El Padre Don Luis Joaquín Gómez Jaubert es el Asesor Canónico de Ecclesia Dei para todo el mundo hispano. Nos parece relevante reproducir este artículo del recientemente nacido Diario Ya con motivo del primer aniversario del Motu Proprio que ilustra la progresión del la Misa Tridentina en España. Quizás una de las notas más llamativas es que este renacer de la Misa Tridentina está aconteciendo entre gente joven que no ha conocido más que la debacle postconciliar y que nunca había tomado contacto con la Tradición litúrgica.
Sí discrepamos de Don Luis Joaquín en lo que él llama “cierto recelo del clero”. Esto es un eufemismo. En España, como en Portugal, hay una oposición más bien frontal del Alto Clero. Sólo podemos esperar que Roma actúe con firmeza contra quienes obstaculizan lo que es un deseo claro del Santo Padre: la liberalización sin condiciones ni restricciones de la Misa Tridentina.
Cosa muy distinta, para disgusto de los lobos con piel de cordero que proliferan en el Episcopado español, es la respuesta de mucha gente. Y gente joven, a Dios gracias. Un misterioso designio del Espíritu Santo hace que la Misa Tridentina cada vez atraiga a más. En las recientes Ordenaciones Sacerdotales en Toledo dos recién ordenados ya han manifestado su preferencia por la Misa Tridentina, así como un Diácono también recién ordenado. En muchas Misas Tridentinas, como en la de Salamanca, el grupo más numeroso –con mucho- es el que va entre 20 y 30 años, gente que es imposible que conociera la Misa Tridentina de su infancia. Un antiguo Capellán militar, harto de la mediocridad de la Iglesia oficial, se ha venido con la Hermandad de San Pío X. Y así más y más ejemplos, entre los que se incluyen varios Sacerdotes que dicen a hurtadillas la Misa Tridentina por miedo a las represalias de sus Obispos.
En este día de Santiago –cuando escribo estas líneas- dan ganas de rogar a Dios, como hizo el Apóstol a Cristo, que caiga fuego sobre todos estos obispos, obispetes, obispillos de medio pelo, mala leche y colmillo retorcido cuyo único esfuerzo es en pro del modernismo y de anegación de la verdadera Fe y la Liturgia que mejor la expresa que, por cierto, no es otra que la Misa Tridentina.
Bien es cierto que en España hay alguna honrosísima excepción de Obispos sensatos y cabales … pero en Portugal … ¿hay siquiera una sola excepción?
Mal rayo parta a todos los que se oponen (de pensamiento, palabra, obra u omisión y también de mala leche modernista, hijoputez taimada, cobardía meti-culosa y cabronería sibilina) a la Tradición y al deseo explícito del Santo Padre, especialmente a los Obispos.
Rafael Castela Santos
«Se cumple, el día 7 del presente mes, el primer año de la aparición del texto pontificio Motu proprio Summorum Pontificum de Benedicto XVI otorgando carta de ciudadanía al rito latino de celebración de la Santa Misa y de la totalidad de los sacramentos, llamado Tradicional, y ahora presentado como modo extraordinario o gregoriano esta última denominación en referencia a san Gregorio Magno (590-604) que elaboró el armazón del citado rito aunque el canon data de san Gelasio (492-496) y las partes más importantes se remontan al Papa de origen hispano san Dámaso (366-384), nunca abrogado y cuya última pequeña reforma fue realizada por el Beato Juan XXIII, con una antigüedad, por tanto, más que milenaria o todavía mejor enraizado en los primeros siglos de la Iglesia. No deja de impresionar la actividad vertiginosa que, en algunas naciones, se ha producido por la aplicación de este documento bien sobre los pilares de comunidades preexistentes al Motu proprio, que ya gozaban de su celebración, bien sobre los edificados por otras nuevas forjadas al amparo de la iniciativa papal en todos los continentes. Estados Unidos, Francia, Italia son buena muestra de lo expuesto.
Las declaraciones continuadas del Cardenal Castrillón Hoyos, a la sazón Presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei a la que se ha encomendado la vigilancia de la aplicación del texto pontificio y el auxilio a los que, interesados en la misma, no encuentran eco a sus legítimas peticiones en sus iglesias locales, nos presentan a un Vicario de Cristo deseoso de que los dos modos, ordinario y extraordinario del rito latino, sean conocidos por sacerdotes y seminaristas y los dos celebrados en todas las parroquias.
Es verdad que no en la totalidad de las diócesis la recepción del documento, durante este año de vigencia, ha sido la idónea ni en algunas su aplicación se ha producido siguiendo las pautas trazadas por el mismo. Hay como un cierto recelo en buena parte del clero que no termina de considerar entre sus objetivos pastorales lo que significa la expresión “derechos de los fieles”. El Motu Propio papal va más allá de una imposición, que es el modo que parece que algunos entienden como única manera de hacer posible la obediencia en la Iglesia, y por supuesto de una proposición. Es ley que reconoce un derecho. No es un privilegio ni un indulto, términos que podrían aplicarse, ejemplo que elijo sólo por su difusión, a la concesión no universal de la comunión en la mano prohibida en algunas diócesis, sino un verdadero derecho universal que no puede ser vetado y que configura el correspondiente deber por parte de quien ha de atender a aquel o aquellos que reclaman en sus diócesis el reconocimiento del citado derecho a participar de los Sacramentos con los rituales de 1962.
España goza con la oferta de la posibilidad de asistir a la Santa Misa según el modo extraordinario en las diócesis pastoreadas por cardenales, excepción de Valencia, es decir Toledo, Madrid, Barcelona y Sevilla y algunas pocas diócesis, que espero citar sin exclusiones Pontevedra, La Coruña, Albacete, Murcia, Pamplona, Palma de Mallorca y Tenerife. Aunque peticiones, desde hace varios meses, firmadas por numerosos fieles, se han presentado en Oviedo (Gijón) y Salamanca. Otras, entre las que se encuentra Málaga, cuentan con muchos seguidores a la espera. También, en nuestra Nación, hay dos comunidades religiosas acogidas al derecho de participar en esta liturgia tradicional: el Oasis Jesús Sacerdote, Monasterio de clausura femenino, en Barcelona, con suficientes vocaciones para otra nueva fundación en España, y la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina en Galicia.
No es un capricho de este Papa, como ciertos medios nos quieren hacer ver. Ya Juan Pablo II, como han recordado sus colaboradores, preparaba un texto parecido. Es la respuesta a una necesidad que favorezca a la sacralidad del culto, ausente en algunos ambientes eclesiales, por los abusos denunciados por todos los papas desde Pablo VI, y que aporta las riquezas de un tesoro que es patrimonio de toda la Iglesia.»
Luis Joaquín Gómez Jaubert, Pbro.
(RCS)
terça-feira, julho 29, 2008
Un primer aniversario
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Rafael Castela Santos
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terça-feira, julho 29, 2008
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sexta-feira, julho 25, 2008
Portugal y sus varias negaciones de Cristo
Me encantó el texto As três negações de Portugal de Joaquim Maria Cymbron, el cual recomiendo efusivamente. Si alguien quiere comprender lo que voy a escribir a continuación, mejor será que lea el texto antes enlazado primeramente.
Se centra Cymbron en las negaciones más contemporáneas de Cristo por parte de Portugal como nación. La de 1820, que él acertadamente atribuye a un impulso liberal-romántico, la de 1910 –un sórdido experimento radical y masónico- y el odioso, vergonzoso y vergonzante Portugal “avrilino” de 1974, cloaca de vilezas sin nombre.
Hay que señalar que estas negaciones no son del Portugal auténtico, sino del anti-Portugal. La afirmación primera y básica de Portugal es la afirmación de la Fe cristiana frente al invasor musulmán. Afirmación que llega al paroxismo de Alcazarquivir, pero que sigue manteniendo idénticos parámetros. Paroxismo hasta cierto punto, porque la Hispania Tingitana es parte de esas Hispaniae a las que Portugal tiene tan pleno derecho como España. De hecho sólo la terrible fractura del rechazo a Cristo de los hispanos tingitanos, por mor del Islam, nos separa.
Una nación que emerge de aquella Hispania lejana, la provincia más receptiva a la Fe de Cristo de todo el Imperio. Una nación que hunde también sus raíces en aquella síntesis gloriosa de germanos e hispanorromanos de la etapa sueva y luego visigótica, donde se consigue la unidad de jurisdicción y la unidad de impugnación, pero –sobre todo- la unidad religiosa tras la erradicación del arrianismo. Una nación renacida cual ave fénix de la Reconquista, difícil y heroica, de unas tierras cristianas y arrebatadas a los cristianos. Una nación que se afirma con la gesta de un Santo (pronto le hemos de ver en los Altares) como Nuno Alvares Pereira. Una nación que se hace universal en todo el orbe (Brasil, numerosos lugares de Africa y Asia toda) por y para Cristo con la Cruz de Cristo en las velas de sus naves. Una nación que es reconfirmada en Fátima por la Virgen misma … Esa nación no puede negar a Cristo porque encarna a Cristo.
Quien niega a Cristo es el anti-Portugal, el enemigo secular de Portugal que quiere renegar de sus esencias. Sólo un Portugal que quiere dejar de ser Portugal puede renegar de Cristo, porque Portugal –con mucho más mérito que otras Patrias- es de Cristo y por Cristo. Portugal no tiene otro cometido en la Historia que el de ser testigo de Cristo, dar Fe de Cristo. Por tanto negar a Cristo es negar a Portugal. Sin Cristo el verdadero Portugal no existe. Sin Cristo apenas queda un monstruo deforme, un rectángulo sin vida espiritual propia que no llega a ser ni la sombra del verdadero, auténtico y único Portugal posible: un Portugal cristiano.
Yo quiero insistir, y algo apunta Joaquim Maria Cymbron, que esto no sucede de la noche a la mañana. Ese anti-Portugal hunde sus raíces en el absolutismo de la Casa de Braganza, notoriamente menos noble que la Casa de Avís. Porque el absolutismo es ya, de por sí, un atentado contra el orden querido por Nuestro Señor. Y este absolutismo regio acaba desembocando en la figura infame del Marqués de Pombal, quintaesencia ilustrada y enciclopedista que aboca a la infamia de una nación entregada a las ideas extranjeras y extranjerizantes, ajenas a la Tradición Hispánica. Para mí, por tanto, 1820, 1910 o el maldito 1974 son sólo consecuencias. Y consecuencias lógicas. Ese alineamiento temprano de la Casa Real Portuguesa con el absolutismo, luego coronado por la inserción masónica de algunos de sus miembros, no podía desembocar más que en lo que desembocó. Es de aquellos polvos que vienen estos lodos, como dice el popular dicho español.
En nuestros tiempos quizás nadie como António Sardinha ha sabido palpar estos entresijos. La reclamación de António Sardinha de una vuelta a una Tradición Hispánica que hermana (pero ni aglutina ni amalgama) a ambas Patrias ibéricas es un postulado esencial y básico de la regeneración de Portugal. Pocas veces Sardinha vio eso más claro que tras su exilio en España, fundamentalmente en Galicia, donde frecuentaba a esa luminaria de Juan Vázquez de Mella, el gran campeón del Tradicionalismo y Carlismo españoles. Ese reaportuguesar Portugal que el integralismo luso tan sabiamente reclamaba tenía dos coordenadas básicas: Altar y Trono. Un Portugal católico y una Casa Real sirviendo a ese Portugal católico. Digo sirviendo, porque en nuestra Tradición Hispánica el mando es sinónimo de vocación de servicio y la legitimidad de ejercicio está por encima de la legitimidad dinástica; y si la Casa Real no sirve dicho empeño, entonces es mejor deponerles y que sigan con sus repugnantes cuitas sociales en compañía de los poderosos de este mundo.
Las élites portuguesas siguen queriendo beber en las fuentes emponzoñadas de Gran Bretaña y Francia. Un atavismo estúpido anti-hispánico (infinitamente más grave y más dañino que el también estúpido atavismo anti-español) hace que muchos portugueses bien formados vayan a beber en aguas pútridas de conservadurismos de medio pelo, liberalismos a duras penas sostenidos con muletas y reaccionarismos estériles, todos ellos mercancía barata de importación extranjera. Hasta movimientos contrarrevolucionarios como Maurras tienen gérmenes dañinos en sí al inspirarse Acción Francesa en Descartes, autor nocivo para la Cristiandad donde los haya.
No, la Tradición Hispánica –tan de Portugal como de España-, es otra. Nuestra Tradición es fundamental y esencialmente tomista. No en vano el más grande comentador de Santo Tomás fue el portugués Juan (João) de Santo Tomás. Como quizás la figura más egregia del neotomismo moderno sea el castellano Padre Santiago Ramírez, O.P., cuya obra llega a superar en muchos enteros en profundidad y calado al mismísimo Garrigou-Lagrange, O.P. Hasta Cayetano, un italiano, es parte de ese Nápoles hispánico. Ya digo: tampoco en vano.
Sólo la vuelta a las esencias católicas de Portugal ha de garantizar la resurrección de Portugal. Para ello ahí están los autores formidables del Tradicionalismo Hispánico, a ambos lados de la raya. Son los nuestros. Son los que afirman que Portugal es ontológicamente cristiano. Por citar a algunos de los que se pueden caracterizar como autores lusófonos tradicionalistas, que ni mucho menos todos –defensores de la semilla de salvación, de salvación en Cristo y por Cristo- ahí están los nombres de António Sardinha, Henrique Barrilaro Ruas, Luís de Almeida Braga, Gustavo Corção, Julio Fleichman, José Pedro Galvão de Sousa, Arlindo Vega dos Santos, Fraga Teixeira de Carvalho, Ricardo Dip … entre los contemporáneos, por no citar a otros muchos.
