quinta-feira, janeiro 17, 2008

España: sentencia de muerte (y II)

En una anterior entrada se hizo repaso de un análisis horizontal, transversal como dicen ahora, de la situación en España a comienzos del 2008.
En este momento se acercan las elecciones. Serán, D.m., el Marzo próximo. Algunos bienintencionados quieren que triunfe el partido de la oposición, el Partido Popular (PP), autodenominado de “centro-derecha”. Dejando de lado el hecho de que –desde el punto de vista de los principios- el PP lo único que suele hacer es consolidar los logros de la Revolución que las izquierdas suelen encarnar, tampoco veo razón por la cual Rodríguez Zapatero no haya de ganar. Decía San Isidoro que los malos gobiernos y los malos gobernantes son para castigo de los malos pueblos. Por esa ecuación, presiento, Zapatero se volverá a alzar con la victoria. Merecido tiene España un flagelo como el zapateril.
El problema es que no hay en España mérito sobrenatural alguno. Sin ese mérito sobrenatural no se puede merecer ser liberado del castigo. Antes bien, el individuo o la Patria suele merecer una ampliación e intensificación del castigo.
El Santo Padre, curiosa –o no tan curiosamente-, ha mandado una encuesta a todos los Obispos del mundo acerca de la Devoción Eucarística que existe en sus respectivas Diócesis. Acompaña esta encuesta, que ruega sea remitida a vuelta de correo, una carta exhortando a la Devoción Eucarística. En estos tiempos de hierro hemos olvidado lo básico: que Cristo sigue estando entre nosotros en la Sagrada Hostia. Y que le podemos tener cerca de nosotros. Y que podemos traer nada menos que a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad a nuestras pobres almas, azotadas por el pecado y el desánimo, a través de la Comunión.
Es precisamente ahí, en la Devoción Eucarística, donde radica la grandeza de ser católico. La Presencia Real es para nosotros un hecho. Si creemos en ella, si creemos en El, ¿por qué no pasamos más tiempo con El? Cristo es la piedra angular de todo. ¿Qué fueron de aquellas Visitas al Santísimo, de aquella formidable Adoración Nocturna que se hacía en España …? ¿Qué fue del fervor y la piedad con que los españoles practicaban la Devoción Eucarística?
En Lourdes, en la Salette y fundamentalmente en Fátima la Virgen María se ha hartado a pedir por activa y pasiva que oremos y que oremos. Rosario y Rosario como arma fundamental de salvación. Oración que debe ir precedida y seguida de un gran espíritu de arrepentimiento y contricción, como Ella nos exhorta. Nuestra Santísima Madre, en cuya presencia se debe hacer toda Devoción Eucarística, Ella que llevó en su seno a Dios mismo, nos marca una vez más la ruta hacia Cristo.
Sólo este camino estrecho de la penitencia y la oración, y oración íntimamente ligada a Cristo como la Devoción Eucarística, pueden ir obteniendo para España el mérito sobrenatural que precisamos para liberarnos de las ataduras no ya sólo de un mero y vulgar instrumento del Maligno como Zapatero, sino de esas ataduras que nos mantienen unidos al Infierno como son todas las del pecado. Es pues en estas coordenadas que hay que seguir con filial devoción al Santo Padre en su llamada a la recuperación de la Devoción Eucarística. En España es, si cabe, mucho más necesaria.
Es imposible no recordar la figura no suficientemente proclamada del Padre Bernardo Hoyos, S.J. En Valladolid, otrora capital de la imperial España, se encuentra el Santuario de la Gran Promesa donde el Sagrado Corazón de Jesús se le apareció al Padre Hoyos y le prometió que El reinaría en España con más veneración que en otras partes. He aquí una vez más no sólo esta maravillosa dualidad de España y Portugal, la primera por expreso deseo divino con la fuerza del Sagrado Corazón de Jesús, y la segunda con esa devoción que Dios quiere para el Inmaculado Corazón de su Santísima Madre, como Ella reclamó en Fátima. He aquí, también, estos dos Corazones cuya unión es tan íntima y especial que jamás ha habido ni habrá, ni puede haber, Amor alguno tan grande fuera de la Santísima Trinidad.
En esta afirmación del Sagrado Corazón, el mismo cuya estatua los rojos fusilaron en el cerro de San Rafael en Madrid bajo la hidra comunista, reinará en España, hay un mensaje. Porque si el Sagrado Corazón, la forma más tierna con que Cristo se quiere dar a nosotros, quiere reinar en España, entonces la Devoción Eucarística en España no es una opción, sino un mandato ineludible. He aquí pues la ruta hacia el mérito sobrenatural, el bien que más escasea en España. Mérito sobrenatural, clave de salvación de España, hoy día en peligro de muerte.
