quarta-feira, novembro 22, 2006

La Masonería en España

Hay libros muy recomendables.

«Teniendo en cuenta la corriente laicista … [y] [p]artiendo de la nefasta realidad de una organización secreta y elitista que tiene como principal objetivo implantar el secularismo y el laicismo (para lo que se sirve de instrumentos como el paganismo y el gnosticismo) y que no es otra que la masonería, la autora nos acerca a dos acontecimientos de la historia de España sumamente atractivos, a saber, la intervención de la masonería en la perdida de América y en la persecución de la Iglesia durante la Segunda República.
Es evidente que la mención de algunos políticos actuales (como el señor Rodríguez [Zapatero]) a sus supuestos antepasados masones, ha actualizado un tema que realmente nunca ha perdido su interés. Demostración de este interés es la vinculación de algunos medios de comunicación (grupo Prisa) a la masonería, vinculación que queda clara no sólo en el silenciamiento en dichos medios de la figura de Jesucristo y de todo lo cristiano, sino también en el ataque continuo y sistemático de lo católico, incluso haciendo uso de falsos católicos (tanto el señor Bono, como el señor Gallardón). Del mismo modo es latente la presencia masona en algunas actitudes de gobiernos autonómicos o nacionales donde en las tarjetas navideñas de personalidades políticas han sustituido las frases de Feliz Navidad por feliz paridad, o en la eliminación de los colegios de los nacimientos o los villancicos para convertir las entrañables y familiares fiestas navideñas en un mercadeo inmoral.
Es esta situación actual queda claramente delimitada la concepción antidemocrática de un partido socialista que si bien nunca ha tenido un buen rumbo hoy ni siquiera lo posee. De este modo estamos asistiendo a un gobierno que por numerosos motivos se enfrenta al régimen democrático, pero por lo que al tema actual nos incumbe por lo menos se enfrente en dos puntos elementales: el quebrantamiento sistemático del derecho constitucional a la libertad religiosa y el apoyo sin recatos a asociaciones secretas que están prohibidas por la constitución (no solo la masonería, sino incluso el apoyo a ETA).
Es evidente que esta actitud sectaria y antirreligiosa tiene sus claros precedentes, siendo uno de los más importantes la intervención de la masonería en la pérdida de las provincias americanas. El respeto del Imperio española a la querida América queda claro no sólo por la existencia desde el mismo momento de la primera colonización de leyes por la que se protegían a los indios, y se prohibía la esclavitud de estos, sino por el mismo concepto administrativo de estas tierras, que a diferencia de lo que pasó con otros imperios, en el español nunca fueron consideradas colonias aunque si provincias en igualdad de derechos con respecto a la metrópoli. En el estudio que la autora hace la independencia americana (auque más bien debería llamarse dependencia a las élites criollas) queda patente la importancia que en estas tierras tuvo la masonería en el elemento criollo, así los ataque de los criollos a la Iglesia Católica por defender los derechos de los indios, los ataques a las leyes españolas que protegían a la población indígena de los abusos, el imperialismo cultural que trata de imponer la población criolla apartando del poder a la población indígena, so pretexto de no conocer la lengua castellana (recordemos que la conservación de las lenguas locales es obra del Imperio y de la Iglesia.). Son precisamente todas estas circunstancias y la presencia de la masonería (masones fueron Francisco Miranda, Simón Bolívar, San Martín, O´Higgins, Manuel Belgrado, Manuel Hidalgo …) factores que configuran a las sociedades iberoamericanas actuales como sociedades laceradas por la injusticia social. Personajes populistas como el señor Chávez o don Evo Morales no hacen sino profundizar las heridas de pueblos que con ellos profundizan en la injusticia y la desigualdad.
El otro gran tema tratado por “la masonería, enemiga de la democracia”, es la persecución religiosa durante la Segunda República Española. En este sentido podemos leer la historia verdadera que nos cuenta como la persecución religiosa no se inicia como reacción al levantamiento del 18 de julio del 36, pues la verdadera persecución se inicia en mayo de 1931. De todos es conocida la militancia masona de una gran cantidad de políticos de la época (entre ellos, Alejandro Lerroux, Fernando de los Ríos, Marcelino Domínguez, Diego Martínez Barrio, Rodolfo Llopis, Luis Jiménez de Asúa, Manuel Azaña …). Esta militancia masónica provoca que el principal objetivo de la República no sea acabar con los problemas reales de la sociedad española (empobrecimiento del campo, falta de desarrollo industrial, precariedad del sistema educativo, deficiencia en los servicios sanitarios, conflictividad social …), sino que se traza como objetivo primordial de la república la destrucción de la Iglesia Católica y de la historia católica de la España eterna. En este contexto no son extrañas las afirmaciones de Azaña de que España ha dejado de ser cristiana. Las consecuencias de esta atrocidad ya son conocidas por todos, una guerra civil dolorosa y sangrienta donde la voz conciliadora de la iglesia no es escuchada con la fuerza debida. La República, de esta forma, es destruida por su propio sectarismo y su profundo desprecio democrático.
Poco más basta decir al lector, pues este sectarismo ¿no vuelve a estar presente en la política española?, este desprecio democrático ¿no vuelve a ser moneda corriente?, este alejamiento de los verdaderos problemas de los ciudadanos ¿no es una triste realidad? Efectivamente, la concepción elitista que el actual gobierno tiene de la política (apoyo de grandes grupos económicos y de comunicación, origen acomodado de muchos de los altos cargos políticos), unido a su sectarismo y su despreció a la democracia (golpe de estado mediático, ocultación de la verdad en casos como el 11-M, arrinconamiento de más de 10 millones de votos …), nos hace concebir los peores presagios para una sufrida sociedad española que esperemos no permanezca pasiva ante la injusticia.»

Carlos Mª Pérez-Roldán y Suanzes-Carpegna

(RCS)

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