quinta-feira, abril 26, 2007

Da derrota natural e vitória sobrenatural


Amados hermanos en nuestro Señor Jesucristo:

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El misterio de la Santa Misa que reproduce y separa, bajo la doble consagración, el cuerpo de la sangre, es el centro de la religión, del culto de la fe católica y por esto es tan combatida por Satanás. Porque si él venció naturalmente a nuestro Señor, nuestro Señor a su vez lo derrotó a él sobrenaturalmente; ese es el gran misterio católico y de la Iglesia, que así como nuestro Señor fue derrotado naturalmente y venció sobrenaturalmente, lo mismo le ocurrirá a la Iglesia, a la que hoy vemos derrotada ante el mundo y ante el poder del mundo, pero esa es una derrota natural. La victoria será sobrenatural, una victoria de la fe. No es una victoria de conquista, del mesianismo material, de combate material, como querían y quieren los judíos y muchos católicos que reducen la religión a sus ambiciones políticas; otra cosa es que la política está subordinada a la religión, a la Iglesia, pero cuantos no hacen apostolado en nombre de la política y no en nombre de Cristo? Cosa que es un grave error.

Nuestro Señor se anonadó, pero no como interpretan muchos sacerdotes que de teología poco saben; que nuestro Señor se anonadó por el hecho de encarnarse; eso es una estupidez. El anonadamiento no está en el hecho de encarnarse, porque en el hecho de encarnarse está justamente la grandeza de Dios, que sin dejar de ser Dios asume la naturaleza humana; el anonadamiento consiste en tomar una naturaleza humana en la cual Él interrumpe la participación de la gloria divina, para ser apto la sufrimiento y a la muerte. En eso está el anonadamiento, en no asumir esa naturaleza gloriosa por el contacto de la naturaleza divina; esa es la diferencia. Se anonadó, haciéndose siervo, súbdito del sufrimiento y de la muerte para redimirnos, porque si Él no obstaculiza esa participación de la gloria de su divinidad en el cuerpo de naturaleza humana que Él tomó, no hubiera podido morir en la Cruz, no hubiera habido pasión por nuestra redención, para rescatarnos con un precio. Y tal precio fue el de su sangre y la sangre es muerte, la efusión de la sangre es la muerte, representa la muerte.

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Nuestro Señor se anonadó, pero también resuscitó por su próprio poder y Él nos pide que le sigamos en esa muerte y esa muerte nosostros la pasamos sacramentalmente por el bautismo, que es una muerte sacramental y una resurrección también sacramental y sobrenatural del nuevo hombre. Estimados hermanos, la vida católica cristiana se basa en desarrollar la gracia recibida en el bautismo y en ese desarrollo consiste la santidad, como lo hace ver San Luis Maria Gignion Montfort.

Pidadamos a nuestra Señora que podamos llevar esa vida sobrenatural basada en la fe y en la gracia que recibimos en el bautismo, que se desarrolle plenamente en nosostros y cuando esto ocurra, después de muchos sacrificios, abnegaciones y renuncias, habremos llegado a la verdadera santidad.

Padre Basílio Méramo - Sermão do Segundo Domingo de Paixão - 8 de Abril de 2001

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