Por los muchos personajes que salieron del colegio para las letras, la Iglesia y los altos puestos de la nación, se divulgó la frase: “Todo el mundo está lleno de bartolómicos”. Juan de Sahagún levantó a mucha honra el grupo. En el Memorial antiguo del colegio, contra costumbre, se estampa este elogio en su favor: "Este es aquel verdadero israelita en quien no se halló engaño, y que por su bondad y honestidad de vida y por la entereza de sus costumbres fue nombrado capellán de adentro".
A los recuerdos del colegio va unido el emblema del ciprés luminoso, porque un día de trabajo y fatiga, recogida ya la comunidad para el descanso de la noche, vínosele a la memoria que le faltaba por rezar una parte del oficio divino, y lleno de sobresalto, tomando el breviario a toda prisa, se disponía a salir de la habitación en busca de luz cuando comenzó a entrar en su habitación un chorro luminoso de claridad, que, filtrándose por el ramaje del ciprés del claustro, le llenó de alegría el alma y la celda para cantar sin molestar a nadie las divinas alabanzas. Aquel ciprés, perpetuado en relieves y pinturas, fue tenido en mucho respeto y de él se tomaron astillas para hacer imágenes del Santo, Unos tres o cuatro años duró la permanencia de Juan en el colegio, dedicándose al estudio, a la cura de almas y predicación de la divina palabra. Alojóse después en casa de un virtuoso sacerdote llamado Pedro Sánchez, dedicándose de lleno a la predicación. Iba con sencillo traje de clérigo, de color pardo durante la semana y de azul celeste en los días de fiesta. Fue entonces como el predicador oficial de Salamanca, y vivió sostenido por la caridad pública. Una penosísima dolencia y difícil operación de la que salió bien dieron el último rumbo a su espíritu.
A este episodio alude con estas palabras, que refiere el padre Antolínez: “Lo que pasó aquella noche entre Dios y mi alma Él sólo lo sabe; y luego, a la mañana, fuíme a San Agustín (a lo que creo), alumbrado por el Espíritu Santo, y recibí este hábito”.
Lucía entonces en Salamanca como un foco de sabiduría y santidad el convento de San Agustín, y allí, el 18 de junio de 1463, vistió el hábito el bachiller fray Juan de Sahagún. Con sus treinta y tres años de edad, mezclado entre compañeros oscuros y jovencitos, púsose bajo la dirección del padre Juan de Arenas, maestro de novicios, celebrado por su virtud, grande espíritu y penitencia. El nuevo novicio abrazó con alegría los oficios humildes en que se ejercitaban los aspirantes a la perfección religiosa. Al antiguo canónigo de Burgos y predicador de Salamanca le tocó hacer de refitolero, cuidando de la limpieza de las escudillas y de los vasos. Servía el vino a la comunidad, e hizo famosa la cuba de San Juan de Sahagún, que después de dos siglos todavía se guardaba con veneración en el convento, según el testimonio del padre Vidal, por haber multiplicado milagrosamente el vino. El día 28 de agosto, fiesta de San Agustín, de 1464 rubricó el acta de su profesión, afiliándose a la Orden agustiniana.
Siempre fray Juan se mostró como un religioso observante, modelo de virtudes, afable con todos, devotísimo del Santísimo Sacramento y amigo del coro y de la oración. “Estaba en el coro como un ángel”, dice un biógrafo suyo. Fue hombre de mucha paz y de equilibrio interior. Amaba el estudio, sobre todo el de la Sagrada Escritura, algunos de cuyos pasajes apuntó y comentó de su puño y letra,
Aunque amigo del retiro, un suceso trágico le sacó a la calle.
