sábado, maio 29, 2004

Mea Culpa

Com algum atraso, ainda em comemoração do centésimo décimo aniversário do nascimento de Louis-Ferdinand Céline, aqui deixo um extracto do "Mea Culpa", que sempre me impressionou, e no qual o escritor evidencia toda a sua profunda desilusão com a natureza humana (a tradução portuguesa é de autoria de Manuel João Gomes, publicada pelas Edições Antígona, de Lisboa, em 1989):

"A superioridade prática das grandes religiões cristãs estava em doirarem a pílula. Não procuravam atordoar, não andavam à cata de eleitores, não sentiam a necessidade de agradar, não precisavam de dar ao rabo. Iam buscar o Homem ao berço e impingiam-lhe a verdade sem mais cerimónias. Cantavam-lha bem cantada e sem subterfúgios: "Tu putrículo informe e insignificante, tu nunca passarás de imundície… És só merda de nascença… Estás a perceber?... É mais do que evidente, é o princípio de tudo! Mas… se calhar… se calhar… se calhar… vendo a coisa mais de perto… pode ser que tenhas uma oportunidade de te perdoarem por seres assim imundo, excremencial, incrível… É mostrares boa cara a todas as penas, provações, misérias e tormentos da tua existência breve ou longa. Em perfeita humildade… A vida, a velhaca, não é mais do que uma prova rude! Não te esfalfes! Não andes à procura de grandes trabalheiras! Salva a tua alma, já não é mau de todo! Talvez lá no fim do calvário, se fores extremamente cumpridor, herói do "cala o bico", venhas a espichar dentro dos princípios… Mas não é certo… um pelinho menos pútrido ao dar o berro do que ao nascer… quando caíres na noite mais respirável do que na aurora… Mas deixa-te de ideias! É tudo!... Cautelinha! Não especules com grandes coisas! Para um cagalhão, isso é o máximo!..."

Isto sim! é que é conversa a sério! dos verdadeiros Padres da Igreja! Que entendiam da poda! Que não alimentavam ilusões!

A grande pretensão à felicidade, não há impostura maior! É ela que complica a vida toda! Que torna a gente tão peçonhenta, crapulosa, intragável. Na existência não há felicidade, há só infelicidades mais ou menos grandes, mais ou menos tardias, ruidosas, secretas, diferidas, dissimuladas…".

quarta-feira, maio 26, 2004

Bodas y bodorrios

¿Cabe reflexionar en clave católica sobre la boda del Príncipe Don Felipe con Doña Letizia Ortiz? Sí, y la reflexión entristece.
1. Desde el Catolicismo todavía no se explicó a los católicos de a pie cómo es posible que una señora casada y divorciada por lo civil, públicamente agnóstica y defensora del aborto, se pueda casar del modo que lo hizo por la Santa Madre Iglesia. La Iglesia Católica, y con razones poderosas, exige normalmente en estos casos una retractación. Pero Doña Letizia Ortiz no es ya un personaje privado, sino un personaje público. Y esa retractación, en la cual debiera explicar cómo una bautizada no se casó por lo eclesiástico, hubiera debido ser pública, puesto que público es su puesto. No hay noticias de tal retractación, lo cual es preocupante. Como no hay noticia de que abjurase de su agnosticismo ni de su defensa de la muerte de los inocentes. Si Doña Letizia sigue siendo agnóstica y se limitó a cumplir lo mínimo para posibilitar la boda del modo institucional al uso, el matrimonio sería sacrílego.
2. No deja de ser extraño que se emitiera un comunicado por parte de la Conferencia Episcopal Española el jueves anterior a la boda diciendo que la boda sería celebrada por Monseñor Rouco solamente y a la hora de la verdad es concelebrada por Rouco y los dos Vicarios Castrenses. Monseñor Rouco quiso asumir esa responsabilidad para sí solo, ante Dios y ante la historia y, al final, Monseñor Estepa, amigo del Rey y quien ha dirigido la “formación” de Letizia, decidió saltar a la palestra y cargar con la cruz (o fechoría) de la boda. ¡Ay de los respetos humanos!
3. Desde el Tradicionalismo político no puedo por menos de citar a mi siempre admirado Henrique Barrilaro Ruas, de uno de cuyos artículos extractamos:

“Eis, pois, El-Rei duplamente cativo do Poder. Para longe a roupagem fulgurante! Para longe a própria natureza, exigente, em humana medida, de humanas ambições... Como a água cantante que jaz cativa, porque há-de servir para sinal de Deus; como o cordeiro que Abel sacrificou; como o pão e o vinho de Melquisedec – esse homem foi distinguido dos outros, para ser, fora de si mesmo, numa esfera que não é a sua, o senhor de todos: incluindo em todos aquele que ele próprio é.
Deus o cativou; a História o conserva cativo. Um vínculo, uma servidão originária, que por geração se transmite como o pecado de Adão, faz de El-Rei o homem mais despido de aparatos, companheiro da pobreza, exilado de si mesmo... Para cumprir.”


Es decir, la primera misión de la Monarquía es la su ejemplaridad, su servicio y la defensa de los pobres (incluyendo una sólida y fuerte barrera ante la plutocracia). Por más que en España ha habido siempre y sigue habiendo una fortísima presión mediática para ocultar los defectos de la Casa Real, estos ya trascienden cada vez más y más.
3. Los Borbones han sido históricamente un desastre, un flagelo y un castigo para todas las Españas. Entre otras muchas cosas no sólo arrasaron con la justicia y equidad del sistema virreinal de los Austrias, expulsaron a los jesuitas en España y los machacaron con mercenarios en Paraguay, importaron el enciclopedismo, se infectaron de odio a la Iglesia –a la que robaron y saquearon en la desamortización- y enfeudaron a España con una Francia que desde el 1500, posiblemente desde los Capetos, siempre tuvo más presente su tentación nacionalista y galicana que el servicio a la Iglesia Católica, como señala –entre otros- Jean Dumont en su libro Lepanto, la historia oculta. La secular tradición política española, que tiene una weltanschauung bien diferente al reconocer la Monarquía en virtud no sólo de la legitimidad de origen, sino también de la legitimidad de ejercicio. El Marqués de Valdeiglesias, que trató a los Borbones muy de cerca, no pudo por menos de escribir su testamento citando a Donoso Cortés:

“Parecía que sólo la construcción completa y acabada de un sistema monárquico, que no se agotara con la colocación de un Rey en la cúspide, podía dar la solución del problema. Ni el mando de uno ni la entrega a las pasiones volubles de la plebe. Ambas cosas son construir sobre arena. ¡Desgraciado del hombre que se fía de las aclamaciones que pueda la masa tributarle en un momento! Fernando VII recibió el nombre del Deseado. Su retorno a España fue aclamado con fervor. Con el mismo fervor que acompañó a Isabel II durante casi todos los años de su reinado sin perjuicio de que a su caída se escribiera en todas las paredes: “Cayó para siempre la raza espúrea de los Borbones en justo castigo de su perversidad” y fuera inútil que una y otra vez se borrara el infamante letrero porque volvía invariablemente a aparecer como expresión del sentir unánime de un pueblo. ‘El destino de la Casa de Borbón es fomentar las revoluciones y morir en sus manos’, dijo Donoso Cortés. ¿Es un sino personal o es una prueba de su incapacidad para organizar convenientemente el Estado?”

X. Las constantes clásicas y el ideal de la Monarquía española han permanecido guardadas en el Carlismo. Frente a ello, esta monarquía liberal y plutocrática no ha hecho sino socavar la misión metapolítica de España que, como la de Portugal, no es otra que la de propagar la Fe de Cristo por todo el orbe. Cristo no sólo reina individualmente sobre cada uno de nosotros, sino también sobre las sociedades, sobre las que tiene derecho. Y de Dios, o de la misión que Dios encomienda a una nación, no se mofa nadie. Ni siquiera un Rey o un Príncipe.
4. Epílogo: Quiera Dios que me equivoque y quiera Dios que España no purgue en sangre sus muchos y terribles pecados de hoy día. Mi diagnóstico, empero, es que en esa boda de Don Felipe y Doña Letizia empieza el principio del fin de esta dinastía ajena al ser de las Españas y refractaria a la virtud.
Quizás España, que ha traicionado la misión que Dios le asignó, también esté por morir. O quizás no …

Rafael Castela Santos

terça-feira, maio 25, 2004

Os Estados Unidos, Israel e o Kosovo

Na sequência dos acontecimentos de Rafah, na semana passada, em que uma operação militar israelita causou a morte a quarenta e dois palestinianos, a administração norte-americana reagiu àqueles dizendo que o Estado de Israel tem todo o direito a exercer a sua legítima defesa e, sem ter apoiado explicitamente tal actuação, recusou a expressa condenação da mesma.

