quarta-feira, abril 25, 2012

Las preguntas de un teólogo

Fuente: http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350219?sp=y

En un comunicado del 16 de marzo de 2012, la Santa Sede ha anunciado que el obispo Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, FSSPX, ha sido informado de que la respuesta de la Fraternidad al preámbulo doctrinal presentado por la congregación para la doctrina de la fe ha sido juzgada "no suficiente para superar los problemas doctrinales que están a la base de la fractura entre la Santa Sede y dicha Fraternidad". El comunicado no aclara si este juicio ha sido emitido por la CDF y aprobado por el papa, o si es el juicio del papa mismo. Este juicio es el último, hasta ahora, de un proceso de discusión sobre las cuestiones de doctrina entre la CDF y la FSSPX. La naturaleza y la seriedad de este juicio plantean importantes interrogantes para un teólogo católico. El deber de este artículo es responder a dichos interrogantes.
La reserva de los coloquios doctrinales en curso dificulta expresar un comentario sobre el juicio. La razón de esta reserva es difícil de comprender, pues los argumentos de la discusión no se refieren a los detalles prácticos de una enumeración de un orden canónico – que se habría beneficiado claramente de la discreción – sino materias de fe y de doctrina, que conciernen no sólo a las partes implicadas sino a todos los fieles católicos. Sin embargo, ya se ha hablado bastante en público sobre la posición de la FSSPX para permitir una valoración de la situación. Hay dos cosas que hay que considerar aquí: la fractura entre la Santa Sede y la FSSPX producida por los problemas doctrinales en discusión, y la naturaleza de estos mismos problemas doctrinales.
En una replica a un estudio de Fernando Ocáriz sobre la autoridad doctrinal del Concilio Vaticano II, el padre Jean-Michel Gleize de la FSSPX ha enumerado los elementos de este Concilio que la FSSPX considera inaceptables:
"Sobre al menos cuatro puntos las enseñanzas del Concilio Vaticano II están de tal manera en contradicción lógica con las declaraciones del precedente magisterio tradicional, que es imposible interpretarlos en la línea de las otras enseñanzas ya contenidas en los precedentes documentos del magisterio de la Iglesia. El Vaticano II ha roto, por lo tanto, la unidad del magisterio, en la medida en que ha roto con la unidad de su objeto.
"Los cuatro puntos son los siguientes.
"La doctrina de la libertad religiosa, tal como se expresa en el n. 2 de la declaración 'Dignitatis humanae', contradice las enseñanzas de Gregorio XVI en la 'Mirari vos' y de Pio IX en la 'Quanta cura', así como las de León XIII en la 'Immortale Dei' y las de Pio XI en la 'Quas primas'.

"La doctrina de la Iglesia, tal como se expresa en el n. 8 de la constitución 'Lumen gentium', contradice las enseñanzas de Pio XII en la 'Mystici corporis' y en la 'Humani generis'.

"La doctrina sobre el ecumenismo, tal como se expresa en el n. 8 de la 'Lumen gentium' y en el n. 3 del decreto 'Unitatis redintegratio', contradice las enseñanzas de Pio IX en las proposiciones 16 y 17 del 'Syllabus', las de León XIII en la 'Satis cognitum' y las de Pio XI en la 'Mortalium animos'.

"La doctrina de la colegialidad, tal como se expresa en el n. 22 de la constitución 'Lumen gentium', incluso el n. 3 de la 'Nota praevia', contradice las enseñanzas del Concilio Vaticano I sobre la unicidad del sujeto del supremo poder en la Iglesia, y la constitución 'Pater aeternus'".

El Padre Gleize ha tomado parte en la discusión doctrinal entre la FSSPX y las autoridades romanas, así como ha hecho también Ocáriz. Podemos asumir de forma razonable las afirmaciones citadas como una descripción de los puntos doctrinales sobre los cuales la FSSPX no quiere transigir y que han sido considerados por la Santa Sede como inevitable origen de la fractura.

¿El Vaticano II como la razón de la fractura?
El primer interrogante con el cual tropieza un teólogo en relación a la posición de la FSSPX concierne la cuestión de la autoridad del Concilio Vaticano II. El artículo de Ocáriz al cual ha replicado el padre Gleize, publicado en el número del 2 de diciembre de 2011 de "L'Osservatore Romano", parece sostener que un rechazo de la autoridad del Vaticano II sea la base de la fractura verificada por la Santa Sede. Pero para quien esté al corriente tanto de la posición teológica de la FSSPX como del clima de opinión teológica en la Iglesia católica, esta tesis es difícil de entender. Los puntos mencionados por el padre Gleize son sólo cuatro de la voluminosa enseñanza del Vaticano II. La FSSPX no rechaza el Vaticano II en su globalidad: al contrario, el obispo Fellay ha afirmado que la Fraternidad acepta el 95 per ciento de sus enseñanzas. Ello significa que la FSSPX es más fiel a las enseñanzas del Vaticano II que buena parte del clero y de la jerarquía de la Iglesia católica.
Consideremos las siguientes aserciones de este Concilio:

"Dei Verbum" 11
"La santa Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería".

"Dei Verbum" 19:
"Los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo".

"Lumen gentium" 3:
"La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmolado".

"Lumen gentium" 8:
"La sociedad provista de sus órganos jerárquicos y el Cuerpo místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben ser consideradas como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada de un elemento humano y otro divino".

"Lumen gentium" 10:
"El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo. El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio, en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias, mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante".

"Lumen gentium" 14:
"El Concilio enseña, fundado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación. El único Mediador y camino de salvación es Cristo, quien se hace presente a todos nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia. El mismo, al inculcar con palabras explícitas la necesidad de la fe y el bautismo (cf. Mc 16,16; Jn 3,5), confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta".

"Gaudium et spes" 48:
"Por su índole natural, la institución del matrimonio y el amor conyugal están ordenados por sí mismos a la procreación y a la educación de la prole, con las que se ciñen como con su corona propia".

"Gaudium et spes" 51:
"La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables".

La gran mayoría de los teólogos en las instituciones católicas de Europa, Norteamérica, Asia y Australia tiende a rechazar todas o la mayor parte de estas enseñanzas. Estos teólogos son seguidos en estas áreas por la mayor parte de las órdenes religiosas y por una parte consistente de los obispos. Sería difícil, por ejemplo, encontrar un jesuita que enseña teología en cualquier institución jesuita que acepte uno sólo de estos textos. Los textos citados son sólo una selección de las enseñanzas del Vaticano II que son rechazadas por estos grupos; y podrían haber aumentado mucho en número.
Y bien, dichas enseñanzas forman parte justamente de ese 95 por ciento del Vaticano II que la FSSPX acepta. Y a diferencia del 5 por ciento de ese Concilio rechazado por la FSSPX, las enseñanzas referidas más arriba son centrales para la fe y la moral católica e incluyen algunas de las enseñanzas fundamentales de Cristo mismo.
El primer interrogante que el comunicado de la Santa Sede plantea para un teólogo es: ¿por qué el rechazo por parte de la FSSPX de una pequeña parte de las enseñanzas del Vaticano II origina una fractura entre la Fraternidad y la Santa Sede, mientras el rechazo de enseñanzas del Vaticano II más numerosas e importantes por parte de otros grupos de la Iglesia deja a estos grupos tranquilos en su lugar y en posesión de una plena condición canónica? El rechazo de la autoridad del Vaticano II por parte de la FSSPX no puede ser la respuesta a este interrogante. En realidad la FSSPX muestra mayor respeto por la autoridad del Vaticano II que la mayor parte de las órdenes religiosas en la Iglesia.
Es interesante observar que los textos del Vaticano II rechazados por la FSSPX son aceptados por esos grupos dentro de la Iglesia que rechazan otras enseñanzas de este Concilio. Uno podría por lo tanto suponer que son justamente estos textos específicos – sobre la libertad religiosa, la Iglesia, el ecumenismo, la colegialidad – los que causan el problema. La fractura entre la Santa Sede y la FSSPX nace porque la Fraternidad rechaza estos elementos particulares del Vaticano II, no por una intención de la Santa Sede de defender el Vaticano II en bloque. Mientras la fractura no surge con grupos diferentes de la Fraternidad, los cuales rechazan mucho más del Vaticano II al aceptar, estos grupos, estos elementos particulares. Pero si éste es el caso, el primer interrogante se replantea, simplemente, con mayor fuerza.

