sexta-feira, dezembro 31, 2004

Breves - 3

- Na torrente informativa que se seguiu ao terrível maremoto no Oceano Índico, em não despicienda parte de uma morbidez sensacionalista absolutamente desnecessária - aquele prazer doentio em filmar cadáveres com o horror do momento final neles estampado… -, ouvi não sei em que canal televisivo o comentário de uma jornalista que afirmava ter sido a catástrofe apocalíptica. Ora, mesmo sem o saber, por uma vez, alguém da comunicação social televisiva disse algo de acertado. E, já agora, auxiliemos os sobreviventes do desastre, mas não menos importante, rezemos pelas almas de todos aqueles que nele perderam as suas vidas, de um modo especial pelas dos turistas vindos de um Ocidente cada vez mais descristianizado e que em terras distantes encontraram inesperadamente a morte;

- O maremoto na Ásia passou para segundo plano muitas outras notícias: por exemplo, quem ainda se recorda que na véspera de Natal arribou em Fuerteventura, nas Canárias, um barco, abandonado pela respectiva tripulação, com a sinistra carga de treze imigrantes ilegais falecidos em resultado da fome e da sede que sofreram a bordo? Logo, as luminárias modernistas e progressistas do costume - no caso, as dioceses de Cádiz e de Ceuta -, num raciocínio que tem tanto de acéfalo como de alarve, vieram dizer que a culpa dessas mortes se devia às leis espanholas impeditivas de uma imigração totalmente livre e irrestrita; pelo contrário, relativamente à responsabilidade das redes de imigração ilegal e, sobretudo, à negligência criminosa das autoridades marroquinas para impedir a actividade daquelas, nada. Por esta lógica peregrina, terei de concluir que se um hipotético assaltante vier a ser morto durante uma tentativa de roubo a um banco, tão funesto evento deverá ser imputado às leis que obstam a que qualquer pessoa se possa abastecer a seu bel-prazer, sem limites, de dinheiro em tais estabelecimentos, forçando assim à perpetração do roubo;

- Num fracote programa televisivo de que vi parte por mera casualidade, e ao qual o Pedro Guedes também já fez referência, assisti ao Barnabé-mor rotular o capitalismo de "intrinsecamente injusto". Não serei eu que irei agora aqui defender o capitalismo, muito especialmente na sua imoral faceta mundialista e plutocrática; nem, por outro lado, os capitalistas precisam de minha insignificância para lhes prestar quaisquer fretes. Enfim, eles que se entendam com o dito Barnabé-mor, já que com tanta facilidade lhe cedem os galarins dos órgãos de comunicação social que controlam, a começar pela asquerosa SIC. Todavia, não posso deixar de assinalar a apropriação descarada que o predito Barnabé-mor fez das palavras proferidas pelo Papa Pio XI, na célebre encíclica "Divini Redemptoris": é que se o capitalismo é intrinsecamente injusto - o que, apesar de tudo, é bastante discutível -, não menos certo, e isso sim, é o comunismo ser intrinsecamente perverso;

- Ao patrocinar a realização em Lisboa do encontro de jovens da Comunidade de Taizé, D. José Policarpo, para além de promover um indiferentismo religioso extremo, que nada possui de católico mas muito de jacobino, assume-se definitivamente como uma das faces visíveis do modernismo mais radical empenhado na destruição completa do pouco que ainda resta da Igreja Católica, fazendo tábua-rasa da posição tradicional sobre o ecumenismo, condensada na encíclica "Mortalium Animos", de autoria do Papa Pio XI. Percebe-se, pois, por que motivo os pasquins do costume rejubilam com a possibilidade de o Patriarca de Lisboa poder vir futuramente a exercer funções em Roma; compreende-se também por que razão na diocese de Lisboa, fora da Capela da Fraternidade de São Pio X, é impossível encontrar um local onde seja celebrada a Missa de rito latino-gregoriano ou tridentina…

- Finalmente, aproveito estas breves considerações para desejar a todos os meus leitores e visitantes um Bom Ano de 2005!

¿Paidofilia en la Iglesia norteamericana?

De un tiempo a esta parte de han destapado varios casos de “pederastia” o “paidofilia”, según los media, en Estados Unidos. Son ya famosos los múltiples casos de la diócesis de Boston, aunque ha habido casos en otros lugares. Y ahora salta la diócesis de San Luis, en Missouri, que fue la diócesis con más población católica (casi un 90 %) en Norteamérica en los años previos al Vaticano II.
Primero hagamos una puntualización para llamar a las cosas por su nombre. Aunque parece estar probado que ha habido casos de Sacerdotes y/o religiosos que han abusado de niños, la gran mayoría de los casos son con adolescentes –postpuberales- del mismo sexo. Estrictamente hablando esto es sodomía, homosexualidad. La pederastia o paidofilia lo es, por definición, con prepúberes. ¿Por qué se oculta esta homosexualidad o sodomía y se la llama con distintos nombres? Como la prensa ya ha dicho, los casos de heterosexualidad son poquísimos. Hay ingenuos (o malintencionados) que afirman que la causa de la “pederastia”, en realidad sodomía, es el voto de castidad de los Sacerdotes, que según ellos están “reprimidos”. Dudo mucho que el Matrimonio fuese de utilidad alguna a los Sacerdotes culpables de “pederastia” (repito, en realidad sodomía) porque –para empezar- estos Sacerdotes parecen estar poco interesados en las mujeres, como sería de desear en hombres sanos.
Segundo denunciemos el encubrimiento que algunos Obispos estadounidenses han hecho de semejante escándalo. El Código Canónico, no sólo el antiguo de 1917, sino el descafeinado de 1983, prevee penas y sanciones durísimas para estos pecados de escándalo, aquellos mismos de los que Nuestro Señor dijo que les era mejor tirarse al mar con una piedra de molino atada a sus cuellos. Y esto con independencia de las sanciones civiles o penales en que incurrieren. Lo cierto es que algunos Obispos americanos han ocultado la sodomía activa de algunos de sus Sacerdotes. Aquí y allá se escuchan testimonios de ex-seminaristas norteamericanos expulsados de sus Seminarios diocesanos por “conservadores” (sic) y “heterosexuales” (sic!). Una prueba más del mal que corroe esta Iglesia postconciliar pues en tiempos previos al Vaticano II el tener simplemente inclinaciones homosexuales era un impedimento para el Sacerdocio. ¿Por qué la Jerarquía tolera que muchos seminarios diocesanos sean un pozo de aberración doctrinal y sexual? ¿Por qué no se emplean las penas y mecanismos previstos en el Código Canónico para castigar ejemplarmente a los reos de escándalo tan grave sobre inocentes?
La respuesta puede estar en San Pablo, quien nos dice que nuestra lucha no es contra hombres, sino contra Príncipes y Potestades que están en los aires. Es decir, no contra hombres, sino contra demonios, contra ángeles caídos. El Padre Malachi Martin, del que A Casa de Sarto va a tener que hablar más y más en un futuro, concedió unas entrevistas a Bernard Jansen publicadas por Triumph Communications que son de todo punto recomendables. Malachi Martin fue el exorcista oficial de la diócesis de Nueva York durante 10 años y escribió la famosa novela Windsept House, donde él mismo reconoció que “el 95 % de lo que cuenta es realidad”. Pues bien, de este mismo Malachi Martin –que algunos dicen que murió asesinado, si bien no hay una prueba definitiva al respecto- el New York Times y el Washington Post dijeron que era “el hombre que más sabía de lo que pasaba en el Vaticano”. Siendo ambos media poco sospechosos de filocatólicos y menos aún filotradicionales esta aseveración vale su peso en oro. Malachi Martin se hartó de señalar que lo que él llamaba la “mafia homosexual” de clérigos estaba supeditada y controlada por la “mafia satánica” y cómo eran los satanistas (entre los que incluyó al difunto y todopoderoso Cardenal Bernardin, de Chicago) quienes chantajeaban a la “mafia homosexual” para sus propios fines. Fue el Padre Martin quien hizo pública la denuncia de la celebración de una Misa Negra en el Vaticano al comienzo del Concilio Vaticano II, simultánea a otra Misa Negra en una de las Carolinas donde se ofreció el sacrificio de un niño a Satanás como parte del ritual.
Al final el desastre postconciliar, que tantas veces tratamos de explicar en sus vertientes históricas, filosóficas y teológicas desde A Casa de Sarto, no se explica sin una presencia real del Maligno, del Enemigo. De Satanás. Y que en los espacios sagrados los clérigos y aspirantes a ello hayan caído en la sodomía –uno de los cuatro pecados que clama venganza al Cielo- no es más que un síntoma más de la “abominación de la desolación instalada en lugar santo”, por emplear las palabras del Profeta Daniel, un síntoma patognomónico de que la mordaza de Satanás nos oprime ahora como nunca.
Invoquemos humilde y piadosamente pues a Dios Santísimo y al Príncipe de la Celestial Milicia, San Miguel, para que defienda su Iglesia y el mundo entero de los asaltos del Maligno:
Sancte Michael Archangele, defende nos in praelio, contra nequitiam et insidias diaboli esto praesidium. Imperet illi Deus, supplices deprecamur: tuque, Princeps militiae coelestis, Satanam aliosque spiritus malignos, qui ad perditionem animarum pervagantur in mundo, divina virtute, in infernum detrude.

