Me acusa un lector, al parecer asiduo, de A Casa de Sarto de “no ser suficientemente obediente”. Critica el avezado lector mi “enfrentamiento” con Roma y “no ser suficientemente dócil a Roma y al Santo Padre”. Le digo privadamente a mi lector, y se lo repito públicamente, que la Iglesia no es una Monarquía Absoluta, sino una Monarquía templada, y que el Santo Padre (ni aún tras el Concilio Vaticano I) tiene un poder omnímodo. Objeta mi crítico lector mi “falsa (sic) creencia en que uno puede desafiar al Papa”. Le digo a mi lector que por esa regla de tres tampoco San Pablo hubiera podido corregir a San Pedro, ni San Atanasio al Papa de su tiempo. Al final el intercambio toma un cariz imposible, porque es un problema de concepto el que nos impide siquiera partir de una plataforma común. Y el concepto en cuestión no es nada más y nada menos que el de la Obediencia y sus límites.
Releí recientemente un artículo publicado por el galés Michael Davies allá por 1986 sobre la crisis actual de la Iglesia y las implicaciones de la obediencia debida e indebida. Buena gana de querer expresar yo con palabras lo que otros son capaces de decir con mucha mejor forma y más calado en el fondo. Enlazamos aquí el trabajo de Michael Davies sobre los límites de la obediencia.
Rafael Castela Santos
quinta-feira, novembro 24, 2005
Obediencia debida e indebida
Publicada por
Rafael Castela Santos
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quinta-feira, novembro 24, 2005
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