Habiendo visitado Irlanda varias veces en estos últimos meses estoy perdiendo mi admiración por la isla de San Patricio. La caída de la Fe en aquella tierra es terrible. Como terrible es la manera en que España se ha precipitado en el abismo.
En estos tiempos de hierro que nos toca sufrir Polonia y Portugal nos ofrecen probablemente los últimos bastiones de esperanza a todos los europeos. Algo de Fe todavía se guarda en el extremo occidental de la Península Ibérica y en las tierras sitas entre rusos y alemanes.
La sonada dimisión del Arzobispo Wielgus, colaborador de la KGB, ha sido una gran vergüenza para la Iglesia Católica. Pero más vergonzosa, aún, ha sido la actuación del Vaticano. Pedro Rizo, literalmente imperdible, nos ilustra de las vicisitudes polacas, de todo este entramado de mentiras, de diplomacias torticeras, de intereses escondidos, de un clero lleno de traidores y prestos a adorar al hombre pero ciertamente no a reconocer al Hijo del Hombre.
Al final siempre es lo mismo: la lucha del mal contra el bien.
Es hora de que los buenos hagan violencia al mal.
Entretanto: ¡Viva Polonia! ¡Adelante, polacos!
Rafael Castela Santos
quinta-feira, janeiro 25, 2007
Polonia, año de Nuestro Señor del 2007
Publicada por
Rafael Castela Santos
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quinta-feira, janeiro 25, 2007
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