Por mim, não duvido do juízo norte-americano: evidentemente que Israel tem todo o direito a exercer a sua legítima defesa, ainda que atacar uma manifestação a tiros de morteiro disparados a partir de helicópteros, ou proceder ao desalojamento de três mil pessoas por intermédio da demolição forçada das suas casas de morada, me pareça tipificar antes um óbvio caso de excesso dessa legítima defesa e isto sem prejuízo, pela minha parte, de não manifestar qualquer simpatia pelo terrorismo fundamentalista islâmico e o conceito civilizacional a ele inerente. De resto, não deixa de ser curioso que muitos dos que vergastam a Igreja pela sua postura histórica face ao Islão, nomeadamente através das cruzadas, surjam agora alardear grande amizade por Israel e pelo seu combate contra o dito fundamentalismo islamita.

Outrossim, no meio desta história toda, ressalta uma vez mais a costumeira repugnante duplicidade de critérios de Washington: por exemplo, a Sérvia, pela prática de actos bem menos gravosos do que aqueles de que se dá conta no começo do parágrafo precedente, e por haver tido a ousadia de se defender legitimamente no Kosovo, coração histórico do seu território nacional, dos ataques de um grupo terrorista fundamentalista islâmico patrocinado pelos EUA - o UÇK -, foi brutalmente agredida por esses mesmos EUA, que aproveitaram essa factualidade para dar mais um passo na experimentação e instauração da sua Nova Ordem Mundial, desprezadora das soberanias dos estados nacionais clássicos. Como é óbvio, idêntica actuação em relação a Israel está completamente fora de causa: afinal, tudo não passa de uma questão de influência discreta nos bastidores de Washington…

segunda-feira, maio 24, 2004

Sítios da tradição

Adoptando uma sugestão que me havia sido feita pelo Manuel Azinhal, criei uma nova coluna de ligações onde é possível travar conhecimento com um conjunto de sítios empenhados na defesa de tradição católica, cuja leitura recomendo como forma de contrariar as mentiras usualmente propagadas nos locais do costume pelos Torgais, Domingues, Oliveiras, Anselmos, Robalos e quejandos: seguindo os conselhos de Cristo, que os filhos da luz saibam ser tão expeditos como os filhos deste mundo.

Todos os sítios sugeridos são obviamente católicos, a maior parte deles perto do espírito da Fraternidade de São Pio X e da sua resistência à heresia modernista; outros - Fraternidade de São Pedro, Instituto do Cristo Rei, Padres de Campos e Una Voce -, inseridos no âmbito da Comissão Pontifícia "Ecclesia Dei" do Vaticano, impedidos por esse motivo de contestarem abertamente o modernismo, não deixam de fazer um notável trabalho em defesa da tradição que merece ser devidamente realçado, refutando definitivamente a falácia progressista, muito corrente em Portugal, de que o rito litúrgico latino-gregoriano foi abolido depois do Concílio Vaticano II - na verdade, isso jamais poderia ter acontecido.

Finalmente, neste âmbito do aconselhamento de novas ligações aos meus leitores, tenciono criar em breve também uma coluna dedicada a sítios de informação alternativa, que permita suprir as deformações, falsidades e omissões da comunicação social às ordens do sistema. Fica aqui feita a promessa, e isto sem prejuízo de vir a referenciar novos e interessantes sítios da tradição.

sábado, maio 22, 2004

Reflexiones

En estos momentos de locura, cuando la fuerza aérea del país más poderoso del mundo es capaz de atacar una boda porque pegan tiros al aire para celebrarlo, cuando los que son más fuertes en Israel tildan de “ataque militar” los ataques a civiles más o menos indefensos (la desproporción de fuerzas es palmaria), cuando los sudaneses musulmanes siguen crucificando a los cristianos por centenares y el Vaticano no dice ni pío, cuando nunca se vio ola tal de impureza en todos los sentidos, cuando la droga campa por sus fueros y rige el mundo, cuando la distribución de la riqueza es cada vez más injusta … En estos momentos se me viene a la cabeza lo que nos obligaban a aprender en el Catecismo de la Primera Comunión, a saber, que hay cuatro pecados que claman venganza al Cielo: 1) la muerte del inocente (¿a cuántos centenares de millones de niños, por ejemplo, se han matado ya, incluyendo en las “muy católicas” naciones de España e Italia, por ejemplo?) 2) el sexo contra natura (¿en qué se diferencian nuestras sociedades de Sodoma o Gomorra? ¿se castigará alguna vez el escándalo de la Pía Casa en este mundo o han decidido pagar sus facturas enteramente en el otro?) 3) el no pagar el justo salario al obrero (¿hubo jamás injusticia social de tan cósmicas proporciones?) y 4) la opresión de la viuda, el huérfano y el extranjero (¿estuvieron acaso los débiles tan desprotegidos?).
¿Seguiremos creyendo que esto lo podemos resolver así, por medios humanos, por medios políticos? El hombre no salvará jamás al hombre, como en cierta ocasión le dijo una monjita italiana a Vintila Horia. Son momentos de repliegue, de volverse hacia Cristo, hacia Dios, y junto con los mártires de la Iglesia Triunfante exclamar desde el fondo del corazón “¿hasta cuándo, Señor?”. Son momentos de volverse hacia la Santísima Virgen y hacer oración y penitencia.
Al final la Iglesia triunfará. Entre tanto, como decía el Agrario sureño Andrew Nelson Lytle, cruzaremos el infierno.

Rafael Castela Santos

sexta-feira, maio 21, 2004

A nova Concordata

Na passada terça-feira, foi assinada em Roma a nova Concordata que doravante irá regulamentar as relações entre o Estado Português e a Igreja Católica. Da sua leitura, concluo ser um tratado globalmente positivo para defesa dos direitos e legítimos interesses da Igreja em território nacional, mantendo o reconhecimento da especial dimensão histórica e sociológica que o Catolicismo desde sempre teve em Portugal e as especificidades próprias daí decorrentes, recusando o jacobinismo serôdio e odiento sufragado pela extrema-esquerda radical e totalitária, a qual, na guerra cultural que declarou aos valores tradicionais do Ocidente, gostaria de ver completamente erradicado do espaço público o factor religioso. Não o conseguiu uma vez mais, para seu desespero.

Sem prejuízo das considerações já feitas, cotejado o texto da Concordata de 1940 com o da Concordata de 2004, nem tudo é positivo nesta última: desaparecidos alguns arcaísmos próprios da época em que o anterior tratado com a Santa Sé havia sido negociado, estranha-se que a Igreja sobrace uma subtil laicização da sociedade portuguesa, aceitando que a sua presença em áreas como a assistência religiosa nos estabelecimentos de saúde pública ou nas instalações militares passe a ser pouco mais do que tolerada, ou que a moral cristã deixe de ter qualquer peso nas escolas públicas; noutro plano, não se alcança a razão do retrocesso que constitui a circunstância de as sentenças proferidas pelo Supremo Tribunal da Rota Apostólica, em matéria matrimonial, passarem a ser revistas - e não meramente confirmadas - pelas Relações nacionais.

A talhe de foice, sobre a questão das relações entre o Estado e a Igreja, aproveito para deixar aqui transcrito um texto de Jean Madiran, extraído do seu livro "Une Civilisation Blessée au Coeur", publicado pelas Éditions Sainte-Madeleine, Le Barroux, no ano de 2002:

"Il n'y a donc plus d'Etat chrétien en Europe. Voici l'Eglise et les chrétiens ramenés à la situation que tant de théologiens et d'évêques ont tellement souhaitée depuis cinquante ans et davantage: une situation antérieure à l'empereur Constantin et au "constantinisme", où le pouvoir politique n'apporte à la religion chrétienne aucune espèce de soutien temporel, car un tel soutien serait un élément impur venant dégrader l'indépendance nécessaire à son authentique spiritualité.

(...) l'Eglise a besoin aussi, a besoin d'abord d'avoir en face d'elle un pouvoir temporel qui soit politiquement autonome; et elle a vitalement besoin que ce pouvoir, autonome en son domaine, reconnaisse la divinité de Jésus-Christ ou, au moins, la souveranité de la loi naturelle: s'il la viole, que ce soit accidentellement et non point par un refus de principe. A partir de Constatin Ier le Grand, empereur de l'an 306 à l'an 337 de notre ère, la religion chrétienne a pu devenir la religion de l'Etat. Les pays d'Europe furent ceux où régnait un Prince chrétien. On a denommé "constantinisme" la doctrine et les situations où le Prince chrétien assure chrétiennement l'ordre temporel. La fin de ce "constantinisme" a créé une situation nouvelle qui laisse l'Eglise désemparée.

