La reciente abdicación de Juan Carlos I, el Jefe del Estado
español, al que los carlistas no reconocen como legítimo Rey, ha dado mucho que
hablar dentro y allende las fronteras españolas. Abdicación,
por lo demás, deleznable en fondo y forma; como la que ha hiciera el
cobardón de Alfonso XIII, abuelo del ya anterior Jefe del Estado Español. De
casta le viene al galgo.
Por más que la propaganda quiera vestirlo, el Rey se va
desnudo. El “Reinado” de Juan Carlos de Puigmoltó, alias Juan
Carlos I de Borbón, ha constituido uno de los periodos más tristes de la
historia de España. Como su antepasado Fernando VII, él ha demostrado dotes
avanzadas en el comportamiento felón y traidor. Sirva recordar que el susodicho
anterior Jefe del Estado español fue el que firmó la ley del aborto, el que no
se opuso al divorcio, el que firmó las aberraciones
inspiradas en la ideología de género, el que descaradamente favoreció a los
internacional-socialistas del PSOE (y sus secuelas), el que nada hizo por evitar
la balcanización de España, el que se enfrascó en sucios negocios de tal
calibre que muchos de sus mejores amigos acabaron en la cárcel y otros
escaparon por las maniobras político-jurídicas al uso o el escándalo de su vida
privada, de sobra conocida. Abdicó en el peor momento posible, poniendo a la
Patria española, a la que decía y dice servir (sic), a los pies de los caballos
en un momento. Por no hablar de otros temas, como su siniestra participación en
el supuesto golpe de Estado del 23F de 1981 (les recomiendo
efusivamente el libro de Jesús Palacios sobre este tema).
Ahora la “Monarquía”,
de manos del actual Jefe del Estado, al que llaman Felipe VI, se vuelve laica.
De hecho ya lo era con Juan Carlos, el exJefe del Estado. Y de hecho, si cabe,
ya se veía que lo iba a ser mucho más. No es que se vuelva laica: ¡se vuelve más laica aún!
Es cierto que Miles y un servidor hemos arrinconado mucho la
pluma en estos últimos tres años, pero cuando miro atrás a cosas que
escribimos, me produce cierta sorpresa, triste sorpresa, que algunos de
nuestros planteamientos escritos hace años se vuelven más rabiosamente actuales
que nunca. Esta
denuncia de la “Monarquía” laica ya había sido anticipada en A Casa de Sarto
hace ya diez años.
Se cumple así el dictum
de ese insigne pensador español, Gonzalo Fernández de la Mora, quien calificaba
al actual sistema la II
Restauración, continuación de la así llamada Restauración decimonónica. Uno
de los periodos más bajos de España en toda su historia, y casi sin duda el más
bajo de la historia contemporánea.
A España no le queda otra que ser católica si quiere
sobrevivir. Sirva decir, como ejemplo, que la unidad política española no es
otra que la unidad católica. No hay otra. Es lógico pues la implosión en un
país secularizado y es notorio que las dos regiones donde más ha caído la
práctica religiosa, como Cataluña y las Vascongadas, parezcan ser las que más
fervientemente quieren rasgar la unidad española. Se podrían citar otros
ejemplos, pero sobra con éste.
Es evidente que no quiere sobrevivir a día de hoy y es
lícito preguntarse si, como la sal que ya no sala, debe ser arrojada. Es lícito
preguntarse si España no será una de esas naciones que será aniquilada en el
Castigo inminente que ya se viene, en ese Juicio de las Naciones cuyos
aperitivos estamos ya ingiriendo. Porque España es posiblemente la nación más
apóstata del mundo. Contra natura, pero así es. Y en esa apostasía ha tenido un
rol fundamental el descendiente de Puigmoltó, el conocido como Juan Carlos I. Y
todo apunta a que este rol apóstata se va a magnificar con su vástago Felipe
VI.
Se cumplirá pues el destino de la malhadada Casa de los
Borbones, el que profetizare Don Juan Donoso Cortés:
“El destino de la Casa de Borbón es fomentar las
revoluciones y morir en sus manos.”
Este nuevo Jefe del Estado y su Señora se creen alguien. Ya
caerán. Como tantos otros. A la destrucción del Altar, ya prácticamente
completada, se sigue la destrucción del Trono, siquiera sea como elemento
decorativo. El oxímoron es que quien se sienta en el Trono, incluso si es
usurpándolo, colabore activamente en anegar al Altar aunque en ello le vaya el
puesto … ¡y hasta la vida!
Sería la justa recompensa de quienes
rechazan a lo más noble y sagrado que tenemos los españoles, que son nuestros
mártires.
Rafael Castela Santos
2 comentários:
O monarca espanhol é maçom ?
El anterior Jefe del Estado, Juan Carlos, sí apareció vestido de masón en algunas ocasiones. Cabe deducir que él si lo era.
Del actual Jefe del Estado, Felipe, no tengo ninguna constancia de que lo sea o que no lo sea. Pero su estrategia sí parece inspirada en principios masónicos o, en todo caso, coincidente y redundante con ellos. No creo que decir esto último sea temerario.
RCS
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