quinta-feira, outubro 20, 2005

Hasta luego ...

Con más ganas que nunca regreso a Argentina, nación hermana en la que me siento en casa y, a veces, mejor que en casa.
Volveré en diez días y, si no tengo acceso al internet desde allá, ya contaré algo de Argentina a mi vuelta si se tercia.
Me espera la carne más excelente del mundo, la radio más vibrante en lengua castellana de todo el orbe, la música de Buenos Aires (que es más que el tango), muchas librerías y alfarrabios excelentes, paseos por Corrientes, comidas en la Avenida Mayo, cafés a altas horas de la madrugada hablando con gentes de las más formadas del mundo, el fútbol de más calidad del Universo y hasta el rugby con más promesa del hemisferio sur. A más a más, y para darle sana envidia a mi amigo BOS, mi vista se deleitará con un grupo de las mujeres más bellas que jamás haya yo encontrado.
Y varios amigos. Y de los mejores.
Y mate, mucho mate. Mate sin parar.
Y la Virgen de Luján.
Dicho esto, que nadie se crea que voy de turismo. Yo, siempre que voy a Argentina, voy a trabajar.
Y, si en el camino me pasa algo y no vuelvo, que me entierren en tierra austral envuelto en una bandera argentina, que tiene los colores del Manto de la Virgen. Y que pongan como epitafio de mi tumba el título de este post.
¡Desperta ferro!, que decían castellanos y aragoneses antiguos en defensa de la Fe. ¡Despierta, Martín Fierro! ¡Y mueran los asquerosos e inmundos unitarios!
Saludos a todos nuestros lectores y hasta pronto si Dios quiere,

Rafael Castela Santos

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