Car l'Eglise a besoin d'un bras temporel et même de beaucoup plus. Partout où elle n'a pas la collaboration sincère d'un pouvoir politique indépendant d'elle, elle ne peut plus survivre qu'en redevenant mystiquement, puis physiquement, une Eglise du silence, une Eglise des martyrs.

Et la reciprocité est certaine. L'ordre naturel ne peut être maintenu dans la vie sociale et culturelle que par un constant appui politique de l'Eglise militante.

(...)

Il y a des solidarités inscrites dans l'ordre naturel des choses et verifiées par l'expérience historique. Nous l'avons vu. L'universel déluge sociologique par lequel l'athéisme l'a emporté en Europe a submergé ensemble la philosophie chrétienne, le catéchisme traditionnel, la liturgie sacrée, le nationalisme, la culture classique des élites, la sainteté du clergé, les bonnes moeurs du peuple chrétien. Il existait d'étroites solidarités temporelles, qui n'étaient ni illégitimes ni arbitraires, entre la théologie thomiste, le nationalisme à la française, le catholicisme romain, la culture gréco-latine des élites, les bonnes moeurs générales. Ces solidarités étaient d'ailleurs des filiations et des cousinages. On a eu tort de les méconnaître. Elles ont eu tort de se méconnaître mutuellement. Elles composaient une civilisation. Face à la subversion, face à l'inversion diabolique, elles étaient dans le même champ. Elles ont été submergées ensemble".

quarta-feira, maio 19, 2004

Feira do Livro

Este lembrete do Pedro Guedes, no seu Último Reduto, avivou-me a memória para fazer uma sugestão a todos os que a partir de sexta-feira visitarão a Feira do Livro de Lisboa: não existindo em Portugal nenhuma editora especializada na publicação de obras inspiradas por um espírito católico tradicional, como ocorre nos casos da Tan Books ou da Angelus Press norte-americanas, apesar desse facto, aconselharia os meus leitores a darem um saltinho até ao pavilhão da Livraria Civilização Editora e a observarem o que por lá estiver exposto, muito especialmente os títulos editados na colecção "Talent de Bien Faire", de leitura altamente proveitosa.

Os livros de autoria de Roberto de Mattei, "A Soberania Necessária" e "Guerra Santa, Guerra Justa", onde se analisam respectivamente a problemática da mundialização e o conceito cristão de guerra justa cotejado com o islâmico de "jihad", não deveriam deixar minimamente indiferentes os membros da nossa família ideológica. Do mesmo autor, e igualmente de leitura muito interessante, destaco a biografia do Papa Pio IX, por excelência o grande Papa anti-liberal do século XIX - convém atentar ao Syllabus nela constante em versão integral, para perceber o fosso que separa a tradição católica do progressismo modernista pós-conciliar.

Num plano mais especificamente religioso, recomendaria ainda "Espírito de Família", de Monsenhor Henri Delassus, pensador contra-revolucionário de finais do século XIX e começos do século XIX, muito apreciado por São Pio X; "O Reino de Jesus Cristo na História", de Henri Ramière; "A Alma de Todo o Apostolado", do abade cisterciense J. B. Chautard, relevante análise da vida espiritual católica, também muito admirada por São Pio X; e, finalmente, "O Culto de Maria Imaculada na Tradição e na História de Portugal", de Armando Alexandre dos Santos, importante reflexão sobre uma das principais razões de ser de Portugal.

segunda-feira, maio 17, 2004

A Igreja Católica e a Igreja Kumbaiá

Steven Greenhut, de quem já falámos anteriormente na "Casa de Sarto", demonstrando ser um perspicaz observador da realidade interior do Catolicismo contemporâneo, escreve um magnífico artigo acerca da Igreja e a Anti-Igreja que nela se enfrentam, totalmente opostas entre si - a Igreja Católica Apostólica Romana de sempre, depositária da fé divinamente revelada e da tradição bimilenar, e a outra que Greenhut apelida sintomaticamente de Igreja Kumbaiá, simulacro modernista da primeira, fruto final da apostasia do Concílio Vaticano II -, bem como sobre a questão primordial que as divide irremediavelmente: a aceitação da Missa de rito latino-gregoriano, compreendida como a repetição não sangrenta do sacrifício de Cristo na Cruz, ponto central de expressão da religião católica; ou a recusa dessa Missa, com a implícita negação de todas as verdades de fé que à mesma se encontram intrinsecamente unidas. A ler aqui.

Creyente

Yo siempre fuí creyente en lo íntimo de mi alma; pero mi fé era estéril, porque ni gobernaba mis pensamientos, ni inspiraba mis discursos, ni guiaba mis acciones. Creo, sin embargo, que si en el tiempo de mi mayor abandono y de mi mayor olvido de Dios, me hubieran dicho: "Vas a hacer abjuración del catolicismo o a padecer grandes tormentos", me hubiera resignado a los tormentos, por no hacer abjuración del catolicismo. Entre esta disposición de ánimo y mi conduta habia sin duda alguna una contradicción monstruosa. Pero qué otra cosa somos casi siempre sino un monstruoso conjunto de monstruosas contradicciones?

Dos cosas me han salvado: el sentimiento exquisito que siempre tuve de la belleza moral, y una ternura de corazón que llega a ser una flaqueza; el primero debia hacerme admirar el catolicismo, y la segunda me debía hacer amarle con el tiempo.

(...)

El misterio de mi conversión (porque toda conversión es un misterio) es un misterio de ternura. No le amaba, y Dios ha querido que le ame, y le amo; y porque le amo, estoy convertido.



Donoso Cortés - 1849

quinta-feira, maio 13, 2004

Virgo Singularis

Passando por uma porta de Igreja vi, entre diversos cartazes da moderna religião, um que me chamou a atenção pelo nome do autor a que se atribuía o texto.

Aproximei-me e pude ler:

«Maria é a concreta realização do perfeito cristão. Maria é como nós. Jesus Cristo é outrossim um como nós. Mas ele também é Deus. Maria é que é inteiramente uma entre nós. O que ela é nós devemos ser. É por isto que Maria é-nos tão familiar. É por isso que nós a amamos». Karl Rahner

Mais abaixo lemos o nome da Organização que seleciona, compõe e distribui esses cartazes: «Missionários da PIME sob os auspícios do diretor da obra Pontifícia da Santa Infância. São Paulo. Com aprovação eclesiástica. Assinatura: Cr$...».

Comecemos nossas reflexões de baixo para cima: por x cruzeiros, e com aprovação eclesiástica, difunde-se pelas Igrejas, outrora destinadas ao culto católico, o nome de Karl Rahner, e a «doutrina» desse Doutor Comum da Igreja Pós-conciliar que sistematicamente rebate todas as dimensões sobrenaturais da nossa salvação sobre o plano do chamado antropocentrismo. Um protestante poderia dizer tudo aquilo em melhor português, mas não conseguiria, melhor do que esse religioso alemão, reduzir a figura singular da Mãe de Deus ao denominador comum de nossa mediocridade orgulhosa, e especialmente da orgulhosa mediocridade dos que vêem em Karl Rahner o substituto de Santo Tomás no mundo pós-conciliar. Voltaremos a falar nesta revolução, e nesta nova religião que ostenta triunfalmente a bandeira da mediocridade. O divino reduz-se ao humano, mas levado pela energia cinética da queda, o humano se esborracha no sub-humano, com aprovações sub-eclesiásticas.

O que diz de Maria Santíssima a Igreja? Refiro-me evidentemente à Santa Igreja Católica, à singular e única Igreja cuja maternidade virginal se configura pelas incomparáveis perfeições da Virgem Santíssima. O que diz a Igreja? Como falam os Papas, os Doutores, os Confessores, os Mártires, as Virgens? Como falaram os anjos? E como devemos nós, seus pequeninos filhos, exprimir nosso culto de especial veneração quando rezamos o Rosário e meditamos nos mistérios de Maria Santíssima?

Desordenadamente, como que tomados de surpresa, esbocemos algumas amostras da verdadeira devoção à Santíssima Virgem; e comecemos pelo admirável livro de São Luiz Maria Grignion de Monfort que tem este título: Tratado da Verdadeira Devoção à Santíssima Virgem. Abrindo ao acaso na página 30 lemos a passagem em que o autor desenvolve a idéia de Santo Antonino nestes termos: «Deus Pai ajuntou todas as águas e denominou-as mar; reuniu todas as suas graças e chamou-as Maria».