Dos nobles caballeros, de la familia de los Manzanos, dieron muerte, y a uno alevosamente, a dos hijos de una viuda principal, llamada doña María de Monroy. Los asesinos huyeron a Portugal pero María –llamada la Brava-, disfrazándose de varón y sirviéndose de espías, descubrió su paradero y allí los buscó y mató y, cortándoles las cabezas, las trajo a Salamanca y las puso en la iglesia sobre el sepulcro de sus dos hijos. Al fin se amansó y lavó con lágrimas de arrepentimiento su venganza. Pero la consecuencia de aquel suceso fue la división de Salamanca en dos bandos guerreros. Los apellidos de los Manzanos y Monroyes se hicieron bandera de discordia y turbulencia.
Todo es armas, todo espantos,
afrentas, voces, injurias,
venganzas, asombros, furias,
heridas, muertes y llantos.
Dice un poeta describiendo aquella situación.
En el convento de San Agustín se comentaban con pena los sucesos de la ciudad, abrasada de odios. Sobre todo a fray Juan le daban pena tantos pecados, tanto desorden y miseria pública. Había que purificar la ciudad con lágrimas, oraciones, penitencias y palabras de fuego. Y se decidió a levantar la voz y dar la batalla del amor, lanzándose a la calle a predicar la paz. Como predicador era ameno, dulce y persuasivo. “Vamos a oír al fraile gracioso”, decían las gentes embelesadas. Pero sabía también sacar los registros pavorosos de la elocuencia. Arrullaba y tronaba a la vez. Y comenzó su apostolado pacífico predicando en las iglesias y en las calles. Se metía por las casas, hablaba a las personas de más influencia, amenazaba a los más turbulentos, cantaba la bienaventuranza de la paz y de los pacíficos. A voces todo el día gastaba en su trabajo, sin acordarse de volver a casa a tomar los alimentos.
Era una misión peligrosa y dura, en que tuvo que oír muchos insultos y palabrotas sucias y padecer persecución por la verdad. Dos atrevidos mozos, instigados por uno de los más turbulentos caballeros de la ciudad, quisieron una vez apalearle, pero, llegada la hora, se quedaron con las manos yertas y alzadas, temblando de pavor.
A la postre, fray Juan cosechó el fruto de su siembra, mereciendo la bienaventuranza de los hombres pacíficos. En 1476 los dos bandos contrarios con juramento se perdonaron y abrazaron en testimonio de concordia. Unos veintidós apellidos ilustres –los Maldonados, Anayas, Acebedos, Nietos, Arias, Enríquez, etc.- firmaron un documento público, “deseando el bien e paz e sosiego de esta ciudad, e por quitar escándalos, ruidos e peleas e otros males e daños dentre nosotros, e por nos ayudar a fazer buenas obras unos a otros, queremos y prometemos de ser todos de una parentela e verdadera amistad e conformidad e unión”. Todavía la Casa y la plaza de la Concordia de Salamanca recuerdan este hecho social importante, en que tuvo tanta parte el humilde fraile agustino.
Fray Juan fue un predicador libérrimo y sincero, perseguido por la verdad y la justicia. En un sermón predicado en Alba de Tormes habló con tanto rigor contra los señores que tenían vasallos, que sus palabras se tomaron como una descortesía contra los nobles. Pero el valiente fraile respondió a las quejas del duque: “Sepa vuestra señoría que al predicador conviene hablar la verdad y morir por ella, e reprender los vicios y ensalzar las virtudes”. Por la misma libertad evangélica fue arrojado de la villa de Ledesma, donde cantó verdades muy claras a los nobles que maltrataban a los colonos y dependientes. Afrontó también serenamente los agravios y maledicencia de las mujeres elegantes, por haber reprendido su liviandad en el vestir.