Rafael Castela Santos

quinta-feira, dezembro 30, 2004

Reflexiones sobre el Apokalypsis

... Le doy mi opinión. Y es la siguiente, como juicio general: pienso que deberíamos descartar todo Milenarismo, tanto material (que ha sido condenado por la Iglesia como herético) como espiritual (que la Iglesia no permite enseñar, y en todo caso afirmó no poderse enseñar con seguridad).
Es cierto que el Padre Castellani, respecto del Apocalipsis, ha dado una interpretación muy sólida, pues se basa en todo lo que de claro han dicho los Santos Padres, y ha gozado de una singular penetración en la inteligencia de los acontecimientos modernos, para hacer la aplicación a las profecías del Apocalipsis. Me parece que pocos autores se podrán consultar que den tanta luz como él. Pero, cuando aboga en favor del Milenarismo, me parece que hay que tomarlo con pinzas. Y esto por cuatro razones.
1º La primera es que esta doctrina de los mil años de reinado visible de Cristo con sus santos, y la previa resurrección de los mismos, y de la consiguiente Iglesia de los mil años, ha sido censurada por la Iglesia. Se podrá discutir si el documento del Santo Oficio del año 1947 es local, se podrá decir que no prohibe del todo la doctrina sino que sólo afirma que no puede enseñarse con seguridad, etc.; pero el espíritu es claro: la Iglesia jamás pondría trabas a que se enseñara una doctrina verdadera, que Ella reconoce como formando parte del depósito que se le ha confiado. Ahora bien, respecto de la doctrina milenarista espiritual, no quiere la Iglesia que se difunda, que se enseñe, que se sostenga (no me acuerdo de los términos exactos del decreto del Santo Oficio).
2º La segunda es que, según el decir del Papa Pío XII, la Iglesia no puede dejar de enseñar, y menos dejar en el olvido durante mucho tiempo, una doctrina que viene de los Apóstoles y forma parte del depósito de las verdades católicas (tal es el argumento que exhibe al proceder a la definición del dogma de la Asunción de María). Ahora bien, la doctrina del Milenarismo, incluso mitigado o espiritual, fue dejada en el olvido casi unánimemente por los doctores desde hace quince siglos. Es cierto que algunos Padres de la Iglesia (ocho si mal no recuerdo) lo profesaron, creyendo falsamente por San Papías que era doctrina recibida de los Apóstoles; y por ese motivo la Iglesia no lo condenará jamás, esto es, por el respeto debido a tales Padres; pero no es menos cierto que la Iglesia dejó de enseñarlo ya desde San Jerónimo y San Agustín.
3º La tercera es que, teológicamente, la doctrina del Milenarismo espiritual es una como «materialización de la esperanza», según una tendencia netamente judaica; esto es, pretende colocar el objeto de la esperanza en esta tierra, aunque sea de manera elevada, cuando en realidad la esperanza no tiene para nada la mira puesta en los bienes de acá abajo, sino apunta y suspira únicamente por las realidades del más allá.
4º La cuarta y última es que, en materia de exégesis, es incorrecta la actitud de querer explicar textos claros de la Escritura por medio de textos embrollados y oscuros; lo normal es lo contrario, que los textos oscuros se expliquen por medio de los textos claros. Ahora bien, en los diferentes textos donde la revelación nos habla de los últimos tiempos, el reino milenario reina justamente por su ausencia. Tales son los dos conocidos textos de la Apocalipsis sinóptica (especialmente tal como lo trae San Mateo en su capítulo 24), y el de la segunda Epístola a los Tesalonicenses. Nuestro Señor, después de describir la persecución y tribulación de los últimos días, presenta como acto seguido el Juicio Final, sin que haya ningún interludio de mil años; igualmente San Pablo, cuando describe lo que falta antes de la segunda venida de Cristo, la Parusía, dice sencillamente que ha de venir primero la apostasía, después el hombre del pecado o Anticristo, y luego ya la epifanía o manifestación de Cristo. No hay en estos textos ninguna mención clara y expresa de algo tan significativo como deberían serlo los mil años de reinado de Cristo, si tuvieran que realizarse de hecho. Por supuesto que se podrá decir que tanto el Juicio Final como la manifestación de Cristo son el reino de Cristo que se prolonga por mil años; pero a mí me parece que semejante interpretación fuerza el significado obvio de estos textos, sólo para hacerlos encajar con la frase oscura y enigmática de Apocalipsis 20. Mucho más natural resulta explicar el texto de Apocalipsis capítulo 20 a través de los claros de Mateo 24 y 2 Tesalonicenses 2.
Por supuesto que es legítimo intentar explicar cómo sucederán los últimos tiempos de la Iglesia, pues, como acertadamente dice el Padre Castellani, la revelación, y entre ella el Apocalipsis, no es un acertijo insoluble, sino una profecía que, si bien no se ve claramente antes de que se realice, tiene un significado determinado que Dios nos estimula a indagar. Con la ayuda de lo que ya sabían los autores antiguos, los Santos Padres, el Padre Enmanuel, el Padre Castellani, y a la luz de los acontecimientos actuales, nos es perfectamente legítimo tratar de esbozar la fisionomía de los últimos tiempos, aunque no siempre le demos en el clavo, y las cosas se presenten luego de manera diferente. El esfuerzo por intuir como serán las cosas nos habrá ayudado, al menos, a estar atento a las señales de los tiempos, a estar vigilantes con nuestra lámpara encendida y con aceite; lo cual no es poca cosa. Habrá además, como lo dice el Padre Enmanuel, una gracia especial que Dios concederá a los humildes (que Dios ya va concediendo), para adivinar o vislumbrar al menos lo esencial en la gran trama de los acontecimientos. Dejando de lado, pues, el Milenarismo por las razones que le dije, aquí le indico los principios que, a mi parecer, han de permitir la comprensión de los últimos acontecimientos.
1º El primero: me parece indiscutible que el Apocalipsis es un escrito profético, y no simplemente histórico, como han pretendido bastantes autores de todos los tiempos (vgr. una descripción simbólica de la caída de la Sinagoga y del Paganismo, o de las persecuciones romanas contra los cristianos, etc.). En efecto, siempre se ha considerado que los libros del Nuevo Testamento se dividen, como los del Antiguo, en históricos, sapienciales y proféticos; y sólo al Apocalipsis le encaja bien el apelativo de profético entre los libros del Nuevo Testamento. La clave de interpretación está contenida, a mi parecer, en el mismo Apocalipsis, capítulo 1, versículo 19: «Scribe quæ vidisti, et quæ sunt, et quæ oportet fieri post hæc»: Escribe lo que has visto. ¿Y qué has visto? Dos cosas: lo que ahora es, y lo que ha de suceder después de esto. Es decir, que San ha visto una doble realidad, o dos cosas que son una: algo que ya es, y algo que ha de ser; y las ha visto a la vez, como superpuestas, como por transparencia: es decir, ha visto algo que ya es (podría ser el imperio romano perseguidor del cristianismo), como figura o tipo de algo que debe ser (toda la historia de la Iglesia, perseguida, pero más especialmente en los últimos tiempos, a los que principalmente se refiere).
2º El segundo es una aplicación de lo dicho: las cartas o billetes a las siete Iglesias no son sólo, como pretenden esos autores de que le hablaba, unos avisos dirigidos por San Juan a los Obispos de las Iglesias mencionadas, válidos sólo para ese tiempo y desconectados del resto de la obra —que sería el único con alcance profético— (eso sería «lo que ya es»); sino que son, a su vez, verdaderas profecías de las siete principales épocas de la Iglesia, con que el Apocalipsis comienza su proyección histórica sobre el futuro (eso sería «lo que ha de ser»). El principal autor que así expone estas cartas, además de Castellani, es el Venerable Bartholomé Holtzhauser, en su explicación del Apocalipsis, de cuyo pensamiento hay un extracto en la introducción que Migne le hace al comentario de Cornelio Alápide sobre el Apocalipsis (por desgracia para usted, está en latín).
3º Sigamos. Hay que tener en cuenta, como señala Castellani, que las siete Iglesias, como los demás septenarios del Apocalipsis, están divididos en 4 + 3 (y el ternario, a su vez, en 2 + 1, el último designando invariablemente los tiempos de la Parusía). En las Iglesias, esta división quedará marcada por lo siguiente: las cuatro primeras Iglesias indican las etapas de crecimiento y desarrollo de la Iglesia —son cuatro Iglesias pujantes y vigorosas, cada vez más—, mientras que las otras tres son las etapas de declive de la Iglesia: combatida, empieza a ceder ante sus enemigos, hasta que, en la última Iglesia, se le dé al Anticristo el poder de guerrear contra los Santos y vencerlos. Y por eso mismo, me parece indiscutible que las cuatro primeras Iglesias son respectivamente, como lo dice el padre Holzhauser: Efeso, la Iglesia de los Apóstoles; Esmirna, la Iglesia de los Mártires; Pérgamo, la Iglesia de los Doctores; Tiatira, la Iglesia del Sacro Imperio Romano, cuando la Iglesia produce la civilización y sociedad cristiana. Sardes, la quinta Iglesia, es ya el comienzo del declive de la Iglesia, y puede ser identificada con la Iglesia del Renacimiento, o más generalmente aún, la Iglesia de la Revolución. Cuándo acaba la Iglesia de Sardes, y cuándo empieza la Iglesia de Filadelfia, y a qué épocas de la Iglesia se identifican las Iglesias de Filadelfia y Laodicea, dat is de cuestion! Es lo que no resulta fácil de saber, y no sé si se puede saber actualmente con certeza. Sólo sabemos que son etapas en que la Iglesia irá declinando cada vez más. Pero avancemos otro poquito.
4º Me parece indudable que la Iglesia de Laodicea es la Iglesia de los últimos tiempos. En ella Nuestro Señor se describe como estando ya a la puerta y llamando: alusión neta a su Parusía, como también la cena a que invita a quien le abra es una alusión clara al banquete celestial, a la gloria del cielo. Y por eso mismo, la Iglesia que la precede, que es la de Filadelfia, ha de ser la Iglesia que va desde la Revolución hasta los acontecimientos que den lugar a los últimos tiempos.
5º Esta Iglesia de Filadelfia tiene varias características. • La primera es sorprendente: es la única Iglesia, juntamente con la de Esmirna, que no recibe reproche alguno del Señor. Ahora bien, la Iglesia de Esmirna fue la Iglesia de los Mártires. Por eso parece bastante evidente que esta Iglesia de Filadelfia se caracteriza, como la de Esmirna, por sufrir persecución por parte de los poderes anticristianos, y por su fidelidad a Cristo en medio de esta persecución. • Es, además, una Iglesia que «modicam habes virtutem», que tiene un poder pequeño, pero frente a la cual se abre una puerta que nadie puede cerrar. Por la puerta abierta se designa siempre en San Pablo una ocasión propicia para difundir el Evangelio: esta Iglesia, por lo tanto, encontrará una oportunidad maravillosa para difundir la doctrina católica con esa pequeña fortaleza que le queda. • Y parece que con esta ocasión de difundir el Evangelio está vinculada la conversión de los judíos: «Ecce faciam illos [qui dicunt se Judæos esse] ut veniant, et adorent ante pedes tuos; et scient quia Ego dilexi te»: haré que quienes se llaman Judíos vengan y adoren postrados ante ti, y sepan que Yo te amé. • Finalmente, a esta Iglesia se le recomienda, como ya se le dijo a las dos anteriores, perseverar en la Tradición, esto es, mantener lo que ha recibido: «Tene quod habes». Es la única consigna que le da el Señor.
