terça-feira, agosto 22, 2006

Poema esjatológico y mariano

No es ningún secreto que tanto el autor, JSarto, como el colaborador de este blog –un servidor- somos fervientes admiradores y voraces lectores del Padre Castellani.
Don Leonardo Castellani, no olvidemos: Doctor Sacro Universal, ha sido para mí un fenomenal y maravilloso embajador e introductor a las arenas siempre difíciles del Apokalypsis. Me atrevo a decir que en mi caso la solidez de la Tradición la encontré, precisamente, en el Padre Castellani, luego fortificada y profundizada por ciertas lecturas que tuvieron gran impacto en mí, como las de Michael Davies, el Padre Arintero y Romano Amerio entre otras y las audiciones de las entrevistas del Padre Malachi Martin.
De la lectura y relectura de este Santo Libro del Apokalypsis, el que corona y cierra las Sagradas Escrituras, leídas a la luz del typo y del antitypo (como recomienda San Agustín) del Profeta Daniel fundamentalmente, pero también de Isaías y de ciertos capítulos de San Mateo, a la lectura siempre enriquecedora del Mensaje de Fátima va poco. Fátima es el epítome mariano del Apokalypsis. En tiempos como los que corren el Arca de salvación individual y la Iglesia no es otro que el de la Santísima Virgen. No soy teólogo, pero tengo una íntima convicción de que es poco menos que imposible alcanzar el objetivo sobrenatural de la salvación sin una profunda devoción y piedad a María.
Por otro lado, en mi caso, y por razones más profundas de las que yo pueda entrever, me reconozco rusófilo y lusófilo. Extremos oriental y occidental de Europa respectivamente: Rusia y Portugal. Curiosamente, junto con España, los únicos países mencionados en el Mensaje de Fátima. Rusia es la promesa de una restauración católica sin par. Portugal es la fidelidad en la esperanza de esa restauración católica, la única nación de la cual María, Madre de Dios y Madre nuestra, proclamó que el Dogma de la Fe no desaparecería.
Y también declaro mi admiración por todo lo bueno que Rusia encarna, que es mucho. Por su arte, su folklore, su música –que me resulta mucho más cercana y entrañable que la alemana e italiana, con excepción quizás de JS Bach-, por Dostoievski y Solzhenytsyn, por Tolstoi e Irene Nemirovski, por un pueblo tan mariano como el ruso, por sus iconos …
Algún día esta noble nación, vencido el espectro del comunismo que la atenaza (y sigue atenazando), habiendo liquidado el lastre del cisma, será el portaestandarte de la Cristiandad y la espada de la que Dios se valdrá para ese feliz momento de la Restauración Católica que indefectiblemente ha de llegar.
Declaro pública e irremisiblemente mi amor por la Santísima Virgen y su Inmaculado Corazón, sin cuya protección e intercesión hace tiempo que estaría yo abocado a las tinieblas eternas. Y quiero hacerlo así en este día del Inmaculado Corazón de María, devoción que todos debiéramos tener, pero particularmente portugueses y españoles y todos los demás Portugales y Españas que se esparcen por América, Asia y África.
Y remato con este soneto escatológico mío, que dedico a mi amigo Paulo Cunha Porto, que sé es enormemente benévolo (en exceso, quizás) para con mis “pinitos” poéticos.

Soñé tus bosques, Madre Rusia.
Soñé tus virtudes, Madre María.
Soñé tus templos, Madre Rusia.
Soñé tus pies, Madre María.
A la Bestia sabía derrotarías, Rusia,
Y al Anticristo humillarías, María.
Et ex Slavia lux, Madre Rusia.
Ora semper pro nobis, Madre María.
Cuando la lucha llegue, Madre Rusia,
No nos abandones nunca, Madre María,
Para contigo guerrear, Madre Rusia.
Sin tu dulce protección, Madre María,
Nunca al mal venceríamos, Madre Rusia.
Semper Regina Nostra, Mater María.

Rafael Castela Santos

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