Los resultados de la encuesta de Paix Liturgique sobre la Misa Tradicional dan lugar a unas cuantas reflexiones.
En primer lugar la reflexión doméstica. España y Portugal quedan muy malparadas en esta encuesta. Está claro que son los dos países donde menos se conoce la Misa Tradicional de todos aquellos donde se ha realizado la encuesta. Apenas un 18 y un 26 % de los católicos encuestados conocen el Motu Proprio en las dos naciones ibéricas, respectivamente. Estamos muy lejos de Francia o Alemania en este punto. La pregunta es por qué.
Los Episcopados español y portugués han sido muy hostiles a la Misa Tradicional. Nuestro soldado Miles, antes JSarto, lleva denunciando en estas mismas páginas el pésimo comportamiento del Alto Clero luso sobre la Misa Tradicional de manera precisa y fiel a lo largo de años. Las páginas de A Casa de Sarto están henchidas de ejemplos en este sentido y aquí se ha seguido de cerca la actuación contraria a la Tradición, al Motu Proprio, a Universitas Ecclesiae y a los mismos deseos del Santo Padre en Portugal. Me consta saber que en las altas esferas vaticanas se tiene al Episcopado portugués como uno de los peores, más torpes y más analfabetos del mundo. La impresión que de ellos tienen en Roma se la han ganado a pulso y su penúltima torpeza es su empecinada y siempre renovada oposición a la Misa Tridentina.
En España, pese al tímido apoyo del Cardenal Cañizares y algunos Obispos aislados como Mons. Gerardo Melgar (Osma-Soria), Mons. Manuel Ureña (Zaragoza) o Mons. Carlos López (Salamanca) y poquísimos más, no he querido ahondar en la herida exponiendo sistemáticamente las actuaciones del Obispo de León –encargado de Liturgia de la Conferencia Episcopal- o las del Cardenal más influyente de todo el Episcopado español (Rouco Varela, de Madrid), hostil a la Misa Tradicional como pocos. Tan sólo el carrerismo de este último ha hecho que, a regañadientes, permita al Instituto de Cristo Rey –tras no pocos hostigamientos y socavamientos- el que se diga la Misa Usus Antiquior en Madrid. Hablemos claro: los Obispos portugueses y españoles están en contra de la Misa Tridentina.
Los Sacerdotes del común solar hispano, en especial los más jóvenes, están más exculpados. La pésima formación que obtienen en los Seminarios hoy día les impide un conocimiento cabal del problema litúrgico. Mientras les hinchan las neuronas, y quizás otras partes de su anatomía, con sociología mediopensionista, teología pastoral de medio pelo, Dogmática de pacotilla y Liturgia adulterada, no llegan a comprender el problema. Curiosamente cuando curas jóvenes se empeñan en el estudio serio y concienzudo, llegan a comprender el problema (un fuerte abrazo, mi querido Don Juan Antonio, de Santander) y se ponen a decir la Misa Tridentina. Más curioso todavía es el hecho de que sean Sacerdotes jóvenes los que quieran decir la Misa Tridentina, y prácticamente ninguno por encima de los 45-50 años se plantea tal cosa. Hablo con religiosos y con curas de menos de 40 años, en Monasterios, en hospitales, en las Fuerzas Armadas, en alguna parroquia de acreditada caridad, etc., y me dicen que están interesados en la Misa Usus Antiquior. Me piden libros, CDs, quieren hablar del tema … ¡y ninguno, absolutamente ninguno, rebasa los 50 años! Es decir, no tienen un conocimiento personal de la Misa Tridentina, o apenas algún palidísimo recuerdo de su niñez, y ellos son los que quieren volver la Liturgia de siempre.
Finalmente los fieles. Transcribo el texto que enlazaba al comienzo: “El 50,4% de los católicos practicantes españoles afirmó que asistiría al menos una vez al mes a la Misa según la forma extraordinaria si se celebrase en su parroquia. De ellos, el 27,4% asistiría semanalmente y el resto entre 1 y 3 veces al mes.” Creo que no precisa de más comentario: la Misa Tridentina atrae, como no podría ser de otra manera. No hay animadversión por parte del pueblo fiel. ¿Por qué pues esta obstinación contra la Misa Tridentina por parte de los Obispos? Resulta de todo punto inexplicable.
Una segunda reflexión emerge del hecho de que, al igual que señalábamos con los Sacerdotes, otro tanto ocurre con los seglares: son los jóvenes los que más interés demuestran en la Misa Tradicional. Bien es cierto que –jóvenes y los que no lo son tanto- hay sólo una minoría que opta por la convivencia de la Forma Ordinaria y la Extraordinaria. Dentro de esta minoría (algo más de 1/3), sin embargo, destacan los jóvenes como los más a favor de dicha coexistencia dentro de su misma Parroquia. El dato relevante es que son aquellos grupos etáreos que no tuvieron una vivencia de la Tradición litúrgica los que están más a favor de la misma. ¡Qué curiosas son las intervenciones del Espíritu Santo!
En tercer lugar hay que preguntarse acerca de los canales de información acerca de los cuales la gente llega a saber de la Liturgia Tridentina. En este sentido hay que constatar lo obvio: la formación de los católicos hoy día deja mucho que desear. Dicho esto, ¿lee la gente páginas del internet, publicaciones, bitácoras, etc., donde se hable de esto? Lector empedernido que soy, tengo la bárbara costumbre de leer cualquier cosa, hasta las hojas parroquiales. Y no veo que este tema haya salido de determinados circuitos más o menos subterráneos. Hay páginas, como las oficiales del Vaticano o las oficiosas de Zenit, que sí han hablado de esto. Pero otras muchas no han dicho esta boca es mía. ¿Por qué esta conspiración de silencio?
En cuarto lugar dejémonos de atribuciones externas. Siendo cierto todo lo anterior no es menos cierto que muchas veces somos nosotros mismos, los tradicionalistas, los que no predicamos con nuestro ejemplo. Un fruto de ello es el crecimiento más lento de los últimos 10 ó 15 años. No pensemos que nosotros, por ser tradicionalistas, estamos exentos de los demás problemas de la Iglesia. Nos afectan los mismos y en el mismo o parecido grado. Nuestra caridad a veces deja que desear. Nos consideramos mejores por ser tradicionalistas cuando, en rigor, es justo lo contrario: tenemos que esforzarnos en ser verdaderamente mejores porque tenemos la Gracia de la Tradición, que no es, por cierto, cualquier gracia en estos tiempos que corren, sino una muy especialísima. Como hemos recibido más, hemos de dar más. Y esto a veces no pasa. Me pregunto cuántas veces no hemos sido capaces de atraer con nuestro ejemplo y nuestra conducta a los muchos miles de personas que esporádicamente visitan las Capillas y centros de Misa Tradicional. Hagamos todo lo que esté de nuestra parte a este respecto. Sigamos el consejo de San Pablo, de adaptarnos siempre a nuestro interlocutor para que nuestro apostolado sea más eficaz. Busquemos sin denuedo una caridad sin tacha.
Y esforcémonos en la oración y en la Devoción al Santísimo Sacramento. A final de cuentas, todo viene de ahí.
Rafael Castela Santos
terça-feira, julho 19, 2011
¿Paz Litúrgica?
Publicada por
Rafael Castela Santos
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terça-feira, julho 19, 2011
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