sexta-feira, agosto 19, 2005

Mañana todos en Fátima

Aunque ya ha sido anunciado en este mismo blog un poco más abajo, la concentración de católicos fieles a la Tradición que se congregará en Fátima va a ser impresionante. Venidos de al menos docena y media de distintas naciones, y de todos los continentes, la Hermandad de San Pío X ha organizado tres días de conferencias, Misas y oraciones que no tienen desperdicio. En Fátima, concretamente en el Hotel Santo Amaro, los fieles se dividirán para escuchar en alemán, español, francés e inglés –según el idioma que cada uno sepa o pueda-, una vez más, la necesidad de conversión que este mundo moderno tiene y de la cual la Santísima Virgen dejó su más precioso testimonio en Fátima.
Fátima es, ante todo, una llamada a la conversión, a la penitencia y a la oración. Al rezo del Santo Rosario en particular, pero también a las devociones marianas y a las devociones por los Santos Ángeles, custodios de cada uno de nosotros, pero también de cada una de nuestras Patrias. Fátima es una poderosísima llamada para que se cierre de una vez por todas con la vuelta a Roma de los cismáticos ortodoxos. Para ello la Virgen dio la puerta que abriría las Gracias del Cielo: la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. De esa manera los extremos de Europa (España y Portugal por un lado y Rusia por otro) tendrían una conexión especial mariana en origen y vocación. Roma tiene la clave para desenredar este horroroso laberinto en que el mundo está metido. Y esa clave no es más que la de volvernos a Dios a través de María. Pero Roma debe ejecutar, de una vez por todas, el deseo de la Santísima Virgen de serle consagrada la Rusia eterna, esa de la que todavía Solzhenitsyn nos habla y da fe.
El cisma de Miguel Cerulario no acabó con la devoción mariana en Rusia, profundamente arraigada entre las clases populares. Es hora de que todos volvamos a ser un solo rebaño y un solo Pastor.
Los portugueses y españoles más cercanos a Fátima todavía pueden animarse a ir hasta Fátima a hacer reparación por los muchos pecados públicos que afligen a la Cristiandad y para impetrar la vuelta a Cristo de las naciones otrora cristianas.
Roma tiene la última palabra para desfacer este entuerto.
Entre tanto, los que por motivos geográficos, laborales o los que sea, no podemos estar en Fátima, deberemos estar más unidos que nunca en oración y espíritu a las Santas Misas que se dirán estos días en Fátima.
Que el rezo del Rosario sea nuestro eje cotidiano del bien vivir para así poder mejor morir.

Rafael Castela Santos

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