Un insigne mariólogo español cuyo nombre ya no recuerdo dijo algo parecido a esto: “Dios, que amaba infinitamente al mundo, le dio a Cristo. Y Cristo, que también nos amaba infinitamente, nos dio la Eucaristía.” ¡Cuánto precisamos de meditar esto los españoles que nos decimos tales! ¡Cuánto precisamos de insertar todas las tareas y pruebas en nuestra vida horizontal en el palo vertical de la Cruz! Si El no edifica la casa, en vano se afanan los obreros.
El otro mensaje más o menos cifrado del Santo Padre se produjo hace unos meses cuando la beatificación y canonización de casi 500 mártires durante la Cruzada de 1936-1939. Esa avalancha de beatificaciones se puede leer como un mensaje del Sucesor de Pedro ensalzando y loando la sangre mártir que limpió el putrefacto siglo XIX español y la cloaca máxima de la II República. Todo cristiano tiene que aceptar la persecución y el martirio, pero en los tiempos que corren esta aceptación ha de ser –si cabe- todavía más explícita, más directa, más sentida, más encarnada. No sólo los enemigos acechan a la España eterna, la que fue el mejor faro de Roma, la luz de Trento y el martillo de herejes; esos enemigos están ya a un paso de la persecución física. Ya no les vale este martirio seco con que han destrozado la España de siempre. Empero puede que al ejecutar sus siniestros planes caven su fosa. Nunca hay sangre mártir que no sea fértil.
Estamos asustados y es comprensible. No sólo por nuestra enorme fragilidad y nuestra nada, sino porque el poder del Mal hoy día se hace sentir. Decía Balmes que el Mal es de por sí ruidoso, y que encima lo amplifica la prensa. ¡Si él viera el poder de los media hoy día! ¿Qué diría? Y también decía Balmes que Dios, sin embargo, trabaja en silencio y en lo profundo de los corazones. Además, en esta batalla eterna de la Ciudad del Mal que siempre lucha contra la Ciudad de Dios, los que han tomado partido por Cristo van a vencer. Que la Victoria es de Dios nadie debería dudarlo. Otra cosa es que Dios sea como John Wayne: el Señor tiene una inveterada tendencia a aparecer justo al final, cuando todo se da por perdido, y solventar el problema a las bravas cuando no a tiros.
A pesar de estar asustados esta persecución seca que ya existe en España contra los católicos ha conseguido movilizar lo mejor de la sociedad española. Hace unas semanas millón y medio de personas se congregaban en Madrid a una sola llamada de los Obispos. Porque, verdaderamente, los Señores Obispos siguen teniendo poder de convocatoria. Ningún partido ni grupo sectario sería capaz de movilizar algo así por su ideario. Si no se obstruyese la Gracia mediante el Novus Ordo, como se obstruye y dificulta, y la Misa Tridentina se extendiese, este millón y medio de personas y otros muchos en el resto de España se convertirían en verdadera levadura que haría fermentar y crecer la Fe en Cristo y por Cristo, que es la verdadera esencia del ser español. Pidamos pues que el Santo Padre, que ya parece que empieza a mirar hacia el Sagrario cuando dice Misa, diga la Misa Tridentina pronto. Y pidamos, también, que los Obispos y ciertos Párrocos dejen de obstaculizar la Misa Tridentina, como la están obstaculizando.
A Sor María de Agreda la Virgen le dijo que el Pilar (sito en Zaragoza) permanecería allí hasta el fin del mundo. Fue sobre esta columna que Ella quiso venir por primera vez a confortar a ese Hijo del Trueno, al Apóstol querido al que Cristo quiso mostrar su Gloria en el Tabor, a Santiago. No hay en la historia de la Iglesia un milagro corporal, digamos encarnado, tan apabullante, escandaloso y tremendo como el milagro del cojo de Calanda. Fue como la rúbrica de Nuestra Señora de esa predilección especial por la Hispania romana en un primer momento. Predilección completada y rematada por esa predilección especial por Portugal, parte también de aquella Hispania, que ella señaló en Fátima. Al punto que la Santa Sede concedió el título de “Tierra de María” a esta piel de toro.
Roguemos pues que España vuelva a asentarse firmemente sobre la columna, sobre el Pilar, de María. Ahí está el único antídoto posible para esta sentencia de muerte que en términos humanos nos hemos dado a nosotros mismos los españoles.
Mérito sobrenatural a base de María y de Eucaristía. Es ahí donde España tendrá no muerte sino vida. Y, lo que es más importante, Vida Eterna.

Rafael Castela Santos

0 comentários: