Original.
«Há um problema central na questão que é o problema do casamento enquanto figura autonomizada e secular da vida humana. O casamento civil enquanto elemento desprovido de religiosidade é uma paródia e uma perversão. Uma perversão quando se transformou em instrumento do Estado para conseguir a ordenação social. Retirou-se o significado religioso e transcendente da união carnal entre dois seres humanos, mas para que tudo se mantivesse na mesma e de forma gerível, criou-se a ideia de que o casamento seria uma instituição em que o valor essencial seriam as suas finalidades mundanas, a gestão das necessidades privadas, procriação, estabilização da propriedade. Uma paródia quando se observa a forma rídicula como a união de duas pessoas obedece a um cerimonial de Estado que é um sucedâneo religioso, mas que sem a existência de Deus não tem qualquer justificação, para além dos interesses do Estado.
É do falhanço dessa ideia de união autónoma e meramente humana que vem o contra-senso de uma convenção que se altera em virtude da autonomia. Se o casamento é obra meramente humana poderá ser alterado para ser um reflexo das vontades das partes, acabando com todas as obrigações com um estalar de dedos. Antes seria um estalar de dedos do Estado, com a nova estrutura legal do casamento e divórcio basta o dos privados. De qualquer das formas, não existe qualquer forma para que o casamento civil perdure enquanto forma de organização social. Dada a incapacidade da proposta ética secular de criar uma sociedade moral, capaz de cercear os desejos individuais, tornou-se impossível manter o casamento como fonte de obrigações extra-subjectivas e voluntárias.
É por isso que me desmancho a rir com os argumentos da “direitinha” que acha que a utilidade da família e a justificação para a sua estrutura é a utilidade do Estado e o cumprir de uma série de tarefas. São os mesmos que defendem a paternidade subsidiada e não percebem que com a mudança de finalidades do Estado vem uma mudança de finalidades da família, caso esta se encontre sob a sua alçada. A família democrática, ao ser apenas um reflexo do que a sociedade deseja que esta seja, pode tornar-se no oposto do que ela deva ser, seja um local de iniciação sexual, um local de exploração de mão-de-obra, ou outra coisa qualquer. Contra isso os nossos “conservas” hão de falar em natureza, em reprodução, tudo lixo que sem a tradição e o método Cristão de moralidade está condenado a ser palavra vazia. Os piores inimigos do Cristianismo ...»
O Corcunda
(RCS)
domingo, outubro 19, 2008
Sobre os casamentos homossexuais
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Rafael Castela Santos
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domingo, outubro 19, 2008
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domingo, outubro 12, 2008
Crisis
Estoy poco presto a escribir últimamente. O al menos a escribir para la bitácora. Vayan unas cuantas recomendaciones aquí que me parecen imperdibles, que al menos el ímpetu lector permanece en alza en medio de tanta caída bursátil.
En primer lugar un artículo de Juan Manuel de Prada, quien vuelve a retomar el tema con el Padre Leonardo Castellani por eje. Así pues sus asertos sobre esos oficiadores de sacrificios a Mamonna están bien fundados:
“Hoy toda esa fantasmagoría se derrumba, todas esas tretas nos revelan sus manejos; y el hombre que, por petulancia o descreída displicencia, dejó de creer que Dios obrase milagros, descubre que los milagros de los sacerdotes plutonianos eran en realidad tramoyas de farsantes. Ha sonado en el cielo la trompeta de la cólera divina; y los sacerdotes de Plutón huyen despavoridos. En su estampida dejan a los fieles de su culto desesperados ante la demolición de una fantasmagoría que habían encumbrado a la categoría de fe. Pero, en medio de su desesperación, tal vez esos hombres que estuvieron bajo el dominio del demonio vuelvan a elevar sus ojos al cielo, reconociendo a su verdadero dueño. ¡Bendita crisis!”
Y por seguir con el Padre Castellani me alegré mucho de saber que lo que yo defendía desde mi adolescencia, la nacionalización de la banca, es también sostenida por el Padre Castellani. Uno, que ha tenido que sufrir lo indecible, incluso de bocas de amigos, de acusarme de ser “del ala izquierda”, ahora se ve corroborado por los hechos. Bien: tenía razón. La nacionalización de la banca hubiera evitado estos desmanes. También me han llamado “pájaro de mal agüero” por llevar diciendo hace más de diez años que la catástrofe financiera que se cernía era inminente e impepinable. Bien: tenía razón. La hecatombe económico-financiera ya está aquí.
Hace tiempo que vengo diciendo que hablamos demasiado poco de la usura. Mejor dicho: nada. Ahora parece que el interés despierta. Que la usura es muy importante no debería ofrecer duda para nadie. De hecho no sólo es importante. Es criminal. Es un pecado gravísimo que corroe sociedades y naciones. ¿Cómo se puede defender un sistema –el capitalismo- basado sobre la usura?
El descrédito del crédito era un tema favorito de Belloc, uno de mis ingleses favoritos junto con Chesterton, Newman y Tolkien.
