sexta-feira, agosto 05, 2005

La sombra de Frankenstein es alargada

Miguel Delibes, cuya narrativa contiene algunos de los mejores momentos de la española contemporánea, escribió allá por los años cincuenta “La sombra del ciprés es alargada”. En este libro aludía a los cipreses, árboles funerarios y escoltas mudos de los paseos de los cementerios.
En Francia, donde la ley manda incinerar los cadáveres de los niños y bebés nacidos muertos o productos de los abortos a los diez días de haber nacido, en un famoso hospital, el Saint-Vincent de Paul, de París, se han encontrado 351 cuerpecitos en sus cámaras frigoríficas.
¿Olvido? Ni pensarlo. Premeditado. Supongo que al objeto de que las industrias de la belleza y los Mengeles de hoy en día, metidos en los berenjenales de las células madre y demás, tengan suficiente material crudo del que nutrirse. Quizás para experimentos inenarrables y horripilantes de los que ni siquiera nos dan cuenta.
Este es el mundo en que vivimos. Políticos corruptos, científicos frankenstinianos, hetairas por doquier.
¿Hasta cuándo, Señor?

Rafael Castela Santos

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