domingo, abril 15, 2007

De un país de moral púnica ...

En la historia existieron países que se quisieron hacer con el poder del mar, no por expandir la Fe de Cristo sobre la faz de la Tierra, pues esa gloria les corresponde –y les corresponde sólo- a españoles y portugueses, sino para hacerse con el comercio. Cartago es su referente. Una oligarquía de comerciantes, mercaderes, mercachifles y tenderos los dominaba. Se hacían con la mar para trapichear y comerciar. El engaño estaba y está en su médula. Propenden a hacer sacrificios humanos, sea ofrendando víctimas humanas a Astarté, matando indios, o siendo los grandes apóstoles de esa religión invertida del proabortismo. Adoran a Mamonna. Lo financiero está en el eje de su pensamiento, palabra, obra y hasta de sus omisiones también.
Son epígonos del Anticristo.
En la historia humana ha habido varios, pero en época reciente han destacado dos: holandeses e ingleses, los de la vieja Inglaterra y los de la Nueva Inglaterra (son los mismos). No en vano el Padre Leonardo Castellani llamaba a los Estados Unidos “el Ultimo Imperio”. Ultimo ha de ser, porque será coronado (quizás sobre sus propias cenizas) por el Anticristo. Usurpan territorios que no les corresponden, como en Gibraltar o Malvinas, para controlar los estrechos, todos los importantes bajo su atenta mirada. Se gobiernan por plutócratas. Abortan por millones. Y en Nueva York y Londres se sirve pura, limpia y con un honradísimo ethos farisaico al dinero al tiempo que sus sanhedrines de distinto pelaje se afanan en silenciar a Cristo. ¡Menuda hoja de servicios para el más allá!
Es su hora. Creerán incluso que están creciendo porque su sombra se va alargando. No es eso. Es simplemente su sol. Sí, su sol, el cual se está poniendo. La medianoche se aproxima para todos, aunque la de ellos será incluso algo más cerrada.

Rafael Castela Santos

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