Aunque la Orden le ocupó en algunos cargos como el de prior y consejero provincial varias veces, no por eso dejó sus obras de celo y misericordia. Los huérfanos, los enfermos de las casas y hospitales, las viudas le tuvieron por su bienhechor. Miró con particular lástima a las mujeres extraviadas, y con sus sermones en la iglesia de San Lázaro logró el cambio de muchas, a las que recogió y mantuvo con sus socorros hasta conseguirles un estado decoroso, porque para él la pureza de las costumbres era la sal de las ciudades.
Los milagros dieron auge a su autoridad y fuerza a su palabra.
Libró de la peste a su pueblo y curó a muchos enfermos. Todavía una lápida e inscripción de la calle llamada del Pozo Amarillo recuerda un famoso milagro con que salvó la vida a un niño que en él se cayó. La madre comenzó con gritos a pedir socorro, sin que nadie la oyera, cuando se presentó el bendito fraile. La llevó al brocal del pozo y sin titubear fray Juan alargó la correa hacia lo hondo de él, y al punto el agua subió, trayendo en la superficie al niño, el cual, asido de la correa, salió libre y sano. Arremolinóse la gente gritando: “¡Milagro, milagro!”, y el buen fraile, para huir de las aclamaciones de la multitud, echó a correr hacia la inmediata plaza de la Verdura y, tomando allí una banasta de pescado que estaba vacía, se la puso en la cabeza en la forma que acostumbran los muchachos para jugar al toro, y, corriendo, comenzó a gritar: “¡Al loco, al loco!” Toda la chiquillería se fue detrás de él con grande algazara y diversión. Así el milagro acabó en una fiesta y algarabía increíble.
Fray Juan no se hizo viejo, pues el 11 de junio de 1479, a los cuarenta y nueve años, murió en el convento de San Agustín, sospechándose que acabó sus días envenenado. Una despechada mujer a la que privó de la compañía de su amante, traído a buen camino con una plática que pronunció el año 1479 en la iglesia de San Blas, juró venganza contra él. “Yo haré que no acabes el año”, dijo la irritada hembra. Y así fue que murió secándose todo, con señales que todos afirmaron que le habían dado veneno con que muriese.
Premió su muerte el Señor con la pena y el regocijo general de Salamanca, enviando una copiosa lluvia a los campos, después de muchas rogativas a las que se había asociado el bendito enfermo. Fue sepultado debajo del coro del convento de San Agustín, y pronto su sepulcro fue centro de devoción y de milagros. “Después de la muerte de este Santo religioso excede de doscientos el número de los milagros que fueron vistos ante su sepulcro”, dice el Beato Alonso de Orozco, testigo de algunos. Fue beatificado en 1601 por Clemente VIII y canonizado el 15 de julio de 1691 por Inocencio XII, con grandes festejos cívicos y religiosos en Salamanca y otras partes. La misma ciudad costeó en 1692 una urna de plata primorosamente cincelada para guardar los restos del Santo, los cuales, después de varias translaciones, se colocaron en el año 1835 en la catedral, donde se veneran todavía en el altar mayor al lado del Evangelio, así como en el lado de la Epístola otra urna similar contiene algunas reliquias de Santo Tomás de Villanueva.
Salamanca honra a San Juan de Sahagún por su Patrón especial y la España eucarística le cuenta entre sus extáticos adoradores del Divino Sacramento. Su lentitud en la celebración de la misa se debía a sus visiones. Dios le hablaba y se le manifestaba en la Santa Hostia. Por eso fue tan extremadamente celoso de la pureza interior. Antes de celebrar solía confesarse siempre, aunque algunos sacerdotes le acusaron de ello; pero él se mantuvo en su costumbre, porque admiraba, adoraba y amaba el candor de la Hostia santa, de la Hostia pura, de la Hostia inmaculada de nuestros altares.