6º Con estos datos, se pueden intentar dos interpretaciones posibles. Le doy las dos, aunque yo me esforzaré por justificarle la segunda interpretación, no porque tenga autoridades, sino porque me parece a mí más probable. • La primera, que si no me equivoco es la de Bartholomé Holzhauser, y la de Monseñor Williamson, consiste en decir que la quinta Iglesia, Sardes, es la de la Revolución. Incluye entonces: la reforma protestante (1517), primera etapa de la revolución; el establecimiento de la masonería (1717), segunda etapa de esta revolución; y el nacimiento del comunismo (1917), tercera etapa de la revolución, que ha de acabar con un gran castigo, gracias al cual una gran parte de la humanidad perecerá, y la que quede con vida se convertirá en su mayoría. La sexta Iglesia, Filadelfia, designaría por lo tanto un gran triunfo de la Iglesia sin precedente, que correspondería al triunfo del Corazón Inmaculado de María, que aún no se ha realizado. Es decir, estaríamos aún en la Iglesia de Sardes. Y la séptima Iglesia, Laodicea, sería la Iglesia del Anticristo, de la persecución feroz contra la Iglesia (de la cual la crisis actual sería sólo una prefiguración), y de la Parusía. • La segunda interpretación, que es mía (no sé si muchos la comparten) es la siguiente: la quinta Iglesia, que es la de Sardes, correspondería, como explica Castellani, con la Iglesia del Renacimiento hasta la Revolución francesa. Tiene nombre de vivo (Re-Nacimiento), pero está muerto (pues es la resurrección del culto del hombre que remplaza al culto de Dios). La sexta Iglesia, Filadelfia, correspondería con la Iglesia que va desde la Revolución francesa hasta el Concilio Vaticano II: una Iglesia combatida, perseguida, como la de Esmirna, pero que es fiel en dar testimonio de Nuestro Señor Jesucristo. Y es que esta Iglesia, aunque pequeña en poder, por verse afligida por tantas partes, perseguida por el protestantismo, la masonería y los poderes públicos, encuentra una puerta abierta para difundir el Evangelio: es la Iglesia de las misiones, que se difunde en Asia y Africa como tal vez antes no se había difundido. Al mismo tiempo, cuenta esta Iglesia con Papas extraordinarios, de gran firmeza doctrinal, desde Pío VII hasta Pío XII, que dieron a la Iglesia un prestigio grande a pesar de ser tan combatida. En Francia y Alemania se hacen frecuentes las conversiones de Judíos a la fe; y no digamos ya las conversiones provenientes de las sectas protestantes. ¿Podría decirse que fue una Iglesia sin reproche? Parece que sí: la persecución la hizo fuerte y generosa. A mi modo de entender, esta Iglesia acaba con la muerte de Pío XII, el último gran Papa, durante cuyo Pontificado la Iglesia conservó un prestigio mundialmente reconocido en todos los órdenes. Con el Vaticano II, la Revolución francesa introducida en el seno de la Iglesia, se inicia la Iglesia de Laodicea, la Iglesia de la tibieza, la Iglesia del ecumenismo y del indiferentismo religioso. El mismo Papa predica los ideales del Anticristo, los derechos del hombre (como dice más tarde el Apocalipsis, es el falso profeta del Dragón, la bestia de la tierra, que tiene piel de cordero, pero habla las palabras del Dragón, y seduce a todas las gentes —¿quién, sino el Papa o la jerarquía de la Iglesia, tiene esta influencia a nivel mundial?— para que adoren la imagen de la Bestia). Es, pues, la Iglesia dividida en dos, por así decirlo: la Iglesia fiel, perseguida por el Dragón, y figurada por la Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de estrellas en su cabeza; y la «Iglesia» infiel, esto es, una estructura prevaricadora que guarda todas las apariencias de la verdadera Iglesia, y se sirve de sus representantes, de sus santos, de su jurisdicción, etc., y está figurada por la Mujer ramera, sentada sobre la Bestia, y que se prostituye con todos los reyes de la tierra, con todas las ideologías anticristianas (ideales humanistas, islam, budismo, protestantismo, ONU, etc.). Por lo tanto, esta etapa de Laodicea es la que conocerá, según esta mi interpretación, la apostasía de las naciones, la aparición del Anticristo, la persecución feroz contra la Iglesia, la conversión final de los Judíos, y la Parusía de Cristo con el Juicio final (ese es el significado de Laodicea: Juicio de los pueblos).
7º Trato de darle los argumentos (bien personales, debo reconocerlo, a falta de autoridades) en que fundamento esta interpretación. • Primero. Sabemos que la Iglesia, por ser el Cuerpo Místico de Cristo, ha de vivir los mismos misterios y pasos que Cristo, su Cabeza. También su Pasión. Pero antes de vivir su Pasión, Cristo conoció un triunfo pasajero, pero sonado: el domingo de ramos. Lo mismo debe suceder con la Iglesia Católica. Después de conocer este triunfo, la Iglesia irá a su Pasión, morirá incluso (aparentemente, no en realidad, al igual que Cristo), y luego resucitará y ascenderá a los cielos. La ascensión de la Iglesia se identifica con la Parusía, con el Juicio final, no cabe la menor duda. Hemos de ver, pues, en qué consistirá su domingo de ramos, su pasión y su resurrección. • Segundo. La Virgen María ha profetizado en Fátima el triunfo final de su Corazón Inmaculado. Este triunfo será un gran renacer de la Iglesia, que no durará mucho: «Se dará al mundo un cierto tiempo de paz». Ahora bien, según parece insinuarlo San Pablo en su Epístola a los Romanos, este renacer de la Iglesia se realizará por la conversión de los Judíos, que será «una como resurrección de los muertos». Por eso, para mí es evidente que el triunfo del Corazón Inmaculado corresponde con la resurrección de la Iglesia después de su Pasión, y esta resurrección, a su vez, consiste en la conversión del pueblo Judío a la Iglesia Católica. • Tercero. Según los Santos Padres, San Gregorio en particular, el Anticristo, que perseguirá la Iglesia, llegará al poder gracias a los Judíos, que pondrán a su servicio su prensa y sus finanzas, con las que manejan el mundo. Pero en ese momento aparecerá el profeta Elías, que con su predicación encendida convertirá a gran parte del pueblo Judío; de modo que el Anticristo, sigue diciendo San Gregorio Magno, por odio, en su persecución contra la Iglesia, perseguirá sobre todo a los judíos conversos. Y a la muerte del Anticristo, cuando el Señor Jesús lo haya destruido con un soplo de su boca, toda la gente, aliviada de su cruel tiranía, se convertirá a la Iglesia católica, y vendrá un renacer de la Iglesia como nunca se vio, que tendrá como nervio la conversión en masa de los judíos aún no convertidos. Luego, con esta paz temporal, volverá la tibieza de los cristianos, y a esta seguirá la Parusía de Cristo. De hecho, ¿cómo no ver en el profeta Elías el nexo María-Judios-Triunfo de la Iglesia? Pues Elías es el gran profeta de la Virgen en el Antiguo Testamento, y asímismo el que ha de aparecer para convertir a los Judíos; por lo que la conversión de los Judíos parece íntimamente ligada a la Mediación de la Santísima Virgen. Y puesto que esa conversión será el mayor triunfo conocido por la Iglesia durante toda su historia, ¿cómo no identificarlo con el prometido triunfo del Corazón Inmaculado de María, que conduce al triunfo de su divino Hijo?
8º Según esto, yo ordenaría los acontecimientos como sigue: • Primero, la sexta Iglesia, que es la de Filadelfia, correspondería con esta etapa precursora a la pasión de la Iglesia: la Iglesia se ve ya condenada a muerte por la Revolución, como Cristo había sido condenado a muerte ya por la Sinagoga (es de pequeña fortaleza), pero conoce un tiempo de triunfo temporal, como Cristo cuando es recibido triunfalmente en Jerusalén. Este triunfo temporal de la Iglesia, cuando ya se ve tan perseguida, se manifiesta por la gran puerta que se le abre a través de la labor de las misiones, del prestigio internacional que tienen sus Papas, de la difusión de la devoción al Sagrado Corazón y a la Santísima Virgen, del desarrollo extraordinario de la mariología y de los dogmas marianos, de las apariciones numerosas de la Santísima Virgen, de los Congresos Eucarísticos internacionales, de los jefes de estado católicos, etc. etc. Triunfo de la Iglesia en un mundo ya corrompido, en un mundo que ha mamado profundamente los principios de la Revolución. Así como Cristo llora sobre Jerusalén en el momento en que es recibido triunfalmente, así la Iglesia ha de llorar ya sobre estas sociedades corrompidas en sus principios, en las que a pesar de todo consigue este sonado triunfo. Esta es la sexta Iglesia, irreprochable porque ha sufrido mucho; irreprochable porque ha tenido Papas de gran talla, firmísimos doctrinalmente. • Esta sexta Iglesia acaba con la muerte de Pío XII, y comienza con el Vaticano II la séptima Iglesia (todo esto coincide, ¡qué casualidad!, con el momento en que Roma debería haber difundido el tercer secreto, que hablaba de estas cosas). Este Concilio da inicio a la pasión de la Iglesia: traición y abandono de los Apóstoles, esto es, de los obispos que quieren amoldarse al mundo moderno, al mundo anticristiano, y que por eso o traicionan (es el caso de los más audaces), o al menos abandonan a Nuestro Señor y callan (es el caso de la mayoría). La Iglesia entra en su Pasión, y sufre una espantosa soledad. Ve a sus hijos totalmente desamparados, dispersados como las ovejas por haber sido heridos los pastores. Esta Iglesia se ve acusada como Cristo, de falsos crímenes, y calla como Cristo en su pasión: Dios no le permite defenderse de las calumnias que contra ella dirigen, pues no están en sus manos ni la prensa, ni las artes, ni la televisión, ni la radio. Esta Iglesia ve difundirse en su nombre la más espantosa tibieza, característica de Laodicea, bajo el nombre de ecumenismo, de agiornamento, de libertad religiosa. Esta Iglesia ve cómo en su nombre se consuma la apostasía: la misma Santa Sede pide a las naciones católicas que depongan su confesionalidad en favor del respeto de las demás creencias. Sus pastores tienen piel de cordero, sí, pero hablan las palabras del Dragón. • El misterio de iniquidad avanza, y a mí no me parece que tenga que interrumpirse, como lo postularía la primera interpretación (con el castigo general y la conversión en masa antes del Anticristo), sino que parecería que va a proseguirse sin solución de continuidad hasta encontrar su apogeo en la aparición del Anticristo, que según San Pablo ha sido favorecida y permitida por la apostasía de las naciones. Aparece, pues, el Anticristo, a quien los Judíos reconocen por su Mesías, y gracias a su ayuda sube al poder, y empieza a perseguir a la Iglesia. Ha llegado el momento de la crucifixión y muerte de la Iglesia (muerte aparente, por supuesto, pero tal vez visible: ¿volverá a las catacumbas?). • Pero al mismo tiempo aparece Elías, y da comienzo a la conversión del pueblo Judío. El Anticristo, furibundo, empieza a perseguir a los Judíos conversos; en el colmo de su soberbia se hace adorar como Dios, pero es destruido por una acción milagrosa de Dios. Con la muerte del Anticristo se completa la conversión del pueblo judío: hemos llegado al momento de la resurrección de la Iglesia, tal como parece entenderla San Pablo. • Pero no dura mucho este tiempo de paz y de florecimiento: llevados por la comodidad, los cristianos vuelven a caer en la tibieza, vuelve a tomar empuje el misterio de iniquidad, y la única solución es la venida y aparición personal de Cristo: la Parusía y el Juicio final: es la culminación de la Iglesia, de la obra de Cristo, y la asunción de la Iglesia al cielo en compañía de Cristo.
9º Resumiendo, pues: • Laodicea es la Iglesia de los últimos tiempos; • no es la Iglesia del milenio, pues el Magisterio reprueba esta opinión; • y a mi parecer estamos en la séptima época de la Iglesia, pero no soy profeta (sobre eso podemos todos llevarnos una sorpresa; según Holzhauser –y Monseñor Williamson– estaríamos todavía en la quinta Iglesia, la de Sardes; sólo afirmaría que estamos en la sexta quien estimase que la séptima ha de ser la del milenio).
Cuando en una oportunidad le comenté esta mi "genial" tesis a un sabio un prudente Obispo, allá en Madrid, se limitó a decirme: «Muy bonita su interpretación; pero... ¿puede probarla?». Por supuesto que no, es simplemente la opinión personal que me he podido formar con mis lecturas y cavilaciones.
JM Mestre, Pbro.

