terça-feira, abril 14, 2009

Abrazado a Ti, mi Dios, por Ti rodeado

Después de abrazarme a Ti, mi Dios,
ya no me desacostumbro de mirarte.
te tengo un amor tan ancho y desvalido
que sin él ya parece que no existo,
necesitado de ti
y admirado de este amor tuyo
que no me necesita para nada.
Ante Ti quiero vivir adolescente,
aunque sea entre amagos iniciales
comenzando siempre
más allá de las viejas torpezas …
Tanto tiempo contigo, Señor,
y no advertí tanta primavera
que de ti podía desprenderse.
Por eso, mi Dios,
he tirado todos mis dioses a la calle
y vivo en tus brazos
una vida libre y rescatada;
vivo en ti una llama sucesiva
de sueños y esperanzas.
Y cada mañana
se me viene un alud de vida y esperanza.
Quiero estar en la hermosa incertidumbre
de vivirte y de esperarte.
Por eso me envuelvo en tu Alianza
y quiero darte, mi Dios,
una respuesta fiel y de por vida.

E. Prados, Pbro.

(RCS)

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