¿Problemas con la doctrina católica?
Si la fractura entre la Santa Sede y la FSSPX no naciese del rechazo de la autoridad del Concilio Vaticano II por parte de la Fraternidad, podría darse el caso que la fractura surgiese de la posición doctrinal de la misma FSSPX. Después de todo, hay dos aspectos de la posición de la FSSPX sobre el Vaticano II. El primer aspecto es la tesis según la cual algunas afirmaciones del Vaticano II son falsas y no deben ser aceptadas; este es el aspecto que rechaza la autoridad del Concilio. El otro aspecto es la descripción positiva de la doctrina que debería ser aceptada en lugar de las presuntas falsas afirmaciones. Este segundo aspecto es el más importante de la discusión entre la FSSPX y las autoridades romanas. Después de todo, la finalidad de la existencia de las enseñanzas magisteriales es comunicar la verdadera doctrina a los católicos, y su autoridad sobre los católicos deriva de esta finalidad. Este aspecto de la posición de la FSSPX consiste en afirmaciones sobre las doctrinas que los católicos deberían creer, afirmaciones que en sí mismas no dicen nada sobre los contenidos o la autoridad del Vaticano II. Debemos, por lo tanto, considerar si estas afirmaciones pueden dar origen a una fractura entre la Santa Sede y la FSSPX.
Al juzgar la posición doctrinal de la FSSPX debe tenerse en cuenta que hay una diferencia esencial entre la posición de la FSSPX sobre el Vaticano II y la posición de esos sectores dentro de la Iglesia que rechazan las enseñanzas arriba citadas tanto de "Dei Verbum", como de "Lumen gentium" y "Gaudium et spes". Estos sectores simplemente sostienen que ciertas doctrinas de la Iglesia católica no son verdaderas: ellos rechazan la enseñanza católica y punto. En cambio, la FSSPX no sostiene que la enseñanza de la Iglesia católica es falsa: sostiene que algunas de las afirmaciones del Vaticano II contradicen las enseñanzas magisteriales que tienen mayor autoridad y, por lo tanto, aceptar las doctrinas de la Iglesia católica exige aceptar estas enseñanzas más autorizadas, rechazando la pequeña porción de errores presentes en el Vaticano II. Ella sostiene que la enseñanza real de la Iglesia católica debe encontrarse en afirmaciones precedentes y más autorizadas.
En positivo, por lo tanto, la posición doctrinal de la FSSPX consiste en sostener las enseñanzas de una parte de los pronunciamientos magisteriales. El padre Glaize enumera los más importantes de los pronunciamientos en cuestión: la encíclica de Gregorio XVI "Mirari vos", la encíclica de Pio IX "Quanta cura" con el relativo "Syllabus", las encíclicas de León XIII "Immortale Dei" y "Satis cognitum", las encíclicas de Pio XI "Quas primas" y "Mortalium animos", las encíclicas de Pio XII "Mystici corporis" y "Humani generis", y la constitución del Concilio Vaticano I "Pastor aeternus". Todos estos son pronunciamientos magisteriales de gran autoridad y, en algún caso, incluyen definiciones dogmáticas infalibles, lo que no ocurre con el Concilio Vaticano II.
Ello plantea el segundo interrogante respecto a la posición de la Santa Sede acerca de la FSSPX, que induce a un teólogo a preguntarse: ¿como puede haber objeciones a la FSSPX cuando ésta sostiene la verdad de pronunciamientos magisteriales de gran autoridad?
Es un interrogante que tiene en sí mismo la respuesta: no puede haber símiles objeciones. Si la posición de la FSSPX sobre la doctrina puede ser juzgada objetable, debe sostenerse que su posición no coincide con lo que realmente enseñan los pronunciamientos magisteriales y, por lo tanto, la FSSPX falsifica el significado de tales pronunciamientos. Esta tesis no es fácil de sostener, pues cuando esos pronunciamientos precedentes fueron promulgados, dieron origen a un considerable cuerpo de estudios teológicos cuyo fin era su interpretación. El significado que la FSSPX les asigna deriva de este conjunto de estudios y corresponde a cómo esos pronunciamientos fueron entendidos en el tiempo en que se produjeron.
Ello hace que el tercer interrogante que surge en un teólogo sea aún más preciso y urgente: ¿qué enseñan en realidad esos pronunciamientos, si no es lo que la FSSPX dice que enseñan?
La respuesta que muchos dan es que los significados efectivos de esos pronunciamientos son dados por, o al menos están en armonía con, los textos del Concilio Vaticano II que la FSSPX rechaza. Podemos admitir esta respuesta como verdadera, pero ello no ayudará a responder a la pregunta. Los textos del Vaticano II no ofrecen muchas explicaciones sobre el significado de esos pronunciamientos precedentes. Por ejemplo, la "Dignitatis humanae" dice simplemente que su enseñanza "deja íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo". Con ello no ofrece ninguna explicación del contenido de esta doctrina.
La insuficiencia de esta respuesta conduce al cuarto interrogante, que es el siguiente: ¿cuál es la enseñanza autorizada de la Iglesia católica sobre los puntos disputados entre la FSSPX y la Santa Sede?
No hay ninguna duda que las discusiones doctrinales entre ambas partes implican un examen de la cuestión, pero la reserva de dichas discusiones deja al resto de la Iglesia en la oscuridad sobre esta materia. Sin una respuesta al cuarto interrogante, no hay posibilidad de respuesta a esta quinta pregunta: ¿por qué las posiciones doctrinales de la FSSPX dan origen a una fractura entre la Fraternidad y la Santa Sede?
Pero esta quinta pregunta, aunque significativa, no tiene la importancia de la cuarta. La naturaleza de la enseñanza de la Iglesia católica sobre la libertad religiosa, el ecumenismo, la Iglesia y la colegialidad es de gran importancia para todos los católicos. Las preguntas suscitadas por las discusiones entre la Santa Sede y la FSSPX conciernen a toda la Iglesia, no sólo a las partes empeñadas en la discusión.

