quinta-feira, abril 13, 2006

Páscoa


Nadie es capaz de resucitar de la muerte; por eso el Único que podía decir que iba a morir y que iba a resucitar por sus proprios y exclusivos medios es Cristo nuestro Señor porque es el Dios Encarnado, el Dios hecho carne, el Dios hecho hombre, verdadero Dios y verdadero hombre.

Toda su personalidad, su persona, es divina, es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad la que se ha encarnado y, por eso, no obstante el estar muerto como hombre, separándose su alma de su cuerpo, Él es y sigue siendo el Dios vivo, porque ese cuerpo muerto, humanamente muerto, sin alma, no obstante, era sustentado por la persona divina, por eso no era un cadáver como acontece con nosostros, no era un cuerpo en estado de putrefacción sino que en ese cuerpo estaba presente la divinidad aún en la tumba durante los tres días, y por eso su alma también estaba sustentada en su existir por el Verbo; y si bajó a los infiernos, es decir, al seno de Abraham, allí donde iban los justos del Antiguo Testamento para abrirle las puertas del cielo que estaban cerradas, su alma tenía la presencia de la divinidad la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, un misterio que no entendemos, pero que conocemos por la revelación, por la fe.

Y por eso en el día de Domingo de Resurrección, que es el día más importante de la semana por la Resurrección de nuestro Señor justamente y por eso se llama al Domingo día del Señor, porque fue el día que Él resuscitó, se reúne su alma nuevamente con su cuerpo, con la manifestación y el esplendor de cuerpo glorioso.


Padre Basílio Meramo, SSPX - Extracto do livro "La Verdad os hará libres - Sermones 2000 - 2003" - Sermão de Domingo de Páscoa - 20 de Abril de 2003

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