No hay otra ruta para Portugal si Portugal quiere seguir siendo y no meramente seguir malviviendo, con una existencia miserable, como acontece en este estercolero socratiano y no-socratiano del Portugal contemporáneo que tanto nos duele a quienes amamos a Portugal.
Entretanto no nos queda sino seguir recurriendo sin tregua y sin pausa a la oración y la penitencia, como la Virgen en Fátima –tierra portuguesa que anticipa la conversión de los infieles musulmanes a la Fe de Cristo- nos recomendó. Porque Portugal es Tierra de Santa María. Ella misma baja del Cielo a reclamar su heredad en Fátima.
Parafraseando las Sagradas Escrituras, las puertas del anti-Portugal no prevalecerán contra el verdadero Portugal. Por una sencilla razón: porque jamás podrán derribar a la Virgen, quintaesencia última de Portugal. Santiago, nuestro Padre en la Fe y el que nos engendró en la Fe a españoles y portugueses, amado y dilecto Apóstol de Nuestro Señor, tuvo ese tremendo consuelo en tierras ibéricas de la Venida en carne mortal de la Virgen a Zaragoza, primera Aparición Mariana del orbe. Y cabe pensar que Santiago, hermano de Juan, tuvo un trato personal y más cercano que ninguno a la Virgen. Santísima Virgen que tiene la Aparición más importante de la historia del mundo en Fátima, sello indefectible de la predilección de la Virgen por Portugal. Entre esos dos extremos, el Pilar y Fátima, ambos unidos en la Madre de Dios, circula la historia de las dos Patrias Madre de las Hispaniae.
En Ella los portugueses bien nacidos y los que amamos a Portugal ciframos la esperanza en un Portugal auténtico del cual el anti-Portugal es sólo imagen invertida, esto es, satánica.
Rafael Castela Santos
Se centra Cymbron en las negaciones más contemporáneas de Cristo por parte de Portugal como nación. La de 1820, que él acertadamente atribuye a un impulso liberal-romántico, la de 1910 –un sórdido experimento radical y masónico- y el odioso, vergonzoso y vergonzante Portugal “avrilino” de 1974, cloaca de vilezas sin nombre.
Hay que señalar que estas negaciones no son del Portugal auténtico, sino del anti-Portugal. La afirmación primera y básica de Portugal es la afirmación de la Fe cristiana frente al invasor musulmán. Afirmación que llega al paroxismo de Alcazarquivir, pero que sigue manteniendo idénticos parámetros. Paroxismo hasta cierto punto, porque la Hispania Tingitana es parte de esas Hispaniae a las que Portugal tiene tan pleno derecho como España. De hecho sólo la terrible fractura del rechazo a Cristo de los hispanos tingitanos, por mor del Islam, nos separa.
Una nación que emerge de aquella Hispania lejana, la provincia más receptiva a la Fe de Cristo de todo el Imperio. Una nación que hunde también sus raíces en aquella síntesis gloriosa de germanos e hispanorromanos de la etapa sueva y luego visigótica, donde se consigue la unidad de jurisdicción y la unidad de impugnación, pero –sobre todo- la unidad religiosa tras la erradicación del arrianismo. Una nación renacida cual ave fénix de la Reconquista, difícil y heroica, de unas tierras cristianas y arrebatadas a los cristianos. Una nación que se afirma con la gesta de un Santo (pronto le hemos de ver en los Altares) como Nuno Alvares Pereira. Una nación que se hace universal en todo el orbe (Brasil, numerosos lugares de Africa y Asia toda) por y para Cristo con la Cruz de Cristo en las velas de sus naves. Una nación que es reconfirmada en Fátima por la Virgen misma … Esa nación no puede negar a Cristo porque encarna a Cristo.
Quien niega a Cristo es el anti-Portugal, el enemigo secular de Portugal que quiere renegar de sus esencias. Sólo un Portugal que quiere dejar de ser Portugal puede renegar de Cristo, porque Portugal –con mucho más mérito que otras Patrias- es de Cristo y por Cristo. Portugal no tiene otro cometido en la Historia que el de ser testigo de Cristo, dar Fe de Cristo. Por tanto negar a Cristo es negar a Portugal. Sin Cristo el verdadero Portugal no existe. Sin Cristo apenas queda un monstruo deforme, un rectángulo sin vida espiritual propia que no llega a ser ni la sombra del verdadero, auténtico y único Portugal posible: un Portugal cristiano.
Yo quiero insistir, y algo apunta Joaquim Maria Cymbron, que esto no sucede de la noche a la mañana. Ese anti-Portugal hunde sus raíces en el absolutismo de la Casa de Braganza, notoriamente menos noble que la Casa de Avís. Porque el absolutismo es ya, de por sí, un atentado contra el orden querido por Nuestro Señor. Y este absolutismo regio acaba desembocando en la figura infame del Marqués de Pombal, quintaesencia ilustrada y enciclopedista que aboca a la infamia de una nación entregada a las ideas extranjeras y extranjerizantes, ajenas a la Tradición Hispánica. Para mí, por tanto, 1820, 1910 o el maldito 1974 son sólo consecuencias. Y consecuencias lógicas. Ese alineamiento temprano de la Casa Real Portuguesa con el absolutismo, luego coronado por la inserción masónica de algunos de sus miembros, no podía desembocar más que en lo que desembocó. Es de aquellos polvos que vienen estos lodos, como dice el popular dicho español.
En nuestros tiempos quizás nadie como António Sardinha ha sabido palpar estos entresijos. La reclamación de António Sardinha de una vuelta a una Tradición Hispánica que hermana (pero ni aglutina ni amalgama) a ambas Patrias ibéricas es un postulado esencial y básico de la regeneración de Portugal. Pocas veces Sardinha vio eso más claro que tras su exilio en España, fundamentalmente en Galicia, donde frecuentaba a esa luminaria de Juan Vázquez de Mella, el gran campeón del Tradicionalismo y Carlismo españoles. Ese reaportuguesar Portugal que el integralismo luso tan sabiamente reclamaba tenía dos coordenadas básicas: Altar y Trono. Un Portugal católico y una Casa Real sirviendo a ese Portugal católico. Digo sirviendo, porque en nuestra Tradición Hispánica el mando es sinónimo de vocación de servicio y la legitimidad de ejercicio está por encima de la legitimidad dinástica; y si la Casa Real no sirve dicho empeño, entonces es mejor deponerles y que sigan con sus repugnantes cuitas sociales en compañía de los poderosos de este mundo.
Las élites portuguesas siguen queriendo beber en las fuentes emponzoñadas de Gran Bretaña y Francia. Un atavismo estúpido anti-hispánico (infinitamente más grave y más dañino que el también estúpido atavismo anti-español) hace que muchos portugueses bien formados vayan a beber en aguas pútridas de conservadurismos de medio pelo, liberalismos a duras penas sostenidos con muletas y reaccionarismos estériles, todos ellos mercancía barata de importación extranjera. Hasta movimientos contrarrevolucionarios como Maurras tienen gérmenes dañinos en sí al inspirarse Acción Francesa en Descartes, autor nocivo para la Cristiandad donde los haya.
No, la Tradición Hispánica –tan de Portugal como de España-, es otra. Nuestra Tradición es fundamental y esencialmente tomista. No en vano el más grande comentador de Santo Tomás fue el portugués Juan (João) de Santo Tomás. Como quizás la figura más egregia del neotomismo moderno sea el castellano Padre Santiago Ramírez, O.P., cuya obra llega a superar en muchos enteros en profundidad y calado al mismísimo Garrigou-Lagrange, O.P. Hasta Cayetano, un italiano, es parte de ese Nápoles hispánico. Ya digo: tampoco en vano.
Sólo la vuelta a las esencias católicas de Portugal ha de garantizar la resurrección de Portugal. Para ello ahí están los autores formidables del Tradicionalismo Hispánico, a ambos lados de la raya. Son los nuestros. Son los que afirman que Portugal es ontológicamente cristiano. Por citar a algunos de los que se pueden caracterizar como autores lusófonos tradicionalistas, que ni mucho menos todos –defensores de la semilla de salvación, de salvación en Cristo y por Cristo- ahí están los nombres de António Sardinha, Henrique Barrilaro Ruas, Luís de Almeida Braga, Gustavo Corção, Julio Fleichman, José Pedro Galvão de Sousa, Arlindo Vega dos Santos, Fraga Teixeira de Carvalho, Ricardo Dip … entre los contemporáneos, por no citar a otros muchos.
No hay otra ruta para Portugal si Portugal quiere seguir siendo y no meramente seguir malviviendo, con una existencia miserable, como acontece en este estercolero socratiano y no-socratiano del Portugal contemporáneo que tanto nos duele a quienes amamos a Portugal.
Entretanto no nos queda sino seguir recurriendo sin tregua y sin pausa a la oración y la penitencia, como la Virgen en Fátima –tierra portuguesa que anticipa la conversión de los infieles musulmanes a la Fe de Cristo- nos recomendó. Porque Portugal es Tierra de Santa María. Ella misma baja del Cielo a reclamar su heredad en Fátima.
Parafraseando las Sagradas Escrituras, las puertas del anti-Portugal no prevalecerán contra el verdadero Portugal. Por una sencilla razón: porque jamás podrán derribar a la Virgen, quintaesencia última de Portugal. Santiago, nuestro Padre en la Fe y el que nos engendró en la Fe a españoles y portugueses, amado y dilecto Apóstol de Nuestro Señor, tuvo ese tremendo consuelo en tierras ibéricas de la Venida en carne mortal de la Virgen a Zaragoza, primera Aparición Mariana del orbe. Y cabe pensar que Santiago, hermano de Juan, tuvo un trato personal y más cercano que ninguno a la Virgen. Santísima Virgen que tiene la Aparición más importante de la historia del mundo en Fátima, sello indefectible de la predilección de la Virgen por Portugal. Entre esos dos extremos, el Pilar y Fátima, ambos unidos en la Madre de Dios, circula la historia de las dos Patrias Madre de las Hispaniae.
En Ella los portugueses bien nacidos y los que amamos a Portugal ciframos la esperanza en un Portugal auténtico del cual el anti-Portugal es sólo imagen invertida, esto es, satánica.
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sexta-feira, julho 25, 2008
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quinta-feira, julho 24, 2008
Crisis ¿... o usura?
Eulogio López suele hacer análisis económicos que al menos tienen un componente católico, cosa rarísima de encontrar entre los periodistas económicos. En este análisis desde el periódico económico Hispanidad Eulogio López culpa a la especulación, sobre todo a la especulación financiera, del mal que nos aflige en Europa. Ahíto que está uno del monetarismo, y más todavía del monetarismo que viene de prensa controlada por el Opus Dei (o sus miembros, para que no me digan luego que el Opus no controla nada, que son sólo sus miembros a título personal; recurso retórico similar al de la otras sociedades discretas, por cierto), estos análisis resultan refrescantes.
Hace años que mantengo amistad con un alto cargo del FMI y del Banco Mundial que es un agnóstico redomado, pero un hombre culto, cabal y caballeroso. Hace diez años que él viene pronosticando que la especulación y la burbuja que hemos creado son tan brutales que el crack financiero que va a acontecer en el mundo va a ser brutal, quizás sin precedentes en la historia. Ojalá que este amigo se equivoque por completo, pero él me da razones varias bien fundamentadas que justifican tal aserto. No es el sitio para sintetizar su visión, pero básicamente se trata de haber hecho del dinero un objeto en vez de un instrumento, de haber virado de la producción sensata a la producción insensata y de haber dado preeminencia al capitalismo financiero versus el capitalismo productivo.
A nivel doméstico la economía española se hunde a pasos agigantados, más que otros países del entorno, pero esto es justo castigo a una nación como la española que ha apostatado más que nadie en estos últimos tiempos. En cualquier caso, es la usura la que ha llevado a este status quo que actualmente padecemos. Sea como fuere quizás esta crisis económica sea salutífera para el espíritu. ¡Ojalá! Ahora bien, no es sólo la usura per se, sino que también es nuestra codicia, nuestra avaricia, nuestro materialismo, nuestro consumismo, etc., los que nos han llevado a este monumental desaguisado.
Al final no es tan difícil reconocer que tras un problema económico se esconde un problema espiritual.
Sólo la vuelta no ya a la Tradición, sino a la Tradición de corte tomista, tan hostil a la especulación y tan realista con respecto a las cosas, nos devolverá una mínima dosis de cordura en medio de toda esta locura. Empiezo a comprender a Castellani cuando culpaba a Suárez, en el fondo escotista, del decaimiento de España. Por eso digo que otras soluciones no me parecen muy fundadas. Al fin y al cabo lo platónico nunca ha dado muchas cosas buenas y lo escotista, por ende, tampoco. No en vano Suárez abrió las compuertas –in extremis, y no digo que él mismo fuera consciente de ello- del ultracapitalismo que nos machaca. De ahí la necesidad de volver al realismo templado y ético de Aristóteles y Santo Tomás, pues. Y ambos, sin paliativos, están contra la usura.