El Doctor Angélico es clarísimo al respecto (Summa Theologica II-IIae, q.78):
“Mas el dinero, según el Filósofo, en V Ethic. y en I Polit., se ha inventado principalmente para realizar los cambios; y así, el uso propio y principal del dinero es su consumo o inversión, puesto que se gasta en las transacciones. Por consiguiente, es en sí ilícito percibir un precio por el uso del dinero prestado, que es lo que se denomina la usura. Y del mismo modo que el hombre ha de restituir las demás cosas injustamente adquiridas, también ha de hacerlo con el dinero que recibió en calidad de interés.”
Ganas me entran de empezar a recobrar lo que me han robado … para ayudar a esta pobre gente a limpiar sus pecados, claro está. Y eso que el Santo Padre nos decía recientemente que “construir sobre el dinero es construir sobre arena”. Hace siglos que los usureros, perdón, banqueros, nos tienen acostumbrados a soportar sus ventas de humo. Humos tóxicos, por lo demás. Pues eso, que como dice Benedicto XVI “hay cosas mucho más importantes”.
Por eso, me digan lo que me digan, en el fondo me sigue pareciendo que el distributismo es de las pocas soluciones que hay, si no la única, a este desaguisado. Porque el distributismo (tal cual fue enunciado por Chesterton, Belloc y el P. McNabb) es la más cabal aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia. Doctrina que, por cierto, es el núcleo del Carlismo.
Eso de poner el capital como eje central de la economía me parece altamente sospechoso. Sospechoso de terrorismo de la peor especie, claro. De terrorismo del que mata no sólo los cuerpos, sino también –y sobre todo- las almas.
Y como las implicaciones de esta usura no son sólo económicas, ni siquiera políticas. Son, sobre todo, apocalípticas. Es por esto que deberíamos rezar a San Moisés y al Ángel Exterminador.
¡Moisés, San Moisés, ven de nuevo y ordena que la tierra trague a todos los adoradores de Mamonna!
¡Santo Ángel Exterminador, da rienda suelta a la Ira del Omnipotente sin comedimiento ni freno alguno y da buena cuenta de todos los enemigos de Cristo, Nuestro Rey y Señor!
¡Señor, envíanos el Castigo ya, para que nos arrepintamos y, si no, para que seamos arrojados en las mazmorras del Purgatorio o en el lago de azufre infernal y dejemos de ofenderte!
Rafael Castela Santos
En primer lugar un artículo de Juan Manuel de Prada, quien vuelve a retomar el tema con el Padre Leonardo Castellani por eje. Así pues sus asertos sobre esos oficiadores de sacrificios a Mamonna están bien fundados:
“Hoy toda esa fantasmagoría se derrumba, todas esas tretas nos revelan sus manejos; y el hombre que, por petulancia o descreída displicencia, dejó de creer que Dios obrase milagros, descubre que los milagros de los sacerdotes plutonianos eran en realidad tramoyas de farsantes. Ha sonado en el cielo la trompeta de la cólera divina; y los sacerdotes de Plutón huyen despavoridos. En su estampida dejan a los fieles de su culto desesperados ante la demolición de una fantasmagoría que habían encumbrado a la categoría de fe. Pero, en medio de su desesperación, tal vez esos hombres que estuvieron bajo el dominio del demonio vuelvan a elevar sus ojos al cielo, reconociendo a su verdadero dueño. ¡Bendita crisis!”
Y por seguir con el Padre Castellani me alegré mucho de saber que lo que yo defendía desde mi adolescencia, la nacionalización de la banca, es también sostenida por el Padre Castellani. Uno, que ha tenido que sufrir lo indecible, incluso de bocas de amigos, de acusarme de ser “del ala izquierda”, ahora se ve corroborado por los hechos. Bien: tenía razón. La nacionalización de la banca hubiera evitado estos desmanes. También me han llamado “pájaro de mal agüero” por llevar diciendo hace más de diez años que la catástrofe financiera que se cernía era inminente e impepinable. Bien: tenía razón. La hecatombe económico-financiera ya está aquí.
Hace tiempo que vengo diciendo que hablamos demasiado poco de la usura. Mejor dicho: nada. Ahora parece que el interés despierta. Que la usura es muy importante no debería ofrecer duda para nadie. De hecho no sólo es importante. Es criminal. Es un pecado gravísimo que corroe sociedades y naciones. ¿Cómo se puede defender un sistema –el capitalismo- basado sobre la usura?
El descrédito del crédito era un tema favorito de Belloc, uno de mis ingleses favoritos junto con Chesterton, Newman y Tolkien.
El Doctor Angélico es clarísimo al respecto (Summa Theologica II-IIae, q.78):
“Mas el dinero, según el Filósofo, en V Ethic. y en I Polit., se ha inventado principalmente para realizar los cambios; y así, el uso propio y principal del dinero es su consumo o inversión, puesto que se gasta en las transacciones. Por consiguiente, es en sí ilícito percibir un precio por el uso del dinero prestado, que es lo que se denomina la usura. Y del mismo modo que el hombre ha de restituir las demás cosas injustamente adquiridas, también ha de hacerlo con el dinero que recibió en calidad de interés.”