segunda-feira, dezembro 27, 2004

Reflexión del Padre JM Mestre sobre la Navidad

A partir de ahora vamos contaremos en A Casa de Sarto con algunos textos del Padre José María Mestre, un Sacerdote tradicionalista ahora profesor en un Seminario hispanoamericano. En breve publicaremos un excelente artículo suyo sobre la Esjatología, ampliamente inspirado en los escritos de los Padres Emmanuel y Leonardo Castellani, y que resume muchos de los puntos por ellos recogidos.
Antes de esto publicamos un extracto de la carta que me remitió el 23 de Diciembre, víspera de Navidad, que es una reflexión ponderada acerca de cómo nos debemos conducir como católicos en estas fechas. Navidad que propiamente empieza el 24 pero que se continua hasta el día 6 de Enero, Epifanía, Festividad de los Reyes Magos donde estos tres hombres sabios adoran a Jesús ya como Rey y Señor.
Quiero aprovechar la presente para desear de todo corazón una muy Feliz Navidad a todos nuestros amigos y lectores sin excepción, pero muy en particular a Jacobo San Miguel, quien atraviesa un delicado momento de salud. Es mi deseo que el Niño Dios nazca en el corazón de los hombres y en el seno de nuestras sociedades, otrora católicas, pero ahora olvidadas de Cristo. Que la Virgen María derrame sus bendiciones maternales sobre todos nosotros en estos momentos que celebramos el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Y que la bimilenaria Fe de Cristo vuelva a inflamar a las Patrias portuguesa y española, y todas las Patrias hijas de ambas en América, África y Asia, del sentido misionero y evangelizador que es el que nos da nuestro ser.
Un cordial saludo en el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús para todos los que nos visitan en A Casa de Sarto, una humilde mansión donde queremos que también nazca Dios un poco todas las semanas del año,
Rafael Castela Santos

Ante todo, pues, lo tendré presente, a usted y toda su familia, en esta fiesta de Navidad, pidiendo por sus intenciones. Espero que pueda usted dedicarse un tanto a celebrar como Dios manda este misterio increíble, del Dios que se hace hombre por nosotros, pobres pecadores, para redimirnos y salvarnos del tristísimo estado en que nos dejó el pecado original.

¡Qué pena nos tiene que dar en estos días que se haya logrado difuminar totalmente, en todas partes, el sentido religioso de la Navidad! Se silencia olímpicamente que la Navidad es el Nacimiento del Hijo de Dios, del Creador, de nuestro Redentor, y se logra hacerlo de la manera más astuta y maliciosa: inundando todo con propagandas de regalos, de compras, de grandes almacenes; poniendo por todas partes el papá Noël consumista de los protestantes; explicando de mil maneras el «sentido de la Navidad», qué son las compras, el champán, la comida en familia, los regalos... ¿Y Nuestro Señor? ¡Ah!, pero ¿existió? Por eso, nosotros no podemos olvidar esta importantísima fiesta, y dejar de celebrarla cumplidamente por lo que es, por lo que vale: por ser el aniversario de nuestra Redención, de la hora feliz en que, después de más de cuatro mil años de espera impotente, de gemidos de liberación, de sufrimientos y de pecados, nos llega por fin el Salvador prometido. ¡Por fin! ¡¡Ya era hora!! ¡¡¡Bendito sea Dios y su Santísima Madre!!! ¿Qué sería de nosotros sin esa Navidad?

Dejemos que el mundo se afane por lo suyo; dejemos que Herodes se turbe; dejemos que en Jerusalén nadie se dé cuenta de nada, que cada cual esté en sus negocios, en sus placeres, en sus caprichos. Nosotros hagamos como María y José: toda nuestra atención esté puesta en ese Niño que ha de nacer, y ha de cambiar tan profundamente nuestra historia por su nacimiento. Hagamos como los pastores, que dejan todas las ovejas en el campo y corren a lo único importante: ver con los propios ojos al Salvador recién nacido, a quien encuentran... ¿en un palacio, rodeado de guardas, cuidado ricamente? No: en un pesebre, envuelto en pañales... Hagamos como los Magos, que se separan de todo, se van de su corte real, y todo lo sacrifican en aras de un Niño, al que deben buscar en Occidente, en la dirección de Jerusalén... Nadie les hace caso, pero ¿qué les importa? Ellos siguen su estrella, esa estrella que los conduce a Belén, y en Belén, a la casa en que encuentran a un Niño junto a su Madre y a San José, y sin embargo adoran en El a Dios, ofreciéndole incienso, reconocen en El al Rey del universo, ofrendándole oro, y confiesan su naturaleza mortal y pasible, presentándole mirra...
J.M. Mestre, Pbro

sexta-feira, dezembro 24, 2004

Um Santo Natal!

Aos amigos desta "Casa" - destaco o Rafael Castela Santos, o Pedro Guedes, o BOS, o Manuel Azinhal, o Camisa Negra, o Corcunda, o FGSantos, o A, o Buíça, o Mendo Ramires, o Jacobo San Miguel, o Pimenta, e perdoem-me se esqueci alguém -, bem como a todos os seus restantes visitantes (Caturo incluído), e muito especialmente os provenientes do Brasil, votos sinceros de um Santo Natal!

Para vós, aqui fica o belo e poderosíssimo início do Evangelho segundo São João:

No princípio existia o Verbo;
o Verbo estava em Deus;
e o Verbo era Deus.
No princípio Ele estava em Deus.
Por Ele é que tudo começou a existir;
e sem Ele nada veio à existência.
Nele é que estava a Vida
de tudo o que veio a existir.
E a Vida era Luz dos homens.
A Luz brilhou nas trevas,
mas as trevas não a receberam.
Apareceu um homem, enviado
por Deus, que se chamava João. Este
vinha como testemunho, para dar
testemunho da Luz e todos crerem
por meio dele. Ele não era a Luz, mas
vinha para dar testemunho da Luz.
O Verbo era Luz verdadeira,
que, ao vir ao mundo,
a todo o homem ilumina.
Ele estava no mundo
e por Ele o mundo veio à existência,
mas o mundo não o reconheceu.
Veio para o que era seu,
e os seus não o receberam.
Mas, a quantos o receberam,
aos que nele crêem,
deu-lhes o poder de se tornarem
filhos de Deus.
Estes não nasceram de laços de
sangue,
nem de um impulso da carne,
nem da vontade de um homem,
mas sim de Deus.
E o Verbo fez-se homem
e veio habitar connosco.
E nós contemplámos a sua glória,,
a glória que possui como Filho
Unigénito do Pai,
cheio de graça e de verdade.

Deus, Revelação, Igreja e Israel

Relendo os comentários que fez ao penúltimo artigo que publiquei neste espaço, torna-se forçoso concluir que o Caturo nega a possibilidade de o homem poder conhecer Deus pelo simples uso da razão de que se encontra dotado, refém que estaria de um determinismo racial que condicionaria decisivamente as suas opções em matéria religiosa. Compreende-se tal lógica de raciocínio: a primeira inteligência, a causa eficiente, o primeiro motor, ou seja, o Deus que a razão humana consegue descobrir, é forçosamente um Ser incriado e intemporal, prévio ao mundo físico e Autor deste. Ora, um Deus com tais características é insusceptível de ser enquadrado em qualquer categoria material, não fazendo o mínimo sentido empregar termos qualificativos como "nacional" ou "estrangeiro" relativamente à sua Pessoa, na medida em que Ele antecede todas as realidades que fundamentariam tal aplicação; pelo contrário, Deus é uma factualidade passível de ser apreendida por todos os homens, independentemente da raça e/ou da nação a que pertençam, e tão-só pela utilização da razão que todos genericamente possuem.