Sólo un perverso –luego genocida- como Calvino, expulsado de un Seminario católico en su juventud por su sodomía, pudo pervertir tanto lo aristotélico como para justificar la usura y hasta hacer de la riqueza indebidamente obtenida un signo de predestinación. Es Belloc quien “clava” realmente la auténtica esencia del problema en su libro The Crisis of Civilization:
“In denying the efficacy of good deeds and of the human will, and abnegations, in leaving on one side as useless all the doctrine and tradition of Holy Poverty, Calvin opened the door to the domination of the mind by money. St Thomas had said it centuries before -that if men abandoned the idea of God as the supreme good they would tend to replace Him ... [with] ... material wealth".
De las pocas, poquitas cosas, que uno puede criticar a los Sacerdotes de la Tradición y en particular a los Sacerdotes de la Hermandad de San Pío X, que en mi caso han sido los que me han traído el perdón y reconciliación con Dios en numerosas ocasiones y me han traído el Pan del Cielo, a Cristo mismo, en la Eucaristía -¡Dios bendiga todos los esfuerzos y renuncias de estos hombres y que Dios pague no ciento por uno, sino mil por uno a quienes tanto renunciaron por Cristo!- es que jamás he escuchado un solo sermón contra la usura en una de las Capillas de la Hermandad de San Pío X.
Como soy distributista y, además, desearía que la banca fuera nacionalizada, soy consciente de que mis “macro-propuestas” no van a ser de efecto inmediato. Pero sí que habremos de caminar hacia una forma de economía de la mayor autosubsistencia posible, involucrando no solamente la familia nuclear, sino la familia extendida (algo que en las dos naciones ibéricas todavía puede ser realizado en alguna medida), a hacer trabajos de intercambio de servicios –puenteando los servicios, el gravamen onerosísimo de los impuestos- y ejercitar la mayor austeridad y sobriedad posibles con desdén absoluto hacia cualquier ribete consumista o materialista. No hay otra salida. En ello, empero, recuperaremos lazos humanos y practicaremos la pobreza no sólo porque no nos queda más remedio, sino porque este modelo y estilo de vida que tenemos es insostenible y, sobre todo, es tóxico para el alma.
Pero, insisto, la usura es pecado, y pecado gravísimo, causa de muchos males.
Rafael Castela Santos
Hace años que mantengo amistad con un alto cargo del FMI y del Banco Mundial que es un agnóstico redomado, pero un hombre culto, cabal y caballeroso. Hace diez años que él viene pronosticando que la especulación y la burbuja que hemos creado son tan brutales que el crack financiero que va a acontecer en el mundo va a ser brutal, quizás sin precedentes en la historia. Ojalá que este amigo se equivoque por completo, pero él me da razones varias bien fundamentadas que justifican tal aserto. No es el sitio para sintetizar su visión, pero básicamente se trata de haber hecho del dinero un objeto en vez de un instrumento, de haber virado de la producción sensata a la producción insensata y de haber dado preeminencia al capitalismo financiero versus el capitalismo productivo.
A nivel doméstico la economía española se hunde a pasos agigantados, más que otros países del entorno, pero esto es justo castigo a una nación como la española que ha apostatado más que nadie en estos últimos tiempos. En cualquier caso, es la usura la que ha llevado a este status quo que actualmente padecemos. Sea como fuere quizás esta crisis económica sea salutífera para el espíritu. ¡Ojalá! Ahora bien, no es sólo la usura per se, sino que también es nuestra codicia, nuestra avaricia, nuestro materialismo, nuestro consumismo, etc., los que nos han llevado a este monumental desaguisado.
Al final no es tan difícil reconocer que tras un problema económico se esconde un problema espiritual.
Sólo la vuelta no ya a la Tradición, sino a la Tradición de corte tomista, tan hostil a la especulación y tan realista con respecto a las cosas, nos devolverá una mínima dosis de cordura en medio de toda esta locura. Empiezo a comprender a Castellani cuando culpaba a Suárez, en el fondo escotista, del decaimiento de España. Por eso digo que otras soluciones no me parecen muy fundadas. Al fin y al cabo lo platónico nunca ha dado muchas cosas buenas y lo escotista, por ende, tampoco. No en vano Suárez abrió las compuertas –in extremis, y no digo que él mismo fuera consciente de ello- del ultracapitalismo que nos machaca. De ahí la necesidad de volver al realismo templado y ético de Aristóteles y Santo Tomás, pues. Y ambos, sin paliativos, están contra la usura.
Sólo un perverso –luego genocida- como Calvino, expulsado de un Seminario católico en su juventud por su sodomía, pudo pervertir tanto lo aristotélico como para justificar la usura y hasta hacer de la riqueza indebidamente obtenida un signo de predestinación. Es Belloc quien “clava” realmente la auténtica esencia del problema en su libro The Crisis of Civilization:
“In denying the efficacy of good deeds and of the human will, and abnegations, in leaving on one side as useless all the doctrine and tradition of Holy Poverty, Calvin opened the door to the domination of the mind by money. St Thomas had said it centuries before -that if men abandoned the idea of God as the supreme good they would tend to replace Him ... [with] ... material wealth".
De las pocas, poquitas cosas, que uno puede criticar a los Sacerdotes de la Tradición y en particular a los Sacerdotes de la Hermandad de San Pío X, que en mi caso han sido los que me han traído el perdón y reconciliación con Dios en numerosas ocasiones y me han traído el Pan del Cielo, a Cristo mismo, en la Eucaristía -¡Dios bendiga todos los esfuerzos y renuncias de estos hombres y que Dios pague no ciento por uno, sino mil por uno a quienes tanto renunciaron por Cristo!- es que jamás he escuchado un solo sermón contra la usura en una de las Capillas de la Hermandad de San Pío X.
Como soy distributista y, además, desearía que la banca fuera nacionalizada, soy consciente de que mis “macro-propuestas” no van a ser de efecto inmediato. Pero sí que habremos de caminar hacia una forma de economía de la mayor autosubsistencia posible, involucrando no solamente la familia nuclear, sino la familia extendida (algo que en las dos naciones ibéricas todavía puede ser realizado en alguna medida), a hacer trabajos de intercambio de servicios –puenteando los servicios, el gravamen onerosísimo de los impuestos- y ejercitar la mayor austeridad y sobriedad posibles con desdén absoluto hacia cualquier ribete consumista o materialista. No hay otra salida. En ello, empero, recuperaremos lazos humanos y practicaremos la pobreza no sólo porque no nos queda más remedio, sino porque este modelo y estilo de vida que tenemos es insostenible y, sobre todo, es tóxico para el alma.
Pero, insisto, la usura es pecado, y pecado gravísimo, causa de muchos males.
Rafael Castela Santos
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terça-feira, julho 22, 2008
Decadencia europea y revitalización islamista
El original (y texto completo) está aquí.
«La generalización e imposición del relativismo moral es la causa inocultable de la decadencia de Europa y de su casi absoluta falta de vigor para enfrentarse a los retos históricos que la agobian, el más acuciante de los cuales es la expansión del fundamentalismo islámico. La fuerza del islamismo en su conjunto radica en el arraigo de los valores morales coránicos y su estricta observancia. Pueden resultarnos repudiables y anacrónicos. Pero ahí reside su vigor frente a una sociedad occidental desguazada de sus propios valores religiosos, no otros que el cristianismo. O para mayor precisión, los mantenidos por la Iglesia católica, cuyo universalismo contradice el internacionalismo, o mundialismo, del relativismo materialista.
¿En qué medida la reactivación del islamismo militante y combatiente forma parte de la estrategia del Nuevo Orden Mundial? Parecerá a muchos un absurdo plantearlo así. Pero no conviene olvidar que el relativismo moral tiene sus raíces ideológicas en la filosofía hegeliana. Y más en concreto en que el Estado, para ser fuerte, necesita crear su propia contradicción. Esta es la sustancia del iluminismo, promotor originario de los dos brazos de la contradicción: el capitalismo liberalista y el capitalismo de Estado marxista. Pero una vez cerrada la tenaza y desparecida esa contradicción, el Nuevo Orden Mundial necesitaba promover otras sustitutorias. Un enemigo con el que infundir miedo y aprovecharlo para la promoción de crisis económicas de las que siempre han sacado provecho máximo los poderos financieros asentados en la sala de los botones de del Nuevo Orden Mundial. »
Ismael Medina
(RCS)
«La generalización e imposición del relativismo moral es la causa inocultable de la decadencia de Europa y de su casi absoluta falta de vigor para enfrentarse a los retos históricos que la agobian, el más acuciante de los cuales es la expansión del fundamentalismo islámico. La fuerza del islamismo en su conjunto radica en el arraigo de los valores morales coránicos y su estricta observancia. Pueden resultarnos repudiables y anacrónicos. Pero ahí reside su vigor frente a una sociedad occidental desguazada de sus propios valores religiosos, no otros que el cristianismo. O para mayor precisión, los mantenidos por la Iglesia católica, cuyo universalismo contradice el internacionalismo, o mundialismo, del relativismo materialista.
¿En qué medida la reactivación del islamismo militante y combatiente forma parte de la estrategia del Nuevo Orden Mundial? Parecerá a muchos un absurdo plantearlo así. Pero no conviene olvidar que el relativismo moral tiene sus raíces ideológicas en la filosofía hegeliana. Y más en concreto en que el Estado, para ser fuerte, necesita crear su propia contradicción. Esta es la sustancia del iluminismo, promotor originario de los dos brazos de la contradicción: el capitalismo liberalista y el capitalismo de Estado marxista. Pero una vez cerrada la tenaza y desparecida esa contradicción, el Nuevo Orden Mundial necesitaba promover otras sustitutorias. Un enemigo con el que infundir miedo y aprovecharlo para la promoción de crisis económicas de las que siempre han sacado provecho máximo los poderos financieros asentados en la sala de los botones de del Nuevo Orden Mundial. »
Ismael Medina
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Rafael Castela Santos
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terça-feira, julho 22, 2008
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domingo, julho 20, 2008
Indispensáveis bispos ...
«Já faz ao redor de cinqüenta anos que a quase totalidade dos países católicos renunciaram a sê-lo. Todos feridos do mesmo mal –do ateísmo e do laicismo– e perturbados pela desordem social e econômica que nenhum remédio parece conseguir curar. A isso se acrescenta uma terrível decadência moral que vai sendo imposta pelos adversários da Igreja, com mais ou menos êxito conforme o grau de resistência que encontram. Em certas ocasiões, alguns projetos como o aborto, o controle de natalidade, a legalização da homossexualidade e a educação sexual nas escolas não entram em vigor imediatamente pela coragem de certos bispos e políticos; mas, curiosamente, tais projetos nunca são deixados de lado. Os inimigos da Igreja e da Cristandade jogam com o tempo. Sabem que as suas idéias serão impostas mais cedo ou mais tarde, atrasando-as eficazmente e difundindo-as pelos meios de comunicação que eles controlam de modo quase exclusivo.
Durante esses cinqüenta últimos anos fizeram-se, em alguns países, tentativas de salvar a sociedade católica; no entanto, elas não tiveram efeitos duráveis. Existe algo assim como uma maldição que parece esterilizar todos os movimentos de restauração católica, ao mesmo tempo em que os adversários navegam sempre com bons ventos. A que se deve isso?
Numerosos são os leigos católicos que abandonam o combate, vencidos por repetidos fracassos. Enfim, alguns crêem que já não há nada a fazer senão esperar que venham “os acontecimentos” iminentes anunciados por aparições mais ou menos duvidosas. No entanto, nada vem… Pelo contrário, a decadência religiosa, econômica e social continua acelerando-se. Até onde chegarão os inimigos da Igreja? Como conseguem coroar com tanto sucesso seus funestos projetos?
A mesma Igreja está marcada por este sintoma de autodestruição. Por quê? A crise que Ela atravessa tem um lado misterioso, como o teve a Paixão de N. Senhor Jesus Cristo. Pois bem, podem-se apontar com certeza as autoridades culpáveis da morte de Cristo: os chefes dos sacerdotes judeus. Apertaram as mãos das autoridades políticas para condenar o Salvador e eliminar a influencia extraordinária que Ele exercia sobre a multidão, da qual estavam invejosos. São estas autoridades religiosas judias as que levaram Cristo diante dos tribunais civis e conseguiram sua condenação e morte.
Hoje vemos este mesmo concubinato das autoridades religiosas com os dirigentes políticos condenar à morte a sociedade católica. Os papas e os bispos nomeados por eles, impregnados de modernismo e liberalismo desde João XXIII, são os principais responsáveis de uma desintegração da sociedade católica que parece inevitável. Durante o último concílio pensaram ser possível fazer católicos os princípios da Revolução Francesa, tal como o afirmará o próprio Cardeal Ratzinger. É como querer batizar o diabo … Esta união contra natura da Igreja e da Revolução é a causa dos males que abrumam a Igreja e a sociedade civil. Estes princípios preparados nas lojas maçônicas são os que fizeram entrar “a fumaça de satanás” na Igreja e mataram a alma das sociedades católicas.
Não faz muito tempo um bispo que me recebeu no seu escritório confessou que tivera problemas para aplicar algumas reformas e aceitar alguns textos do último concílio. No entanto me disse: “seguindo o Papa, estava seguro de estar na verdade. Por tanto, aceitei tudo”. Com princípios semelhantes, São Paulo não deveria ter resistido a São Pedro e, nesse caso, todos os batizados ainda estaríamos submetidos à circuncisão e às praticas da religião judaica! Santo Atanásio também não deveria ter combatido a heresia ariana, nem deveria ter sido canonizado, apesar da oposição ao Papa. Ao escutar estas objeções, o bispo respirou fundo e conduziu a conversa a outros assuntos…
A Igreja e a sociedade padecem da caída dos bispos que já não têm coragem de ensinar a sã doutrina nem de denunciar o erro. Para muitos, o restabelecimento do reinado social de N. Senhor é um ideal envelhecido ou inalcançável. Por isso louvam o pluralismo religioso na sociedade e o exigem, recusando todo estatuto especial para a Igreja.
Queria comparar os dois textos que seguem, pois sua comparação vale mais do que uma longa explicação. O primeiro é de São Pio X e diz assim:
“Apoiar-se no princípio fundamental de que o Estado não deve cuidar de modo algum da Religião, implica numa grande injúria a Deus (…) Em segundo lugar, a tese de que falamos constitui uma verdadeira negação da ordem sobrenatural (…) Em terceiro lugar, esta tese nega a ordem da vida humana sabiamente estabelecida por Deus, ordem que exige uma verdadeira concórdia entre as duas sociedades, a religiosa e a civil (…). Finalmente, esta tese infringe um dano gravíssimo ao próprio Estado, porque este não pode prosperar nem conseguir estabilidade prolongada se despreza a Religião, que é a regra e mestra suprema do homem para conservar religiosamente os direitos e obrigações.” (1)
O segundo texto é do Cardeal Levada:
“Graças às Constituições dos Estados Unidos, viemos à vida num país que nos garante o direito natural à liberdade religiosa. Todos temos o direito de professar nossa fé de acordo com a nossa consciência. A proibição de que o governo professe uma religião particular lhe impediu de adotar uma atitude ‘desinteressada’ frente a todas as religiões (…) A Igreja, com efeito, reconhece e comparte com entusiasmo a proibição constitucional de reconhecer uma religião do Estado ou de impedir o seu livre exercício”. (2)
Não lhes parece que este último texto está em total ruptura com o ensinamento tradicional da Igreja? Provém de quem hoje é Cardeal da Santa Igreja e foi elevado ao cargo de Prefeito da Sagrada Congregação para a Doutrina da Fé! O Papa Bento XVI, ao voltar faz algumas semanas de uma viagem pelos EUA, retomou quase literalmente estas considerações. Estes são os princípios que condenaram à morte a Cristandade e fizeram vã qualquer tentativa de restauração católica desde faz muitíssimos anos.
A Igreja precisa contar com bispos integralmente católicos que ensinem o mesmo que Gregório XVI, de Pio IX, de Leão XIII, de São Pio X, ou de Pio XII, que a iluminaram com os seus ensinamentos. Estes Papas souberam professar a verdade e denunciar o erro. A Igreja e a sociedade civil precisam de doutores da fé que sejam ardentes, que estejam convencidos de que a Tradição católica não é algo caduco. Dói-nos comprovar que não há nenhum bispo em exercício que tenha lucidez sobre as origens da crise que sofremos. Nenhum aceita ter um juízo crítico sobre os textos do último concílio – ecumenismo, liberdade religiosa, colegialidade – que estão em ruptura com a Tradição. Nenhum quer regressar oficial e habitualmente à Missa tradicional e aos sacramentos que santificaram gerações e gerações de católicos.
Pedimos aos bispos que nos falem do “Deus que se fez homem” e sobre a sua doutrina salvífica, e não do “homem que se fez deus” como acontece com tanta freqüência. Pedimos com urgência que iluminem as nossas inteligências e fortaleçam a nossa vontade, ajudando-nos a amar a Deus e segui-Lo. Basta já de exaltar a consciência humana livre de toda atadura superior!
E foi unicamente porque nenhum bispo se conformava a este papel sublime, que faz 20 anos Dom Marcel Lefebvre sagrou quatro bispos, desejando suprir assim a estas trágicas deficiências. Não queria deixar-nos órfãos depois de sua morte. E essa foi a que assim se chamou “Operação Sobrevivência” (3), a qual resgatou o sacerdócio e a Tradição católica. Onde estaríamos hoje em dia se este ato providencial não houvesse tido lugar? Nosso fundador, no dia 30 de julho de 1988, realizou um ato heróico de caridade consagrando quatro bispos e sacrificando assim sua reputação pelo bem das almas e da Igreja.
Faz já 20 anos que vemos, certamente, alguns avanços positivos como o Motu proprio; mas nos fatos, a situação continua sem mudanças e o erro se fez mais sutil do que nunca… Em julho passado, por ocasião das ordenações sacerdotais administradas aos seminaristas da Fraternidade São Pedro, o Cardeal Castrillón Hoyos exortou no seu sermão aos sacerdotes a concelebrar com seu bispo “ao menos na Missa crismal e quantas vezes isso seja conveniente para manifestar a plena comunhão eclesial”. Nessa mesma linha, faz algumas semanas a Fraternidade São Pedro recebeu uma paróquia pessoal em Roma, mas teve que aceitar em troca que um sacerdote diocesano celebrasse todos os domingos uma Missa nova. Vinte anos atrás o Cardeal Ratzinger exigia como condição a Dom Lefebvre que todos os domingos se celebrasse a Missa de Paulo VI em Saint-Nicolas-du Chardonnet em Paris. Não… a situação não mudou essencialmente depois dessas duas décadas… O Vaticano II continua intocável. Como pode pretender-se que tenhamos confiança diante de fatos que falam por si só? A Fraternidade São Pio X, juntamente com outras congregações tradicionais, é a única que grita as verdades a toda voz e denuncia os erros. Todos os que assinaram um acordo com Roma tiveram que se calar e são inoperantes em ordem à restauração da Tradição. Essa, e não outra, é a triste realidade!
Queridos fiéis, o estado de necessidade continua existindo hoje ainda maior; e mais do que nunca temos a necessidade de contar com os quatro bispos auxiliares da Fraternidade São Pio X para fortalecer-nos na Fé e santificar-nos. Que Deus os fortaleça. Demos-lhes nossos sinceros agradecimentos pela sua constante entrega por nossas almas. Retribuamos-lhes com nossas orações.
Rezemos e façamos penitência pela Igreja e pelo Papa. Supliquemos a Deus que converta os bispos do mundo inteiro para que recuperem e façam valer suas vozes. Disso depende a salvação de milhões de almas e o êxito de toda a restauração católica.
Que Deus os abençoe!»
(1) “Vehementer nos”, 11 de fevereiro de 1906.
(2) Cardeal William Levada: Reflexões sobre o papel dos católicos na vida política e recepção da sagrada comunhão, 13 de julho de 2004.
(3) Dom Marcel Lefebvre, sermão das sagrações episcopais, 30 de julho de 1988.
Christian Bouchacourt, Pbro. (Superior del Distrito de América del Sur, Hermandad de San Pío X)
(RCS)
Durante esses cinqüenta últimos anos fizeram-se, em alguns países, tentativas de salvar a sociedade católica; no entanto, elas não tiveram efeitos duráveis. Existe algo assim como uma maldição que parece esterilizar todos os movimentos de restauração católica, ao mesmo tempo em que os adversários navegam sempre com bons ventos. A que se deve isso?
Numerosos são os leigos católicos que abandonam o combate, vencidos por repetidos fracassos. Enfim, alguns crêem que já não há nada a fazer senão esperar que venham “os acontecimentos” iminentes anunciados por aparições mais ou menos duvidosas. No entanto, nada vem… Pelo contrário, a decadência religiosa, econômica e social continua acelerando-se. Até onde chegarão os inimigos da Igreja? Como conseguem coroar com tanto sucesso seus funestos projetos?
A mesma Igreja está marcada por este sintoma de autodestruição. Por quê? A crise que Ela atravessa tem um lado misterioso, como o teve a Paixão de N. Senhor Jesus Cristo. Pois bem, podem-se apontar com certeza as autoridades culpáveis da morte de Cristo: os chefes dos sacerdotes judeus. Apertaram as mãos das autoridades políticas para condenar o Salvador e eliminar a influencia extraordinária que Ele exercia sobre a multidão, da qual estavam invejosos. São estas autoridades religiosas judias as que levaram Cristo diante dos tribunais civis e conseguiram sua condenação e morte.
Hoje vemos este mesmo concubinato das autoridades religiosas com os dirigentes políticos condenar à morte a sociedade católica. Os papas e os bispos nomeados por eles, impregnados de modernismo e liberalismo desde João XXIII, são os principais responsáveis de uma desintegração da sociedade católica que parece inevitável. Durante o último concílio pensaram ser possível fazer católicos os princípios da Revolução Francesa, tal como o afirmará o próprio Cardeal Ratzinger. É como querer batizar o diabo … Esta união contra natura da Igreja e da Revolução é a causa dos males que abrumam a Igreja e a sociedade civil. Estes princípios preparados nas lojas maçônicas são os que fizeram entrar “a fumaça de satanás” na Igreja e mataram a alma das sociedades católicas.
Não faz muito tempo um bispo que me recebeu no seu escritório confessou que tivera problemas para aplicar algumas reformas e aceitar alguns textos do último concílio. No entanto me disse: “seguindo o Papa, estava seguro de estar na verdade. Por tanto, aceitei tudo”. Com princípios semelhantes, São Paulo não deveria ter resistido a São Pedro e, nesse caso, todos os batizados ainda estaríamos submetidos à circuncisão e às praticas da religião judaica! Santo Atanásio também não deveria ter combatido a heresia ariana, nem deveria ter sido canonizado, apesar da oposição ao Papa. Ao escutar estas objeções, o bispo respirou fundo e conduziu a conversa a outros assuntos…
A Igreja e a sociedade padecem da caída dos bispos que já não têm coragem de ensinar a sã doutrina nem de denunciar o erro. Para muitos, o restabelecimento do reinado social de N. Senhor é um ideal envelhecido ou inalcançável. Por isso louvam o pluralismo religioso na sociedade e o exigem, recusando todo estatuto especial para a Igreja.
Queria comparar os dois textos que seguem, pois sua comparação vale mais do que uma longa explicação. O primeiro é de São Pio X e diz assim:
“Apoiar-se no princípio fundamental de que o Estado não deve cuidar de modo algum da Religião, implica numa grande injúria a Deus (…) Em segundo lugar, a tese de que falamos constitui uma verdadeira negação da ordem sobrenatural (…) Em terceiro lugar, esta tese nega a ordem da vida humana sabiamente estabelecida por Deus, ordem que exige uma verdadeira concórdia entre as duas sociedades, a religiosa e a civil (…). Finalmente, esta tese infringe um dano gravíssimo ao próprio Estado, porque este não pode prosperar nem conseguir estabilidade prolongada se despreza a Religião, que é a regra e mestra suprema do homem para conservar religiosamente os direitos e obrigações.” (1)
O segundo texto é do Cardeal Levada:
“Graças às Constituições dos Estados Unidos, viemos à vida num país que nos garante o direito natural à liberdade religiosa. Todos temos o direito de professar nossa fé de acordo com a nossa consciência. A proibição de que o governo professe uma religião particular lhe impediu de adotar uma atitude ‘desinteressada’ frente a todas as religiões (…) A Igreja, com efeito, reconhece e comparte com entusiasmo a proibição constitucional de reconhecer uma religião do Estado ou de impedir o seu livre exercício”. (2)
Não lhes parece que este último texto está em total ruptura com o ensinamento tradicional da Igreja? Provém de quem hoje é Cardeal da Santa Igreja e foi elevado ao cargo de Prefeito da Sagrada Congregação para a Doutrina da Fé! O Papa Bento XVI, ao voltar faz algumas semanas de uma viagem pelos EUA, retomou quase literalmente estas considerações. Estes são os princípios que condenaram à morte a Cristandade e fizeram vã qualquer tentativa de restauração católica desde faz muitíssimos anos.
A Igreja precisa contar com bispos integralmente católicos que ensinem o mesmo que Gregório XVI, de Pio IX, de Leão XIII, de São Pio X, ou de Pio XII, que a iluminaram com os seus ensinamentos. Estes Papas souberam professar a verdade e denunciar o erro. A Igreja e a sociedade civil precisam de doutores da fé que sejam ardentes, que estejam convencidos de que a Tradição católica não é algo caduco. Dói-nos comprovar que não há nenhum bispo em exercício que tenha lucidez sobre as origens da crise que sofremos. Nenhum aceita ter um juízo crítico sobre os textos do último concílio – ecumenismo, liberdade religiosa, colegialidade – que estão em ruptura com a Tradição. Nenhum quer regressar oficial e habitualmente à Missa tradicional e aos sacramentos que santificaram gerações e gerações de católicos.
Pedimos aos bispos que nos falem do “Deus que se fez homem” e sobre a sua doutrina salvífica, e não do “homem que se fez deus” como acontece com tanta freqüência. Pedimos com urgência que iluminem as nossas inteligências e fortaleçam a nossa vontade, ajudando-nos a amar a Deus e segui-Lo. Basta já de exaltar a consciência humana livre de toda atadura superior!
E foi unicamente porque nenhum bispo se conformava a este papel sublime, que faz 20 anos Dom Marcel Lefebvre sagrou quatro bispos, desejando suprir assim a estas trágicas deficiências. Não queria deixar-nos órfãos depois de sua morte. E essa foi a que assim se chamou “Operação Sobrevivência” (3), a qual resgatou o sacerdócio e a Tradição católica. Onde estaríamos hoje em dia se este ato providencial não houvesse tido lugar? Nosso fundador, no dia 30 de julho de 1988, realizou um ato heróico de caridade consagrando quatro bispos e sacrificando assim sua reputação pelo bem das almas e da Igreja.