Ganas me entran de empezar a recobrar lo que me han robado … para ayudar a esta pobre gente a limpiar sus pecados, claro está. Y eso que el Santo Padre nos decía recientemente que “construir sobre el dinero es construir sobre arena”. Hace siglos que los usureros, perdón, banqueros, nos tienen acostumbrados a soportar sus ventas de humo. Humos tóxicos, por lo demás. Pues eso, que como dice Benedicto XVI “hay cosas mucho más importantes”.
Por eso, me digan lo que me digan, en el fondo me sigue pareciendo que el distributismo es de las pocas soluciones que hay, si no la única, a este desaguisado. Porque el distributismo (tal cual fue enunciado por Chesterton, Belloc y el P. McNabb) es la más cabal aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia. Doctrina que, por cierto, es el núcleo del Carlismo.
Eso de poner el capital como eje central de la economía me parece altamente sospechoso. Sospechoso de terrorismo de la peor especie, claro. De terrorismo del que mata no sólo los cuerpos, sino también –y sobre todo- las almas.
Y como las implicaciones de esta usura no son sólo económicas, ni siquiera políticas. Son, sobre todo, apocalípticas. Es por esto que deberíamos rezar a San Moisés y al Ángel Exterminador.
¡Moisés, San Moisés, ven de nuevo y ordena que la tierra trague a todos los adoradores de Mamonna!
¡Santo Ángel Exterminador, da rienda suelta a la Ira del Omnipotente sin comedimiento ni freno alguno y da buena cuenta de todos los enemigos de Cristo, Nuestro Rey y Señor!
¡Señor, envíanos el Castigo ya, para que nos arrepintamos y, si no, para que seamos arrojados en las mazmorras del Purgatorio o en el lago de azufre infernal y dejemos de ofenderte!
Rafael Castela Santos
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domingo, outubro 12, 2008
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sexta-feira, outubro 10, 2008
De silencios y reservas
El artículo De silencios y reservas está sacado de La Honda de David, una bitácora enormemente interesante cuya única pega –a mi juicio- es que su autor no se prodiga más a menudo, porque resulta enormemente interesante leerle. Pivota lhd sobre un tema recurrente en A Casa de Sarto, bien es cierto que él lo expresa mucho mejor: si tenemos datos más que suficientes de las Sagradas Escrituras –así como otros de profecías menores y de apariciones aprobadas por la Iglesia- como para saber que nos encontramos en los albores del reinado inicuo del Anticristo, ¿cómo es posible que no se haga lo que se tiene que hacer, lo que se esperaría que se hiciera, empezando por la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón?
Fuerte, muy fuerte debe ser la tenaza que aprisiona Roma. Lhd así nos lo hace entender en su texto que no podemos por menos de reproducir aquí. Entretanto todo va convergiendo hacia el vórtice de la historia por excelencia: el vórtice cabalgado por el Príncipe de las Tinieblas y su más conspicuo secuaz.
Rafael Castela Santos
«No hay duda, se percibe un aire escatológico en el ambiente. Así lo sugieren la homilía de Mons. Fellay en Saint-Malo con referencias al Mensaje de La Salette o al “humo de Satanás” de Pablo VI o algunas de las entradas en el blog de Mons. Williamson con referencias a las supuestas apariciones de Garabandal, como también las llaves para interpretar el Apocalipsis de Jerónimo (o Josué) Mouliá en el Foro Santo Tomás Moro y que el mismo ha presentado en foros de debate “evangélicos” o de los “testigos de Jehová” (en estos últimos casos sin mayores repercusiones, por vía del “silencio”, pero ya nos detendremos en él)
Y esto por no traer a colación, precisamente, las discusiones que los protestantes de distintas denominaciones efectúan a diario sobre el tema, o los islámicos (que hacen mención al “dajjal” lo que para ellos vendría a ser el falso profeta o el anticristo) o en menor medida los judíos (con su espera, especialmente en los ambientes hassídicos, del “moschiach”).
En ese sentido no deja de llamarnos la atención lo poco que se habla en las esferas vaticanas del tema escatológico. Si mal no recuerdo lo último que podría mencionarse al respecto son las afirmaciones del Cardenal Biffi en oportunidad de los ejercicios espirituales que el mismo dirigiera en presencia del Papa. Por lo demás, absoluto silencio.
Lo más sintomático es el silencio, el año pasado, en torno a los 90 años del milagro del Sol, el mayor milagro de la historia de la Cristiandad después de la Resurrección de Cristo. Fátima ha sido sentenciada al olvido por pertenecer al “pasado” y también, porqué no decirlo, porque “molesta” (como quedó demostrado por otra parte en la polémica que sostuvieron Antonio Socci y el Cardenal Bertone a raíz del “tercer secreto de Fátima”).
Una molestia que sólo tiene una explicación: en el tercer secreto se profetizan hechos puntuales que habrían de acontecer en esta época en que vivimos y concretamente a partir de los años sesenta cuando debió haber sido revelado al mundo. Y aquí tenemos que hacer un paréntesis, para intentar si no justificar explicar ese silencio.