E se Deus se torna perceptível ao homem por via daquela razão, é a revelação que o torna completamente cognoscível a toda a humanidade: num primeiro momento aos judeus; numa segunda fase, a todos os restantes povos.

Sobre o modo como tal revelação se processa, explica José Miguel Gambra, no artigo "Apologia del Cristianismo frente al Islam", publicado na revista Tradición Católica, nº 194, de Julho-Agosto de 2004, da casa espanhola da Fraternidade de São Pio X:

"Los libros del Antiguo y el Nuevo Testamento son, según la doctrina católica, inspirados y verdaderos en todas sus proposiciones. Sin embargo, al estar escritos por por hombres de una cultura, con un lenguaje y un estilo proprio, debe hacerse una exégesis que establezca el sentido verdadero de los textos bíblicos, comparándolos unos con otros, así como con los restantes conocimientos humanos, históricos o de cualquier otra naturaleza, que permitan alumbrar ese sentido. En última instancia la autoridad de la Iglesia fija definitivamente ese sentido.

En cambio, el Islam pretende que es la misma mano de Alá que ha escrito el Corán y que el Profeta no intervino en su elaboración para nada. Por eso pretenden que el Corán tiene una inerrancia absoluta y cree que está en perfecta consonancia con el Antiguo y Nuevo Testamento, que éste predice el Corán así como el Corán confirma la Biblia (2, 91), pues entienden que tanto la Biblia como el Corán proceden de Alá.

Sin embargo los hechos referido en el Corán, a diferencia de la maravillosa coherencia histórica de los evangelios, en numerosas ocasiones ni coinciden con los textos bíblicos ni están refrendados por hechos historicamente conocidos.

(...)

El Corán difiere de la Biblia en que está escrito por Alá mismo, no por un autor humano que, aunque inspirado y verdadero, escribe con las limitaciones del lenguaje y cultura que le son proprios.

(...)

A diferencia de esto, el Cristianismo distingue el conocimiento natural del conocimiento natural del conocimiento revelado, y se toma el imenso trabajo de demonstrar la compatibilidad de ambos, de entender los textos sagrados sin despreciar el saber histórico, filosófico, y científico, sin dejar de la las evidencias racionales".


Boa parte do problema do Caturo passa por aqui, ou seja, pela interpretação puramente literal que faz dos textos sagrados cristãos, e, sobretudo, pelo olímpico desconhecimento que revela da tradição cristã, a qual se encontra condensada no magistério bimilenar permanente e constante da Igreja. Não fizesse ele uma cisão entre aqueles textos sagrados e esta tradição, como curiosamente é típico do cristãos modernistas, e ser-lhe-iam poupadas um enorme série de confusões.

Por outro lado, afirma o Caturo que não aceita que Deus se haja revelado inicialmente aos judeus e apenas subsequentemente, com a primeira vinda de Cristo à Terra, ao resto da humanidade. Que posso dizer aqui? Nada, na medida em que não sou eu que determino os desígnios de Deus; se o Caturo supõe que o pode fazer e aguarda um "deus" que eventualmente o satisfaça, isso é algo em que não interfiro e tolero. Na verdade, o Cristianismo não é um fideísmo emocional irreflectido; ao invés, aderir-lhe há-de resultar forçosamente de um acto de vontade interior, sincero e espontâneo, de uma conjugação da fé com a razão pessoal. Sem prejuízo de tudo o que disse, em apêndice ao presente texto, transcrevo um trecho extraído da obra "L'Évangile prêché à Israël - A propôs du dialogue judéo-chrétien", Étampes, Clóvis, 2002, da autoria do monge beneditino Ansgar Santogrossi, de orientação católica tradicional, que explica, pelo menos mediatamente, o porquê da revelação de Deus a Israel; o meu oponente não transigirá, mas fica a intenção.

Finalmente, estranha-se muito a tese sustentada pelo Caturo de que o Cristianismo originou o moderno totalitarismo, porquanto a característica primordial deste último é exactamente o seu acérrimo anticristianismo, e a recusa da organização da sociedade segundo os moldes cristãos tradicionais. Gerado pelas ideias iluministas do século XVIII, nascido na convulsão revolucionária de 1789, idolatrizando a vontade ilimitada do homem, a qual é erigida em estalão único de legitimidade política e sem quaisquer barreiras que se lhe possam eficazmente opor - a existência da ordem natural superior sufragada pelo Cristianismo, e consubstanciada nas leis divina e moral - , vem a constituir afinal uma efectiva ditadura do relativismo ético-moral, uma opressão da verdade e, na sua forma mais pura e radical, um totalitarismo niilista que não hesita em eliminar todos os que com ele não se conformam, como o comprova à saciedade a triste História dos últimos duzentos anos.

Ora, é ponto de honra do magistério tradicional da Igreja o ter estado sempre na linha da frente do combate contra-revolucionário, opondo-se com denodo àquele totalitarismo traduzido na máxima de revolta "Liberdade, Igualdade e Fraternidade", como o demonstram à saciedade a postura sucessiva de Papas como Gregório XVI, Pio IX, Leão XIII, São Pio X, Pio XI e Pio XII, até à traição modernista do V2.

Deste modo, as acusações do Caturo são totalmente infundadas e como tal, em face do que ficou exposto, caem completamente por terra.

E passemos ao texto de Ansgar Santogrossi (op. cit., págs. 27 a 29):
"Ayant, de droit, une place tout spéciale dans l'Église, Israël est la nation préférée par Dieu, tandis que l'Église est le Corps mystique agrégé à Dieu le Fils. Quel est le groupement que Dieu préfère dans le monde depuis le Christ, l'Église ou bien Israël qui reste majoritairement privé de la foi au Christ de Dieu? C'est evidemment l'Église, Épouse mystique du Christ. Même avant Jésus, c'était la Cité de Dieu composée des fidèles du Christ-à-venir. Dieu a un amour de prédilection ou de préférence pour son Église, il préfère son Église à sa nation préférée car, depuis la venue du Christ, c'est par l'Église que l'on entre en communion surnaturelle avec Dieu. Avant Jésus-Christ, Israël était le groupement visible préféré de Dieu, pour autant qu'il était sa nation préférée, et que l'ensemble de tous les fidéles était, avant la Pentecôte, plutôt invisible, dans la mesure où lui faisaient défaut des sacraments communs et une hierárchie sacrale commune. La préférence consiste en ce que les miracles, la Loi et les prophéties donnés au peuple juif seul ébauchent la figure du Christ qui seul parmi les hommes a été prédestiné à être le Fils de Dieu. Avant Jésus-Christ, la nation juive était pour Dieu la partie visible priviligiée de l'humanité sur terre, de par la Loi audible et écrite, les prophéties audibles et les quasi-sacraments de la circonsion et des sacrifices.

Mais, aprés la venue du Christ, Israël a perdu son statut de groupement visible le plus aimé, parce qu'il a été surpassé par l'Église qui est encore plus priviligiée, étant le Corps mystique de Dieu le Fils incarné, rendu pleinement visible par la vie publique de Jésus et par les liens de la foi et de la communion qui furent institués le jour de la Pentecôte. Israël n'a pas perdu sa place de prédilection parce qu'il a perdu ce qu'il avait, à savoir la parenté charnelle avec le Messie, mais parce qu'il a été dépassé en prédilection divine par l'Église, Corps mystique du Messie des Juifs, que tout Juif peut accepter à tout moment.

Tout baptisé en tant que tel est, en effet, plus aimé par Dieu que tout Juif en tant que tel, car les biens des créatures sont le côté crée, pour ainsi dire, de l'amour de Dieu, et le baptême surpasse en bonté la nationalité juive. Les juifs sont tous divinement appelés, par la présence sur terre de l'Église, à suivre une voie d'humilité que seule l'apparition fulgurante du Christ lui-même a pu montrer au pharisien Saül de Tarse: la reconnaissance qu'être baptisé et croyant en Jésus-Christ, ce que les autres hommes aussi peuvent être, est mieux qu'être Juif, ce que les autres ne peuvent pas être.

C'est en ce sens que l'on peut compreendre l'idée que l'Église du Messie Jésus, comprenant une racine de chrétiens juifs, le reste d'Israël, est désormais le "véritable Israël". Jésus est la véritable vigne; son corps et son sang sont la véritable nourriture et le véritable breuvage; son Corps mystique doit donc être le véritable Israël. A cette Église, l'Apôtre Pierre applique les épithètes - une race élue, un sacerdoce royal, une nation sainte, un peuple acquis - jadis réservées au peuple d'Israel.

On peut d'ailleurs montrer que c'est par Jésus que les Juifs sont de la famille d'Abraham à un titre spécial, c'est-à-dire à l'exclusion des autres peuples sémitiques qui se sont réclamés de lui.

En effet, les Juifs sont plus proches d'Isaac, de Jacob, de David qu'ils ne le sont d'Abraham, et ces trois personnages furent d'une certaine manière encore "plus" choisis par Dieu que ne le fut Abraham, puisqu'ils avaient une plus grande proximité historique au Christ, qui est le Choisi absolu ou premier. Sinon, les Arabes qui se réclament d'Ismaël, fils d'Abraham, ne feraient pas moins partie du peuple élu que les Juifs. L'adage "Ultimum in executione, sed primum in intentione", "Le dernier dans l'exécution, mais le premier dans l'intention", est vrai tout au long de la lignée d'Abraham: le choix de Dieu se focalise au fur et à mesure que la lignée s'aproche de cet Homme choisi pour être le Fils de Dieu. Abraham a été choisi par l'amour divin pour le Christ Jésus, comme Jacob et David, pour constituer peu à peu une nation apte à le recevoir".

sábado, dezembro 18, 2004

Oração suplicante

Via "Machogrosso", tomo conhecimento desta deliciosa oração suplicante:

Senhor, livrai-nos dos padres guerrilheiros

Senhor, livrai-nos dos teólogos modernistas
Senhor, livrai-nos dos bispos gnósticos
Senhor, livrai-me da tentação de dar socos e pontapés nesses caras