Santo Antonino de Florença, discípulo de Santa Catarina de Sena, grande teólogo do século, na sua Suma P. IV, Tít.XV, Cap.IV,parag. 2, diz: «appellavit eam Mariam quasi mare gratiarum». O mesmo Santo Antonino falando, agora da altitude hierárquica de Maria, nos diz: «A Virgem Santíssima está, pois, acima da hierarquia dos anjos, como um Chefe está mais distante do servidor do que um servidor está acima de outro. Todos os anjos são espíritos servidores e, entretanto, suas hierarquias são diferentes».

Ainda na mesma pauta, lemos de passagem as reflexões de um contemporâneo de Santo Antonino, o sábio Jean Charlier, mais conhecido pelo nome do lugar em que nasceu: Gerson. No seu famoso tratado sobre o Magnificat, diz: «A Virgem Santíssima constitui uma segunda hierarquia abaixo de Deus Trino e Uno. Primeiro Soberano Hierarca, perto do qual a humanidade do Filho foi a única admitida, e pôde sentar-se à direita da Majestade de Deus».

Ainda no mesmo tema da singular altitude de Maria Santíssima, Garrigou-Lagrange em Les trois Ages de la Vie Intérieure, nos cita o cardeal Cajetanus, grande comentador de Santo Tomás, que ousa dizer, a propósito da maternidade divina de Nossa Senhora, que essa maternidade «levou-a a atingir as fronteiras da divindade».

Santo Tomás (IIIa, Q.30, a.1) nos traz esta bela contribuição: «Deus esperou o consentimento da humanidade. Pelo fiat livremente pronunciado por Maria, ela cooperou no sacrifício da Cruz, já que foi ela que nos deu o sacerdote e a vítima».

No comentário sobre Ave et Pater, tão oportuna e generosamente editado pela Nouvelles Editions Latines, e encorajada pela Collection Docteur Commum da revista Itineraires, colhemos este precioso comentário sobre os termos gratia plena (p.163): «Antes de tudo a Virgem Santíssima ultrapassou todos os anjos por sua plenitude de graça. Para manifestar esta preeminência, o arcanjo Gabriel se inclinou diante dela e lhe disse: — Vós sois cheia de graça. Estava aí subentendida esta declaração: — Eu vos reverencio por estardes acima de mim por vossa plenitude de graças».

Estamos no Século XIII ouvindo o Doutor máximo da Igreja. Saltemos por cima de toda a Idade Média e pousemos no ano 431 em que se reuniu em Éfeso o IIIº Concílio Ecumênico motivado principalmente pelas heresias de Nestorius, para quem Maria seria apenas mãe de Cristo (Christotókos) e não mãe de Deus (Theotókos). Respondendo a Nestorius, São Cirilo, Bispo de Alexandria, pronunciara na Páscoa do ano 430 um sermão em que defendia a maternidade divina, sendo condenado pelo Papa Celestino; mas no ano seguinte, o Concílio de Éfeso, ao qual o Papa enviou dois delegados, deu ganho de causa a São Cirilo e condenou Nestorius. Registrou-se nesse episódio uma bela participação do povo de Deus, como no caso do arianismo. Enquanto os Bispos e os delegados do Papa debatiam a questão, o povo, homens e mulheres, certamente mais mulheres do que homens, gritava na rua: Theotókos! Theotókos! O sucessor de Celestino, o Papa Sixto III, dedicou uma basílica sob a invocação de Maria, Mãe de Deus — a conhecidíssima Basílica Romana de Santa Maria Maior.

E agora, para reunir e sintetizar todos os milhares de textos e de pronunciamentos feitos em louvor de Maria, a quem devemos um culto de singular veneração acima do que devemos aos Santos e aos Anjos, lembremos a ladainha de Nossa senhora, onde, em forma de oração, proclamamos seus dez títulos de Mãe, seus dez títulos de Rainha, seus títulos de excelsa perfeição, seus títulos de Virgem, seus títulos de refúgio e protetora — e com estas cinco prerrogativas a reconhecemos como Rainha dos céus e da terra.

Recomendamos aqui o opúsculo do saudoso Pe.Calmel O.P., Le Rosaire de Notre Dame, editado por Dominique Martin Morin Editeurs.

Quando pensamos em toda a maravilhosa beleza da obra sobrenatural que Deus compôs para a nossa salvação, e principalmente quando nos detemos na especial veneração daquela que é chamada «causa nostræ lætitiæ», aperta-nos o coração um sentimento de opressiva tristeza: dessa legião de humanistas que se deixam levar pelas reviravoltas antropocêntricas e que saboreiam o vômito de um Karl Rahner só nos resta dizer e repetir o tristíssimo estribilho: eles não sabem o que fazem, eles não sabem o que dizem, e sobretudo — meu Deus! — eles não sabem o que perdem.


Gustavo Corção - Revista Permanência N°100 Março 1977

Fátima

Riamos dos que, em nome dum falso naturalismo, se insurgem contra o Milagre e pretendem nivelar os acontecimentos verdadeiramente prodigiosos de Fátima como a explosão duma crendice baixa e sem resistência ao mais leve e reflectido exame!

(…)

O sentimento da presença é um sinal poderoso de afirmação divina. Experimentaram-no, numa uniformidade admirável, quantos viram o sol empalidecer diante de Aquela que vinha qual "a Aurora nascente, mais formidável do que um exército bem ordenado".

Não estive em Fátima, mas de longe eu creio na assistência da Virgem à pobre terra de Portugal. Antes que a Igreja o definisse como dogma, não fomos nós dos primeiros que A adoraram no Mistério da Sua Imaculada Conceição? A minha crença fundamenta-se na voz ponderada da minha consciência. Tão lamentável é a incredulidade que cega, como a dúvida que escandaliza! O visível não é mais do que a expressão bem limitada do invisível. Para além do mundo imediato dos sentidos um mundo há, - mais amplo e mais insondável, que a inteligência mal adivinha e de que só a Fé nos entrega o segredo. Como no epitáfio do médico de Pádua, a ciência, de senhora tornada escrava, ensina-nos apenas a não ignorar a nossa ignorância. Por isso, pois que para edificação dos incrédulos e lição dos precavidos a humildade do espírito é o caminho aberto para Deus, repitamos com o velho Renan, ajoelhado nos degraus da Acrópole, que "raisons et bon sens ne suffisent pas!".



António Sardinha - 1917

quarta-feira, maio 12, 2004

Estados Unidos: o país real e o país político

Em qualquer crítica que se faça aos Estados Unidos da América, recorrendo à velha dicotomia de Maurras, há que distinguir o país real do país político: tendo presente que nos encontramos perante uma sociedade extremamente complexa, e mau-grado os efeitos de quarenta anos de revolução cultural politicamente correcta, ainda assim é sempre possível opor as duas realidades maurrausianas - de um lado, o país real, de origem europeia, herdeiro dos valores e tradições do Velho Mundo, maxime, a herança cultural greco-romana e o baptismo cristão, que enformam aquilo a que se chama Ocidente; do outro, o país político representado pelo "establishment" de Washington, controlado ferreamente por poderosos lóbis e clubes de influência mundialista, que, em simultâneo, impõem a sua ditadura de facto ao país real, mediante o domínio quase absoluto de realidades como os dois principais partidos políticos (as diferenças entre ambos são pouco mais que cosméticas), os meios de comunicação social de referência, as principais universidades e o mundo das artes e do espectáculo, onde Hollywood desempenha papel fulcral.

Ora, é este "establishment" que, pelo menos desde os finais do século XIX, animado por um atroz cinismo, tem estado por detrás de todas as agressões belicistas americanas, as quais costumam ser genericamente retratadas como intervenções em defesa da democracia, capa de hipocrisia wilsoniana que mais não serve do que travestir os verdadeiros móbeis das mesmas, isto é, a defesa dos sórdidos interesses imperialistas de quem controla os bastidores de Washington. E a audácia destes vai tão longe que não hesitam eles próprios em criar artificialmente as razões que, perante uma opinião pública completamente manipulada, fornecem a justificação para as aventuras militares da República Imperial.

