Monsenhor Kurt Koch, bispo de Basileia, Suíça, publicou recentemente no sítio da diocese que chefia o texto abaixo transcrito, cujo teor não sufrago por inteiro, mas que nem por isso deixa de ser muito interessante, e que apresento agora aos meus leitores em tradução efectuada pelo blogue "La Buhardilla de Jerónimo". Nele, o prelado helvético denuncia a falta de honestidade moral de muitos dos supostos incondicionais da aceitação do Vaticano II, os quais afinal não são assim tão incondicionais quanto isso. Que bom seria que um bispo português, ao menos, também dissesse coisas destas! Os destaques infra são meus.
¿Qué me impulsa?
¡Más honestidad, por favor!
En las últimas semanas muchos periodistas, y también algunos clérigos, han expresado sus opiniones sobre el Papa Benedicto. Opiniones que contienen muchas medias verdades, falsedades y calumnias. La peor acusación afirma que el Papa desea retornar a un pasado anterior al Concilio Vaticano II. Esta acusación es la peor porque implica que la persona misma que posee la autoridad de enseñar a la Iglesia universal estaría trabajando para minar la autoridad del Concilio. Tal veredicto estaría, sin embargo, completamente errado. De hecho, como joven teólogo, Benedicto XVI, contribuyó mucho dentro del concilio. Quienquiera que busque comprender hoy al Papa, no sólo a través de los medios, sino leyendo lo que él escribe, llegará a la conclusión de que ha orientado todo su magisterio según el Concilio. ¿Cómo debemos entender entonces la acusación?
Mucha gente ha firmado una petición de incondicional aceptación del Concilio. De entrada, la expresión “incondicional aceptación” me irrita porque no sé de nadie – incluido yo mismo – a quien se pueda aplicar esto. Unos pocos ejemplos, arbitrariamente elegidos, serán suficientes:
-El Concilio no abolió el Latín en la liturgia. Por el contrario, -enfatiza que en el Rito Romano, salvo casos excepcionales, el uso de la lengua latina debe ser mantenido. ¿Quién entre los ruidosos defensores del Concilio desea una “incondicional aceptación” de esto?
-El Concilio declara que la Iglesia considera el Canto Gregoriano como la “música propia del Rito Romano” y que, por lo tanto, a ésta debe “darse el primer puesto”. ¿En cuántas parroquias es implementado esto “sin condiciones”?
– El Concilio pidió expresamente que las autoridades gubernamentales cedieran voluntariamente aquellos derechos de participación en la selección de obispos que surgieron en el transcurso del tiempo. ¿Qué defensor del Concilio se ha dedicado “incondicionalmente” a esto?
– El Concilio describe la naturaleza fundamental de la liturgia como la celebración del misterio pascual y el sacrificio eucarístico como “la compleción de la obra de nuestra salvación” ¿Cómo puede conciliarse eso con mi experiencia, vivida en muchas parroquias diferentes, de que el sentido sacrificial de la Misa ha sido completamente eliminado del lenguaje litúrgico y la Misa es ahora entendida sólo como una comida o “fracción del pan”? ¿De qué manera puede uno justificar este cambio profundo basándose en el Concilio?
– A ningún oficio eclesiástico fue dada tanta importancia en el Concilio como al del obispo. Entonces, ¿cómo podemos entender la gran disminución de este oficio de la Iglesia en Suiza, justificada en referencia al Concilio? ¿Será, por ejemplo, cuando Hans Kung niega completamente la autoridad de enseñar de los obispos, permitiéndoles solamente el oficio de conducción pastoral?
No sería difícil alargar esta letanía. Aún así, ha de ser obvio por qué demando más honestidad en el presente debate sobre el Concilio. En vez de acusar a otros, incluso al Papa, de desear volver a un pasado anterior al Concilio, habría que aconsejar a todos estudiar sus libros y volver a examinar su posición sobre el Concilio. Porque no todo lo que fue dicho y hecho después del Concilio, fue llevado a cabo en concordancia con el mismo –y esto se aplica también a la diócesis de Basilea. En todo caso, las últimas semanas me han mostrado que un problema primordial de la situación actual ha sido un muy pobre y, en parte, un muy unilateral entendimiento y aceptación del Concilio, incluso por parte de los católicos que lo defienden “incondicionalmente”. En este sentido todos nosotros –una vez más me incluyo- tenemos mucho por hacer. Por lo tanto, nuevamente repito mi pedido urgente: ¡Más honestidad, por favor!