 
Victorino Capánaga, ORSA




segunda-feira, junho 11, 2012

Antisemitismo … por Castellani



El antisemitismo es el odio ciego al judío por el hecho de ser judío. Sin necesidad que lo condene la Iglesia, el antisemitismo es abominable, y lo curioso es que también es natural. En el hombre caído todo lo natural que no se vuelve sobrenatural es abominable, por lo menos en el plano teológico, sobre todo cuando está más cerca del polo animal que del polo racional: como el apetito sexual sin sacramento. Antisemitismo es propalar escandalosamente los crímenes de algunos judíos, como si entre los cristianos no hubiese criminales, tratantes de blancas incluso. Antisemitismo es achacar a los judíos todos los males de la época, para golpear el mea culpa en el lomo ajeno. Antisemitismo es envidiar las riquezas de los judíos. Antisemitismo es reprocharles sin misericordia, olvidando los propios defectos, sus defectos raciales, que a veces pueden ser hasta inculpables, y a veces son virtudes desharrapadas.
Antisemitismo es enfurecerse contra el reinado que presta al judío el ídolo Pluto, sin recordar que nuestros padres pusieron las condiciones de posibilidad de ese reinado, al rechazar, obedeciendo a la herejía liberal, el reinado de Cristo en la Argentina, que es la otra alternativa necesaria. Porque no hay más que dos señores, o Dios o las riquezas. No podéis servir a dos señores.
Nuestros padres comieron fruta ácida y nosotros tenemos la dentera. Tenemos encima la carga inmensa de los pecados de nuestros padres, y esa carga nacional no podemos levantarla solos, necesitamos Dios y ayuda, porque está escrito: ¿Quién puede levantar pecados sino Dios solo? Por eso, por mucho que urja entre nosotros el problema judío, no podemos olvidar ni la justicia ni la caridad.
Los antisemitas argentinos no son malignos, la mayoría son buenos muchachos, el verdadero antisemita envenenado es raro entre nosotros. Pero es bueno describirlo de todos modos premedicare potius quam curare, curarse en salud, como dicen.
El antisemita odia sobre todo al judío pobre, al judío mísero, grasiento y tacaño, que es justamente el que está llevando el peso de la maldición del Pretorio, y es por tanto presa de Dios. Está prohibido en la Escritura castigar a un hombre, aunque sea Caín mismo, a quien Dios está castigando: que sea presa de Dios. Maldito sea el que superimpone el yugo al buey que está llevando yugo. Está probado, por otra parte, que al judío rico, elegante y perfumado, con talegas, blasones o mando, el antisemita le da la mano, y hasta, si a mano viene, la mano de su hija; dándose también el caso, de que ese judío renegado ¡es antisemita!. Y paradoja mayor, el antisemita cristiano no se percata que a veces está odiando al judío por la misma razón con que Voltaire, por ejemplo, odiaba a judíos y cristianos; es decir, por una condición religiosa, por la marca que hay en él de divina, aunque sea la marca de la Justicia Divina. O sea que su odio de natural deviene diabólico (todo lo natural bajo la acción del pecado, puede volverse diabólico), odia sin saberlo la imagen de Cristo azotado.
No hay que olvidar que el judío lleva la sangre de Judas pero también la de Cristo, aunque la lleve sobre la cabeza. Hasta el fin del mundo en la raza judía estarán unidos Judas y Cristo. El beso es el signo unitivo por excelencia y el beso de Judas fue aceptado y devuelto por Cristo; y en el beso de Cristo no había odio, aunque sí estaba la Justicia Divina, que es peor que el odio del hombre. Mate un judío, dice el antisemita. Pero Dios dice: ¡Ay de aquél que mate a Caín, porque tendrá un castigo siete veces más grande que Caín! Porque Caín es la presa de Dios. Y esta es la gran dificultad de este problema: que no podemos tratar a Caín como él trató a Abel, pero tampoco podemos reconocerlo como hermano.
Todo esto y cuatro cosas más debe aprender el gobierno cristiano de la Argentina para poder resolver el problema judío; porque el problema judío se debe resolver. La pequeña levadura de la Diáspora arrojada por el confusionismo liberal en la triple harina de la sociedad cristiana, constituye el fermento de revolución y disgregación más activo que existe. Y al decir que el judío es un problema teológico, que no es totalmente solucionable por medidas civiles, mucho menos si son persecutorias e injustas, no significa que el gobernante cristiano se debe cruzar de brazos ante la confusión actual, que daña incluso a los judíos. Al contrario. La solución posible fue hallada por la Cristiandad y actuada eficazmente en otros tiempos, aunque debe ser reencontrada por los tiempos nuestros, porque la historia no es reversible. Esencialmente consistía en tres puntos:
1° Separación (guetto, antaño, hoy día imposible, mañana Estatuto Legal).
2° Prohibición de tener esclavos y discípulos cristianos (manumisión compensada antaño, hoy día jornaleros de Bunge Y Born y alumnas de Sansón Raskowski, mañana corporatismo cristiano).
3° Celo por convertirlos a la fe (ayer Chiesa Santa María in Peschería, hoy conversiones ficticias y poco sólidas, mañana conversión en masa de las reliquias de Israel ante la inminencia del Anticristo).
Pero estas tres cosas solamente obtendrán su efecto total si el mundo actual se convierte, es decir, si realmente hemos de ver nosotros, como predicen los teólogos, la sexta Iglesia del Apocalipsis que se llama Filadelfia, antes que vean nuestros nietos el fin del mundo.
En cuanto a mí, ¿cómo es que dice la difunta Vanguardia y el mal literato que firma Fray Gil, que odio a los judíos y estoy sublevado contra el Sumo Pontífice, si de todos los judíos que conozco uno sólo me resulta antipático; y soy incapaz de malagradecer jamás la digna hospitalidad parisiense de Raisa Maritain? Mal negocio para mí, que necesito de la Madre y de la Sangre de Cristo más que todos los argentinos juntos, dejarme tomar por el odio a la sangre de su madre. “Su madre le salía por todos los poros y él parecía un matorral de rosas – El diluvio de azotes lo desollaba y había un charco enorme en las losas…”.
Los judíos judaicos escupieron al Cristo y lo siguen escupiendo. Pero los cristianos se deben guardar muy bien de escupir a los judíos; de miedo que el esputo encuentre la cara de la Virgen sin Mancilla, que está allí al pie de la Cruz, entre los verdugos, los lamentables hijos de su pueblo, ella, la Madre del Hombre Pecado, la Flor de la Raza Anatema.