Recordemos a sabotagem auto-infligida ao couraçado Maine, na baía de Havana, em 1898, que despoletou Guerra Hispano-Americana; a cilada montada ao transatlântico "Lusitânia", que possibilitou a entrada dos EUA na I Guerra Mundial; a "negligência" deliberada perante a iminência do ataque japonês a Pearl Harbor, que levou os E.U.A. à participação na II Guerra Mundial; o "incidente" do Golfo de Tonquim, que iniciou a escalada que conduziu à Guerra do Vietname; a cilada montada a Saddam Hussein em 1990, quando os Estados Unidos, por intermédio da sua embaixadora em Bagdad, assentiram na invasão do Koweit, circunstância que permitiu a primeira Guerra do Golfo; a criação e armamento do grupo terrorista albanês UÇK, pelos E.U.A., para provocar uma reacção de legítima defesa sérvia, que legitimou o ataque à Jugoslávia em 1999; enfim, a "incúria" dolosa que antecedeu o 11 de Setembro de 2001, que abriu as portas para à intervenção no Afeganistão e à Segunda Guerra do Golfo.

A este curriculum nada brilhante, acresce que os E.U.A. são o país que não hesitou em queimar vivos 500.000 civis nos bombardeamentos levados a cabo sobre as cidades de Dresden, Hiroshima e Nagasaki no final da II Guerra Mundial, acções que todos os especialistas reputam como sendo de muito duvidosa eficácia de um ponto de vista puramente militar (Hiroshima e Nagasaki eram as únicas duas cidades do Japão onde havia uma maioria cristã…), bem como em eliminar cerca de dois milhões de prisioneiros de guerra alemães, resultado directo das condições pavorosas que se viviam nos campos onde estes se encontravam detidos, campos de detenção administrados pelo exército norte-americano. Saliente-se que tais prisioneiros não eram dignitários do regime nacional-socialista, nem sequer criminosos de guerra ou membros das unidades SS responsáveis pela administração do sistema concentracionário nazi, mas simples vencidos da II Guerra Mundial.


Assim, por todas as razões que expus, as imagens bárbaras de que o BOS, o Pedro Guedes e, sobretudo, o Manuel Azinhal dão conta nos seus blogues, por paradoxal que isso possa parecer, não me causam qualquer admiração.

terça-feira, maio 11, 2004

A guerra de agressão yankee (1861 - 1865), vista de uma perspectiva católica - Carta aberta de Rafael Castela Santos a Nelson Buiça

Estimado Don Nelson:

Le agradezco de veras que frecuente A Casa do Sarto y que nos haga llegar sus comentarios.
Me coge Vd de viaje, con lo que no puedo tener acceso a mi biblioteca. Si J Sarto así lo estima oportuno, añadiré unas apostillas a esta carta cuando haya vuelto a la soledad de mi biblioteca y de mis archivos.
Quiero responderle a vuelapluma, en el estilo del diario de un blog, a lo que Vd entiende por un escándalo, verbigracia, el que llame a la “Guerra Civil” norteamericana la Guerra de Agresión Yanqui. Y como este blog es, por definición católico, y la sintonía entre J Sarto y un servidor en temas espirituales es absoluta no puedo sino suscribir lo que J Sarto ya le indicó en los comentarios.
Vamos por partes:
1. Los scholars más renombrados de los EE.UU. especialistas del siglo XIX, tales como Gallagher o Eugene Genovese, niegan que fuera una guerra civil. La terminología que ellos usan es War Between the States o, en menor medida, War of Secession.
2. La mal llamada Guerra Civil norteamericana no tuvo que ver con la esclavitud. Apenas había un 2 % de personas que fueran propietarias de esclavos en el Sur a pesar de lo cual hubo una adhesión a la causa del Sur mucho mayor que en el territorio yankee, como demuestran las estadísticas de deserción. Más aún, añadiré que todo, repito t-o-d-o, el tráfico de esclavos estaba en manos de norteños. Ni un solo buque dedicado al tráfico de esclavos era sito en puertos de la Confederación. Esta guerra tuvo que ver con dos cosmovisiones distintas: políticas, sociales, económicas y hasta religiosas.
3. La Iglesia Católica ha hecho siempre todo cuanto ha podido para erradicar la esclavitud. Se pasó en las sociedades paganas como Grecia o Roma a una sociedad donde la esclavitud no existía, como la medieval en la Cristiandad. La Iglesia Católica ha declarado a esta institución “infame”. E infame es y el Sur no tiene justificación por esto, como tampoco lo tuvo el Brasil, pongamos por caso.
4. El Santo Padre Pío IX tuvo la dicha de tener a su lado a Antonelli como Secretario de Estado. Ambos sabían muy bien lo que realmente se cocía en la Guerra de Agresión Yanqui hasta el punto de que el Papa se dirigió a los dos Arzobispos que había entonces en EE.UU., el de Nueva York y el de Nueva Orleáns, en sendas cartas donde calificaba a Lincoln de “tirano y usurpador”.
5. El Vaticano fue el único país del mundo que reconoció a la Confederación como nación distinta. Esto habla por sí solo.
6. Repetidas veces durante la Guerra de Agresión Yanqui hubo contactos diplomáticos. El apoyo del Vaticano a la causa confederada fue permanente.
7. Las persecuciones a los católicos en los territorios yankees, antes y después de la Guerra de Agresión Yanqui, fueron moneda de uso común. Varios de los estados del norte copiaron las infames Penal Laws (o Blue Laws) que los ingleses aplicaban a los católicos irlandeses. Ningún estado del Sur, donde los católicos nunca fueron mayoría, cometió semejante tropelía. Sólo en Virginia, mayoritariamente episcopaliano, hubo una persecución organizada contra los católicos y fue severísimamente reprimida por las autoridades. En el norte las atrocidades contra los católicos no tuvieron número, como por ejemplo las de los Know-Nothings contra los católicos en la Filadelfia de 1840.
8. Hubo miles de confederados que se refugiaron en el Vaticano tras la derrota del Sur en 1865. El Secretario de Estado y el Papa les brindaron toda la hospitalidad y apoyo que pudieron.
9. Cuando se encarceló inicuamente, y sin derechos legales ninguno, al Presidente Jefferson Davis, Pío IX le envió a este una foto de un busto de Cristo agonizante con el texto de “Venid a Mí todos los que estáis agobiados …” y le regaló su Rosario personal. Estos efectos pueden ser todavía vistos en el Museo de Davis en su ciudad natal de Biloxi, Mississippi. Por cierto que Davis, que no era católico, se educó en una academia regentada por unos Trapenses.
10. La Guerra de Agresión Yanqui, como la Guerra Civil inglesa del XVII, no son guerras donde los católicos hayan saliendo perdiendo específicamente. Pero sí fueron derrotas que, a la postre, erosionaron un poco más la Catolicidad. Mi anterior contribución, sin embargo, olvidó mencionar el XIX portugués, que es mucho más relevante. Mea culpa y ruego tanto a J Sarto como a Nelson Buica que perdonen mi imperdonable lapsus.
A mí no me escandaliza que un liberal como Vd apoye al norte, lo encuentro lógico, como encuentro más coherente que se alinee más con Marx que con Cristo. No espero que comparta (esto entraría dentro del terreno del milagro) pero sí que entienda y comprenda que desde una óptica católica yo apoye, siquiera testimonialmente, a la Confederación. Y no deja de ser curioso que la gran mayoría de clero tradicional en los EE.UU. sean de simpatías sureñas por más que hayan nacido en el norte. Como los copperheads.
En el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús,

Rafael Castela Santos

PD ¡Ah! ¿Sabe quién era amigo de Lincoln y se dedicó a apoyar la causa de Lincoln y a vituperar y mancillar todo cuanto pudo a la Confederación? Karl Marx, quien desde las páginas del diario neoyorquino en lengua alemana Die Presse hizo esto de 1861 a 1863. En buena parte porque muchos de sus correligionarios comunistas y protocomunistas que habían participado en las revoluciones de 1848 y 1860 en Europa se fueron a engrosar las hordas yanquis.

domingo, maio 09, 2004

As fífias do núncio papal em Madrid

Monsenhor Manuel Monteiro de Castro, núncio apostólico em Madrid, ter-se-á pronunciado em sentido favorável sobre a questão da legalização das uniões de homossexuais, dando conta desse facto a chamada comunicação social de referência. Entretanto, vejo neste blogue, o seu autor, com o cavalheirismo que o costuma caracterizar na defesa dos membros da Igreja face às investidas dos "media", a dar conta de que as palavras do português representante do Papa em Madrid terão sido objecto de deturpação por parte da imprensa; todavia, relendo os exemplos que Valete Fratres oferece e outros mais de que tomo conhecimento através da rede, não posso sobraçar - embora gostasse de o fazer - o juízo por ele emitido de que nos encontramos perante uma distorção jornalística.