Para no hablar de ocultamiento o de falso testimonio en los Prelados que están al tanto del contenido del tercer secreto (nos referimos a las palabras de la Virgen aun no publicadas) se suele hablar de “reserva mental”, la cual consistiría o se traduciría en una duda positiva en cuanto al origen sobrenatural de las dichas palabras. Sumada al convencimiento del peligro en su divulgación por el riesgo de que se “confunda la profecía católica con el sensacionalismo” y también, así lo habría dado a entender Juan Pablo II al contestar a los periodistas que le preguntaron en una ocasión por el tercer secreto, porque su revelación podría “alentar a los rusos a emprender ciertos pasos” (no estamos seguros de la confiabilidad de ésta última aseveración pero fue un rumor que circuló en su momento y como tal lo transcribimos).
Pues bien, creemos entender esas posturas, y lo decimos porque tenemos una idea o percepción de lo que en ese secreto podría decirse; no por certeza absoluta sino precisamente por la reacción de causa y efecto que supone el saber o el estar en conocimiento de un secreto y por añadidura difícil de asumir. Nada mejor para captarla que esta hipótesis: si alguien creíble -importa mucho la capacidad del interlocutor en hacernos verosímil lo que trasmite- nos dijera que conoce al Anticristo y ese tal Anticristo fuera alguien conocido ¿cuál sería nuestra reacción?
Así, lo que debe motivarnos no es la mera "curiosidad" sino el “prever para proveer” al que aludía el Abate de Nantes. Y allí está la mayor crítica que se le puede hacer al silenciamiento del tercer secreto: que aún conociéndolo, las autoridades vaticanas no actúan en consecuencia, por ejemplo consagrando Rusia al Corazón Inmaculado de María o promoviendo la devoción de los primeros sábados.»
La Honda de David
Fuerte, muy fuerte debe ser la tenaza que aprisiona Roma. Lhd así nos lo hace entender en su texto que no podemos por menos de reproducir aquí. Entretanto todo va convergiendo hacia el vórtice de la historia por excelencia: el vórtice cabalgado por el Príncipe de las Tinieblas y su más conspicuo secuaz.
Rafael Castela Santos
«No hay duda, se percibe un aire escatológico en el ambiente. Así lo sugieren la homilía de Mons. Fellay en Saint-Malo con referencias al Mensaje de La Salette o al “humo de Satanás” de Pablo VI o algunas de las entradas en el blog de Mons. Williamson con referencias a las supuestas apariciones de Garabandal, como también las llaves para interpretar el Apocalipsis de Jerónimo (o Josué) Mouliá en el Foro Santo Tomás Moro y que el mismo ha presentado en foros de debate “evangélicos” o de los “testigos de Jehová” (en estos últimos casos sin mayores repercusiones, por vía del “silencio”, pero ya nos detendremos en él)
Y esto por no traer a colación, precisamente, las discusiones que los protestantes de distintas denominaciones efectúan a diario sobre el tema, o los islámicos (que hacen mención al “dajjal” lo que para ellos vendría a ser el falso profeta o el anticristo) o en menor medida los judíos (con su espera, especialmente en los ambientes hassídicos, del “moschiach”).
En ese sentido no deja de llamarnos la atención lo poco que se habla en las esferas vaticanas del tema escatológico. Si mal no recuerdo lo último que podría mencionarse al respecto son las afirmaciones del Cardenal Biffi en oportunidad de los ejercicios espirituales que el mismo dirigiera en presencia del Papa. Por lo demás, absoluto silencio.
Lo más sintomático es el silencio, el año pasado, en torno a los 90 años del milagro del Sol, el mayor milagro de la historia de la Cristiandad después de la Resurrección de Cristo. Fátima ha sido sentenciada al olvido por pertenecer al “pasado” y también, porqué no decirlo, porque “molesta” (como quedó demostrado por otra parte en la polémica que sostuvieron Antonio Socci y el Cardenal Bertone a raíz del “tercer secreto de Fátima”).
Una molestia que sólo tiene una explicación: en el tercer secreto se profetizan hechos puntuales que habrían de acontecer en esta época en que vivimos y concretamente a partir de los años sesenta cuando debió haber sido revelado al mundo. Y aquí tenemos que hacer un paréntesis, para intentar si no justificar explicar ese silencio.
Para no hablar de ocultamiento o de falso testimonio en los Prelados que están al tanto del contenido del tercer secreto (nos referimos a las palabras de la Virgen aun no publicadas) se suele hablar de “reserva mental”, la cual consistiría o se traduciría en una duda positiva en cuanto al origen sobrenatural de las dichas palabras. Sumada al convencimiento del peligro en su divulgación por el riesgo de que se “confunda la profecía católica con el sensacionalismo” y también, así lo habría dado a entender Juan Pablo II al contestar a los periodistas que le preguntaron en una ocasión por el tercer secreto, porque su revelación podría “alentar a los rusos a emprender ciertos pasos” (no estamos seguros de la confiabilidad de ésta última aseveración pero fue un rumor que circuló en su momento y como tal lo transcribimos).