Amén

Breves - 2

- Tenho seguido com interesse, ainda que silenciosamente, esta polémica. Suscita-me a mesma as reflexões que passo a alinhavar:

a) Não faz qualquer sentido afirmar-se que o Cristianismo é uma dissidência do Judaísmo, porquanto o Judaísmo do Israel Bíblico, ou Catolicismo em potência do Antigo Testamento, persiste e subsiste exclusivamente no seio da Igreja Católica, sua única sucessora e legítima herdeira, por força da Nova e Eterna Aliança celebrada por Cristo, Messias Redentor, com a humanidade, personificada e desposada naquela Igreja; por seu turno, o Judaísmo moderno nenhuma relação tem com o do Israel Bíblico, na medida em que é uma religião surgida posteriormente à fundação da Igreja, de origem puramente humana, e cujo principal corpo doutrinário - o Talmude, totalmente desconhecido no tempo do Antigo Testamento -, foi coligido a partir do século II da nossa era. Uma eventual dissidência da Igreja implicaria que a Velha Aliança celebrada entre Deus e Abraão continuasse em vigor, o que manifestamente não ocorre. E não deixa de ser curioso que tese oposta, numa estranha confluência de interesses, seja sustentada pelos rabinos talmudistas, pelos hereges modernistas (como é o notório caso do Cardeal Walter Kaspar) e pelos ideólogos da nova direita pagã;

b) É de elementar bom senso concluir que a essência da Europa, tal como existe hoje, é o resultado final da conjugação de três vectores distintos: do sangue indo-europeu, da herança cultural clássica greco-romana e do baptismo cristão; pretender cindir o terceiro elemento dos outros dois iniciais é um absurdo que, a suceder, privaria o continente de um dos elementos basilares da sua identidade, e tornaria incompreensíveis os seus últimos vinte séculos de história. Também aqui surpreende a convergência táctica entre o jacobinismo laicista, o ateísmo marxista e paganismo neo-direitista;

c) Tal como é de escorreita sensatez reconhecer o acerto da seguinte asserção, que não pode deixar de funcionar como elo mínimo basilar entre os diferentes membros do campo da direita nacional, do qual este espaço genericamente se reclama:

"For it pertains to the statesman to know how large a city should be and whether it should include men of one nation or several. The size of the city should indeed be such that the region may be sufficiently productive and may possible to repeal external enemies. It should also preferably be made up of a single nation in view of the fact that the men of the same nation possess the same way of life and the same customs, which foster friendship among the citizens because of their resemblance. Accordingly, the cities that were constituted out of different nations were ruined on account of the disssenssions that arose in them due to the diversity of manners, for one part used to ally itself with [external] enemies out of hatred for the other part".

Quem é o autor da afirmação supra? Algum "extremista" próximo do B.N.P.? Não! Simplesmente, São Tomás de Aquino, no seu "Comentário à Política de Aristóteles"… - tradução para inglês de Ernest L. Fortin e Peter D. O'Neill, a única que conheço numa língua corrente, publicada em "Medieval Political Philosophy", editada por Ralph Lerner and Muhsin Mahdi, 1972, Cornell University Press, Ithaca, New York.

E se é verdade que deve ser rechaçada com veemência qualquer discriminação humilhante ou injusta estribada em motivos de ordem puramente racial, não é menos certo que a não concordância com raciocínio do aquinense, ainda que decorrente de construções mentais recheadas de boas intenções e de nobreza de motivos, remete inapelavelmente para os caminhos da quimera e da utopia, da busca de um mundo ideal por contraposição ao mundo possível, trilhos esses que são apanágio, já não da direita, mas da esquerda pura e dura.

- Com a subtileza característica de um elefante numa loja de porcelana, o Coronel Muammar Kadhafi afirmou publicamente que a Turquia será o cavalo de Tróia islâmico na União Europeia. Por uma vez, não posso estar mais de acordo com o desbocado dirigente líbio: a eventual integração otomana na União conduzirá inelutavelmente à libanização e islamização forçada de largas parcelas do território europeu, em consequência da completa liberdade de circulação de que nele passarão a gozar sessenta milhões de turcos, acentuando muito mais a já gravíssima situação de países como a França, a Bélgica, a Holanda e a Alemanha, e, outrossim, contribuindo para a dissolução da matriz cristã da Europa, inconfessado desejado dos lóbis promotores da adesão turca.

Nunca é demais reafirmar aos cabeças duras irresponsáveis e insensatos que querem provocar um desastre civilizacional de contornos difíceis de definir: a Turquia não é geográfica, histórica e culturalmente europeia e, como tal, não reúne os requisitos mínimos basilares para ser admitida na União Europeia. Fazer o oposto é trair não só aquilo que sucessivas e sucessivas gerações de europeus defenderam ao longo dos séculos, mas também hipotecar irremediável e inadmissivelmente o futuro das gerações vindouras.

Deste modo, denunciemos e combatamos por todos os meios lícitos ao nosso alcance o facto consumado da integração turca que, a partir de Bruxelas, nos pretendem impor. Recorramos também aos meios sobrenaturais e peçamos a intercessão de Nossa Senhora do Rosário e da Vitória de Lepanto, bem como de São Pio V, que em momentos decisivos salvaram o nosso continente do perigo turco! Que o voltem a fazer, é a nossa prece!

domingo, dezembro 12, 2004

Breves

- Espalhado e afixado por boa parte dos painéis publicitários de Lisboa, e penso que do resto do País, um cartaz anunciando o chocolate suíço "Toblerone", no qual se vê um pseudo padre católico, de ar apatetado e expressão alvar, admirado por ter sido surpreendido a provar um pedaço daquele chocolate, perguntando "E então?" Este tipo de coisas vale o que vale, e a importância que lhes deve ser dada é nenhuma; todavia uma interrogação fica: por que não se vêem, em campanhas publicitárias similares, imãs muçulmanos e, sobretudo, rabinos judeus? Será que as imagens de padres católicos possuem a capacidade de fazer disparar as vendas dos produtos que promovem, ao invés das dos imãs ou rabinos? Ou estaremos antes perante um notório calculismo dos publicitários, autênticos primos direitos dos escrevinhadores nas gazetas às ordens, calculismo esse também conhecido em língua portuguesa pelo termo cobardia?...

- Recebo da representação nacional de uma empresa estrangeira, com a qual tenho de manter relações (involuntárias) de serviço, uma telecópia com o seguinte e curiosíssimo texto: "Agradecia-mos que nos envia-sem o documento (…)". Parece que há alguém a necessitar urgentemente de rever o paradigma da conjugação verbal portuguesa

- É assustador o estilo meias-tintas com que se continua a trabalhar em boa parte da sociedade portuguesa, tanto no sector público, como no privado: no dia 26 de Novembro último, encomendei numa livraria lisboeta o livro "Histórias Secretas da PIDE/DGS", de Bruno Oliveira Santos, na condição de me avisarem, uma semana depois, se o mesmo estaria, ou não, disponível. Até hoje, dia 12 de Dezembro, a partir daquele estabelecimento - adivinhou, caríssimo leitor - ninguém se dignou de me informar do que quer fosse. Que contraste com o exemplo seguinte, que passo a contar: na mesma altura, adquiri na Buenos Aires Libros, uma profissionalíssima livraria alfarrabista da capital argentina, a obra do Padre Leonardo Castellani intitulada "Juan XXIII (XXIV); a responsável da loja, conhecendo já o meu gosto esse autor, perguntou-me, através de correio electrónico, se não estaria interessado em comprar mais dois títulos do mesmo -"La Esencia del Liberalismo" e "Proceso a los Partidos Políticos" -, os quais nem sequer constavam ainda do catálogo disponível em rede. Respondi-lhe que sim e questionei, quase a brincar, se me poderia encontrar um dos livros mais importantes da vasta bibliografia de Castellani, ou seja, "Cristo, vuelve o no vuelve?". Tão-só dois ou três dias depois, com bastante surpresa, recebia a resposta positiva a tal interrogação. Claro que os quatro livros já vêm a caminho, e, aproveitando as vantagens de câmbio, ficaram-me por um preço mais do que jeitoso.

- Só agora li este interessantíssimo artigo do colunista católico tradicional norte-americano Thomas Droleskey. É claro que é isto mesmo que um dia, mais cedo ou mais tarde, um Papa há-de acabar por fazer, venha ele a chamar-se Leão XIV, Pio XIII ou Gregório XVII.

- Reparo que não fiz até ao momento qualquer comentário à demissão do Governo e à dissolução do Parlamento por parte do Presidente da República. Acho que vou continuar assim, sem perder tempo com tais "rapaziadas". De qualquer maneira, o Corcunda e António Balbino Caldeira tiraram-me as palavras da boca. Concluindo: como Portugal precisa de um Rei!

sexta-feira, dezembro 10, 2004

A Imaculada Conceição e Portugal

O indispensável "O Sexo dos Anjos", fazendo eco do artigo que abaixo se publicou sobre os cento e cinquenta anos da definição do dogma da Imaculada Conceição, recorda a profunda e especial devoção de que esta sempre foi objecto em Portugal ao longo dos séculos.

Ora, a tal propósito, convém recordar a obra "O Culto de Maria Imaculada na Tradição e na História de Portugal - Um precioso legado que o Brasil fez frutificar", da autoria do escritor e jornalista brasileiro Armando Alexandre dos Santos, que foi publicada em 1996, nos dois países, numa edição conjunta da Civilização Editora, do Porto, e da Artpress, de São Paulo. Aqui fica um extracto das suas páginas 208 a 213, como forma de convite à leitura integral da mesma:

"Em todas as fases da História de Portugal, Nosso Senhor concedeu à nação lusa especiais graças de predileção. E que maior graça de predileção poderia prodigar, senão uma intensíssima devoção a Nossa Senhora, devoção essa que é o sinal dos predestinados?

Já vimos nos capítulos anteriores como a devoção mariana marcou profundamente a história lusa.

Desde a fundação do Reino, essa devoção estava presente de modo insigne: na cura milagrosa, atribuída a Nossa senhora de Cárquere, de D. Afonso Henriques menino, primeiro Rei e homem-símbolo do Portugal nascente; no relacionamento com Santa Maria de Claraval, a quem Portugal foi consagrado como feudatário, como feudatário também foi de São Pedro Apóstolo; em incontáveis invocações que acompanharam passo a passo o esforço dos primeiros reis, para livrar o território luso do inimigo agareno.

Uma vez expulso o invasor, veio um período de guerras intestinas, no qual também esteve bem marcada a devoção a Maria Santíssima. Nesse período brilhou, como estrela de brilho magnífico, a virtuosíssima Rainha Santa Isabel, que perfumou toda a História de Portugal. Princesa da Casa Real de Aragão, com apenas 9 anos de idade foi para Portugal, onde completou a sua educação para a vida e sobretudo para a santidade.