Leonardo Castellani


Me atrevo a añadir al Padre Castellani aquello ya conocido de “la salvación viene de los judíos” (Jn 4, 22). No olvidemos nunca esto.
Y estas otras palabras de Jeremías, que se aplican a todos nosotros, hermanos católicos, que hemos apostatado, que hemos abdicado de amar a Dios –esto es, cumplir sus Mandamientos-, que nos enseñoreamos en el pecado, que persistimos en nuestra tibieza … que hemos amontonado tantos pecados y excrementos sobre nuestras cabezas que indefectiblemente tenemos que ser castigados no sólo porque en rigor lo merecemos, sino porque el Castigo Divino que se cierne inminente será salutífero como el Diluvio lo fue para muchos de los que exterminó, y para escarmiento y estímulo a la conversión de los que quedemos. No hemos querido aprender del viejo Israel, del que no siguió a Dios. Un Israel que era sistemáticamente castigado cuando se desviaba de Dios y sus Mandamientos. Pero dejemos a Jeremías, que anticipa el futuro de este nuevo Israel de la Iglesia en la repetición del error craso del viejo Israel:

“Por haber seguido el camino de tu hermana, por eso pondré su cáliz en tu mano. Así dice Yahvé, el Señor: Beberás el cáliz de tu hermana, cáliz hondo y ancho; y serás objeto de burla y escarnio. Serás llena de embriaguez y dolor; pues copa de horror y espanto es la copa de tu hermana mayor, guardiana infiel, que se ha manchado con las inmundicias de las naciones. Lo beberás hasta las heces, y morderás sus pedazos, y te desgarrarás los pechos ... Y una y otra seréis entregadas al tumulto y al saqueo, apedreadas por la multitud y pasadas al filo de sus espadas ... “ (Jer 23, 31-35)

Y es San Pablo, en Romanos, donde nos recuerda el significado, y la certeza profética, de esa conversión de los judíos a la Iglesia:

“¿Por ventura ha repudiado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció. ¿O no sabéis qué dice de Elías la Escritura, cómo invoca a Dios contra Israel, diciendo: Señor, a tus profetas han dado muerte, y tus altares han derribado; y sólo yo he quedado, y procuran matarme? Pero ¿qué le dice la divina respuesta? Me he reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia [...] Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de entre los muertos?” (Rom 11, 1-5, 11, 15)
En fin, una recomendación de lectura sobre judíos venidos al catolicismo. Apasionante y esperanzante, más aún teniendo en cuenta lo tétrico de lo que se divisa.
Porque, por negra que sea ahora la noche, hay victoria al final del camino. Victoria de Cristo … gracias a los judíos reconciliados con Él.

RCS

sexta-feira, junho 08, 2012

A entrevista de Monsenhor Fellay à DICI



***

DICI: La mayoría de los que se oponen a la aceptación por parte de la Fraternidad de un eventual reconocimiento canónico, hacen resaltar que los debates doctrinales solo habrían podido conducir a esta aceptación [canónica] si hubieran desembocado en una solución doctrinal, es decir, en una “conversión” de Roma. ¿Su posición sobre este punto ha cambiado?

Monseñor: Debemos reconocer que estas reuniones fueron una oportunidad para exponer los diversos problemas que enfrentamos a propósito del Concilio Vaticano II. Lo que ha cambiado es que Roma ya no hace de una plena aceptación del Concilio Vaticano II una condición para la solución canónica. Hoy en día, en Roma, algunos consideran que una comprensión diferente del Concilio no es determinante para el futuro de la Iglesia, porque la Iglesia no es solo el Concilio. De hecho, la Iglesia no se limita solo al Concilio, ella es mucho más grande. Por lo tanto, hay que dedicarse a resolver problemas mayores. Esta toma de conciencia puede ayudarnos a entender lo que realmente está sucediendo: estamos llamados a ayudar a llevar a los demás el tesoro de la Tradición que hemos podido conservar.

