Muy atinado y recomendable el artículo
sobre las consecuencias del Capítulo General de la FSSPX que se ha
publicado en Religión en Libertad
recientemente. No dejen de leerlo, porque es enjundioso.
Sostiene allí Carmelo López-Arias, quien lo firma,
que pese a todas las aparentes contradicciones y obstáculos “insalvables”, se
da una situación actual que es mucho mejor que la existía en años previos. Y es
verdad:
“[S]e abre pues, ahora, un impasse que puede ser largo, pero
que puede resultar muy útil
para aproximar posiciones. Sería insensato que dos partes
(ciertamente no iguales en jerarquía, pero sí iguales en la firmeza de sus
posturas) que han mejorado significativamente su relación tras un delicado proceso
de años, den ahora un paso atrás para empeorarla sólo porque no han conseguido
coincidir del todo.”
Cabe, además, felicitar a Carmelo López-Arias,
porque él –antes del Capítulo General- sí que
acertó acerca de cómo podrían quedar las cosas. Les puedo decir a mis
lectores de A Casa de Sarto que yo sí di por hecho que se regularizaría a la
Hermandad, o este ciertamente era el ambiente optimista de la que nuestras
fuentes romanas nos hacían partícipes. Lo que estas fuentes no sabían era del
sabotaje que desde dentro de Roma misma se hizo a dicha potencial regularización al imponer
condiciones inaceptables a Monseñor Fellay.
Por nuestra parte, aunque nos tilden de polémicos,
seguimos
manteniendo lo que dijimos en una entrada anterior nuestra (salvo el error
que me han señalado, y cuya corrección por supuesto acepto, de haber dicho que
Monseñor Pozzo era Presidente de Ecclesia Dei, cuando en realidad era
Secretario, y que el Presidente de la misma era el Cardenal Levada). Créanme
que no tengo la más mínima intención de ser polémico. Tan sólo de compartir
algunas reflexiones personales con Vds, que no puede ser otro el propósito de
esta bitácora, y que les puedan servir para orientarse mejor y disponer mejor
sus almas en aras a la salvación. Ni más ni menos.
El comunicado
de la FSSPX posterior al Capítulo General es tremendamente claro y tiene
muchos elementos positivos. De entrada se ha conjurado el peligro de escisión
interna, algo enormemente deseado por los enemigos de la Tradición, tanto en
Roma como fuera de ella. Escisión en la que hubo mucho tonto útil, dicho sea con todo el respeto, dentro de la Hermandad, no dudo que muchas veces sin tal intención. Dicho comunicado empieza congratulándose por la recuperación
de la unidad; recuperación obtenida por la reafirmación de los principios
básicos que unen a los más de 500 Sacerdotes que constituyen la FSSPX. Unidad
amenazada últimamente por los pecados de algunos de sus miembros: sedición,
calumnia, imprudencia grave, negligencia también grave y hasta traición. Entre
otros. No importa: parece que ahora las aguas han retornado al cauce de la paz,
la serenidad y el compromiso firme en los objetivos que dieron origen a la
FSSPX y que –lamentablemente- siguen estando más vigentes que nunca. El propio
comunicado así lo reconoce al constatar la realidad de este mundo moderno, que
se aleja cada vez más de Dios, y la no erradicación de errores básicos como la
no afirmación de la Realeza Social de Nuestro Señor Jesucristo, la colegialidad
o la libertad religiosa con su peligroso hijo del ecumenismo. Todos estos
mencionados explícitamente en dicho comunicado.