Vieram depois as guerras para assegurar a independência e - bem incomparavelmente mais alto - a fidelidade à Santa Sé Romana. Também nessa fase foram muitas as devoções mariais; Nossa Senhora da Vitória, Santa Maria de Assumar, Nossa Senhora do Carmo, Santa Maria de Agosto, a Imaculada Conceição. Como homem-símbolo do Portugal dessa fase, sem dúvida se destaca o Santo Condestável.

Seguiu-se a fase das Navegações. Por toda a superfície da Terra os portugueses foram erigindo igrejas a Nossa Senhora, desde a primeira delas, em Ceuta, até o remotíssimo e tão querido e sofrido Timor, cuja Catedral, em Dili, é também consagrada a Nossa Senhora, sob a invocação da Imaculada Conceição. Homens-símbolos não faltam nesse período, desde o Infante D. Henrique com a Ínclita Geração, até, no crepúsculo dessa era de glória, o inigualável Rei D. Sebastião.

Na triste fase em que Portugal perdeu sua independência - e na perda dessa independência, como também em Alcácer-Quibir, causa próxima da perda, como não ver um castigo da Providência pelas infidelidades de seus filhos portugueses? - foi em Vila Viçosa que se concentraram as esperanças de Restauração. Vila Viçosa foi, com efeito, um foco de intensíssima devoção marial, que se irradiava para o Alentejo, para todo o Portugal continental e ultramarino. Nossa Senhora da Conceição de Vila Viçosa foi, pode-se dizer, símbolo e penhor da Restauração. Foi a seus pés, sob seu olhar e não sem sua milagrosa proteção que se consumou em 1640 a Restauração.

Com o natural reerguer-se da nação, seguiu-se uma era de grande esplendor marial. São desse tempo a consagração do Reino a Nossa Senhora e o juramento da Universidade de Coimbra, de defender o privilégio da Imaculada Conceição.

Em todos os primeiros sete séculos da História de Portugal, sempre os reis estiveram à frente do imenso movimento global das almas em direção a Nossa Senhora - com exceção, infelizmente, do período pombalino e, de certa forma, dos monarcas liberais do século passado, que pagaram pesado tributo aos erros do seu tempo.

O Brasil muito se beneficiou com a devoção a Nossa Senhora trazida pelos portugueses. Além do Padroado de Nossa Senhora da Conceição, literalmente incontáveis são as igrejas e capelas, sob as mais diversas invocações, consagradas no Brasil por obra dos portugueses. Essa terna e filial devoção a Nossa Senhora é precisamente um dos maiores benefícios que Portugal trouxe ao Brasil.

Já no século XX, precisamente sete anos após a instalação de uma república laica e persecutória da Igreja, Nossa Senhora Se dignou aparecer em Fátima e tomar a Terra de Santa Maria como pedestal de cima do qual falou ao mundo inteiro.

Na terceira aparição, a 13 de Julho de 1917, depois de mostrar aos três videntes o inferno, disse a Virgem:

"Vistes o inferno, para onde vão as almas dos pobres pecadores. Para as salvar, Deus quer estabelecer no mundo a devoção ao meu Imaculado Coração.

"Se fizerem o que Eu vos disser, salvar-se-ão muitas almas e terão paz.

"A guerra vai acabar, mas se não deixarem de ofender a Deus, no reinado de Pio XI começará outra pior. Quando virdes uma noite alumiada por uma luz desconhecida, sabei que é o grande sinal que Deus vos dá de que vai punir o mundo dos seus crimes, por meio da guerra, da fome e de perseguições à Igreja e ao Santo Padre.

"Para a impedir, virei pedir a consagração da Rússia ao meu Imaculado Coração e a comunhão reparadora nos primeiros sábados. Se atenderem a meus pedidos, a Rússia se converterá e terão paz; se não, espalhará seus erros pelo mundo, promovendo guerras e perseguições à Igreja; os bons serão martirizados, o Santo Padre terá muito que sofrer, várias nações serão aniquiladas; por fim, o meu Imaculado Coração triunfará. O Santo Padre consagrar-Me-á a Rússia, que se converterá, e será concedido ao mundo algum tempo de paz.

"Em Portugal se conservará sempre o Dogma da Fé, etc.

"Isto não o digais a ninguém. Ao Francisco, sim, podeis dizê-lo".

Trata-se de uma mensagem sumamente séria, sumamente grave, mensagem profética e anunciadora de dias terríveis que ainda estão por vir. Mas mensagem que, em meio à tragédia, contém duas promessas de um valor inestimável: "Por fim o meu Imaculado Coração triunfará", e "Em Portugal se conservará sempre o Dogma da Fé".

A primeira dessas promessas é de âmbito mundial, sem dúvida; a segunda, mais restrita a Portugal, embora tenha sido formulada depois, de certa forma se ordena à primeira. De fato, só se pode entender a conservação do Dogma da Fé em Portugal como um elemento do triunfo global do Imaculado Coração de Maria, ou até como um meio para tal triunfo.

É muito bonito ver que, 800 anos depois de Ourique, em última análise Nossa Senhora veio reafirmar a mesma promessa de aliança que seu filho fizera a D. Afonso Henriques. Portugal parecia ter esquecido dela… mas Nossa Senhora veio lembrá-la.

"Quase todos os portugueses estamos convencidos de que Ela veio a esse coração de Portugal, que é Fátima, retomar o padroado da nossa terra, que pareceu quererem arrebatar-Lhe. Aquela, a quem a Igreja chama a Virgem fiel, não abandonou os que queriam abandoná-La" - disse o Cardeal D. Manuel Gonçalves Cerejeira em 1946, quando se comemoravam os 300 anos da consagração de D. João IV.

Meio século depois, tais palavras permanecem atualíssimas".

quarta-feira, dezembro 08, 2004

Os cento e cinquenta anos da definição do dogma da Imaculada Conceição

O primeiro grande acto do pontificado de Pio IX - a definição do dogma da Imaculada [8 de de Dezembro de 1854] - é muito mais do que a pública expressão daquela profunda devoção a Nossa Senhora, que desde a infância tinha caracterizado a espiritualidade de Giovanni Maria Mastai Ferretti [nasceu em 13 de Maio de 1792, exactamente cento e vinte cinco anos antes da primeira aparição de Fátima]. Ele manifesta a sua profunda convicção na existência de uma relação entre a Mãe de Deus e os acontecimentos históricos, e, de modo particular, da importância do privilégio da sua Imaculada Conceição, como antídoto para os erros contemporâneos, cujo fulcro está precisamente na negação do pecado original.

O fundamento deste privilégio mariano está na absoluta oposição existente entre Deus e o pecado. Ao homem concebido no pecado, contrapõe-se Maria, concebida sem pecado. E a Maria, enquanto Imaculada, foi reservado vencer o mal, os erros e as heresias que nascem e se desenvolvem no mundo como consequência do pecado. De Maria a Igreja canta o louvor: "Cunctas haereses sola interemisti in universo mundo".

O privilégio da Imaculada deve ser considerado, pois, não de maneira abstracta e estática, mas na sua projecção histórica e social. A Imaculada não é, na verdade, uma figura isolada das outras naturezas humanas que foram, que são e que serão: "Toda a história humana é iluminada e nobilitada por esta excelsa criatura, a única que, em perfeição, é inferior somente a Deus".

Os últimos trechos da bula "Ineffabilis Deus" ajudam-nos a compreender o alcance eminentemente apologético da definição do dogma da Imaculada Conceição, para dissipar os erros de um século que, da negação do pecado original, tinha feito o seu dogma. "A grandeza deste privilégio - explicará o próprio Pio IX, ao sublinhar a oportunidade da definição - valerá muitíssimo ainda para refutar aqueles que negam ter sido a natureza humana corrompida pela primeira culpa e enaltecem as forças da razão, a fim de negar ou diminuir o benefício da Revelação. Que a Santíssima Virgem, destrutora de todas as heresias, faça arrancar de raiz e destruir este perniciosíssimo erro do racionalismo que, nestes tempos infelicíssimos, tanto aflige e atormenta, não só a sociedade civil como a própria Igreja".

Não se pode dizer que o Papa tivesse pensado inicialmente unir a definição do dogma da Imaculada à condenação dos erros modernos, cujo verdadeiro antídoto consistia, como afirmou Donoso Cortés, no dogma do pecado original, do qual só a Santíssima Virgem estava isenta. "A negação do pecado original - escrevera o pensador espanhol - é um dos dogmas fundamentais da Revolução. Supor que o homem não tenha caído no pecado original significa negar, e nega-se efectivamente, que o homem tenha sido redimido. Supor que o homem não foi redimido significa negar, e nega-se efectivamente, o mistério da Redenção e da Encarnação, o dogma da personalidade exterior do Verbo e do próprio Verbo. Supor a integridade natural da vontade humana, de um lado, e não reconhecer, de outro, a existência de outro mal e de outro pecado para além do pecado filosófico, significa negar, e nega-se efectivamente, a acção santificante de Deus sobre o homem e, com ela, o dogma da personalidade do Espírito Santo. De todas estas negações deriva a negação do dogma soberano da Santíssima Trindade, pedra angular da nossa fé e fundamento de todos os dogmas católicos".

(…)

No quadro teológico da "Ineffabilis Deus", Nossa Senhora aparece-nos, pois, como vencedora de todas as heresias da qual falam todos os Pontífices, e é à oposição entre a Virgem toda bela e Imaculada e a crudelíssima serpente, que se reconduz - como aos primeiros e fundamentais agentes - o antagonismo radical entre a Igreja e aquela Revolução dos tempos modernos, que tem os seus germes mais activos e profundos na desordem das paixões, fruto do pecado do homem decaído.

A Revolução - organização social do pecado - está destinada a ser vencida pela graça, dom divino concedido aos homens na Cruz por Nosso Senhor Jesus Cristo. A Virgem Dolorosa, Regina Martyrum, foi associada a esta obra redentora, aos pés da Cruz, por ter sofrido sobre o Calvário, em união com o seu filho, o maior dos martírios. É na Cruz que se funda a mediação universal e omnipotente de Maria, verdade que constitui a maior razão de esperança para todos aqueles que combatem a Revolução. Se a serpente, cuja cabeça foi esmagada pela Virgem Imaculada, é a primeira revolucionária, Maria, dispensadora e tesoureira de todas as graças, é, na verdade, o canal através do qual os católicos alcançarão as graças sobrenaturais e necessárias para combater e esmagar no mundo a Revolução.