Pues bien, creemos entender esas posturas, y lo decimos porque tenemos una idea o percepción de lo que en ese secreto podría decirse; no por certeza absoluta sino precisamente por la reacción de causa y efecto que supone el saber o el estar en conocimiento de un secreto y por añadidura difícil de asumir. Nada mejor para captarla que esta hipótesis: si alguien creíble -importa mucho la capacidad del interlocutor en hacernos verosímil lo que trasmite- nos dijera que conoce al Anticristo y ese tal Anticristo fuera alguien conocido ¿cuál sería nuestra reacción?
Así, lo que debe motivarnos no es la mera "curiosidad" sino el “prever para proveer” al que aludía el Abate de Nantes. Y allí está la mayor crítica que se le puede hacer al silenciamiento del tercer secreto: que aún conociéndolo, las autoridades vaticanas no actúan en consecuencia, por ejemplo consagrando Rusia al Corazón Inmaculado de María o promoviendo la devoción de los primeros sábados.»
La Honda de David
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segunda-feira, outubro 06, 2008
As Sete Igrejas e as sete idades
Pelo Cardenal Billot, maestro do Pai Castellani e muito admirado dele. Fonte original.
«O Apocalipse relata o estado das sete igrejas da Ásia, para as quais São João teve de escrever, com o fim de lhes comunicar advertências para sua salvação. Ora, as sete igrejas figuram as sete épocas ou sete idades da Igreja universal, desde a Ascensão do Senhor até o Segundo Advento. Todas se denominam por nomes místicos que designam profeticamente o traço característico de cada uma das épocas.
A primeira igreja é a de EFÉSIO (2, 1-7). Em grego, Efésio significa impulso, o princípio da expansão ou do direcionamento a uma finalidade. Esse nome convém à idade apostólica, pois que os apóstolos pregaram por todo o mundo, com crescente êxito, após receberem o sopro impetuoso do Espírito Santo; Deus os ajudava, confirmando suas palavras com sinais. Mas a advertência epistolar convém igualmente, nesta época de que falamos, aos falsos apóstolos mencionados amiúde por São Paulo, e à seita dos nicolaítas, fonte primeva do gnosticismo impuro, criada por um dos sete primeiros diáconos. “Escrito ao anjo a Igreja de Éfeso: Conheço tuas obras e teu trabalho... tu provaste os que se declaravam apóstolos e não o eram, apanhaste-os em mentira... Contudo, tens em testemunho de teu fervor o ódio pela obras dos Nicolaítas, obras que eu também odeio etc.”
A segunda igreja é a de ESMIRNA (2, 8-11). Este termo designa a mirra, e também a idade durante a qual, em razão da crueldade das perseguições e da grande amargura das tribulações, se cumpriu na Igreja o que predissera a boca profética: “a mirra caiu gota a gota de minhas mãos, e meus dedos estão cheios da mais excelente mirra” (Ct 5, 5). Por isso, afirma o anjo à igreja de Esmirna: “Eis que o diabo vai lançar alguns dentre vós no cárcere, para vos pôr à prova, e vossa aflição durará dez dias”, significando claramente as dez perseguições gerais.
A terceira igreja é a de PÉRGAMO (2, 12-17). Célebre por sua literatura profana, Pérgamo é a cidade que deu origem ao pergaminho, batizando-o com seu nome. Quando alguém se refere à “pele de Pérgamo”, mais conhecida sob o nome de pergaminho, logo vem ao espírito os livros publicados e os embates e controvérsias travados com a pluma. Corresponde a igreja de Pérgamo à terceira idade, à época de Constantino, em que cessaram as perseguições cruéis aos santos e doutores, e se propagaram também as grandes heresias que satã perpetrara – os arianos, os maniqueus, os pelagianos, os nestorianos etc.. Deus suscitou grandes homens para defender a verdade, homens dignos de eterna memória: Atanásio, Basílio, Gregório Nazianseno, Ambrósio, Jerônimo, Agostinho, os dois Cirilos, e muitos outros ainda, que ilustraram magnificamente a fé católica em seus escritos. Logo, é de justiça que Pérgamo represente a terceira idade. É de justiça que se enviasse a advertência ao anjo desta igreja que, apesar de louvada pela constância da fé, está de contínuo exposta a grandes perigos, visto que habita na sé do trono de satã, havendo de se defender do sítio das doutrinas heréticas: “Escrito ao anjo da igreja de Pérgamo: eu sei que habitais na sé do trono de satã, e que preservastes meu nome e não renegastes a fé etc ...”