Faz já 20 anos que vemos, certamente, alguns avanços positivos como o Motu proprio; mas nos fatos, a situação continua sem mudanças e o erro se fez mais sutil do que nunca… Em julho passado, por ocasião das ordenações sacerdotais administradas aos seminaristas da Fraternidade São Pedro, o Cardeal Castrillón Hoyos exortou no seu sermão aos sacerdotes a concelebrar com seu bispo “ao menos na Missa crismal e quantas vezes isso seja conveniente para manifestar a plena comunhão eclesial”. Nessa mesma linha, faz algumas semanas a Fraternidade São Pedro recebeu uma paróquia pessoal em Roma, mas teve que aceitar em troca que um sacerdote diocesano celebrasse todos os domingos uma Missa nova. Vinte anos atrás o Cardeal Ratzinger exigia como condição a Dom Lefebvre que todos os domingos se celebrasse a Missa de Paulo VI em Saint-Nicolas-du Chardonnet em Paris. Não… a situação não mudou essencialmente depois dessas duas décadas… O Vaticano II continua intocável. Como pode pretender-se que tenhamos confiança diante de fatos que falam por si só? A Fraternidade São Pio X, juntamente com outras congregações tradicionais, é a única que grita as verdades a toda voz e denuncia os erros. Todos os que assinaram um acordo com Roma tiveram que se calar e são inoperantes em ordem à restauração da Tradição. Essa, e não outra, é a triste realidade!
Queridos fiéis, o estado de necessidade continua existindo hoje ainda maior; e mais do que nunca temos a necessidade de contar com os quatro bispos auxiliares da Fraternidade São Pio X para fortalecer-nos na Fé e santificar-nos. Que Deus os fortaleça. Demos-lhes nossos sinceros agradecimentos pela sua constante entrega por nossas almas. Retribuamos-lhes com nossas orações.
Rezemos e façamos penitência pela Igreja e pelo Papa. Supliquemos a Deus que converta os bispos do mundo inteiro para que recuperem e façam valer suas vozes. Disso depende a salvação de milhões de almas e o êxito de toda a restauração católica.
Que Deus os abençoe!»
(1) “Vehementer nos”, 11 de fevereiro de 1906.
(2) Cardeal William Levada: Reflexões sobre o papel dos católicos na vida política e recepção da sagrada comunhão, 13 de julho de 2004.
(3) Dom Marcel Lefebvre, sermão das sagrações episcopais, 30 de julho de 1988.
Christian Bouchacourt, Pbro. (Superior del Distrito de América del Sur, Hermandad de San Pío X)
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Rafael Castela Santos
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domingo, julho 20, 2008
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Núcleo de la Lealtad
Con este nombre, Núcleo de la Lealtad, lleva ya muchos meses funcionando una bitácora que tiene poca producción propia, pero que sin embargo es un sensacional repositorio. El rango de temas que abarca es amplio, pero siempre pivotando sobre la Tradición. En A Casa de Sarto hace tiempo ya que la tenemos enlazada en la columna de la derecha.
Así es la Tradición. Poco amiga de novedades pero con una profundidad como no se puede encontrar en parte alguna. Poca innovación, pero sí crecimiento y aposición orgánica. Porque Tradición no es sinónimo de inmovilismo ni de conservadurismo. Y el Núcleo de la Lealtad está, precisamente, en esas coordenadas.
Núcleo de la Lealtad comparte con este colaborador de A Casa de Sarto el tradicionalismo religioso, pero también el político, el social y el cultural. También quien firma estas líneas suscribe un mismo ideario, ese idem sentire de res-publica que permite que la amistad entre tradicionalistas florezca genuina y espontáneamente. Porque, como decía Santo Tomás de Aquino, sólo pueden ser verdaderos amigos quienes comparten un ethos idéntico.
Insisto: entren en el Núcleo de la Lealtad. Buceen, lean con profusión, “pierdan” horas leyendo el excelente material recopilado en este blog. Hay ya cientos y cientos de páginas aguardando. A buen seguro que no les defraudará.
De tiempo perdido nada de nada.
Rafael Castela Santos
Así es la Tradición. Poco amiga de novedades pero con una profundidad como no se puede encontrar en parte alguna. Poca innovación, pero sí crecimiento y aposición orgánica. Porque Tradición no es sinónimo de inmovilismo ni de conservadurismo. Y el Núcleo de la Lealtad está, precisamente, en esas coordenadas.
Núcleo de la Lealtad comparte con este colaborador de A Casa de Sarto el tradicionalismo religioso, pero también el político, el social y el cultural. También quien firma estas líneas suscribe un mismo ideario, ese idem sentire de res-publica que permite que la amistad entre tradicionalistas florezca genuina y espontáneamente. Porque, como decía Santo Tomás de Aquino, sólo pueden ser verdaderos amigos quienes comparten un ethos idéntico.
Insisto: entren en el Núcleo de la Lealtad. Buceen, lean con profusión, “pierdan” horas leyendo el excelente material recopilado en este blog. Hay ya cientos y cientos de páginas aguardando. A buen seguro que no les defraudará.
De tiempo perdido nada de nada.
Rafael Castela Santos
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sexta-feira, julho 11, 2008
Passado remoto
Ao ver estas imagens, de que tomei conhecimento através do interessante "Hallowed Ground", veio-me à memória um passado já remoto vivido na minha antiga paróquia lisboeta. Abusos como o acima reportado, e outros bem piores, presenciei-os vezes sem conta. Quase estiolaram a minha fé. Nem por isso julguei alguma vez as intenções subjectivas de quem agia deste modo, coisa que só a Deus compete, apesar de ter sempre crido que tais comportamentos objectivamente nada têm de católico. A Missa, entendida como a renovação não sangrenta do sacrifício de Cristo de Cruz, não podia, nem pode, estar mais longe destas extravagâncias. Porém, mesmo do mal consegui retirar o bem: não fossem tamanhas excentricidades e talvez nunca tivesse encontrado a grandeza e esplendor do Catolicismo tradicional, nem descoberto a sua máxima expressão pública - a Missa de rito latino-gregoriano, tridentino ou de São Pio V. E assim a minha fé salvou-se, ao contrário do que sucedeu com a de muitos outros da minha geração. Pela intercessão de Nossa Senhora e com o auxílio prático da obra erguida por Monsenhor Marcel Lefebvre. Deus às vezes escreve mesmo direito por linhas tortas!
Posto isto, e sabendo que com Bento XVI nunca há fumo sem fogo, sublinho as notícias que nos últimos dias têm vindo a público - e com elas me regozijo -, que dão conta da pretensão do Santo Padre de acelerar não só o processo de reforma da reforma litúrgica, tradicionalizando vigorosamente o rito de Paulo VI, mas também de implementar a celebração da Missa tradicional em todas as paróquias, magníficas novidades avançadas por o "Rorate-Caeli", o "The New Liturgical Movement" e a "Associação Montfort". É caso para dizer uma vez mais: viva o Papa! E que Nossa Senhora auxilie o Sumo Pontífice, para que este leve até ao fim as suas intenções, de modo a que imagens como as que acima mostro, em breve, sejam tão-só passado remoto na vida da Igreja!
sábado, julho 05, 2008
Lisboa: sobre la intolerancia de los "tolerantes"
Hace unos días hubo una conferencia en Lisboa donde se habló de las persecuciones a la Iglesia en distintos países, a saber: Rusia, Portugal, México y España. Entre los conferenciantes estaba el Sacerdote español Don Angel David Martín, historiador. Este Padre se ha especializado en la historia de la persecución a la Iglesia durante la Cruzada y en los años de la ominosa 2ª República española. Allí estaban también Aura Miguel –hablando sobre las persecuciones a los cristianos tras el telón de acero- José Luís Andrade, quien versó sobre los Cristeros mexicanos, o el Padre João Seabra, cuya disertación fue sobre la persecución menos sangrienta pero no menos virulenta en Portugal que aconteció en los años previos hasta que el gran estadista de Salazar trajo de nuevo la paz de Cristo a la nación hermana de Portugal y puso fin a todo ello.
Don Angel David nos invita a ir un paso más allá. Nos invita a reflexionar sobre la intolerancia supina de quienes se proclaman tolerantes. Porque estos tolerantes siempre acaban bañándose en la sangre de los mártires de Cristo. Y es una buena reflexión en estos tiempos en que nuestra actitud como católicos es la de hacernos más y más de un espíritu martirial. La persecución física no puede tardar mucho en caer ahora que toda la artillería del martirio seco y de la persecución ideológica a los cristianos está completamente desplegada.
Nada mejor que ceder la palabra a este excelente historiador.
RCS
Memoria de la intolerancia
“El pasado 28 de junio tuve la fortuna de participar en la ciudad de Lisboa en el Primer Encuentro sobre las persecuciones religiosas del siglo XX organizado por la Asociación Cultural Karol Woytila con el lema: Memoria de la intolerancia. Aura Miguel ―definida en alguna ocasión como la única periodista portuguesa especializada en información sobre la Santa Sede― disertó acerca de la persecución sufrida por católicos y ortodoxos en Rusia y demás países del bloque comunista situados tras el Telón de Acero; el sacerdote João Seabra se ocupó de las conflictivas relaciones Iglesia-Estado en los años de la Primera República portuguesa (1910-1926) un período de gran inestabilidad política en el que se impusieron modelos de laicización estatal imitados después en lugares como la propia Unión Soviética y varias naciones hispanoamericanas. José Luís Andrade expuso detalladamente la epopeya protagonizada por los cristeros en Méjico y al autor de esta reseña le correspondió ocuparse de la persecución religiosa en la Segunda República española (1931-1939) con especial atención a la respuesta dada por la Iglesia que, como es bien sabido, consistió en un apoyo prácticamente sin fisuras al bando nacional en la Guerra Civil y a la nueva situación política creada durante la contienda.
Si evocamos ante nuestros lectores un acto de importancia académica e intelectual como el llevado a cabo el pasado fin de semana en Portugal es, sobre todo, por lo sugerente que resulta el calificativo de intolerancia aplicado a todos aquellos que en el mundo contemporáneo han llevado a cabo una persecución sistemática de cualquier manifestación religiosa. Persecución que ha costado la vida a cientos de miles de personas y que ha sido uno de los principales factores de conflicto en el siglo XX. Persecución que, bajo diversas formas, continúa hoy.
Si algún término han aplicado con reiteración a la Iglesia sus detractores para definirla es el de ser una institución intolerante y que promueve la intolerancia. Y al revés, si hay un valor pregonado por la modernidad laicista es el de la tolerancia. Pero no es solamente que el de tolerancia sea un concepto en sí mismo cuestionable. Para Menéndez Pelayo «La llamada tolerancia es virtud fácil; digámoslo más claro: es enfermedad de épocas de escepticismo o de fe nula. El que nada cree, ni espera en nada, ni se afana y acongoja por la salvación o perdición de las almas, fácilmente puede ser tolerante. Pero tal mansedumbre de carácter no depende sino de una debilidad o eunuquismo de entendimiento». Es que no basta pregonar la tolerancia para ponerla en práctica. No conozco ningún otro lugar ni otra época histórica donde haya existido menos tolerancia que un mundo moderno capaz de persecuciones como las sufridas en Rusia, Méjico y España.
Y es que cuando se adopta la tolerancia como ideología, se abandona ―necesariamente― la tolerancia como virtud. Esta segunda, entendida en su forma clásica, no es sino la aceptación de un mal menor en vistas a evitar uno mayor y, al mismo tiempo, la inspiradora de una conducta respetuosa fundamentada en la humildad que se deriva del conocimiento propio y de las reservas que uno mismo debe imponerse ante el propio juicio. La tolerancia como ideología, en palabras de Alberto Buela, «está vinculada a la sociedad del simulacro, la apariencia, el disimulo, la sospecha, el enmascaramiento». Rasgos, por cierto, típicamente característicos de la sociedad política de nuestros días.”
Angel David Martín, Pbro.
(RCS)
Don Angel David nos invita a ir un paso más allá. Nos invita a reflexionar sobre la intolerancia supina de quienes se proclaman tolerantes. Porque estos tolerantes siempre acaban bañándose en la sangre de los mártires de Cristo. Y es una buena reflexión en estos tiempos en que nuestra actitud como católicos es la de hacernos más y más de un espíritu martirial. La persecución física no puede tardar mucho en caer ahora que toda la artillería del martirio seco y de la persecución ideológica a los cristianos está completamente desplegada.
Nada mejor que ceder la palabra a este excelente historiador.
RCS
Memoria de la intolerancia
“El pasado 28 de junio tuve la fortuna de participar en la ciudad de Lisboa en el Primer Encuentro sobre las persecuciones religiosas del siglo XX organizado por la Asociación Cultural Karol Woytila con el lema: Memoria de la intolerancia. Aura Miguel ―definida en alguna ocasión como la única periodista portuguesa especializada en información sobre la Santa Sede― disertó acerca de la persecución sufrida por católicos y ortodoxos en Rusia y demás países del bloque comunista situados tras el Telón de Acero; el sacerdote João Seabra se ocupó de las conflictivas relaciones Iglesia-Estado en los años de la Primera República portuguesa (1910-1926) un período de gran inestabilidad política en el que se impusieron modelos de laicización estatal imitados después en lugares como la propia Unión Soviética y varias naciones hispanoamericanas. José Luís Andrade expuso detalladamente la epopeya protagonizada por los cristeros en Méjico y al autor de esta reseña le correspondió ocuparse de la persecución religiosa en la Segunda República española (1931-1939) con especial atención a la respuesta dada por la Iglesia que, como es bien sabido, consistió en un apoyo prácticamente sin fisuras al bando nacional en la Guerra Civil y a la nueva situación política creada durante la contienda.