P. John R. T. Lamont (Profesor del Seminario de Sydney)


Mis comentarios:
1) Efectivamente: ¿Quién cree más en el Vaticano II? ¿La FSSPX o muchos de los pseudoteólogos, y sus Obispos "gruppies", que infectan la Santa Madre Iglesia? La FSSPX, sin duda.
2) Efectivamente: ¿Proceden hoy día las mejores críticas sobre el Vaticano II de la FSXPX? No, los comentarios más pertinentes, entre los que se encuentran algunos de los más duros, proceden de Sacerdotes que no son de la FSSPX.
3) Efectivamente: ¿Es el Padre Lamont de la FSSPX? ¡Ciertamente no!
4) Efectivamente: ¿Hay ciertas contradicciones entre el Vaticano II y el Magisterio de siempre de la Iglesia? Sí, ¿acaso hay alguna duda al respecto?.
5) Efectivamente: ¿Cómo se pueden resolver esas contradicciones? Sólo de una manera: dándole preeminencia al Magisterio de siempre, única manera intelectualmente decente de hacerlo (aparte de la única correcta que evitaría incurrir en contradicciones insalvables).
6) Efectivamente: ¿Es lo mismo el Depósito de la Fe que la Doctrina? No, en rigor no lo es. Y la Iglesia, modernamente, tiende más a socavar la Doctrina que le Depósito de la Fe. De hecho este último es mayormente salvaguardado.
7) Efectivamente: ¿Existe un estado de necesidad que justifique que la FSSPX no dé los pasos necesarios para una regularización? No, no lo existe a día de hoy.

Rafael Castela Santos

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