De facto, sem colocar directamente em crise o magistério tradicional da Igreja, Monsenhor Manuel Monteiro de Castro sufragou de modo iniludível a legalização de tais uniões de homossexuais, dessa forma afastando-se decisivamente daquele magistério e semeando, à boa maneira dos modernistas que passaram a dominar a Igreja depois do Vaticano II, a confusão, a ambiguidade e dúvida entre as hostes católicas, isto numa altura em que as mesmas deveriam estar mais do que nunca unidas face à guerra cultural que lhes vem sendo movida pelas forças laicas um pouco por todo o ocidente.

É pena que um importante membro da Igreja Católica não hesite em pôr a sua vaidade pessoal e a vã glória de agradar ao mundo, sussurrando ao ouvido deste as palavras bonitas que ele gosta de ouvir, acima das verdades de fé e moral reveladas de que deveria ser primacial defensor. O caso não é único e basta recordar uma infelicíssima entrevista que o Bispo do Porto concedeu, no final do ano passado, ao Expresso, na qual nunca se percebeu muito bem se defendia, ou não, a despenalização do crime de aborto, o que para um Bispo não está nada mal. Retractou-se ulteriormente, mas os estragos ficaram feitos…

Desgraçadamente, estes modernistas esqueceram-se das palavras de Cristo: "Seja este o vosso modo de falar: Sim, sim; não, não Tudo o que for além disto procede do espírito do mal" (Mt 5, 37).

sexta-feira, maio 07, 2004

Leonardo Castellani, S.J. y el Apokalypsis

El Padre Leonardo Castellani destaca como una figura cumbre del pensamiento hispánico de estos últimos tiempos.

Argentino hasta la médula su lugar de nacimiento, Reconquista, no podía especificar más y mejor su cometido en esta vida. Porque Reconquista fue la que él, Doctor Sacro y Universal (título éste dado por Roma en contadísimas ocasiones), hizo del pensamiento católico en estos tiempos de modernismo y de herejía.

El Padre Castellani fue un tradicionalista in pectore. Se enfrentó al modernismo que ya atenazaba la Compañía de Jesús allá por los años cuarenta y cincuenta en Buenos Aires. Y pagó caro su desafío porque los enemigos de la sana Tradición movieron carros y carretas para lograr expulsar a Don Leonardo de la Compañía de Jesús. Esta es, para un jesuita, una de las peores cruces, pero no fue a la única a la que se hubo de enfrentar. Anticipó con años de antelación, como hiciera el insigne Obispo brasileño Monseñor de Castro Mayer, las deletéreas consecuencias del Vaticano II.

Su obra es vastísima y prolija. Su dominio de la prosa castellana es, sencillamente, impresionante. Español que él aderezaba de esos localismos tan propios de la región argentina que le vio nacer. Mencionamos dos páginas en las que se puede encontrar más información sobre él y sus obras, la del Instituto Castellani y otra interesante dedicada a Don Leonardo por parte de Hernán González, para quienes quieran adentrarse en la obra de este pensador. El Padre Castellani encarnó lo mejor del tradicionalismo argentino, dignísimo hijo del Carlismo español, o –por mejor decir-, parte del Tradicionalismo del que las Españas de este y allende los mares siempre se han nutrido.

El Padre Castellani escribió un libro extraordinario sobre el Apokalypsis, como él gustaba de escribir esta palabra en purismo con la grafía griega. En el libro de San Juan, que “bienaventurados son los que [lo] lean” y de la mano de este profeta de los últimos tiempos, como es el Padre Castellani, uno va aprendiendo que Cristo no es sólo Rey de los hombres y las sociedades (por más que estas le rechacen). Cristo, Dios y Señor, es también Rey de la Historia. El Padre Castellani sostenía que estamos en la quinta Iglesia. A esta Iglesia Dios le dice aquello de “aférrate a lo que tienes, aunque haya de morir”. No es un tiempo de expansión de la Iglesia, sino de resistencia heroica de unos cuantos valientes, del pusillus grex del que hablan las Sagradas Escrituras. La Iglesia oficial, corrompida por el modernismo, en la cual ha penetrado el humo de Satanás según la consideración de Pablo VI acerca del Vaticano II, liquidada por los asuntos de homosexualidad (que no paidofilia) en varios países del mundo, se resquebraja en su insustancial doctrina. A pesar de ello la llamada de Dios es clara: aferrémonos a lo que tenemos, el Depósito de la Fe, es decir, la Tradición.

Porque llevamos quinientos años donde los católicos –con la práctica excepción de la Cruzada de 1936-1939- lo perdemos todo. Perdimos las guerras carlistas. Perdimos en Argentina luchando contra los “inmundos y asquerosos unitarios” liberales bajo bandera federal. Perdimos en la guerras de descolonización de Angola y Mozambique. Perdimos en Timor Este. Perdimos en Italia contra los garibaldinos. Perdimos en Alemania cuando gracias a la pérfida labor de un Cardinal Richelieu, auténtico codificador del Renacimiento, la opción católica de Fernando II no triunfó. Perdimos cuando no se pudo meter a Inglaterra en cintura tras la revolución anglicana. Perdimos cuando Carlos I fue demasiado tolerante con los luteranos y Muehlberg llegó ya demasiado tarde. Perdimos incluso en guerras más distantes, como la guerra civil inglesa, donde los cavaliers fueron derrotados por los roundheads, o en la Guerra de Agresión Yanqui, donde los yanquis vencieron a los confederados.

Ante un panorama tan desolador y tan en retroceso Castellani se alza con una visión de águila. Quien apuesta por Cristo va a triunfar. Y el triunfo no es sólo en el mundo venidero (en éste Cristo ya ha triunfado). Es también en este porque, como nos recordaba la Virgen María en Fátima, “al final Mi Inmaculado Corazón triunfará”.

Rafael Castela Santos

quarta-feira, maio 05, 2004

A quinta coluna cultural

Da magnífica revista espanhola de ideias e cultura "Arbil", deixo aqui hoje um excelente artigo de Ignacio San Miguel sobre a quinta coluna de terroristas culturais que, desde os anos 60, tem vindo a mover uma guerra sem quartel aos valores basilares sobre os quais assenta a nossa civilização. Algumas das suas passagens, nem de propósito, parecem autênticas estocadas dirigidas à "direita" que ainda recentemente votou favoravelmente uma alteração ao artigo 13º da Constituição da República Portuguesa, consagrando o princípio da não discriminação em função da "orientação sexual". Aqui fica o mesmo:

"El antiguo ministro de Cultura de Nicaragua, Ernesto Cardenal, acaba de publicar el tercer volumen de sus memorias. En este trabajo acusa a sus compañeros gobernantes, Daniel Ortega, Humberto Ortega y Tomás Borge, comandantes sandinistas, de haber sido unos corruptos que "acabaron con los sueños y los ideales de todo un pueblo". "El partido gobernante se corrompió y dejó de ser revolucionario".

Se trata de un nuevo caso de estrepitoso fracaso del marxismo. De nuevo, la corrupción acabó con los presuntos ideales. Esto ha ocurrido en todos los países en que se ha establecido un régimen marxista. Corrupción, miseria y subdesarrollo ha sido el precio que pagaron. Pero no sólo eso. También, la eliminación física a niveles sin precedentes. Solo en la Unión Soviética se calculan cuarenta millones de víctimas. Y en China, sesenta millones.

No hace muchos años declaraba un comentarista político que en Rusia no existía propiamente gobierno, sino un reparto de poder entre mafias, siendo el Kremlin una de las más importantes. El alcoholismo está extendido a prácticamente toda la población. La esperanza media de vida es quince o veinte años inferior a la de los países occidentales. Las perspectivas son tan malas que, de tres embarazos, dos terminan en aborto voluntario. En esto no llegan al nivel de Rumania, que fue país satélite comunista, pues el número de abortos en esta nación llega al setenta y cinco por ciento de los embarazos.

No explica este fracaso del comunismo el hecho de que los rusos tengan una especial idiosincrasia. Esta circunstancia existe y puede haber coadyuvado en algún grado. Pero que ésta no es la explicación nos lo demuestra el hecho del subdesarrollo de la antigua Alemania Oriental que, aún a estas alturas, sigue resultando una rémora muy importante para el desarrollo del conjunto de Alemania.