Si evocamos ante nuestros lectores un acto de importancia académica e intelectual como el llevado a cabo el pasado fin de semana en Portugal es, sobre todo, por lo sugerente que resulta el calificativo de intolerancia aplicado a todos aquellos que en el mundo contemporáneo han llevado a cabo una persecución sistemática de cualquier manifestación religiosa. Persecución que ha costado la vida a cientos de miles de personas y que ha sido uno de los principales factores de conflicto en el siglo XX. Persecución que, bajo diversas formas, continúa hoy.
Si algún término han aplicado con reiteración a la Iglesia sus detractores para definirla es el de ser una institución intolerante y que promueve la intolerancia. Y al revés, si hay un valor pregonado por la modernidad laicista es el de la tolerancia. Pero no es solamente que el de tolerancia sea un concepto en sí mismo cuestionable. Para Menéndez Pelayo «La llamada tolerancia es virtud fácil; digámoslo más claro: es enfermedad de épocas de escepticismo o de fe nula. El que nada cree, ni espera en nada, ni se afana y acongoja por la salvación o perdición de las almas, fácilmente puede ser tolerante. Pero tal mansedumbre de carácter no depende sino de una debilidad o eunuquismo de entendimiento». Es que no basta pregonar la tolerancia para ponerla en práctica. No conozco ningún otro lugar ni otra época histórica donde haya existido menos tolerancia que un mundo moderno capaz de persecuciones como las sufridas en Rusia, Méjico y España.
Y es que cuando se adopta la tolerancia como ideología, se abandona ―necesariamente― la tolerancia como virtud. Esta segunda, entendida en su forma clásica, no es sino la aceptación de un mal menor en vistas a evitar uno mayor y, al mismo tiempo, la inspiradora de una conducta respetuosa fundamentada en la humildad que se deriva del conocimiento propio y de las reservas que uno mismo debe imponerse ante el propio juicio. La tolerancia como ideología, en palabras de Alberto Buela, «está vinculada a la sociedad del simulacro, la apariencia, el disimulo, la sospecha, el enmascaramiento». Rasgos, por cierto, típicamente característicos de la sociedad política de nuestros días.”
Angel David Martín, Pbro.
(RCS)
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Rafael Castela Santos
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sábado, julho 05, 2008
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quinta-feira, julho 03, 2008
Juan Manuel de Prada, Castellani y liberalismo
Vuelvo a colgar otro texto de Juan Manuel de Prada, un escritor y articulista español, gran conocedor, ferviente admirador y seguidor del Padre Leonardo Castellani. Para los que nos siguen habitualmente saben que en A Casa de Sarto somos no sólo tradicionalistas confesos y convictos, sino castellanianos igualmente confesos y convictos.
Sigan, por favor, a Juan Manuel de Prada. Veo en muchos de sus artículos que ha interiorizado el pensamiento del Padre Castellani. ¿Cómo no se iba a hacer eco A Casa de Sarto de quien vierte en moldes nuevos a Castellani? A más a más, Juan Manuel de Prada escribe formidablemente bien. Insisto: no se lo pierdan.
El artículo que aquí reproducimos, titulado “Liberalismo” a secas, está sacado de aquí. Aunque ha salido en Abril no ha perdido vigencia en absoluto.
“Discursos célebres, fundadores de una nueva época, ha habido unos cuantos a lo largo de la historia. El más famoso de todos ellos lo pronunció Jesús y se conoce como Sermón de la Montaña; en el cual se contienen, por cierto, muchas más cosas que las ocho Bienaventuranzas. Está también el discurso fúnebre de Pericles recogido por Tucídides en su «Historia de la guerra del Peloponeso»; está el discurso de Lincoln en Gettysburg, que los niños americanos aprenden de memoria en la escuela; y está el discurso que Churchill pronunció en la Cámara de los Comunes, en el que sólo prometía a los ingleses «sangre, sudor y lágrimas». Pero el discurso más célebre del momento, el discurso que tiene a la derecha española alborozada o mohína -y, en conclusión, meningítica perdida- es el que pronunció Esperanza Aguirre en el Foro de ABC hace unos días. ¿Y cuál es el busilis de ese discurso, que tanta tremolina ha levantado entre los escoliastas? Pues el busilis de ese discurso es la apología del liberalismo.
¿Y qué es eso del liberalismo? Para Esperanza Aguirre ser liberal consiste en considerar que «cada persona debe elegir libremente»; pero es una definición un tanto difusa que lo mismo sirve para definir a un liberal que a un abortista. O a un liberal abortista: ahí tenemos, por ejemplo, al escritor Vargas Llosa retirando su apoyo al PP porque no defendía con suficiente ardor el aborto, que es lo que a su parecer exige un liberalismo de buten. Para mí que eso de proclamarse liberal, antes que una declaración de principios ideológicos, es la última adscripción no peyorativa que le resta a la derecha, toda vez que proclamarse conservador en el Matrix progre es como proclamarse fascista, o siquiera reaccionario. Pero que lo tilden a uno de reaccionario puede ser un timbre de gloria, como lo prueba aquel envío de Antonio Machado a Azorín: «¡Admirable Azorín, el reaccionario/ por asco de la greña jacobina!». El argentino Leonardo Castellani, otro admirable reaccionario por asco de la época que le tocó vivir (menos greñuda que la nuestra, sin embargo), escribió diatribas formidables contra el liberalismo, esa «niebla ponzoñosa» que ha hecho caer al hombre en cinco idolatrías nefastas: 1) Idolatría de la Ciencia, con la cual el hombre quiso hacer otra torre de Babel que llegase hasta el cielo; 2) Idolatría del Progreso, nuevo Becerro de Oro con el cual creyó que haría en poco tiempo otro Paraíso terrenal; 3) Idolatría de la Carne, a la cual se le pidió el cielo y las delicias del Edén, pero la carne desvestida, exhibida, mimada y adorada ha sido a la postre destrozada y amontonada como estiércol; 4) Idolatría del Placer, con la cual se quiere hacer del mundo un perpetuo carnaval y convertir a los hombres en chiquilines agitados e irresponsables; y -last but not least- 5) Idolatría de la libertad, con la cual se quiere hacer de cada hombre un caprichoso caudillejo.
«Esta obsesión de la libertad -nos enseña Castellani- vino a servir maravillosamente a las fuerzas económicas y al poder del Dinero, que también andaban con la obsesión de que los dejasen en paz. Los dejaron en paz: triunfaron sobre el alma y la sangre la técnica y la mercadería; y se inauguró en todo el mundo una época en que nunca se ha hablado tanto de libertad y nunca el hombre ha sido en realidad menos libre». El liberalismo acabó engendrando la libertad enloquecida del Dinero, que fue lo que a la postre trajo el comunismo en el siglo XX; y también ha engendrado, en estos albores del siglo XXI, la creencia no menos enloquecida en una especie de Reino de la Paz Perpetua y las Delicias Universales, producto de la Ciencia, la Libertad y la Democracia; Reino que, básicamente, consiste -como Castellani profetizó con clarividencia- en que «un grupo de sabios socialistas, bajo la coartada de adoración al Hombre, gobiernen el mundo autocráticamente y con poderes tan extraordinarios que no los soñó Licurgo». El liberalismo, en fin, es el caldo de cultivo que la derecha aliña, creando las condiciones sociales, económicas y morales óptimas para el triunfo de la izquierda, que es la que mejor ha sabido vender las falsificaciones de la libertad inventadas por el liberalismo. Falsificaciones catastróficas para el hombre, que creyendo «elegir libremente» no hace sino ahondar en su esclavitud.”
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
(RCS)
Sigan, por favor, a Juan Manuel de Prada. Veo en muchos de sus artículos que ha interiorizado el pensamiento del Padre Castellani. ¿Cómo no se iba a hacer eco A Casa de Sarto de quien vierte en moldes nuevos a Castellani? A más a más, Juan Manuel de Prada escribe formidablemente bien. Insisto: no se lo pierdan.
El artículo que aquí reproducimos, titulado “Liberalismo” a secas, está sacado de aquí. Aunque ha salido en Abril no ha perdido vigencia en absoluto.
“Discursos célebres, fundadores de una nueva época, ha habido unos cuantos a lo largo de la historia. El más famoso de todos ellos lo pronunció Jesús y se conoce como Sermón de la Montaña; en el cual se contienen, por cierto, muchas más cosas que las ocho Bienaventuranzas. Está también el discurso fúnebre de Pericles recogido por Tucídides en su «Historia de la guerra del Peloponeso»; está el discurso de Lincoln en Gettysburg, que los niños americanos aprenden de memoria en la escuela; y está el discurso que Churchill pronunció en la Cámara de los Comunes, en el que sólo prometía a los ingleses «sangre, sudor y lágrimas». Pero el discurso más célebre del momento, el discurso que tiene a la derecha española alborozada o mohína -y, en conclusión, meningítica perdida- es el que pronunció Esperanza Aguirre en el Foro de ABC hace unos días. ¿Y cuál es el busilis de ese discurso, que tanta tremolina ha levantado entre los escoliastas? Pues el busilis de ese discurso es la apología del liberalismo.
¿Y qué es eso del liberalismo? Para Esperanza Aguirre ser liberal consiste en considerar que «cada persona debe elegir libremente»; pero es una definición un tanto difusa que lo mismo sirve para definir a un liberal que a un abortista. O a un liberal abortista: ahí tenemos, por ejemplo, al escritor Vargas Llosa retirando su apoyo al PP porque no defendía con suficiente ardor el aborto, que es lo que a su parecer exige un liberalismo de buten. Para mí que eso de proclamarse liberal, antes que una declaración de principios ideológicos, es la última adscripción no peyorativa que le resta a la derecha, toda vez que proclamarse conservador en el Matrix progre es como proclamarse fascista, o siquiera reaccionario. Pero que lo tilden a uno de reaccionario puede ser un timbre de gloria, como lo prueba aquel envío de Antonio Machado a Azorín: «¡Admirable Azorín, el reaccionario/ por asco de la greña jacobina!». El argentino Leonardo Castellani, otro admirable reaccionario por asco de la época que le tocó vivir (menos greñuda que la nuestra, sin embargo), escribió diatribas formidables contra el liberalismo, esa «niebla ponzoñosa» que ha hecho caer al hombre en cinco idolatrías nefastas: 1) Idolatría de la Ciencia, con la cual el hombre quiso hacer otra torre de Babel que llegase hasta el cielo; 2) Idolatría del Progreso, nuevo Becerro de Oro con el cual creyó que haría en poco tiempo otro Paraíso terrenal; 3) Idolatría de la Carne, a la cual se le pidió el cielo y las delicias del Edén, pero la carne desvestida, exhibida, mimada y adorada ha sido a la postre destrozada y amontonada como estiércol; 4) Idolatría del Placer, con la cual se quiere hacer del mundo un perpetuo carnaval y convertir a los hombres en chiquilines agitados e irresponsables; y -last but not least- 5) Idolatría de la libertad, con la cual se quiere hacer de cada hombre un caprichoso caudillejo.
«Esta obsesión de la libertad -nos enseña Castellani- vino a servir maravillosamente a las fuerzas económicas y al poder del Dinero, que también andaban con la obsesión de que los dejasen en paz. Los dejaron en paz: triunfaron sobre el alma y la sangre la técnica y la mercadería; y se inauguró en todo el mundo una época en que nunca se ha hablado tanto de libertad y nunca el hombre ha sido en realidad menos libre». El liberalismo acabó engendrando la libertad enloquecida del Dinero, que fue lo que a la postre trajo el comunismo en el siglo XX; y también ha engendrado, en estos albores del siglo XXI, la creencia no menos enloquecida en una especie de Reino de la Paz Perpetua y las Delicias Universales, producto de la Ciencia, la Libertad y la Democracia; Reino que, básicamente, consiste -como Castellani profetizó con clarividencia- en que «un grupo de sabios socialistas, bajo la coartada de adoración al Hombre, gobiernen el mundo autocráticamente y con poderes tan extraordinarios que no los soñó Licurgo». El liberalismo, en fin, es el caldo de cultivo que la derecha aliña, creando las condiciones sociales, económicas y morales óptimas para el triunfo de la izquierda, que es la que mejor ha sabido vender las falsificaciones de la libertad inventadas por el liberalismo. Falsificaciones catastróficas para el hombre, que creyendo «elegir libremente» no hace sino ahondar en su esclavitud.”
Juan Manuel de Prada
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quarta-feira, julho 02, 2008
Estábamos en lo cierto
Aunque supimos de cómo iban las negociaciones entre Roma y la Hermandad de San Pío X en todo momento hemos querido ser discretos. En A Casa de Sarto, utilizando informaciones procedentes tanto de Roma como de Menzingen, estuvimos entre los primeros en poder decir que lo que decía la prensa oficial era falso, que los mass media estaban intoxicando y que se abría una luminosa esperanza porque Monseñor Fellay había dado una respuesta mucho más positiva que lo podían sugerir sus anteriores intervenciones. Ahora una bitácora semi-oficiosa como Rorate Coeli corrobora lo que nosotros decíamos esta misma mañana, aunque la noticia nosotros la teníamos desde ayer mismo. Incluso supe por mí mismo en cuanto tuve noticia de ello que la misteriosa, y providencial, filtración de ciertos hechos había sido hecha a Andrea Tornielli, gran conocedor de los entresijos vaticanos. Trucos viejos de periodista ...
