quarta-feira, junho 08, 2005

La canonización de Juan Pablo II

El quincenal navarro católico Siempre p'alante publica en su número 521 un atinado artículo.

LA CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II

Mezclada con ceremonias y crónicas de los funerales del Papa Juan Pablo II y del Cónclave siguiente, han llegado noticias confusas de su próxima y rápida canonización. Parece que se ha dispuesto ya la simplificación de algunos trámites para ella. Nadie discute la potestad de un Papa reinante para cambiar ciertos trámites. Ya lo hizo Juan Pablo II con la canonización del Padre Maximiliano Kolbe. Pero toquetear la propia legislación tiene sus inconvenientes. No está entre los trámites obviados la desaparición de la valoración de las razones en contra de la canonización, que expone preceptivamente un miembro del tribunal al que se llama popularmente "el abogado del Diablo". ¿Por qué no ayudarle también a él? La devoción al Papado es compatible con la investigación histórica, aunque sea de aspectos que no contribuyan a la canonización.
Si en la puesta en marcha de esa canonización se valorara la presión de un cierto sector popular, no parecería prudente excluir otro clamor popular de sentido contrario. Antiguamente se decía que "vox populi, vox Dei", la voz del pueblo es la voz de Dios. Modernamente eso parece menos probable. Hoy diríamos que la voz de las masas (ya no pueblo) es la voz de los dueños de los medios de comunicación social. No de los periodistas, que se alquilan para ganarse la vida, sino de los dueños de los medios que escogen e imponen las directrices ideológicas con que galvanizan a las masas.
Una manifestación de liberalismo es considerar en una persona, candidata o no a la canonización, solamente sus virtudes privadas, prescindiendo de sus acciones y omisiones públicas y políticas. Creemos que se deben valorar también las acciones exteriores del Papa Juan Pablo II respecto de la custodia del depósito de la Fe en España, y del pastoreo de la grey también en España. Aunque las relaciones de causalidad en esta materia son difíciles de establecer, veintisiete años de pontificado dan para mucho.
En España, después de la Cruzada de 1936, hubo un gran empeño popular en que se canonizaran los asesinados por los rojos. Paralelamente hubo otros empeños de signo contrario, de oposición a la concesión del capelo cardenalicio a Jacques Maritain, porque militó mucho contra la España Nacional; a la exaltación del alcalde de Florencia, Giorgio La Pira (Vid. Siempre p'alante de 1 de enero de 2005) y a la de Pablo VI por análogas razones, y a otras promociones parecidas.
Nadie discute que durante el pontificado de Juan Pablo II España se ha descristianizado grandemente. Es un asunto gravísimo que no se puede pasar por alto. Es cierto que ello ha sido la continuación de un proceso complicado que surge en torno al Concilio Vaticano II. Pero en veintisiete años de Pontificado, el Papa Juan Pablo II tuvo tiempo y ocasión de dar algún golpe de timón. No sabemos que lo diera, ni de hecho en lo pastoral, ni de aclaraciones doctrinales acerca de la apostasía de la Constitución de 1978, ni del régimen democrático. Ciertas manifestaciones precipitadas a favor de la canonización de Juan Pablo II se alinean con las teorías de que aquí no ha pasado nada, que todo el mundo es bueno, y que nadie tiene la culpa de nada.

Aurelio de Gregorio

(RCS)

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