segunda-feira, julho 18, 2011

A experiência da Espanha de Franco



En España (donde me embarqué de vuelta, y no sin apuros) estuve cuatro días; pero se puede decir que lo que más vi en Europa fue España: había españoles en Londres (el caballeroso Miquelarena, agente de Clarín), en París (don Carlos Sentís, no menos caballeroso), en Lourdes y hasta en España; aunque en el hotelito de Bilbao hablé más francés que castellano; y me robaran 70 pesetas, lo cual es antiespañol, un “contradiós” como ellos dicen. Robar un cura no es nada, pero robar a un pobre es grave.

En España (Canarias, Bilbao, Barcelona) hablé exclusivamente con gente humilde, no poca: changadores, choferes, camareros, guardias civiles, peluqueros, canillitas y qué no; y ninguno encontré que no estuviese conforme con Franco, al menos de labios afuera y al menos como mal menor (“sería mucho peor se cayera…”). Excepto un catalán separatista, que me pareció despotricaba un poco de lujo, porque estaba lucio y tranquilo y ganando mucha plata. La prosperidad material de Barcelona (el progreso en estos siete años que no la he visto) es visible y asombrosa.

Digo lo que vi; la política extranjera no me interesa; y la misma política argentina es ahora extranjera a mí.

Tengo la impresión de que los españoles tienen que ser gobernados por una dictadura, por la razón (circunstancial o esencial, no me meto) de que son ingobernables de otro modo; teoría formulada hace un siglo por Donoso Cortés: “O la dictadura del sable o la dictadura del puñal, elijan”. Y que deben dar gracias a Dios de que les haya caído un “sable” honrado.

Todo ser hispánico necesita una disciplina bien fija; todo hombre actual, en realidad de verdad. Franco es necesario en España… y es mejor que Primo Espartero, como lo confiesa el mismo Barea, su enemigo personal. El español actual necesita esa disciplina fija; y lo demás son cuentos.

(…)

Dictadura, ecco. Pero las teorías acerca del “gobierno absoluto” que oí y leí en España (a saber, que “siempre han sido ingobernables de otro modo”) pueden quizá disimular un grave equívoco: el de identificar la antigua “Monarquía absoluta” como la de los Reyes Católicos (que no era absoluta en absoluto), con las dictaduras modernas, que son una cosa distinta: es decir, “modernas”, ya está todo dicho. Otra época: otras cosas.

La antigua Monarquía era, ya está dicho también, “católica”; el mundo actual ya no es católico. Para poder resucitar a Fernando e Isabel habría que resucitar al mismo tiempo la Iglesia del siglo XV y la fe del siglo XV. De manera que el generalísimo Franco no es Fernando. Creo que personalmente es más honrado y mejor hombre que Fernando de Aragón; pero como “generalísimo”, nones. No puede serlo en nuestros días.

A pesar de todo esto, que es obvio, España representa en estos momentos un experimento del más tremendo interés: el último experimento. De que ese experimento tenga éxito o no (cosa que sola la presciencia de Dios conoce) depende nada menos que la posibilidad de la famosa “conversión de Europa” de que habla Belloc en The Crisis of Civilization - o lo contrario. Para mí, que en esto tengo una opinión extraña, de que España caiga o bien se levante, depende nada menos que la proximidad o el alejamiento del Gran Despelote - que los teólogos llaman “Parusía”… Como dice el hijo mayor de Martín Fierro:

Diré lo que me parece:
o esa chispa prende y crece
o se viene el Anticristo.

Esto último no es ningún dogma de fe, como todo este artículo. Creo que está todo.

Padre Leonardo Castellani, in "Dinámica Social", nº 74 (noviembre/diciembre de 1956), coligido em “Pluma en ristre”, Madrid, LibrosLibres, 2010 - páginas 100 a 102.

5 comentários:

Anónimo disse...

¡Genial! Mil gracias.

Rafael Castela Santos

Juancho disse...

Impresionante cita.

Este hombre si que era un profeta.

Juancho.

Reginaldo disse...

Notou que, pela idade, os rebeldes refletem a mentalidade dos loucos anos 60?
Reginaldo

Anónimo disse...

Então e Portugal? Ficou esquecido?

Pepe disse...

Finalmente, a Espanha tem caído, e muito baixo, por isso está chegando "el Despelote".

Atenciosamente.