Em quarto lugar, sucede à igreja de Pérgamo a de TIATIRA (2, 18-29). Esta palavra significa esplendor do triunfo e solenidade pomposa, tendo origem nas festas celebradas em honra de Baco, e depois empregada para designar toda e qualquer festa ou desfile triunfal. Logo, a igreja de Tiatira representa a quarta idade, iniciada sob Carlos Magno, com a instituição do Sacro Império Romano, cuja duração exprimira o número milenar (de 800 a 1800). A instituição do Sacro Império Romano sela a subordinação da sociedade temporal à espiritual, a coroação da organização social de Nosso Senhor Jesus Cristo, predita por Isaías: “De pé, Jerusalém, que brilha tua glória! Eis que vem tua luz, e a glória do Senhor se eleva sobre ti... As nações marcharão em direção à luz, e os reis à claridade de tua aurora... Sucederás a nata das nações, sucederás ao púbere dos reis, e saberás que eu, o Senhor, sou teu salvador, e que teu redentor é o Forte de Israel” (Is 60, 1,3 e 16). A profecia corresponde às festas solenes, ao fulgor do triunfo e, geralmente, a tudo que diz respeito a esta época: “Ao anjo da igreja de Tiatira escreveu: Conheço tuas obras, teu amor, tua fé, tua boa vontade; são tuas últimas obras mais abundantes que as primeiras”. Entretanto, não faltaram maus, pois que o mistério de iniqüidade está sempre com as mãos à obra e, enquanto durar a vida presente, o triunfo da Igreja Militante não será maior do que convém. Na figura de Jezabel se anunciam os cismas funestos e as heresias que assolaram, nesta época, a Cidade de Deus, por exemplo, o cisma dos gregos no séc. XI, a heresia dos albigenses no séc. XII, e sobretudo a impiedade dos protestantes no séc. XVI, data a partir da qual o império cristão entra em decadência, se preparando a pouco e pouco, sem que ninguém percebesse, a idade da Revolução.
Por isso, teve fim Tiatira, sucedendo-lhe a quinta igreja, a de SARDES (3, 1-6). Sem dúvida, Sardes é a célebre cidade da Lídia, onde reina Crésus. Ela sugere assim a abundância de ouro e prata, de riquezas seculares a excitar as paixões, a ostentação e a prosperidade material. Daí, o que se refere a essa igreja sabe à decadência. Por todos os lados, vê-se a defecção, a apostasia; são poucos os que conservam a fé em Jesus Cristo, enquanto muitos se afastam da religião. “Em Sardes, existem pessoas que não mancharam seus vestidos”. E ainda: “passas por vivo, mas estás morto!” Passas por vivo, já que possuis a ciência, a liberdade, a civilização e o progresso; mas estás morto e te assentas nas trevas, à sombra da morte, pois que rejeitas a luz da vida, o Cristo Senhor. Por tal razão, disseram ao anjo desta igreja: “Sede vigilante, e confirmai os que iam morrer”, ordenando-lhe instantemente de continuar fiel aos ensinamentos dos santos apóstolos, e de não se afastar muito, sob o pretexto duma melhor compreensão, do sentir comum dos santos padres. “Recorda-te de como escutaste e recebeste: guarda-o e comunica-o”. Eis o que respeita à quinta idade. Mas o que se segue é mais animador.
Após a igreja de Sardes, surgiria a sexta igreja, a de FILADÉLFIA (3, 7-13). Tudo que se diz dela é bom, sobretudo por causa da chegada do momento capital, o mais insigne e singular dos todos os momentos desde o começo da história até os dias de hoje: a conversão em massa dos judeus, e sua entrada na Igreja dos gentios, de sorte que povos até então separados por um muro claustral tornam-se um só povo, servo do Cristo – assim, Jacó se reconcilia do Esaú, e Isaque com Ismael, conforme predissera o Apóstolo (Rm 25-32). Daí denominarem esta igreja de Filadélfia, que quer dizer amor aos irmãos ou reconciliação dos irmãos. “Se sua queda (refere-se aos judeus) foi a riqueza do mundo, que não será seu resgate em massa... Se sua recusa foi a reconciliação do mundo, que será sua reintegração, senão a ressurreição dos mortos?” (Rm 11, 12; 15). Quando vier este tempo, deve-se esperar uma admirável expansão da vida cristã em todo o mundo, a insigne vitória do Cristo e da Igreja sobre a Revolução subjugada. Subjugada, disse eu, não destruída; sob a batuta de satã, a Revolução neste entrementes recupera suas forças e inflama-se de intenso furor, aprestando-se para a batalha, para a guerra definitiva contra seu adversário, o Cristo. Daí o aviso ao anjo da igreja de Filadélfia sobre a proximidade da hora da provação, “que vai se abater sobre todo o mundo, para provar os habitantes da terra”.
Assim, resta a sétima e última igreja, a de LAODICÉIA (3, 14-22). Laodicéia significa “julgamento dos povos”, indicando com clareza a época da consumação do séculos, quando o Cristo virá por sobre as nuvens do céu para julgar os vivos e os mortos.
As considerações acerca das sete igrejas do Apocalipse, ou as sete idades da Igreja do Cristo, amigo leitor, talvez não te pareçam improváveis! Concluímos que a idade em que vivemos é a quinta – a idade da defecção, da apostasia e do liberalismo, idade medianeira entre Tiatira e Filadélfia, entre o fim do Sacro Império Romano e a renovação, que o Apóstolo não hesita em comparar à “ressurreição dos mortos” (Rm 11, 15). Tomara nossa interpretação não se afaste da verdade! Em meio ao males presentes – tão numerosos e graves - de que padecemos, ela faz-nos nascer a esperança da restauração futura (se se pode falar assim) e da contra-revolução.
