Debo decir que la lectura de
este artículo donde se habla de la persecución ya abierta contra la Tradición católica en Gran Bretaña no me sorprenden. Lo más mínimo. Ya en 1997 los servicios secretos británicos –como se especificaba en documentos que circulaban entre los SAS- ponían a la Hermandad de San Pío a la altura de enemigos del Estado, como el IRA. ¡Y con estas andábamos! ¿Unos señores que van a Misa en Latín el mismo peligro que una organización terrorista con cientos de muertos a sus espaldas (por cierto, menos muertos que los paramilitares protestantes, todo ha de decirse? ¿Dónde está la lógica?
Evidentemente lógica en ninguna parte. La conexión entre autoridades británicas y autoridades judías explicada en el hipervínculo anterior es, cuando menos, interesante. Lo que tenían es ganas encontrar una excusa para perseguir la Tradición. La pésima prudencia y nulo saber estar de Monseñor Williamson (amén de
lo muy criticable de sus opiniones sobre la Shoa) han facilitado todo esto. Porque
la preocupación del judaísmo secular por los asuntos de los católicos tradicionales es enfermiza. Y cualquier excusa es válida, ¿verdad … o las mentiras ya son verdades?
Vayamos por partes.
Monseñor Williamson no ha actuado como un Obispo católico al hacer comentarios sobre temas no pertenecientes a la Fe y la Moral, como le habían recomendado sus Superiores. Empero su status ha sido reducido a la nada, objetivamente hablando. Su apostolado como Obispo se ha acabado y ha perdido cualquier posición dentro de la Hermandad de San Pío X. El Superior de la Hermandad de San Pío X, Monseñor Fellay, así como el Superior del distrito teutón, el Padre Schmidberger –entre otros- se han desmarcado de las opiniones de Williamson y las han criticado. ¿Por qué atacan a la Hermandad cuando la propia institución no comparte el parecer de Monseñor Williamson? ¿Acaso no somos muchísimos los católicos tradicionalistas que rechazamos la mortal (y por millones), brutal y satánica persecución que los nazis desataron contra los judíos?
Lo terrible, de lo que nadie habla, pero ahora se debería empezar a hablar, es que tras esto subyace un trasfondo religioso. No se persigue a la Tradición por las opiniones espurias de uno de sus clérigos. Va más allá que todo eso. El Pueblo Elegido rechazó a Dios mismo encarnado en su propia raza y su propia sangre, al Mesías: Cristo Nuestro Señor y Salvador nuestro. Mencionar a Cristo a los judíos es anatema, y quien quiera que diga que los judíos también deben convertirse a la Verdad –evidentemente sin coacción alguna- es perseguido. Quien rechaza a Cristo conociéndole rechaza su propia salvación. San Pablo nos da la vara de medir: quien confiesa que Cristo Jesús crucificado es Dios, ése es salvo. Hoy día mantener la doctrina tradicional de la Iglesia al respecto de los judíos es correr peligro de muerte. Cuando menos de persecución legal y física. ¿No dice acaso la Biblia que “[P]ero antes de todo esto, os echarán manos y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárcelas y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre. Esto sucederá para que deis testimonio.” (Lc 21, 12-13)?
Existen algunos entre los judíos quienes odian a Cristo hasta el punto de odiar la Misa de siempre, la Misa Tradicional. Odian su liturgia y la Fe que expresa. Odian la expresión pura del Sacrificio, del Holocausto, de Cristo en la Cruz. En su negación de Cristo algunos de ellos tomaron el vericueto más peligroso, el inmanentista, y algunos de ellos llegan a afirmar que no hay otro Holocausto que el de los judíos durante la persecución nazi. En su locura estos judíos que así piensan –afortunada y ciertamente no todos, insisto- reniegan del Holocausto de Cristo. El peor de todos porque fue el ser más inocente y puro que ha existido y existirá. Y, sobre todo, porque era Dios. Judíos y romanos –dígase judíos y gentiles, porque aquí todos tienen arte y parte-, con
un proceso judicial torticero, como demostraron los judíos conversos al catolicismo Augustin y Joseph Lémann. Se atreven a afirmar algunos de estos que el pueblo judío, y sólo y exclusivamente el pueblo judío, es la Víctima. En otras palabras: ellos mismos quieren ser, quieren reemplazar, la Misa. ¿Qué otra explicación alternativa a esto puede haber?
La persecución nazi hacia los judíos no fue sólo y exclusiva hacia ellos. Insisto: hubo más holocaustos. Hubo el holocausto de los católicos, por ejemplo. Y hubo el holocausto de los enfermos, no necesariamente discapacitados. Si alguien no cree esto último, que visite el
museo de la epilepsia en Kehl. Fueron millares los sacrificados por el solo hecho de ser epilépticos. Hubo más holocaustos. Consecuencias de una ideología gnóstica y eugenésica, como era la nazi. Si millones de judíos inocentes murieron,
también murieron otros en un Holocausto que ojalá jamás se repitiera; pero que mucho nos tememos que en un mundo apartado de Dios como el nuestro volverá a repetirse y de modo más cruel aún. Pues bien, todos estos Holocaustos son reflejos del Holocausto del Divino Redentor. ¿O es que los no-judíos no cuentan?
Lo cierto es que no dejan de sucederse noticias demostrando el
odio y la persecución a los cristianos en Israel. Y, como demuestra este enlace, no sólo a manos de los musulmanes. Cavan su propia fosa al comportarse así. La historia demuestra una y otra vez que los judíos han sido protegidos por los cristianos y que la desaparición o atenuación de la influencia cristiana era un heraldo de la persecución hacia los judíos. Es más, eran los poderes religiosos cristianos los que protegían a los judíos frente a los poderes temporales, que a menudo los perseguían. Ejemplos a manta: lo sucedido durante la Reconquista en España, lo sucedido en la Rusia comunista, etc. Ningún (pseudo)cristiano más furibundamente antisemita que Lutero. Ahí están sus escritos pero … ¿acaso no era Lutero un hereje?
Bien. La lectura del hipervínculo primero de este post, firmado por el siempre cabal Martin Blackshaw, es demoledora. Es curioso que esta primera andanada, primera de muchas que se vienen en serie, venga de la esfera religiosa y de un Council of Churches mayoritariamente en manos de los judíos. ¿O no tan curioso?
La persecución está a la vuelta de la esquina. Nos llevarán a las sinagogas. A las sinagogas británicas … para ir abriendo boca.
Entretanto un día de estos, ahora que ando releyendo “Le salut par les Juifs”, de León Bloy, escribiré algo acerca de por qué los nazis perseguían in extremis no a los judíos, sino a Cristo mismo.
El intermedio, la media hora de paz de la que habla el Apokalypsis, ha acabado. Ahora toca pagar muchos pecados con sangre, sudor y lágrimas. Los cristianos somos responsables por nuestros pecados –nuestros pecados por los que no hemos hecho penitencia, oración y ayuno, nuestros pecados de los que no nos hemos arrepentido- de la persecución que sobre nosotros se cierne.
En cuanto a los judíos en el fondo sigue ese eco terrible del Profeta Miqueas resonando:“¿Qué te hice, Pueblo mío, o en qué te molesté? Respóndeme.” (Mq 6, 1).
Pero algún día los judíos se convertirán al Dios al que persiguieron, a Cristo, y la salvación del mundo vendrá por los judíos. Que nadie olvide esto.
Rafael Castela Santos