Un excelente
análisis de las implicaciones del Capítulo General y el comunicado que le
siguió fue realizado por Brian McCall en The Remnant. A él me remito, porque
aunque pueda discrepar en algún punto particular o algún matiz, creo que es muy
sensato y bien merece tenerse en cuenta. Me gusta la comparación de McCall del
trípode revolucionario: Libertad (la religiosa, triturando el principio de Extra
Ecclesia, nulla salus), Igualdad (la no-Realeza de Nuestro Señor Jesucristo,
Él es sólo “uno más”) y Fraternidad (la colegialidad episcopal versus la
monarquía templada del Santo Padre). La afirmación de la autoridad del Papa,
como principio, es formidable. De hecho muchos “católicos” no harían tal
afirmación y su espíritu está inclinado hacia sabotear dicha autoridad. Empero
cabe plantear como crítica a McCall –y a la Hermandad de San Pío X- lo que bien
explica La Honda de David,
quien reconociendo que si bien la Verdad está del lado de la FSSPX, hay
un problema con exigir la vuelta a la Tradición de Roma de manera íntegra como
condición previa y a priori:
“Lo que no es
legítimo (en el sentido de legal y no en el de la conveniencia) es pedir la ‘conversión
de Roma’. Es ultrapetita, es decir,
va más allá del objeto de lo que se peticiona que es la continuidad de la
Tradición y es ponerle un límite a la autoridad del Pontífice. Como decir que
un padre pierde su potestad porque es pecador y esperar a su corrección para
obedecerle en lo que no ofende la ley de Dios o no es arbitrario.”
Y creo que
La Honda de David tiene razón. Y
también creo que, a veces, hay algunos conceptos eclesiológicos en la FSSPX que
me chirrían un poco.
Ahora bien, un punto que sí merece consideración
aparte es que la FSSPX traiga en su comunicado un tema aparentemente “lejano”
al Capítulo General y lo que allí se ha estado dirimiendo. Me refiero al tema
de los cristianos perseguidos.
No voy a entrar en lo que es de sobra conocido: la
situación de los cristianos en el Oriente Medio, en particular en los países “liberados”
por los occidentales últimamente, como Irak, Túnez, Egipto o Libia y,
próximamente, Siria. O en los países sunnitas. O en Israel, con sus matices,
tan unido a esos países sunnitas en tiempos muy recientes. O en Sudán del sur,
vuelto a ser militarmente atacados los cristianos. O en Nigeria. O en Kenia. O
en Tanzania y otros muchos lugares de África. O el hostigamiento a los
católicos, quizás incruento frente al cuerpo pero terriblemente lesivo para el
alma, que se da en los Estados Unidos o en esta maldita Unión Europea. O la
situación de los católicos en el mundo comunista: China, Cuba, Vietnam, etc. La
persecución a los cristianos se está haciendo extensiva en todo el mundo y de
mayor intensidad. Negar esto es negar la realidad.
La Hermandad de San Pío X ha considerado oportuno
unirse a estos millones de cristianos perseguidos por causa de su Fe. Y liga
esta afirmación con la del sufrimiento del Cuerpo Místico de Nuestro Señor
Jesucristo y con la esperanza que estas muertes, estos martirios sangrientos y
también los secos, sirvan para hacer crecer dicho Cuerpo Místico. La FSSPX
adopta aquí un planteamiento apocalíptico del que me alegro, porque es necedad
querer ver la realidad circundante con otro prisma. Quizás, también, en consideración
anticipada de la persecución terrible que sobre el pusillus grex se avecina, y
que la Hermandad bien representa.
La situación actual invita poco al optimismo con
respecto a una posible regularización. En este último paso la mala voluntad de
Roma ha sido patente. Quizás ciertos aspectos necesitan ser todavía madurados por ambas partes. Pero hay una pequeña puerta abierta a la esperanza. Insisto:
no todo está perdido. Para ello, remarca
Carmelo López-Arias en Religión en Libertad, quién puede ganar la partida:
“[E]l tiempo, en este caso, corre a favor de
quien piensa, no de quien se agita”.
Y, mucho me temo, aquí ha habido mucho agitado. Los
hombres de Dios saben bien que lo que conlleva agitación no puede venir de
Dios.
A seguir rezando. En paz, sin agitación, con
abundancia de silencio. Aunque sea el martirio (y dado el odio y la saña de los
enemigos de Cristo hoy día no deberíamos contar con que este martirio vaya a
ser mínimamente humano) lo que nos aguarde.
CODAS: (1) Y siguen pasando las semanas, una tras otra,
y el Santo Padre sin hacer el más mínimo gesto de querer consagrar Rusia al
Inmaculado Corazón. (2) ¿Se han fijado en el auge del comunismo en el mundo? Ambos
hechos, también, son apocalípticos. (3) No menos me parece el nombramiento de Müller para la Doctrina de la Fe. Pareciera más bien un caso de zorra a la que se pone a guardar el gallinero.
Rafael Castela Santos