A luta entre a serpente e a Virgem, entre os filhos da Revolução e os filhos da Igreja, delineia-se, pois, como a luta total e irreconciliável entre duas "famílias espirituais", como tinha profetizado no século XVIII São Luís Maria Grignion de Montfort, o santo ao qual se deve a leitura talvez mais inspirada e luminosa da passagem do Génesis que constitui o fulcro da "Ineffabilis Deus": "Porei inimizades entre ti e a mulher, entre a tua descendência e a descendência dela; ela te esmagará a cabeça e tu armarás insídias ao seu calcanhar" (Gn 3, 15).

"Deus - comenta São Luís Maria - não pôs somente uma inimizade, mas inimizades, e não somente entre Maria e o demónio, mas também entre a posteridade da Santíssima Virgem e a posteridade do demónio. Por outras palavras, Deus pôs inimizades, antipatias e ódios secretos entre os verdadeiros filhos e servos da Virgem Maria e os filhos e escravos do demónio. Não há entre eles a menor sombra de amor, nem correspondência íntima existe entre uns e outros!". A oposição entre estas duas famílias espirituais está destinada a dividir implacavelmente a humanidade, até ao fim da história. Sobre este fundo de quadro situa-se a luta entre a Igreja e a Revolução.

As aparições de Fátima de 1917, nas quais foi explicitamente pedida à humanidade a prática da devoção ao Coração Imaculado de Maria, colocaram o segundo selo, depois de Lourdes, à proclamação de Pio IX. Naquele mesmo ano de 1917, a notícia das provocadoras manifestações maçónicas pelas ruas de Roma, que chegaram a passar por debaixo da janelas do Vaticano, levou um jovem padre franciscano polaco, de vinte e três anos, frei Maximiliano Kolbe, a constituir, na tarde do dia 6 de Outubro, a "Milícia da Imaculada", com o fim de "trabalhar pela conversão dos pecadores, heréticos, cismáticos, judeus e especialmente dos maçons; e a santificação de todos sob o patrocínio e a mediação da bem-aventurada Virgem Imaculada". São Maximiliano Kolbe desenvolveu o apostolado da sua Milícia, contrapondo, sobretudo por meio da imprensa, a verdade da doutrina católica aos erros dos inimigos da Igreja, para acelerar "a instauração do misericordiosíssimo Reino da Imaculada sobre a terra". Apóstolo no século XX, do Reino de Maria, São Maximiliano escreve: "Vivemos numa época que poderia ser chamada o início da era da Imaculada. Sob o seu estandarte haverá de combater-se uma grande batalha e haveremos de hastear as suas bandeiras sobre as fortalezas do rei das trevas".

As raízes teológicas desta visão profética (…) encontram-se na "Ineffabilis Deus", o texto de Pio IX, concebido no exílio de Gaeta, durante a Revolução romana triunfante. Ele constitui a premissa do "Syllabus", ao qual está intimamente ligado.


Roberto de Mattei - Pio IX - Porto, Civilização Editora, 2000 - texto extraído das páginas 207 a 215.

sexta-feira, dezembro 03, 2004

Saramago Segundo Nosso Senhor

Já recebi e ouvi integralmente o "Rodrigamente cantando": o José Campos e Sousa fez o favor de me enviar directamente o CD, pedindo-me tão-só que na volta lhe remetesse o respectivo pagamento em cheque; até nisto, a nossa gente é diferente! A minha opinião? Uma autêntica maravilha, com alturas de comoção extrema: "Portugal, tantos de tal…", "Ceia", "Sol-e-Dó da Solidão", "Azul Lusíada" e "Bem Hajam e até "mais ver"!" são momentos excepcionalmente belos de um extraordinário trabalho! Magnífica homenagem à memória de Rodrigo Emílio!

Ora, tendo em conta o espírito que preside a este espaço, aqui transcrevo "Saramago Segundo Nosso Senhor, da autoria do mesmo Rodrigo Emílio, que dedico a todos os que do Brasil e restantes países latino-americanos visitam a "Casa de Sarto".

Saramago Segundo Nosso Senhor, por Rodrigo Emílio

Est'ano Senhora trago
Comigo um pesado encargo
Intenção extra e concisa:
A de orar por Saramago
Que coitado bem precisa

Não tivesse Cristo-Rei
Um tão imenso fair-play
E já irmão Saramago
Agora teria pago
Com juro e língua de palmo
O seu sacrílego salmo…

José Saramago, visto
Ao vivo por Jesus Cristo…
Saramago o escritor
Biografadinho e descrito
Segundo Nosso Senhor:
Havia de ser bonito!...

O que salva é Cristo-Rei
Ter um tão grande fair-play
Quando não Virgem Maria
Esse Evangelho vermelho
Onde é que já não estaria

Proponho assim, por descargo
- Como quem dá a camisa -
Rezarmos por Saramago
Que bem precisa coitado…!
Mãe dos Céus, Oh se precisa.

Dom Fernando Arêas Rifan e o rito de Paulo VI

Desencadeou grande polémica nos meios católicos tradicionais o facto de Dom Fernando Arêas Rifan, Bispo da Administração Apostólica São João Maria Vianney, ter concelebrado Missa segundo o rito de Paulo VI, na Catedral de Nossa Senhora, em Aparecida, Brasil, polémica essa de que temos ecos aqui e aqui.

Em abstracto, já o defendi anteriormente neste espaço e mantenho essa posição, entendo que o rito de Paulo VI, em si mesmo, não é ilegítimo: na esteira do que Monsenhor Lefebvre e Dom António de Castro Mayer sempre sustentaram, aceito que a Missa celebrada em conformidade com o rito paulino é válida se reunir os requisitos que sempre foram utilizados pela Igreja para aferir a validade da Missa de rito latino-gregoriana, ou seja, a existência de matéria lícita (pão não fermentado e vinho), de forma e de intenção do celebrante (pronúncia da totalidade do cânon com o fito de transformar as espécies consagradas no Corpo e Sangue de Cristo), devendo ser preferencialmente rezada em latim e num altar (e não numa mesa…), conforme era intenção inicial daqueles que promulgaram a Constituição sobre a Sagrada Liturgia, durante o Concílio V2.

Sem prejuízo dos factos supra referidos, tal novo rito é, de igual modo, terrivelmente dúbio e ambíguo, transmitindo de forma imperfeita as verdades fundamentais da Fé Católica, nomeadamente no que respeita à Presença Real de Cristo, desprovendo a Missa do seu carácter reverencial, sacro e sacrificial.

Desta maneira, em termos tradicionais, urge evitar o rito de Paulo VI tanto quanto possível: os sacerdotes apenas o devem celebrar em circunstâncias excepcionais, ou em casos de força maior; o mesmo raciocínio é também aplicável aos fiéis leigos, no que concerne à assistência de Missas rezadas de acordo com esse rito.

Na situação concreta em análise, acredito que Dom Fernando Arêas Rifan se encontrasse perante um caso de força maior: membro da Conferência Nacional dos Bispos Brasileiros, depois do acordo celebrado com Roma, no início do ano de 2002, terá pretendido evitar aquilo que poderia ser entendido como uma suposta falta de comunhão com os restantes membros do episcopado brasileiro; compreendendo-se esta postura, decorrente do calculismo e malabarismo diplomático a que passou a estar obrigado por virtude daquele acordo com Roma, deplora-se todavia que o tenha feito numa Missa em que foram praticados vários abusos e exageros litúrgicos, como é possível ver aqui.

Porém, mais grave do que tudo isto, é o comunicado que a Administração Apostólica de São João Maria Vianney emitiu para justificar tal postura, e onde se produzem afirmações realmente desconcertantes, pelo menos para um católico que respeite a tradição.

Renegando um combate de trinta e cinco anos, Dom Fernando Arêas Rifan assume agora que o rito de Paulo VI é o comum da Igreja. Pergunta-se: onde ficam os cânones aprovados na vigésima segunda sessão do Concílio Dogmático de Trento, acerca do Sacrifício da Missa? A Bula "Quo Primum", de São Pio V? Ou, mais prosaicamente, o artigo 4º da Constituição sobre a Sagrada Liturgia, promulgada durante o Concílio V2, e que considera iguais em direito e honra todos os ritos legitimamente reconhecidos, entre os quais se inclui obviamente o latino-gregoriano? Enfim, as sessenta e duas razões para não assistir à Nova Missa?...

Outrossim, lastima-se a confusão tipicamente neocatólica que nesse comunicado se faz entre comunhão com Roma e papolatria, entre resistência legítima nos termos em que a mesma é sufragada por São Paulo, Santo Atanásio, São Tomás de Aquino e São Roberto Belarmino, e cisma, ofendendo-se desse modo, mesmo que indirecta e involuntariamente, a santíssima memória de Dom António de Castro Mayer. E isso é mesmo o mais grave de tudo… Escândalo, diria alguém noutros tempos…

quinta-feira, dezembro 02, 2004

Assinalando a Restauração de Portugal

Assinalando a Restauração de Portugal que se comemorou ontem dia 1 de Dezembro, aqui fica o que o Papa Pio XII, na primeira encíclica do seu pontificado, intitulada "Summi Pontificatus" (1939), escreveu a propósito do amor cristão da pátria:
"Não se deve recear que a consciência da fraternidade universal, fomentada pela doutrina cristã, e o sentimento que ela inspira estejam em contraste com o amor às tradições e glórias da própria pátria, ou impeçam que se promovam a prosperidade e os interesses legítimos, porquanto essa mesma doutrina ensina que existe uma ordem estabelecida por Deus no exercício da caridade, segundo a qual se deve amar mais intensamente e auxiliar de preferência os que estão a nós unidos com vínculos especiais. E o Divino Mestre deu também exemplo dessa preferência pela sua pátria, chorando sobre as ruínas da Cidade Santa. Mas o legítimo e justo amor à própria pátria não deve excluir a universalidade da caridade que faz considerar também aos outros a sua prosperidade, na luz pacificadora do amor".