Así pues, es la actitud de la Iglesia oficial la que ha cambiado, nosotros no. No somos nosotros los que hemos pedido un acuerdo, es el Papa el que quiere reconocernos. Podemos pues preguntarnos el porqué de este cambio. ¡Todavía no estamos de acuerdo doctrinalmente, y sin embargo el Papa quiere reconocernos! ¿Por qué? La respuesta es ésta: hay problemas tremendamente importantes en la Iglesia de hoy. Debemos hacer frente a estos problemas. Debemos dejar de lado los problemas secundarios y hacer frente a problemas mayores. Esta es la respuesta de tal o cual prelado romano, pero no lo dirán jamás abiertamente; hay que leer entre líneas para entender.

Las autoridades oficiales no quieren reconocer los errores del Concilio. Ellas no lo dirán nunca de manera explícita. Sin embargo, si leemos entre líneas, se puede ver que quieren remediar a algunos de estos errores.

(…)

DICI: 2012 no es 1988, año de su consagración episcopal. En 2009 se retiraron las excomuniones, en 2007 se reconoció oficialmente que la Misa Tridentina “nunca había sido abrogada,” pero ahora algunos miembros de la Fraternidad deploran que la Iglesia aún no se haya convertido. ¿El rechazo a priori de ellos de un reconocimiento canónico se debe a 40 años de una situación excepcional que resulta de una mala interpretación de la sumisión a la autoridad?

Monseñor: Lo que está pasando en estos días muestra claramente algunos de nuestros puntos débiles frente a los peligros que se han creado por la situación en la que estamos. Uno de los principales peligros es inventar una noción de la Iglesia que parece ideal, pero que no se sitúa de hecho en la verdadera historia de la Iglesia. Algunos argumentan que para trabajar “con seguridad” en la Iglesia, en primer lugar, ésta debe limpiarse de todo error. Esto es lo que se dice cuando se afirma que Roma debe convertirse antes de cualquier acuerdo, o que los errores deben ser primero removidos para que podamos trabajar. Pero esta no es la realidad. Basta con mirar el pasado de la Iglesia; a menudo y casi siempre, vemos que hay errores difundidos en la Iglesia. Ahora bien, los santos reformadores no la abandonaron para luchar contra estos errores. Nuestro Señor nos enseñó que habrá siempre cizaña hasta el final de los tiempos. No sólo la hierba buena, no sólo el trigo.

En tiempos de los arrianos, los obispos trabajaron en medio de los errores para convencer de la verdad a los que estaban equivocados. No dijeron que querían estar fuera, como algunos dicen ahora. Por supuesto, siempre hay que tener cuidado con las expresiones “fuera,” “dentro,” porque somos de la Iglesia, somos católicos. Pero, ¿por este motivo podemos negarnos a convencer a aquellos que están en la Iglesia, bajo el pretexto de que están llenos de errores? ¡Veamos lo que han hecho los santos! Si Dios nos permite estar en una situación nueva, en un combate cuerpo a cuerpo al servicio de la verdad… Esta es la realidad que nos presenta la historia de la Iglesia. El Evangelio compara al cristiano con la levadura, ¿y queremos que la masa crezca, sin que estemos dentro de la masa?

En esta situación, presentada por algunos como una situación imposible, se nos pide ir a trabajar al igual que todos los santos reformadores de todos los tiempos. Por supuesto, esto no elimina el peligro. Pero si tenemos la libertad suficiente de actuar, de vivir y crecer, hay que hacerlo. Realmente creo que esto debe hacerse, siempre y cuando tengamos la suficiente protección.

(…)

DICI: Una prelatura personal es la estructura canónica que Usted ha indicado en declaraciones recientes. Ahora bien, en el Código, el canon N º 297 requiere no sólo informar sino también obtener el permiso de los obispos diocesanos para fundar una obra en su territorio. Si bien es claro que cualquier reconocimiento canónico preservará nuestro apostolado en su estado actual, ¿está Ud. dispuesto a aceptar que las obras futuras no sean posibles sino con el permiso del obispo en las diócesis donde la Fraternidad San Pío X no está actualmente presente?

Monseñor: Hay mucha confusión sobre este tema, y es causada principalmente por una mala interpretación de la naturaleza de la prelatura personal, así como por un desconocimiento de la relación normal entre el Ordinario del lugar y la Prelatura. A esto se añade el hecho de que la única referencia disponible en la actualidad sobre una prelatura personal es el Opus Dei. Sin embargo, seamos claros, si una prelatura personal nos fuese dada, nuestra situación no sería la misma. Para entender mejor lo que sucedería, creo que nuestra situación sería mucho más similar a la de un Ordinariato Militar, porque tendríamos una jurisdicción ordinaria sobre los fieles. Seríamos como una especie de diócesis cuya jurisdicción se extiende a todos sus fieles, independientemente de su situación territorial.

