Está de parabéns a “Homo Legens”, que tão relevantes serviços tem
prestado à cultura católica em terras espanholas e não só, pela publicação de
“Los Papeles de Benjamin Benavides”, do Padre Leonardo Castellani, obra que
surge agora pela primeira vez no país vizinho e com o atractivo suplementar de
a presente edição ser prefaciada por Juan Manuel de Prada.
De
“Los Papeles” direi “apenas” que é o meu livro preferido de autoria de
Castellani: a ele retorno com frequência e a cada regresso descubro novas coisas
para ponderar e reflectir. Autêntica obra-prima, escrita com notável erudição
sem prejuízo de ser de leitura simplicíssima, nesta o ilustre sacerdote
argentino debruça-se sobre aquele que foi o seu tema favorito de estudo
ao longo da sua vida - o Apocalipse de São João.
Através
de um conjunto de diálogos em que a personagem central é Don Benya ou Benjamín
Benavides, extravagante sábio católico espanhol com raízes judias sefarditas, Castellani
sustenta de modo mais do que convincente ser o Apocalipse um livro
simultaneamente retrospectivo e prospectivo, no qual é narrada e/ou prevista
toda a História da Igreja até ao final dos tempos, os quais serão consumados
com a segunda vinda de Cristo à Terra (verdade de fé tão esquecida nos dias de
hoje por quase todos os que se dizem crentes - “Et iterum venturus est cum
gloria”, reza-se no “Credo”).
Leitura
mais do que recomendada, leitura absolutamente obrigatória!
***
Vivir en tiempo
futuro
Hace cinco años
aproximadamente publiqué en esta misma revista un artículo titulado Las gafas
de Castellani, en el que narraba con alborozo el descubrimiento de un escritor
argentino, Leonardo Castellani (1899-1981), cuya lectura me había dejado una
profunda huella. O quizá sea más apropiado decir profunda herida: porque
Castellani no solo me pareció un escritor muy dotado, con un estilo entre
quijotesco y montaraz que no se parecía a ningún otro que hubiese leído antes,
sino que transformó y trastornó por completo mi forma de ver las cosas, mi
forma de vivir mi propia vocación literaria y mi fe religiosa. Hay escritores
que, en coyunturas determinadas de nuestra existencia, ensanchan nuestro
horizonte vital; y así me ocurrió a mí con Castellani, al que le había sido
concedido el doloroso don de mirar más adentro y más allá de la apariencia de
las cosas; y a quien, ya en vida, se le condenó al ostracismo. «Los hombres que
viven en tiempo presente escribió en cierta ocasión rechazan instintivamente
hacia la soledad al que vive en tiempo futuro». En medio de este rechazo y
soledad vivió Castellani: rechazo que, en muchos momentos de su vida, fue
auténtico calvario, y casi muerte civil.
Aquel artículo
que publiqué hace cinco años cayó en las manos de un editor magnífico y una de
las personas más nobles que he conocido en mi vida, Carmelo López-Arias, que me
invitó a publicar un libro de Leonardo Castellani en la editorial en la que
trabaja, LibrosLibres. Lo titulamos Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo
XXI; y, sorprendentemente, se vendió más que bien, lo que después me permitiría
publicar otras obras del mismo autor: Pluma en ristre (otra selección de
artículos), El Evangelio de Jesucristo (comentarios sabrosísimos a las lecturas
dominicales del Evangelio) y El Apokalypsis de San Juan (una exégesis del
último libro del Nuevo Testamento). Durante todos estos años, el rescate de
Leonardo Castellani ha sido motor principalísimo de mi vida, algo que ni siquiera
las personas más allegadas a mí han comprendido del todo, porque en mi tozudez
proselitista había algo de inmolación. Pero hay cosas que uno no hace porque
quiera, sino porque sabe que tiene que hacerlas; y sabe también que si no las
hace tendrá algún día que rendir cuentas por ello.
Ahora concluyo
esta labor de rescate publicando Los papeles de Benjamín Benavides (Homo
Legens), tal vez la obra más representativa del genio castellaniano, una suerte
de novela de tesis que participa del diálogo platónico, la sátira de costumbres
y hasta de la intriga policial, cuyo protagonista, el Benjamín Benavides del
título un trasunto evidente del propio autor, discute con un grupo de amigos
variopintos las profecías del Apocalipsis. A simple vista, parece una obra escrita
a salto de mata que entreteje, con evidente falta de unidad académica,
fabulaciones de índole peregrina; pero, poco a poco, emerge de su lectura una
visión abarcadora de la Historia humana (y de su vida futura, más allá de este
'valle de lágrimas') cautivadora. Y, en momentos tan críticos y sombríos como
los que vivimos, especialmente dilucidadora y esperanzada.
Castellani habla
en Los papeles de Benjamín Benavides de asuntos sobre los que la cultura de
nuestro tiempo ha echado siete candados; y que hasta los propios cristianos han
dejado de 'imaginar'. Pero, como en algún pasaje de la obra observa su autor,
toda esperanza verdadera se apoya en el pedestal que la imaginación le presta:
si no podemos hacernos una idea concreta de lo que esperamos, tendemos a
expulsarlo de nuestra mente. Desde hace ya bastante tiempo, se está haciendo un
esfuerzo -silencioso pero implacable- que consiste en retirar poco a poco todos
los apoyos sobre los que la imaginación popular sostenía su creencia en una
vida futura; y así, cegadas todas las salidas por donde el creyente buscaba
concebir su destino último, la esperanza acaba marchitándose y siendo
ensordecida por «una manga de profetoides, de vaticinadores y cantores del
progresismo y de la euforia de la salud del hombre por el hombre». Pero no hace
falta sino mirar en derredor para descubrir que todas las promesas de
consecución del paraíso en la Tierra que nos hicieron los 'cantores del
progresismo' se han revelado falsas y frustrantes. Castellani, que vivía en
tiempo futuro, nos devuelve en Los papeles de Benjamín Benavides, con la vista
siempre clavada en el horizonte escatológico, el verdadero sentido de la
esperanza cristiana. Inevitablemente, se lo hicieron pagar con creces.
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