+ Kurt Koch
Obispo de Basilea
¿Qué me impulsa?
¡Más honestidad, por favor!
En las últimas semanas muchos periodistas, y también algunos clérigos, han expresado sus opiniones sobre el Papa Benedicto. Opiniones que contienen muchas medias verdades, falsedades y calumnias. La peor acusación afirma que el Papa desea retornar a un pasado anterior al Concilio Vaticano II. Esta acusación es la peor porque implica que la persona misma que posee la autoridad de enseñar a la Iglesia universal estaría trabajando para minar la autoridad del Concilio. Tal veredicto estaría, sin embargo, completamente errado. De hecho, como joven teólogo, Benedicto XVI, contribuyó mucho dentro del concilio. Quienquiera que busque comprender hoy al Papa, no sólo a través de los medios, sino leyendo lo que él escribe, llegará a la conclusión de que ha orientado todo su magisterio según el Concilio. ¿Cómo debemos entender entonces la acusación?
Mucha gente ha firmado una petición de incondicional aceptación del Concilio. De entrada, la expresión “incondicional aceptación” me irrita porque no sé de nadie – incluido yo mismo – a quien se pueda aplicar esto. Unos pocos ejemplos, arbitrariamente elegidos, serán suficientes:
-El Concilio no abolió el Latín en la liturgia. Por el contrario, -enfatiza que en el Rito Romano, salvo casos excepcionales, el uso de la lengua latina debe ser mantenido. ¿Quién entre los ruidosos defensores del Concilio desea una “incondicional aceptación” de esto?
-El Concilio declara que la Iglesia considera el Canto Gregoriano como la “música propia del Rito Romano” y que, por lo tanto, a ésta debe “darse el primer puesto”. ¿En cuántas parroquias es implementado esto “sin condiciones”?
– El Concilio pidió expresamente que las autoridades gubernamentales cedieran voluntariamente aquellos derechos de participación en la selección de obispos que surgieron en el transcurso del tiempo. ¿Qué defensor del Concilio se ha dedicado “incondicionalmente” a esto?
– El Concilio describe la naturaleza fundamental de la liturgia como la celebración del misterio pascual y el sacrificio eucarístico como “la compleción de la obra de nuestra salvación” ¿Cómo puede conciliarse eso con mi experiencia, vivida en muchas parroquias diferentes, de que el sentido sacrificial de la Misa ha sido completamente eliminado del lenguaje litúrgico y la Misa es ahora entendida sólo como una comida o “fracción del pan”? ¿De qué manera puede uno justificar este cambio profundo basándose en el Concilio?
– A ningún oficio eclesiástico fue dada tanta importancia en el Concilio como al del obispo. Entonces, ¿cómo podemos entender la gran disminución de este oficio de la Iglesia en Suiza, justificada en referencia al Concilio? ¿Será, por ejemplo, cuando Hans Kung niega completamente la autoridad de enseñar de los obispos, permitiéndoles solamente el oficio de conducción pastoral?
No sería difícil alargar esta letanía. Aún así, ha de ser obvio por qué demando más honestidad en el presente debate sobre el Concilio. En vez de acusar a otros, incluso al Papa, de desear volver a un pasado anterior al Concilio, habría que aconsejar a todos estudiar sus libros y volver a examinar su posición sobre el Concilio. Porque no todo lo que fue dicho y hecho después del Concilio, fue llevado a cabo en concordancia con el mismo –y esto se aplica también a la diócesis de Basilea. En todo caso, las últimas semanas me han mostrado que un problema primordial de la situación actual ha sido un muy pobre y, en parte, un muy unilateral entendimiento y aceptación del Concilio, incluso por parte de los católicos que lo defienden “incondicionalmente”. En este sentido todos nosotros –una vez más me incluyo- tenemos mucho por hacer. Por lo tanto, nuevamente repito mi pedido urgente: ¡Más honestidad, por favor!
+ Kurt Koch
Obispo de Basilea
Sobre este texto, sugiro ainda a leitura dos comentários que o conhecido Padre Z fez ao mesmo no seu blogue.
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