Todas las capillas, iglesias, prioratos, escuelas y obras de la Fraternidad y de las Congregaciones religiosas amigas serían reconocidos con una verdadera autonomía para ejercer su ministerio.

Sigue siendo cierto – como lo es el derecho de la Iglesia – que para abrir una nueva capilla o fundar una nueva obra, sería necesario contar con el permiso del Ordinario del lugar. Por supuesto, hemos mostrado a Roma como nuestra situación actual es difícil en las diócesis, y Roma sigue trabajando en ello. Aquí o allá, esta dificultad será real, pero ¿desde cuándo la vida es sin dificultades? Lo más probable es que también tengamos el problema opuesto, es decir, que no vamos a ser capaces de responder a las peticiones que vendrán de obispos amigos. Pienso en un algún obispo que podría pedirnos que nos encarguemos de la formación de los futuros sacerdotes de su diócesis.

De ninguna manera nuestras relaciones serían las de una congregación religiosa con un obispo, sino más bien las de un obispo con otro obispo, así como ocurre con los Ucranianos o los Armenios de la diáspora. Y si entonces un problema no se ha podido resolver, éste iría a Roma, y habría entonces una intervención romana para resolver el problema.

Sea dicho de paso, lo que se ha informado a través de Internet con respecto a mis comentarios sobre este tema, en Austria, el mes pasado, es completamente falso.

DICI: Si hay reconocimiento canónico, ¿qué va a pasar con las capillas amigas de la Fraternidad e independientes de la diócesis? ¿Los obispos de la Fraternidad continuarán a administrar la confirmación, a proporcionar los Santos Oleos?

Monseñor: Si trabajan con nosotros, no habrá problema: será igual que ahora. Si no, todo dependerá de lo que estas capillas entienden por independencia.

(…)

DICI: En espera de la decisión de Roma, ¿cuáles son sus disposiciones internas? ¿Cuáles le gustaría que fueran para los sacerdotes y fieles apegados a la Tradición?

Monseñor: Cuando en 1988, Mons. Lefebvre anunció que iba a consagrar a cuatro obispos, algunos lo animaron a hacerlo y otros trataron de disuadirlo. Sin embargo, nuestro fundador mantuvo la paz, porque él no tenía en vista sino la voluntad de Dios y el bien de la Iglesia. Hoy en día, debemos tener las mismas disposiciones interiores. Como su santo Patrono, la Fraternidad San Pío X tiene la voluntad de “restaurar todas las cosas en Cristo,” algunos dicen que no es el tiempo, otros por el contrario, que es el momento adecuado. Por mi parte yo solo sé una cosa: siempre es el momento para hacer la voluntad de Dios y sabemos que El nos la hace conocer en el momento oportuno, siempre y cuando nos mostremos receptivos a sus inspiraciones. Por esto, he pedido a los sacerdotes renovar la consagración de la Fraternidad San Pío X al Sagrado Corazón de Jesús, en su fiesta, el 15 de junio próximo, y prepararse a ello con una novena, durante la cual se recitarán las Letanías del Sagrado Corazón en todas nuestras casas. Todos pueden unirse pidiendo la gracia de convertirse en instrumentos dóciles de la restauración de todas las cosas en Cristo.