Esta realidad del asombroso fracaso del comunismo apenas es comentada en la mayor parte de los medios de comunicación, que exhiben un significativo pudor al tratar del desastre económico y criminosidad intrínseca de los regímenes marxistas. Y es que la mayor parte de estos medios está en manos progresistas.

El progresismo es la expresión del marxismo cultural en guerra con la moral "burguesa". Hubo ideólogos marxistas (Lukács, Gramsci, Marcusse etc.) que pensaron que el mejor camino para destruir el capitalismo era comenzar por la cultura, la moral, las costumbres burguesas (la superestructura). El pensamiento de estos ideólogos está detrás de la revolución de los sesenta. Y no se puede decir que no hayan tenido éxito, pues si bien la estructura capitalista permanece intacta, la moral y las costumbres tradicionales (que los marxistas llaman "burguesas") se han desplomado.

El progresismo es, pues, un complejo ideológico que proviene del marxismo. Por ello, hablar de progresismo de derechas parece un contrasentido. Lo que ocurre es que, viviendo como vivimos en pleno auge de esta ideología, las derechas se han contaminado, máxime cuando los dos colectivos que constituyen las columnas sociales del progresismo, los homosexuales y las feministas, suponen unos viveros de votos muy importantes. Las derechas han abjurado en gran parte de sus ideas morales para no ser tachadas de retrógradas por los medios en manos de sus enemigos y para congraciarse con esos colectivos. De ahí su pasividad, su falta de beligerencia, en temas tales como el aborto y los matrimonios de homosexuales, las metas que se marcaron desde hace décadas homosexuales y feministas. Creen las derechas que obran hábilmente adoptando esta postura de inhibición o aceptación, pero habrán de reconocer que esto no supone más que la rendición ante un enemigo muy poderoso, el marxismo cultural, que triunfa en toda regla.

La situación empeora cuando la frustración que la izquierda siente en lo íntimo por su impotencia para derrotar al capitalismo y por el enorme fracaso de la Unión Soviética y satélites, se ceba con furia revanchista en lo cultural, espoleada ante la actitud medrosa de la derecha

Es natural, pues, que los fracasos y crímenes de los regímenes marxistas sean prácticamente ocultado por estos medios de comunicación, que siempre hablan del fascismo, pero apenas del marxismo, creando una enorme deformación del criterio popular.

No es extraño tampoco que un escritor como José Saramago denuncie los crímenes que se han ejecutado en nombre de Dios y nunca los realizados por regímenes ateos, que son muchísimo más grandes en crueldad y número. Este siniestro personaje de opaca mirada, amigo de Fidel Castro, no se inmuta ante las barbaridades de Stalin, pero, como todos sus congéneres, exhibirá una aparatosa cólera ante un dictador como Pinochet.

Tan grande y grotesca deshonestidad intelectual apenas llama la atención, ya que la constante repetición de una falsedad termina con su aceptación por parte de la gente, que apenas recibe muestras de un criterio opuesto para contrastar.

Es tremendo el odio que el progresista siente por los valores tradicionales del Occidente cristiano. En efecto, sobre ellos hace recaer su resentimiento por su impotencia en otro campo. Y no es casualidad que este complejo ideológico esté compuesto por ideas y pensamientos cada una de los cuales ha realizado, y sigue realizando, una prominente labor de socavamiento del antiguo orden intelectual y moral.

El relativismo iguala todas las ideas, manteniendo que, o bien todas son parte o aproximaciones de una verdad superior, o bien la verdad absoluta no existe y todas las presuntas verdades son relativas. El resultado es el escepticismo, la carencia de ideas firmes, el advenimiento del "pensamiento débil".

Con el igualitarismo conseguimos que la educación rebaje su nivel para adaptarse a los menos inteligentes. Véase lo que ha ocurrido con la educación en España, su fracaso por su falta de exigencia, su tímida reforma y la subsecuente anulación de ésta con la llegada de los socialistas al poder.

El pacifismo nos lleva a dirimir todos los conflictos con métodos pacíficos, es decir, haciendo las concesiones que hagan falta a quien sea. Ahì tenemos la guerra antiterrorista en España, llena de intentos de diálogo, y nuestro comportamiento en la guerra de Irak.

El falso humanitarismo nos conduce a más concesiones. Concesiones a las feministas, legalizando el aborto y aceptándolo socialmente. Concesiones a los homosexuales, aceptando como normal su condición y preparando la legalización de sus matrimonios contra natura. Concesiones a los criminales, aceptando la teoría de que la sociedad es la culpable de sus crímenes, por lo que debe cuidarlos y educarlos para reinsertarlos lo más rápidamente posible; nunca castigarlos. Concesiones a los inmigrantes, admitiéndolos indiscriminadamente, sin tener en cuenta ni raza ni religión. Ya tenemos el resultado: La nación plagada de mezquitas y de grupos radicales, dispuestos a cometer tremendos atentados, como así lo han hecho.

El sexo libre proveniente de la "revolución sexual" de los sesenta, nos ha abocado a la presencia abrumadora de la pornografía en todos los medios de comunicación, al aumento de las violaciones y a los embarazos de adolescentes. Y otra cosa que no se nombra es el hecho de que la plaga de nuestro tiempo, el sida, la trajeron los homosexuales.

Pero fijémonos únicamente en unos datos. Desde que se legalizó el aborto en Estados Unidos, cuarenta millones de vidas humanas han sido suprimidas, al tiempo que esta nación ha recibido una inmigración de ochenta millones de personas.

En España, desde que se aprobaron las leyes abortistas, se han eliminado ochocientos mil seres humanos. Durante este tiempo, hemos acogido aproximadamente a un millón seiscientos mil inmigrantes.

Aunque resulte crudo decirlo así, lo cierto es que matamos compatriotas y el hueco dejado lo cubrimos con inmigrantes. Con la agravante de que nuestros compatriotas habían de ser cristianos, y los inmigrantes son mayormente musulmanes. Bonita y limpia operación. Y muy inteligente, como se está comprobando.

Estos datos nos conducen fatalmente a la constatación de nuestra decadencia y nuestra posible desaparición como civilización en no muy lejanos tiempos.

Pues bien, a los progresistas esto no les preocupa, más bien lo desean. Su odio enfermizo a Occidente, a la Religión, al Orden, que les lleva a recrearse en el nihilismo de la contramoral y la contracultura, les obliga a converger con el Islam, que también odia a Occidente. Simpatizan con él, aunque esto resulte paradójico, pues bajo el Islam no iban a tener ni la centésima parte de la libertad que disfrutan en la civilización que aborrecen y que desean debilitar y disolver. Esta simpatía se transparenta en la actitud de las feministas, que siempre están dispuestas a pelear por sus presuntos derechos en las naciones occidentales, y continuamente se quejan de la discriminación que sufren, pero se guardan bien de condenar la situación de la mujer en los países musulmanes, hallando explicaciones o excusas para la misma.

Por todo lo dicho, no podemos ver a los progresistas sino como una gigantesca quinta columna que nos entregará, que nos está ya entregando, a las fuerzas adversarias.

No hay duda de que el marxismo económico ha fracasado por completo. Sin embargo, los proyectos marxistas sobre la cultura occidental "burguesa" alcanzaron su objetivo.

Siendo conscientes de quiénes controlan los media, no resulta extraño que leer algo sobre el marxismo y sus fracasos monumentales en el plano económico y político resulte difícil. Ni sorprende que apenas se hable de las masacres de cristianos que están realizando los musulmanes desde hace muchos años en Nigeria o Sudán, por ejemplo. Y si se ven obligados a tratar de estos temas, se las ingeniarán para hacer recaer las culpas sobre Occidente".


Redemptionis Sacramentum

Sem grandes alaridos, o Vaticano publicou finalmente a Instrução "Redemptionis Sacramentum" sobre os abusos litúrgicos, visando pôr um freio à anarquia em que caiu a liturgia católica no seguimento das reformas levadas a cabo depois do encerramento do Concílio Vaticano II.

É um documento que apenas peca por ser demasiadamente tardio, lamentando-se que não vá tão longe quanto seria necessário numa matéria de central importância para o Catolicismo: ainda assim, de forma explícita, o mesmo é bem firme no repúdio de excessos e de extravagâncias que comummente passaram a fazer parte das Missas pós-conciliares, criticando de maneira implícita, para quem saiba ler nas entrelinhas, muitos outros mais. Aliás, hoje em dia, devem ser raros os católicos que nunca tiveram a infelicidade de se deparar com vários dos exageros enunciados.

