A última carta escrita por Monsenhor Fellay aos amigos e benfeitores da Fraternidade Sacerdotal de São Pio X é mais uma vez notável, constituindo em simultâneo um testemunho de genuíno amor à Igreja e de verdadeira fidelidade ao Papa, que apenas um bispo autenticamente católico poderia escrever! Que diferença, para melhor, em relação às criaturas rastejantes modernistas que continuam a ser legião no pobre episcopado lusitano…
Aqui deixo um excerto da tradução espanhola de tal carta (a tradução portuguesa - perdoe-me quem a fez - está fraquinha…), recomendando a sua leitura integral. Monsenhor Fellay faz um diagnóstico exacto do actual momento da Igreja.
Volviendo a nuestra imagen, parece que desde hace algún tiempo, más o menos desde la subida al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola, mucho más modesta que la primera, pero no obstante bastante persistente como para que la podamos percibir y que, contra todo pronóstico, parece ir contra el sentido de la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es algo real. Se lo ve particularmente entre las generaciones jóvenes, manifiestamente frustradas por la poca eficacia espiritual de las reformas de Vaticano II. Si consideramos los reproches tan duros y amargos que los progresistas lanzan contra Benedicto XVI, está claro que ellos perciben en la propia persona del Papa actual una de las causas más vigorosas de este principio de renovación. Y por lo mismo, incluso si nos parece que todas las iniciativas del Papa son más bien tímidas, contrarían profundamente al mundo revolucionario e izquierdista, tanto en el interior como en el exterior de la Iglesia, y esto a varios niveles.
Aqui deixo um excerto da tradução espanhola de tal carta (a tradução portuguesa - perdoe-me quem a fez - está fraquinha…), recomendando a sua leitura integral. Monsenhor Fellay faz um diagnóstico exacto do actual momento da Igreja.
Volviendo a nuestra imagen, parece que desde hace algún tiempo, más o menos desde la subida al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola, mucho más modesta que la primera, pero no obstante bastante persistente como para que la podamos percibir y que, contra todo pronóstico, parece ir contra el sentido de la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es algo real. Se lo ve particularmente entre las generaciones jóvenes, manifiestamente frustradas por la poca eficacia espiritual de las reformas de Vaticano II. Si consideramos los reproches tan duros y amargos que los progresistas lanzan contra Benedicto XVI, está claro que ellos perciben en la propia persona del Papa actual una de las causas más vigorosas de este principio de renovación. Y por lo mismo, incluso si nos parece que todas las iniciativas del Papa son más bien tímidas, contrarían profundamente al mundo revolucionario e izquierdista, tanto en el interior como en el exterior de la Iglesia, y esto a varios niveles.
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