quinta-feira, junho 07, 2012

Dia do Corpo de Deus


Caro mea vere est cibus, et sanguis meus vere est potus. A primeira coisa que Cristo Senhor nosso nos certifica neste Evangelho é ser verdadeira comida o seu corpo, e verdadeira bebida o seu sangue. Onde se deve muito notar que não faz a força do que quer persuadir em ser verdadeiramente seu corpo o que se nos dá debaixo das espécies de pão, nem em ser verdadeiramente seu sangue o que se consagra debaixo das espécies do vinho, senão em que esse corpo e esse sangue é verdadeiramente mantimento nosso. E por que razão? Porque é propriedade e natureza geral de todo o mantimento converter-se na substância de quem o come; e como Cristo só neste Sacramento assiste real e presencialmente, e nos outros não, por isso também só neste se nos quis dar em forma de mantimento, para que entendêssemos que o fim de o instituir não só fora para nos comunicar sua graça, como nos outros sacramentos, senão para se unir a si mesmo connosco, e a nós consigo. O mesmo Senhor se declarou e o disse logo: Qui manducat meam carnem et bibit meum sanguinem, in me manet, et ego in illo. Sabeis por que digo que o meu corpo é verdadeira comida, e o meu sangue verdadeira bebida? Porque, assim como o mantimento se converte na substância de quem o come, assim eu me quero transformar em vós, e vós em mim: de modo que vós, comungando, fiqueis em mim, e eu, sendo comungado, em vós: In me manet, et ego in ilIo. E porque nesta união e transformação de dois que somos, se há-de fazer um só, este um qual há-de ser? Não haveis de ser vós, senão eu, diz o mesmo Cristo. E assim continua o texto Santo Agostinho: Nec tu me mutabis in te, sicut cibum carnis tuae, sed tu mutaberis in me. De sorte que, assim como nos desposórios de Cristo com Teresa, de dois que eram, se transformaram em um só, e este um, depois de transformados, não era principalmente Teresa, senão Cristo que nela vivia: Vivit vero in me Christus, assim na transformação do Sacramento, o que dignamente comunga, de tal modo fica unido e identificado com Cristo, que Cristo é o que nele vive.

O mesmo Evangelho o diz, e com o mesmo exemplo das Pessoas da Santíssima Trindade, com que declarei a união ou unidade do coração de Cristo com Teresa: Sicut misit me vivens Pater, et ego vivo propter Pater: et qui manducat me, et ipse vivet propter me: Assim como eu vivo pela vida de meu Padre, que me mandou ao mundo, assim quem me comunga verdadeiramente não vive pela sua vida, senão pela minha. Grande caso é que, querendo a sabedoria encarnada declarar o que tinha dito com algum exemplo, não achasse outro mais adequado e mais próprio que o da unidade e vida recíproca que há entre o mesmo Cristo e seu Eterno Padre: Vivit ergo per Patrem, comenta Santo Hilário, et quomodo per Patrem vivit, eodem modo nos per carnem ejus vivemus: Assim como entre o Padre e o Filho, enquanto Deus, há uma só vida, porque o Padre vive no Filho e o Filho no Padre, e um vive pela vida do outro, assim entre Cristo e o que comunga, posto que sejam dois, a vida é e há-de ser uma só, e não outra, senão a do mesmo Cristo: Et ipse vivet propter me. Vejam agora os que comungam se a vida que vivem é a sua ou a de Cristo, e daqui julgarão, pelos efeitos, se comungam como devem ou não.

Padre António Vieira, in “Sermão de Santa Teresa e do Santíssimo Sacramento”, pregado na Igreja da Encarnação, em Lisboa, no ano de 1644.

Corpus Christi



Las palabras que inmutan el vino
las palabras que cambian el pan
¡oh, millones de angélicos coros,
sobrepujan vuestro himno triunfal!

Ni la voz que los vientos de un golpe
domeñados, tumbó sobre mar;
ni el clamor que animó bruscamente
la de Lázaro pútrida faz;
ni la dulce oración compasiva
que de un pan hizo mil; ni el fatal
retumbar de trompetas del juicio
que a los muertos del polvo alzará;
ni siquiera el tremendo, inmutable
veredicto del que ha de bajar
a poner en su quicio las cosas
y dejarlas por siempre jamás…
tienen más milagrosa potencia
más creadora virtud y sin par
dulcedumbre, más fuerza y más gracia
que ese leve rumor del altar,
ese trueno de empuje infinito
y ese arrullo de amor eternal,
ese anillo de amores perpetuos
y semilla de inmortalidad;
ese fiat más grande que el otro
puesto en labios de un pobre mortal
el tesoro del hombre, la herencia
del que es vida, camino y verdad
para todos los pobres del mundo
y a los hombres que quieren la paz;
ese santo conjuro que todas
nuestras llagas podría curar,
esa firme palabra de bodas
que la Iglesia y el Cristo se dan,
esos brazos a todos abiertos
y clavados para revelar
los misterios sin playa y sin fondo
de un amor que no puede hacer más…
esos éxtasis, esas palabras
que consagran el vino y el pan.

Padre Leonardo Castellani, S.J., Jueves Santos de 1927, in "El Libro de las Oraciones", Buenos Aires, Dictio, 1978