De qualquer maneira, saúde-se o ensejo de Roma em cercear o carácter ambíguo, dúbio e incerto da Constituição conciliar sobre matéria litúrgica - a "Sacrosanctum Concilium" -, bem como dos decretos que a implementaram, intentando travar as interpretações fantasiosas e sem qualquer suporte na tradição que desde os anos 70, e cada vez mais, desses normativos vinham a ser feitas um pouco por quase todas as dioceses do mundo. Façam-se votos para que as coisas assim o sejam efectivamente, e que a aplicação prática desta Instrução não seja sabotada pelo episcopado progressista hoje em dia dominante, mormente aquele que já se encontra num estado de cisma prático consumado com a Sé de Pedro, como sucede nos casos de França, Bélgica, Holanda, Alemanha e, também, dos EUA.

Concluindo, é de facto muito difícil endireitar o que nasceu torto: também por isso, há-de chegar inapelavelmente o momento em que o Vaticano se aperceberá de que a única forma real e efectiva de contrariar os abusos litúrgicos passará pela reintrodução do rito litúrgico latino-gregoriano ou tridentino como rito comum da Igreja do Ocidente.

terça-feira, maio 04, 2004

Portugal, 1851

Fernando Campos, no seu "O Pensamento Contra-Revolucionário em Portugal (Século XIX)", dá conta deste curioso trecho da obra de D. António de Almeida, retirado da "Carta aos Portugueses" que este autor tradicionalista, hoje completamente olvidado - e a sua leitura far-nos-á entender porquê -, escreveu em 1851:

"Não errava D. António de Almeida, ao apontar as consequências desastrosas do sistema constitucional: "Nasceram mil programas - dizia - e ficou Platão vitorioso naquelas suas palavras - que se escrevem aquelas coisas que não se querem executar." A democracia desorganizara a Nação, e, "Desarranjado assim o país, a desmoralização entrou no governo, e entrada neste necessariamente se havia de espalhar pelos governados. Os homens começaram com cuidado, e depressa, a cuidar só de si, fugiu-lhes o amor da Pátria. As ambições desenvolveram-se com frenesi, e muitos, deixando vidas honestas, com que compraziam a Pátria, entenderam que só seria bem temperada a mesa do orçamento. Com tanta força se fizeram os homens ambiciosos, que por a mais pequena coisa pedem recompensa, dando assim boas mostras, que são de ganhar, olhando a demora por bom título para melhor ganância".

Tratando agora dos males políticos, que se sentiam e haviam de sentir-se, porque no passado se não cuidara do presente, e este ia decorrendo, "obliterado de si, e no olvido do futuro", enumerava-os o autor, garantindo, em largos períodos que abrevio, que eles eram e teriam de ser os seguintes: as consequências do "abandono dos interesses morais, deixando-se de velar, e com desvelo, pelo estado espiritual do país"; da "morosidade da justiça, o que é uma injustiça negativa"; os efeitos de "um sistema administrativo, antes político, que de administração"; as resultantes das "influências dos clubes [lóbis], que se não tolhem, ao menos embaraçam a acção do governo"; da "existência de Corpos Legislativos, que nem sequer têm pago à nação, o juro, que lhes tem custado, e donde, além do mais, têm saído estendidos exemplos de imoralidade"; da "má organização das repartições públicas, aonde o pessoal é muito e o serviço…". O resultado da "falta duma lei de responsabilidade"; (…) da "existência de uma horrorosa dívida interna e externa" ; de "um sistema financeiro e de cobrança moroso, complicado, e cheio de descontos, repartidos por mil e mil empregados"; da "agiotagem, dessa peste da sociedade que especula na miséria, alenta em sangue, e vive das lágrimas"; de "não se compreender bem a importância da marinha, sendo ela uma das leis da nossa existência social". (…) os resultados "do nosso atraso económico"; do "desaproveitamento que se tem feito, de pensamentos utilíssimos nascidos de pessoas ou de sociedades, que se ocupam ou têm ocupado no estudo do Direito, da Medicina, da Agricultura" ; do "mau cálculo, que se tem feito a respeito da política externa, e, também por a, algumas vezes, mal trazida razão, de que somos pequenos"; do "juízo pouco favorável, que lá fora se faz a nosso respeito, tendo-se descuidado o governo de nos fazer lá melhor conhecer por os meios adequados". Múltiplas eram as causas dos nossos males políticos, sendo, entre elas, bem grandes, finalmente, "a maldade e a ignorância, tendo andado aquela tão descurada quanto esta se há-de aumentar", porque também a instrução pública estava "em mau arranjo". Mas como era tudo castigo da Providência, propunha o publicista que nos melhorássemos a nós próprios, porque então melhoraria Deus o país, e mesmo sem que aguardássemos "sucessos extraordinários", pois também pelos ordinários obrava a Providência, de quem tudo é neste mundo".

sábado, maio 01, 2004

Guernica

Ainda mal ultrapassadas as comemorações do 25 de Abril de 1974, e já o esquerdismo radical dominante na comunicação social dita de referência, no analfabetismo boçal que costumeiramente o caracteriza, voltava a debitar um chorrilho de mentiras e aleivosias atrozes, desta vez a propósito da passagem do sexagésimo sétimo aniversário do bombardeamento alemão a Guernica.

É curioso que a Guerra de Espanha, mesmo nos dias de hoje, é talvez o melhor aferidor da verdadeira postura ideológica de quem quer que seja: a propósito desse conflito, separam-se definitivamente as águas e ou se é pela civilização tradicional do Ocidente ou pela barbárie mais pura e sem escrúpulos. Ora, não deixa de ser curioso e paradoxal que muitos daqueles que se afirmam anti-estalinistas não hesitem, quando se debate este tema, em assumir a defesa do campo estalinista nesse embate bélico - mostrando o seu verdadeiro rosto - e, pior, continuem a defender convictamente, ainda na actualidade, todas as mentiras que a propaganda comunista da época não se coibiu de espalhar.

No caso concreto, ouvimos mais uma vez que Guernica foi bombardeada em consequência de ordens directas do General Franco; que o bombardeamento causou milhares de vítimas; que, enfim, foram destruídas a Árvore de Guernica e a Casa das Juntas, símbolos do nacionalismo basco.

Tudo isto é falso:

1º) O exército nacionalista, naquela zona composto essencialmente por tropas carlistas, ou seja, bascas, encontrava-se a poucos quilómetros - catorze - de Guernica, cuja ocupação militar, com ou sem bombardeamento, era uma questão de dias;

2º) O ataque aéreo decorreu de decisão directa e exclusiva do Coronel Richthofen, comandante da Legião Condor alemã em Espanha, e, mesmo assim, com a discordância expressa do General Mola; visava desmoralizar os defensores republicanos;

3º) Em decorrência desse ataque, foram mortos em Guernica entre cento e vinte a duzentos e cinquenta civis, e a própria propaganda republicana nunca referenciou outro número acima de mil mortos (à época, essa localidade tinha um total de 7.000 habitantes); porém, uma operação de "agit-prop" comunista realizada com grande mestria, na qual desenrolou papel-chave um quadro que o pintor estalinista Picasso executou a propósito do acontecimento, e que foi pela primeira vez exibido ao público em Paris, durante a Exposição Universal de 1937, no pavilhão da Espanha republicana, deu ao evento contornos míticos que nenhuma correspondência têm na realidade histórica concreta;

4º) Sem pretender entrar em contabilidades macabras, a título meramente comparativo, refira-se que apenas em Madrid, durante o massacre de Paracuellos del Jarama, os comités chequistas comandados pelo comunista Santiago Carrillo executaram em poucos dias, impiedosamente, 8.500 adversários políticos; para azar destes mortos, Picasso não lhes dedicou nenhum quadro…

5º) Nem a Casa das Juntas, nem a Árvore de Guernica foram destruídas pela Legião Condor: assim que os requetés entraram nessa localidade, puseram-nas imediatamente sob sua guarida.

Reposta a verdade, que melhor maneira de terminar este artigo, se não homenagear esses bravos bascos carlistas, tradicionalistas católicos da pátria de Santo Inácio de Loyola e de São Francisco de Xavier, relembrando a letra do seu hino "Oriamendi", que tantas vezes ecoou pelos campos de batalha ao lado do "Cara al Sol":

"Por Dios, por la Patria y el rey lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la Patria y el rey lucharemos nosotros también.
Lucharemos todos juntos, todos juntos en unión
defendiendo la bandera de la Santa Tradición.
Cueste lo que cueste se ha de conseguir
que venga el rey de España a la corte de Madrid (bis).
Por Dios, por la Patria y el rey lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la Patria y el rey lucharemos nosotros también".