[...]
Busquemos pois o Reino de Deus e sua justiça, não desprezando o mais a que devemos prestar atenção, nem esquecendo que é possível aplicar à influência salutar a Igreja o que já se escreveu sobre a piedade: ela é a todos útil, tendo em si a promessa de vida, presente e futura.»
Cardeal Billot, Prophéties de l’Histoire, Éditions L’Homme Nouveau
«O Apocalipse relata o estado das sete igrejas da Ásia, para as quais São João teve de escrever, com o fim de lhes comunicar advertências para sua salvação. Ora, as sete igrejas figuram as sete épocas ou sete idades da Igreja universal, desde a Ascensão do Senhor até o Segundo Advento. Todas se denominam por nomes místicos que designam profeticamente o traço característico de cada uma das épocas.
A primeira igreja é a de EFÉSIO (2, 1-7). Em grego, Efésio significa impulso, o princípio da expansão ou do direcionamento a uma finalidade. Esse nome convém à idade apostólica, pois que os apóstolos pregaram por todo o mundo, com crescente êxito, após receberem o sopro impetuoso do Espírito Santo; Deus os ajudava, confirmando suas palavras com sinais. Mas a advertência epistolar convém igualmente, nesta época de que falamos, aos falsos apóstolos mencionados amiúde por São Paulo, e à seita dos nicolaítas, fonte primeva do gnosticismo impuro, criada por um dos sete primeiros diáconos. “Escrito ao anjo a Igreja de Éfeso: Conheço tuas obras e teu trabalho... tu provaste os que se declaravam apóstolos e não o eram, apanhaste-os em mentira... Contudo, tens em testemunho de teu fervor o ódio pela obras dos Nicolaítas, obras que eu também odeio etc.”
A segunda igreja é a de ESMIRNA (2, 8-11). Este termo designa a mirra, e também a idade durante a qual, em razão da crueldade das perseguições e da grande amargura das tribulações, se cumpriu na Igreja o que predissera a boca profética: “a mirra caiu gota a gota de minhas mãos, e meus dedos estão cheios da mais excelente mirra” (Ct 5, 5). Por isso, afirma o anjo à igreja de Esmirna: “Eis que o diabo vai lançar alguns dentre vós no cárcere, para vos pôr à prova, e vossa aflição durará dez dias”, significando claramente as dez perseguições gerais.
A terceira igreja é a de PÉRGAMO (2, 12-17). Célebre por sua literatura profana, Pérgamo é a cidade que deu origem ao pergaminho, batizando-o com seu nome. Quando alguém se refere à “pele de Pérgamo”, mais conhecida sob o nome de pergaminho, logo vem ao espírito os livros publicados e os embates e controvérsias travados com a pluma. Corresponde a igreja de Pérgamo à terceira idade, à época de Constantino, em que cessaram as perseguições cruéis aos santos e doutores, e se propagaram também as grandes heresias que satã perpetrara – os arianos, os maniqueus, os pelagianos, os nestorianos etc.. Deus suscitou grandes homens para defender a verdade, homens dignos de eterna memória: Atanásio, Basílio, Gregório Nazianseno, Ambrósio, Jerônimo, Agostinho, os dois Cirilos, e muitos outros ainda, que ilustraram magnificamente a fé católica em seus escritos. Logo, é de justiça que Pérgamo represente a terceira idade. É de justiça que se enviasse a advertência ao anjo desta igreja que, apesar de louvada pela constância da fé, está de contínuo exposta a grandes perigos, visto que habita na sé do trono de satã, havendo de se defender do sítio das doutrinas heréticas: “Escrito ao anjo da igreja de Pérgamo: eu sei que habitais na sé do trono de satã, e que preservastes meu nome e não renegastes a fé etc ...”
Em quarto lugar, sucede à igreja de Pérgamo a de TIATIRA (2, 18-29). Esta palavra significa esplendor do triunfo e solenidade pomposa, tendo origem nas festas celebradas em honra de Baco, e depois empregada para designar toda e qualquer festa ou desfile triunfal. Logo, a igreja de Tiatira representa a quarta idade, iniciada sob Carlos Magno, com a instituição do Sacro Império Romano, cuja duração exprimira o número milenar (de 800 a 1800). A instituição do Sacro Império Romano sela a subordinação da sociedade temporal à espiritual, a coroação da organização social de Nosso Senhor Jesus Cristo, predita por Isaías: “De pé, Jerusalém, que brilha tua glória! Eis que vem tua luz, e a glória do Senhor se eleva sobre ti... As nações marcharão em direção à luz, e os reis à claridade de tua aurora... Sucederás a nata das nações, sucederás ao púbere dos reis, e saberás que eu, o Senhor, sou teu salvador, e que teu redentor é o Forte de Israel” (Is 60, 1,3 e 16). A profecia corresponde às festas solenes, ao fulgor do triunfo e, geralmente, a tudo que diz respeito a esta época: “Ao anjo da igreja de Tiatira escreveu: Conheço tuas obras, teu amor, tua fé, tua boa vontade; são tuas últimas obras mais abundantes que as primeiras”. Entretanto, não faltaram maus, pois que o mistério de iniqüidade está sempre com as mãos à obra e, enquanto durar a vida presente, o triunfo da Igreja Militante não será maior do que convém. Na figura de Jezabel se anunciam os cismas funestos e as heresias que assolaram, nesta época, a Cidade de Deus, por exemplo, o cisma dos gregos no séc. XI, a heresia dos albigenses no séc. XII, e sobretudo a impiedade dos protestantes no séc. XVI, data a partir da qual o império cristão entra em decadência, se preparando a pouco e pouco, sem que ninguém percebesse, a idade da Revolução.
