As recentes declarações públicas
do Primeiro-Ministro Passos Coelho, do seu conselheiro económico António Borges
e de Belmiro de Azevedo, as dos dois primeiros defendendo a necessidade de se
manter o salário mínimo no seu actual patamar (na certeza de que o ideal até
seria reduzi-lo) e a do terceiro não vislumbrando qualquer espécie de problema numa
economia assente na mão-de-obra barata, não podem estar mais afastadas do ideal
social cristão. De facto, tais declarações, propugnando políticas que reduzem
com perversidade o trabalho a um mero factor de produção, que promovem o seu esmagamento
em benefício do capital e que propõem a concomitante transferência de
rendimentos das classes popular e média para a classe plutocrática, contrariam
em absoluto a doutrina católica tradicional sobre esta matéria.
Ora, tendo sempre bem presente
que na mesma doutrina católica tradicional o não pagamento do salário justo ao
trabalhador é um dos quatro pecados de bradar ao Céu (verdade tão esquecida,
como tantas outras, num país onde a maior parte da população continua a
declarar-se nominalmente católica, mas também a ignorar quase tudo acerca da religião
que diz professar), convém recordar qual seja esse conceito de salário justo
nas palavras sábias que abaixo se transcrevem do Padre Júlio Meinvielle,
notável estudioso desta temática, com vista a uma profunda reflexão da
corrente situação nacional.
***
Ante todo, hay que
recordar que el derecho del obrero al justo salario es uno de los derechos más
sagrados. Oíd cómo habla el apóstol Santiago (V. 1-6):
"Ea -dice- ricos,
llorad, levantad el grito en vista de las desdichas que han de sobreveniros".
2. Podridos están
vuestros bienes y vuestras ropas han sido roídas de la polilla.
3. El oro y vuestra
plata se han enmohecido; y el orín de estos metales dará testimonio contra vosotros
y devorará vuestra carne como un fuego. Os habéis atesorado ira para los
últimos días.
4. Sabed que el jornal
que no pagásteis a los trabajadores que segaron vuestras mieses está clamando
contra vosotros, y el clamor de ellos ha penetrado los oídos del Señor de los
ejércitos.
5. Vosotros habéis
vivido en delicias y en banquetes sobre la tierra, y os habéis cebado a
vosotros mismos como las víctimas que se preparan para el día del sacrificio.
6. Vosotros habéis
condenado al inocente, y le habéis muerto sin que os haya hecho resistencia alguna".
Así hablaban los apóstoles
condenando la explotación del pobre; nadie se extrañe pues, de oír palabras de
dura condenación para el monstruo capitalista que se ha emborrachado y se
emborracha con el sudor del jornalero.
¿Qué se entiende por
justo salario debido al obrero, o mejor: ¿cuál es el salario mínimo cuyo límite
no se puede en ningún caso rebajar sin cometer una flagrante injusticia?
León XIII y Pío XI han
determinado la cuestión en forma tan acabada, que no permite enunciar nada
nuevo al respecto.
El trabajo -sobre todo
en el obrero y empleado- es el ejercicio de la propia actividad enderezado a la
adquisición de aquellas cosas necesarias para los varios usos de la vida, y
principalmente para la propia conservación.
El hombre que emplea
su trabajo vive de su trabajo: tiene derecho a una existencia humana, digo más:
tiene derecho a una existencia humana y cristiana. No se le puede utilizar como
una máquina o como una mercancía o como un burro de carga o simplemente como un
animal elegante. Por tanto, si trabaja, esto es: si emplea sus fuerzas en lo de
otro hombre, tiene derecho a que éste le proporcione los recursos necesarios
para una vida humana, digna del hombre.
Una vida humana: por
tanto, lo necesario al menos para el sustento propio de un obrero frugal y de
buenas costumbres (León XIII) y la de su familia (Pío XI). Porque es humano,
esto es: propio del hombre, vivir él y vivir en familia con la mujer y con los
hijos. El salario familiar absoluto se le debe a todo trabajador. El jefe de
familia es una sola cosa, un solo ser con su esposa y con sus hijos. A él
incumbe sustentarlos. Mientras la mujer y los hijos tengan hambre, es el padre
quien sufre y siente el hambre. Por esto dice S. S. Pío XI: "es un crimen abusar
de la edad infantil y de la debilidad de la mujer; es gravísimo abuso que la
madre (lo mismo dígase de la niñez que vaga en la venta callejera) se vea
obligada a ejercitar un arte lucrativo, dejando abandonados en casa sus
peculiares cuidados y quehaceres, y sobre todo la educación de los hijos
pequeños".