Critiqué, más que duramente –insisto- utilicé un recurso retórico “a lo Quevedo” por mi espoleo a Monseñor Fellay para que estableciera los canales que fuera preciso –sin retraso, sin dilaciones- con Roma. Se me ha dicho de todo, desde que ahora me alineo con los “enemigos”, o que les sirvo, hasta que he hecho un pésimo servicio a la Hermandad de San Pío X. Dos personas me han comprendido un poco más que otros, y a ellos les quiero dar las gracias. En primer lugar a un Sacerdote desconocido norteamericano, un no-tradicionalista que empieza a decir la Misa Tridentina (carry on, Father!), y que me ha calado perfectamente al decirme: “… ultimately people like you are the hardest line of defense for the SSPX …!. Chapeau, Father! Y a La honda de David, que sabía por dónde iban mis tiros de largo alcance. Mi hermano en la Fe JSarto también supo desde el primer momento que mi crítica era por forma, no por fondo, y que mi lealtad hacia la Tradición era la misma que desde que la encontré hace ya unos 20 años. Espero que mi amigo “Chanza” lo comprenda … si es que lo quiere comprender. Sigo estando exactamente donde estaba.
Lo he pasado mal en estos tiempos. No me importa la correspondencia, mucha de amigos y conocidos, poniéndome a parir y tirándome por tierra. Incluso se me ha atacado sin fundamento desde otros lugares del internet. Se me acusaba de socavar la posición de la Hermandad y qué sé yo de otros males. Insisto para nuestros lectores que de no haber tenido la información tan precisa que teníamos en A Casa de Sarto, jamás me hubiese lanzado a escribir de la manera que lo he hecho. Me alegro de que mis sufrimientos morales, psicológicos y físicos en estos últimos días y semanas hayan sido en paralelo con la Hermandad de San Pío X y con la Santa Madre Iglesia. Pero, ¿se acuerda de los dolores de parto la mujer una vez ha dado a luz? Yo ni me acuerdo. Doy gracias enormes a Dios Nuestro Señor por esto y mi alegría es grande de que este primer paso se ha dado.
Ahora espero que una bitácora tan leidísima –pero que se ha comportado de manera tan absolutamente superficial como insultante, amén de errónea, como La Cigüeña de la Torre, rectifique su pésimo post sobre los “lefebvristas” (sic). Pacopepe, a quien muchos llevamos leyendo años, desde cuando era un desconocido autor en la revista Verbo (Speiro) y en Siempre p’alante, me parece a veces demasiado visceral, incluso superficial en alguno de sus análisis, pero tiene una virtud que le honra: se retracta inmediatamente. Espero que un hombre de buen corazón como él haga honor a esta fama de corregir sus yerros que le caracteriza.
Ahora, quiero ir un paso más adelante, como sé que esto llegará a Menzingen y a Roma, me permito una vez más insistir en varios puntos:
1) Que la Hermandad de San Pío X no debe tomarse a mal el poco prudente tempo de los Redentoristas Transalpinos. Ya he dicho que no ha sido prudente el dar las noticias de su regularización justo en este preciso momento. Y ya he dicho que hubiera sido deseable un poco más de lealtad por parte de los Redentoristas hacia la Hermandad, a quien tanto deben. Pero de donde no hay no se puede sacar e, insisto, Roma no ha jugado ninguna táctica de laminado sibilino en este asunto.
2) Que ahora, más que nunca, suplico a todos los Superiores de Distrito y Sacerdotes de la Hermandad que mantengan una postura sin fisuras respecto a Roma. Una cosa quiero decir: me consta de manera fehaciente que la solución canónica que Roma brinda a la Hermandad es una solución blindada. No hay por qué temer en asuntos de Liturgia y de Apostolado. Ni tampoco Roma va a incautarse de propiedad alguna de la Hermandad de San Pío X. Si fuera distinto jamás hubiera yo apoyado un acuerdo con Roma. Lo más peligroso que puede sucedernos es que se pierdan Sacerdotes aquí y allá, y con ellos fieles, por culpa de toda esta situación. Déjese ahora a la cúpula de la Hermandad ahora llevar la negociación con Roma con la mayor serenidad del mundo. A los miembros de la Orden Tercera de la HSPX cabe instarles a lo mismo, pero me atrevo a suplicar por amor de Dios y de su Santa Iglesia idéntica actitud hacia todos los que recibimos el apostolado de la Hermandad de San Pío X.
3) Que nadie, en particular Roma, debiera cebarse con Monseñor Williamson. Voy a defender a Monseñor Williamson a capa y espada. Creo que ha sido víctima de su propia personalidad, de su propia tendencia a la hipérbole, de haber sido discípulo de Winchester College (aunque él diga lo contrario) y, ¿por qué no decirlo? de cierta confusión e indecisión de Monseñor Fellay en las semanas previas. Afirmo, y repito, lo que ya he dicho en A Casa de Sarto: Monseñor Williamson es de los cuatro Obispos el que tiene más Romanitas. Le adorna, además, una formidable inteligencia. Temo que algunos no conocen a Su Ilustrísima suficientemente en el plano personal, donde se muestra como un agudísimo conocedor de la realidad. El que Monseñor Williamson tenga ese toque hiperbólico no quiere decir que esté enfrentado a Roma ni que se cierre en banda a una regularización de la Hermandad con Roma, como un análisis superficial pudiera sugerir. Invito a quienes conocen el percal a que hagan un acopio de hechos. Digo hechos, más que palabras y más que opiniones. Hechos puros y duros. Lo fácil es ahora darle palos a Monseñor Williamson por sus últimas declaraciones. Lo sensato es pensar en los hechos. A buen entendedor pocas palabras sobran.
4) Y lo más importante de todo: que todos los católicos de buen corazón ofrezcan sus sufrimientos cotidianos por la buena marcha de la Iglesia y de la Tradición, amén de cuantas oraciones sean posibles. Quiero dar las gracias muy efusivamente a las religiosas que en este momento están rezando por este motivo. Sin esos pararrayos divinos no íbamos ni a la vuelta de la esquina.
Por mi parte, salvo que haya algo que considere que mis palabras pueden servir un bien público, no tengo más que decir respecto a la negociación entre la Hermandad de San Pío X y Roma.
A Monseñor Fellay mis felicitaciones. Ha demostrado un enorme sentido común y sabiduría, como es propio de un Apóstol. Y también mis felicitaciones al Cardenal Castrillón Hoyos. Ha demostrado generosidad y magnanimidad, como se le supone a un Príncipe de la Iglesia. Pero sobre todo, sobre todo, gracias al Santo Padre. Sé que tiene una espina clavada porque sabe que la excomunión a Monseñor Lefebvre y a todos los demás Obispos fue inicua. Pero, más aún, porque se da cuenta de que sin Tradición la Iglesia no puede volver a ser la levadura que fermente el mundo.
Oremus … et laboremus!
¡Viva Monseñor Lefebvre!
Rafael Castela Santos
Critiqué, más que duramente –insisto- utilicé un recurso retórico “a lo Quevedo” por mi espoleo a Monseñor Fellay para que estableciera los canales que fuera preciso –sin retraso, sin dilaciones- con Roma. Se me ha dicho de todo, desde que ahora me alineo con los “enemigos”, o que les sirvo, hasta que he hecho un pésimo servicio a la Hermandad de San Pío X. Dos personas me han comprendido un poco más que otros, y a ellos les quiero dar las gracias. En primer lugar a un Sacerdote desconocido norteamericano, un no-tradicionalista que empieza a decir la Misa Tridentina (carry on, Father!), y que me ha calado perfectamente al decirme: “… ultimately people like you are the hardest line of defense for the SSPX …!. Chapeau, Father! Y a La honda de David, que sabía por dónde iban mis tiros de largo alcance. Mi hermano en la Fe JSarto también supo desde el primer momento que mi crítica era por forma, no por fondo, y que mi lealtad hacia la Tradición era la misma que desde que la encontré hace ya unos 20 años. Espero que mi amigo “Chanza” lo comprenda … si es que lo quiere comprender. Sigo estando exactamente donde estaba.
Lo he pasado mal en estos tiempos. No me importa la correspondencia, mucha de amigos y conocidos, poniéndome a parir y tirándome por tierra. Incluso se me ha atacado sin fundamento desde otros lugares del internet. Se me acusaba de socavar la posición de la Hermandad y qué sé yo de otros males. Insisto para nuestros lectores que de no haber tenido la información tan precisa que teníamos en A Casa de Sarto, jamás me hubiese lanzado a escribir de la manera que lo he hecho. Me alegro de que mis sufrimientos morales, psicológicos y físicos en estos últimos días y semanas hayan sido en paralelo con la Hermandad de San Pío X y con la Santa Madre Iglesia. Pero, ¿se acuerda de los dolores de parto la mujer una vez ha dado a luz? Yo ni me acuerdo. Doy gracias enormes a Dios Nuestro Señor por esto y mi alegría es grande de que este primer paso se ha dado.
Ahora espero que una bitácora tan leidísima –pero que se ha comportado de manera tan absolutamente superficial como insultante, amén de errónea, como La Cigüeña de la Torre, rectifique su pésimo post sobre los “lefebvristas” (sic). Pacopepe, a quien muchos llevamos leyendo años, desde cuando era un desconocido autor en la revista Verbo (Speiro) y en Siempre p’alante, me parece a veces demasiado visceral, incluso superficial en alguno de sus análisis, pero tiene una virtud que le honra: se retracta inmediatamente. Espero que un hombre de buen corazón como él haga honor a esta fama de corregir sus yerros que le caracteriza.
Ahora, quiero ir un paso más adelante, como sé que esto llegará a Menzingen y a Roma, me permito una vez más insistir en varios puntos:
1) Que la Hermandad de San Pío X no debe tomarse a mal el poco prudente tempo de los Redentoristas Transalpinos. Ya he dicho que no ha sido prudente el dar las noticias de su regularización justo en este preciso momento. Y ya he dicho que hubiera sido deseable un poco más de lealtad por parte de los Redentoristas hacia la Hermandad, a quien tanto deben. Pero de donde no hay no se puede sacar e, insisto, Roma no ha jugado ninguna táctica de laminado sibilino en este asunto.
2) Que ahora, más que nunca, suplico a todos los Superiores de Distrito y Sacerdotes de la Hermandad que mantengan una postura sin fisuras respecto a Roma. Una cosa quiero decir: me consta de manera fehaciente que la solución canónica que Roma brinda a la Hermandad es una solución blindada. No hay por qué temer en asuntos de Liturgia y de Apostolado. Ni tampoco Roma va a incautarse de propiedad alguna de la Hermandad de San Pío X. Si fuera distinto jamás hubiera yo apoyado un acuerdo con Roma. Lo más peligroso que puede sucedernos es que se pierdan Sacerdotes aquí y allá, y con ellos fieles, por culpa de toda esta situación. Déjese ahora a la cúpula de la Hermandad ahora llevar la negociación con Roma con la mayor serenidad del mundo. A los miembros de la Orden Tercera de la HSPX cabe instarles a lo mismo, pero me atrevo a suplicar por amor de Dios y de su Santa Iglesia idéntica actitud hacia todos los que recibimos el apostolado de la Hermandad de San Pío X.
3) Que nadie, en particular Roma, debiera cebarse con Monseñor Williamson. Voy a defender a Monseñor Williamson a capa y espada. Creo que ha sido víctima de su propia personalidad, de su propia tendencia a la hipérbole, de haber sido discípulo de Winchester College (aunque él diga lo contrario) y, ¿por qué no decirlo? de cierta confusión e indecisión de Monseñor Fellay en las semanas previas. Afirmo, y repito, lo que ya he dicho en A Casa de Sarto: Monseñor Williamson es de los cuatro Obispos el que tiene más Romanitas. Le adorna, además, una formidable inteligencia. Temo que algunos no conocen a Su Ilustrísima suficientemente en el plano personal, donde se muestra como un agudísimo conocedor de la realidad. El que Monseñor Williamson tenga ese toque hiperbólico no quiere decir que esté enfrentado a Roma ni que se cierre en banda a una regularización de la Hermandad con Roma, como un análisis superficial pudiera sugerir. Invito a quienes conocen el percal a que hagan un acopio de hechos. Digo hechos, más que palabras y más que opiniones. Hechos puros y duros. Lo fácil es ahora darle palos a Monseñor Williamson por sus últimas declaraciones. Lo sensato es pensar en los hechos. A buen entendedor pocas palabras sobran.
4) Y lo más importante de todo: que todos los católicos de buen corazón ofrezcan sus sufrimientos cotidianos por la buena marcha de la Iglesia y de la Tradición, amén de cuantas oraciones sean posibles. Quiero dar las gracias muy efusivamente a las religiosas que en este momento están rezando por este motivo. Sin esos pararrayos divinos no íbamos ni a la vuelta de la esquina.
Por mi parte, salvo que haya algo que considere que mis palabras pueden servir un bien público, no tengo más que decir respecto a la negociación entre la Hermandad de San Pío X y Roma.
A Monseñor Fellay mis felicitaciones. Ha demostrado un enorme sentido común y sabiduría, como es propio de un Apóstol. Y también mis felicitaciones al Cardenal Castrillón Hoyos. Ha demostrado generosidad y magnanimidad, como se le supone a un Príncipe de la Iglesia. Pero sobre todo, sobre todo, gracias al Santo Padre. Sé que tiene una espina clavada porque sabe que la excomunión a Monseñor Lefebvre y a todos los demás Obispos fue inicua. Pero, más aún, porque se da cuenta de que sin Tradición la Iglesia no puede volver a ser la levadura que fermente el mundo.