Por isso, teve fim Tiatira, sucedendo-lhe a quinta igreja, a de SARDES (3, 1-6). Sem dúvida, Sardes é a célebre cidade da Lídia, onde reina Crésus. Ela sugere assim a abundância de ouro e prata, de riquezas seculares a excitar as paixões, a ostentação e a prosperidade material. Daí, o que se refere a essa igreja sabe à decadência. Por todos os lados, vê-se a defecção, a apostasia; são poucos os que conservam a fé em Jesus Cristo, enquanto muitos se afastam da religião. “Em Sardes, existem pessoas que não mancharam seus vestidos”. E ainda: “passas por vivo, mas estás morto!” Passas por vivo, já que possuis a ciência, a liberdade, a civilização e o progresso; mas estás morto e te assentas nas trevas, à sombra da morte, pois que rejeitas a luz da vida, o Cristo Senhor. Por tal razão, disseram ao anjo desta igreja: “Sede vigilante, e confirmai os que iam morrer”, ordenando-lhe instantemente de continuar fiel aos ensinamentos dos santos apóstolos, e de não se afastar muito, sob o pretexto duma melhor compreensão, do sentir comum dos santos padres. “Recorda-te de como escutaste e recebeste: guarda-o e comunica-o”. Eis o que respeita à quinta idade. Mas o que se segue é mais animador.
Após a igreja de Sardes, surgiria a sexta igreja, a de FILADÉLFIA (3, 7-13). Tudo que se diz dela é bom, sobretudo por causa da chegada do momento capital, o mais insigne e singular dos todos os momentos desde o começo da história até os dias de hoje: a conversão em massa dos judeus, e sua entrada na Igreja dos gentios, de sorte que povos até então separados por um muro claustral tornam-se um só povo, servo do Cristo – assim, Jacó se reconcilia do Esaú, e Isaque com Ismael, conforme predissera o Apóstolo (Rm 25-32). Daí denominarem esta igreja de Filadélfia, que quer dizer amor aos irmãos ou reconciliação dos irmãos. “Se sua queda (refere-se aos judeus) foi a riqueza do mundo, que não será seu resgate em massa... Se sua recusa foi a reconciliação do mundo, que será sua reintegração, senão a ressurreição dos mortos?” (Rm 11, 12; 15). Quando vier este tempo, deve-se esperar uma admirável expansão da vida cristã em todo o mundo, a insigne vitória do Cristo e da Igreja sobre a Revolução subjugada. Subjugada, disse eu, não destruída; sob a batuta de satã, a Revolução neste entrementes recupera suas forças e inflama-se de intenso furor, aprestando-se para a batalha, para a guerra definitiva contra seu adversário, o Cristo. Daí o aviso ao anjo da igreja de Filadélfia sobre a proximidade da hora da provação, “que vai se abater sobre todo o mundo, para provar os habitantes da terra”.
Assim, resta a sétima e última igreja, a de LAODICÉIA (3, 14-22). Laodicéia significa “julgamento dos povos”, indicando com clareza a época da consumação do séculos, quando o Cristo virá por sobre as nuvens do céu para julgar os vivos e os mortos.
As considerações acerca das sete igrejas do Apocalipse, ou as sete idades da Igreja do Cristo, amigo leitor, talvez não te pareçam improváveis! Concluímos que a idade em que vivemos é a quinta – a idade da defecção, da apostasia e do liberalismo, idade medianeira entre Tiatira e Filadélfia, entre o fim do Sacro Império Romano e a renovação, que o Apóstolo não hesita em comparar à “ressurreição dos mortos” (Rm 11, 15). Tomara nossa interpretação não se afaste da verdade! Em meio ao males presentes – tão numerosos e graves - de que padecemos, ela faz-nos nascer a esperança da restauração futura (se se pode falar assim) e da contra-revolução.
[...]
Busquemos pois o Reino de Deus e sua justiça, não desprezando o mais a que devemos prestar atenção, nem esquecendo que é possível aplicar à influência salutar a Igreja o que já se escreveu sobre a piedade: ela é a todos útil, tendo em si a promessa de vida, presente e futura.»
Cardeal Billot, Prophéties de l’Histoire, Éditions L’Homme Nouveau
Publicada por
Rafael Castela Santos
à(s)
segunda-feira, outubro 06, 2008
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