Obsérvese que el
salario familiar, como salario mínimo, se le debe a todo obrero, aunque sea
soltero, porque es el salario humano, que se le debe como a hombre. Si no se
casa, es asunto que sólo a él le interesa. El empresario le debe el salario
humano, que es, al menos, el salario familiar.
Una vida humana: pero
no es vida humana la que no tiene más que lo estrictamente necesario para el
sustento de cada día, la que no puede ahorrar en previsión del mañana. Luego el
justo salario reclama algo más de lo estrictamente necesario para el sustento
diario de la familia. De aquí que Pío XI diga que "ayuda mucho al bien
común que los obreros y empleados lleguen a reunir poco a poco un modesto
capital mediante el ahorro de alguna parte de su salario, después de cubiertos
los gastos necesarios".
En el mínimo salario
justo se incluye además un tratamiento humano y cristiano. Tratamiento humano:
"y por esto débese procurar que el trabajo de cada día no se extienda a
más horas de las que permiten las fuerzas. Cuánto tiempo haya de durar este
descanso, se deberá determinar teniendo en cuenta las distintas especies de
trabajos, las circunstancias de tiempo y de lugar y la salud de los obreros mismos".
(León XIII).
Tratamiento humano:
por esto entiendo que se ha de reprobar la división de trabajo impuesta por la
"taylorización". No es tolerable que el hombre se someta a la
repetición maquinal, automática, de un mismo gesto, sin iniciativa propia. El
hombre no es, como se imaginaba y decía Taylor, un hombre buey. Tiene derecho a
la nobleza humana.
Tratamiento, además de
humano, cristiano. Porque como el obrero ha sido rescatado por Cristo, y es amado
por Cristo de modo especial, ya que también El fué obrero, tiene derecho a que
se le considere como cristiano y se le den las facilidades para que cumpla con
sus deberes religiosos y santifique los días del Señor.
El salario mínimo
explicado no se le puede negar por ningún motivo y en ningún caso, aunque su
negación la autorizase la legislación civil. "Si acaeciese alguna vez
-dice León XIII- que el obrero obliga- do de la necesidad o movido del miedo de
un mal mayor, aceptase una condición más dura, que contra su voluntad tuviera
que aceptar por imponérsela absolutamente el amo o el contratista, sería eso
hacerle violencia, y contra la violencia reclama la justicia". (León
XIII). No faltan ahora, con la desocupación, quienes explotan la poca demanda
de brazos para remunerar injustamente el trabajo del operario. Abuso pernicioso.
Si una empresa no tiene recursos para pagar el salario debido, tampoco puede
exigirle un trabajo ordinario. Sólo le puede exigir el trabajo que le remunera.
Si disminuye el salario debajo de lo justo, disminuya en igual proporción la
cantidad de trabajo.
Hasta aquí hemos
tratado de determinar rápidamente el salario mínimo, cuyo límite no se podrá
rebajar sin una funesta violación de la estricta justicia.
¿Se contentará con
esto un empresario? De ningún modo. Como lo dice el Código de la Unión Internacional
de Estudios Sociales de Malinas: "El salario mínimo no agota las
exigencias de la justicia. Por encima del mínimum, diversas causas principales
importan, sea por justicia, sea por equidad, una mejora. Así, p. ej. una
producción más abundante o la prosperidad más o menos grande de la empresa,
exigen un aumento en el salario. Además que ha de existir una jerarquía en los
salarios, según la función económica que se desempeñe. No es justo que el
trabajo del picapedrero sea igualmente remunerado que el del electrotécnico".
Padre Júlio Meinvielle, in "Concepción Católica de la Economía", Buenos Aires, Cursos de Cultura Católica, 1936 - páginas 29 a 31.
2 comentários:
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excelente post
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