Oremus … et laboremus!
¡Viva Monseñor Lefebvre!
Rafael Castela Santos
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El «genio religioso» de Lutero
Sacado de aquí.
«Cuando un periódico abre sus páginas a un maestro, su lectura se convierte en un festín de la inteligencia; y esa bendición acaba de caernos a los lectores de ABC con la incorporación de Eugenio Trías, que ayer se estrenaba con una estimulante tercera titulada «La Biblia y nuestros hábitos lectores». Tan estimulante que me lleva a polemizar con el maestro, solicitando la benevolencia del lector. En su tercera, Trías proponía que la indigencia lectora de los españoles podría tener su origen en el «catolicismo romano», que a diferencia de las confesiones reformadas ha sido reticente «a entregar al feligrés el texto bíblico». Trías considera con buen criterio que leer la Biblia «podría ser el mejor modo de fortalecer la conciencia religiosa». Falta determinar, sin embargo, si la modalidad luterana de lectura bíblica ha traído al mundo el fortalecimiento de tal conciencia, o más bien lo contrario.
La Reforma de Lutero hizo realidad amarga la parábola de la cizaña y el trigo. Lutero, en un rapto megalómano, quiso arrancar antes de tiempo esa cizaña (la corrupción de la Iglesia) y lo que hizo más bien fue desperdigarla. Rompió la unidad de la Iglesia, trayendo a cambio libertad, muchisísima libertad: libre examen, libre expresión de la fe religiosa, libre lectura de la Biblia, etcétera. Tantisísima libertad que, a la postre, el protestantismo se quedó hecho unos zorros; y, si no desapareció del todo, fue porque restauró una serie de cosas -subsistentes en la Iglesia católica- que había empezado por repudiar: liturgia, organización eclesiástica, etcétera. Decía Chesterton que la confianza en nuestro padre no nace de que lo consideremos un montón de verdades, sino alguien que dice la verdad; y las verdades en las que cree el católico no están en un amontonamiento informe de dogmas, sino en la vida viva de la Iglesia, que les da forma y sentido. Esta idea del magisterio vivo de la Iglesia no logró entenderla Lutero, que presentó la inspiración personal de cada hombre aferrado a su Biblia como una liberación de la tiranía papal. Lutero ignoraba -o fingió que ignoraba- que la ayuda del Espíritu prometida a la Iglesia no quiere decir que cada quisque se puede convertir en exegeta cada vez que lee la Biblia.
Ya sabemos cuál es la novedad teológica introducida por Lutero, su «genio religioso». Consiste en decir que Jesús ya sufrió por nuestros pecados y que, por lo tanto, ya estamos perdonados; así que, para salvarnos, basta con que se nos apliquen los méritos de Jesús por medio de la fe. Así, si piensas que crees, esa fe basta; pero cuando no vives como piensas, terminas pensando como vives. La palabra, bien lo sabe Trías, no es en sí misma sabiduría, sino sirvienta de la sabiduría; y, cuando se rebela contra esa servidumbre, se convierte en charlatanería vacua. Como escribió el gran Castellani con su habitual gracejo, «desde que Lutero aseguró a cada lector de la Biblia la asistencia del Espíritu Santo, esta persona de la Santísima Trinidad empezó a decir unas macanas espantosas». La lectura de la Biblia requiere la estrella de la fe, pero también conocimientos culturales sólidos y hábitos curtidos de meditación. La lectura luterana de la Biblia desató la enfermedad de la inteligencia denominada diletantismo, que luego ha contagiado la lectura en general y, por proceso virulento de metástasis, la cultura occidental toda: deseo orgulloso de saber sin estudiar, soberbia de la ignorancia, etcétera; lo cual, naturalmente, no tarda en complicarse con elementos de escepticismo y de destrucción voluptuosa del tesoro heredado de la tradición; elementos que alimentan y fortalecen la muerte de la conciencia religiosa. La lectura de la Biblia preconizada por Lutero ha traído, en definitiva, una suerte de fatuidad intelectual que convierte el deleite del entendimiento en un fin en sí mismo, cuando debería ser un medio para alcanzar la sabiduría. Y los deleites del entendimiento acaban degenerando, inevitablemente, en aberraciones del entendimiento: y, así, hay gente que lee el Cantar de los Cantares como si fuese una especie de Kamasutra finolis, y el Apocalipsis como si fuese un compendio de astrología patafísica, y los Evangelios como si fuesen una colección de dulces consejas moralistas. ¡Bendita reticencia del catolicismo romano a este tipo de lectura bíblica! En esa heroica reticencia subsiste la poca sabiduría que resta en el mundo.»
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
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«Cuando un periódico abre sus páginas a un maestro, su lectura se convierte en un festín de la inteligencia; y esa bendición acaba de caernos a los lectores de ABC con la incorporación de Eugenio Trías, que ayer se estrenaba con una estimulante tercera titulada «La Biblia y nuestros hábitos lectores». Tan estimulante que me lleva a polemizar con el maestro, solicitando la benevolencia del lector. En su tercera, Trías proponía que la indigencia lectora de los españoles podría tener su origen en el «catolicismo romano», que a diferencia de las confesiones reformadas ha sido reticente «a entregar al feligrés el texto bíblico». Trías considera con buen criterio que leer la Biblia «podría ser el mejor modo de fortalecer la conciencia religiosa». Falta determinar, sin embargo, si la modalidad luterana de lectura bíblica ha traído al mundo el fortalecimiento de tal conciencia, o más bien lo contrario.
La Reforma de Lutero hizo realidad amarga la parábola de la cizaña y el trigo. Lutero, en un rapto megalómano, quiso arrancar antes de tiempo esa cizaña (la corrupción de la Iglesia) y lo que hizo más bien fue desperdigarla. Rompió la unidad de la Iglesia, trayendo a cambio libertad, muchisísima libertad: libre examen, libre expresión de la fe religiosa, libre lectura de la Biblia, etcétera. Tantisísima libertad que, a la postre, el protestantismo se quedó hecho unos zorros; y, si no desapareció del todo, fue porque restauró una serie de cosas -subsistentes en la Iglesia católica- que había empezado por repudiar: liturgia, organización eclesiástica, etcétera. Decía Chesterton que la confianza en nuestro padre no nace de que lo consideremos un montón de verdades, sino alguien que dice la verdad; y las verdades en las que cree el católico no están en un amontonamiento informe de dogmas, sino en la vida viva de la Iglesia, que les da forma y sentido. Esta idea del magisterio vivo de la Iglesia no logró entenderla Lutero, que presentó la inspiración personal de cada hombre aferrado a su Biblia como una liberación de la tiranía papal. Lutero ignoraba -o fingió que ignoraba- que la ayuda del Espíritu prometida a la Iglesia no quiere decir que cada quisque se puede convertir en exegeta cada vez que lee la Biblia.
Ya sabemos cuál es la novedad teológica introducida por Lutero, su «genio religioso». Consiste en decir que Jesús ya sufrió por nuestros pecados y que, por lo tanto, ya estamos perdonados; así que, para salvarnos, basta con que se nos apliquen los méritos de Jesús por medio de la fe. Así, si piensas que crees, esa fe basta; pero cuando no vives como piensas, terminas pensando como vives. La palabra, bien lo sabe Trías, no es en sí misma sabiduría, sino sirvienta de la sabiduría; y, cuando se rebela contra esa servidumbre, se convierte en charlatanería vacua. Como escribió el gran Castellani con su habitual gracejo, «desde que Lutero aseguró a cada lector de la Biblia la asistencia del Espíritu Santo, esta persona de la Santísima Trinidad empezó a decir unas macanas espantosas». La lectura de la Biblia requiere la estrella de la fe, pero también conocimientos culturales sólidos y hábitos curtidos de meditación. La lectura luterana de la Biblia desató la enfermedad de la inteligencia denominada diletantismo, que luego ha contagiado la lectura en general y, por proceso virulento de metástasis, la cultura occidental toda: deseo orgulloso de saber sin estudiar, soberbia de la ignorancia, etcétera; lo cual, naturalmente, no tarda en complicarse con elementos de escepticismo y de destrucción voluptuosa del tesoro heredado de la tradición; elementos que alimentan y fortalecen la muerte de la conciencia religiosa. La lectura de la Biblia preconizada por Lutero ha traído, en definitiva, una suerte de fatuidad intelectual que convierte el deleite del entendimiento en un fin en sí mismo, cuando debería ser un medio para alcanzar la sabiduría. Y los deleites del entendimiento acaban degenerando, inevitablemente, en aberraciones del entendimiento: y, así, hay gente que lee el Cantar de los Cantares como si fuese una especie de Kamasutra finolis, y el Apocalipsis como si fuese un compendio de astrología patafísica, y los Evangelios como si fuesen una colección de dulces consejas moralistas. ¡Bendita reticencia del catolicismo romano a este tipo de lectura bíblica! En esa heroica reticencia subsiste la poca sabiduría que resta en el mundo.»
Juan Manuel de Prada
www.juanmanueldeprada.com
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Rafael Castela Santos
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quarta-feira, julho 02, 2008
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¿Luz al final del túnel?
Las informaciones obtenidas por A Casa de Sarto en Italia, luego contrastadas por informaciones en Suiza, hablan de una carta que Monseñor Fellay habría escrito al Santo Padre en un tono que permite abrigar cierto espíritu de colaboración entre Roma y la Hermandad de San Pío X. Ayer escribimos que podría haber un rayo de esperanza y nos ratificamos que a día de hoy la situación es mejor, con mucha menos tensión que los días pasados. Podemos afirmar a nuestros lectores que en este momento se abre una vía que puede conducir a algún tipo de acuerdo o arreglo. Esto es nuevo porque las últimas declaraciones de Monseñor Fellay habían dificultado mucho esto y se había creado una tensión a nuestro juicio innecesaria.
Un excelente análisis ha sido realizado en Athanasius contra Mundum, el cual recomendamos fehacientemente. Coincidimos con Athanasius contra Mundum en que condiciones impuestas por Roma nos parecen perfectamente aceptables para la Hermandad pero seguimos percibiendo que Roma trata de manera muy distinta a la Tradición que a aquellos que abiertamente predican herejías no son quitados, siquiera amonestados, de sus cátedras y púlpitos católicos.
Hoy los Redentoristas Transalpinos de Papa Stronsay (Escocia) han anunciado públicamente su regularización canónica con Roma. Lo hacen con una carta en que insisten hasta la saciedad en el gozo que les produce la “comunión plena” con Roma. Quizás fuera bueno que desde la Hermandad de San Pío X no se pensase que Roma está intentando fragmentar la Tradición. En este caso la evidencia indica que todo esto viene de los Redentoristas Transalpinos y que Roma no ha estado jugando ni sucio ni por detrás en todo esto.
Personalmente hubiera deseado que los Redentoristas hubieran permanecido al lado de la Hermandad en estos momentos o que, al menos, hubieran tenido el suficiente tino de anunciarlo públicamente una vez que las negociaciones entre la Hermandad y Roma estuvieran ya sobre raíles. Pero esto, quizás, es mucho esperar de los Redentoristas.
Mi enhorabuena para los Redentoristas Transalpinos.
Rafael Castela Santos
Un excelente análisis ha sido realizado en Athanasius contra Mundum, el cual recomendamos fehacientemente. Coincidimos con Athanasius contra Mundum en que condiciones impuestas por Roma nos parecen perfectamente aceptables para la Hermandad pero seguimos percibiendo que Roma trata de manera muy distinta a la Tradición que a aquellos que abiertamente predican herejías no son quitados, siquiera amonestados, de sus cátedras y púlpitos católicos.
Hoy los Redentoristas Transalpinos de Papa Stronsay (Escocia) han anunciado públicamente su regularización canónica con Roma. Lo hacen con una carta en que insisten hasta la saciedad en el gozo que les produce la “comunión plena” con Roma. Quizás fuera bueno que desde la Hermandad de San Pío X no se pensase que Roma está intentando fragmentar la Tradición. En este caso la evidencia indica que todo esto viene de los Redentoristas Transalpinos y que Roma no ha estado jugando ni sucio ni por detrás en todo esto.
Personalmente hubiera deseado que los Redentoristas hubieran permanecido al lado de la Hermandad en estos momentos o que, al menos, hubieran tenido el suficiente tino de anunciarlo públicamente una vez que las negociaciones entre la Hermandad y Roma estuvieran ya sobre raíles. Pero esto, quizás, es mucho esperar de los Redentoristas.
Mi enhorabuena para los Redentoristas Transalpinos.
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quarta-feira, julho 02, 2008
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terça-feira, julho 01, 2008
¿Un poco de esperanza?
Gentileza de La honda de David, quien nos dice que cobremos ánimo, quiero apuntar aquí a un enlace que sostiene que quizás las cosas sean un poco mejores de lo que parecieran.
Monseñor Fellay ha escrito al Cardenal Castrillón Hoyos. Nada sabemos en firme del contenido de esta carta. Quién sabe. A lo mejor las cosas van por buen camino.
Sigamos pues rezando.
Rafael Castela Santos
Monseñor Fellay ha escrito al Cardenal Castrillón Hoyos. Nada sabemos en firme del contenido de esta carta. Quién sabe. A lo mejor las cosas van por buen camino.
Sigamos pues rezando.
Rafael Castela Santos
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terça-feira, julho 01, 2008
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