domingo, abril 30, 2006

O Papa Bento XVI, a tradição, e a reforma da reforma litúrgica - 1



A ler:

- "Pope recommends book "Turning towards the Lord" - "Ad Orientem", do "Closed Cafeteria", um blogue católico tradicional do mais alto nível, que descobri recentemente;

- "Vatican official says post-Vatican II liturgy could be perfected", do "The New Liturgical Movement";

- "What's Pope Benedict (possibly) up to?", igualmente do "The New Liturgical Movement".

JSarto

A Fraternidade de São Pio X e Roma - 11


A ler:

-
"Re-examine Vatican II, SSPX leader urges", publicado no interessantíssimo "The New Liturgical Movement";

-
"Cardinal Estevez speaks", também do "The New Liturgical Movement";

-
"Allen and the Consensus Myth - A Chronology of Events", do imprescindível "Rorate-Caeli", que faz o ponto de toda a situação até ao momento.

JSarto

Estranhas prédicas


Por motivos sobretudo de ordem familiar, assisti nos últimos tempos a algumas Missas celebradas segundo o rito paulino. Confesso que mais do que os abusos litúrgicos - de resto, daqueles a que já ninguém dá grande importância no reino do "novus ordo", como o exercício das funções de acólito por raparigas, ou a comunhão distribuída por leigos e recebida na mão… -, chamou-me a atenção o teor das homílias proferidas pelos sacerdotes celebrantes: na melhor das hipóteses, estas não passam de um aglomerado de banalidades influenciadas por um espírito de filantropia humanitarista muito pouco preocupada com os fins últimos do homem, como é típico do modernismo; na pior, de um insuportável arrazoado de heresias próprias de quem já apostasiou toda a tradição católica.

Um sacerdote que tive o azar de escutar, perguntava a um interlocutor imaginário - os modernistas apreciam muitíssimo dirigir-se a este género de interlocutores, durante as suas prédicas: "E tu qual preferes - o Cristo da Cruz ou o Cristo da Ressurreição?" Por mim, prefiro Cristo tão-só! É que não existe nenhuma contradição ou antagonismo entre a Cruz e a Ressurreição, pois não é possível cindir o Cristo crucificado do Cristo ressuscitado! Porventura, não é a morte de Cristo na Cruz condição imprescindível para a redenção da humanidade, ao chamar para Ele todos os pecados desta última, e por causa dos mesmos morrer? E não é a Ressurreição que dá o sentido último à imolação na Cruz, ao possibilitar o triunfo da vida sobre a morte, e da liberdade sobre o pecado?... Só um modernista embrenhado no espírito da "nova teologia" e da sua doutrina do mistério pascal é que poderia vislumbrar tal antítese entre a Cruz e a Ressurreição: para aquela doutrina, um Deus bom - E um Deus justo?... - não necessita de reparação às ofensas que lhe são feitas, logo, a Redenção na Cruz não tem natureza sacrificial, nem expiatória. Esta mais não é do que a manifestação última do amor eterno de Deus Pai feita ao homem, ao qual corresponde o acolhimento deste mesmo amor por Cristo, que em sua Encarnação se fez solidário com todos os homens. Ora, atendendo a que a Igreja sempre ensinou que a Missa é a renovação não sangrenta do sacrifício de Cristo na Cruz com natureza propiciatória pelos vivos e pelas almas do purgatório, é quase inútil sublinhar que o novo rito de Paulo VI, profundamente imbuído pela dita doutrina do mistério pascal, deturpa forçosamente aquele ensinamento, e afasta-se decisivamente da tradição católica. Vejamos: se a morte de Cristo na Cruz não tem natureza sacrificial, necessariamente a Missa não pode ser a repetição não sangrenta de tal sacrifício. Deste modo, e regressando ao caso concreto, torna-se legítimo questionar se aquele sacerdote ao oficiar a Missa segundo o rito de Paulo VI, para mais depois de defender em público a contradição entre o Cristo da Cruz e o Cristo da Ressurreição, tem intenção de fazer o que a Igreja sempre fez. É lícito crer que não…

Durante a oração dos fiéis, o mesmo sacerdote foi ainda mais longe e proferiu publicamente a seguinte intenção: "Rezemos pelo Papa Bento XVI, para que seja sempre fiel ao mundo". Esta intenção é simplesmente absurda, porquanto o mundo, juntamente com a carne e o demónio, é um dos três inimigos da alma. O correcto seria pedir que o Papa seja sempre fiel ao depósito de verdades de fé e moral divinamente reveladas, de que a Igreja Católica por ele chefiada é fiel depositária e defensora; mas julgo que essa não seria a principal preocupação desse sacerdote, tão empenhado que estava em agradar ao espírito mundano.

Em dia distinto, a um outro sacerdote ouvi pedir compreensão pelos divorciados, sem ter a precaução fazer a necessária destrinça entre a realidade objectivamente má que é o divórcio e a situação concreta de muitos divorciados, certamente merecedora da dita compreensão. Ao invés, preferiu ficar-se por um afirmação dúbia, eivada de ambiguidade e propícia a espalhar a confusão e a incerteza, como costuma ser característico no modo de agir dos modernistas.

E quando se julga que já nada vindo dos mesmos modernistas pode surpreender, logo eles se encarregam de nos retirar tal veleidade, como se verifica por esta notícia. "Si non é vero…".

JSarto

domingo, abril 23, 2006

Catolicismo e Hispanidad

El texto completo del Cardenal Gomá puede encontrarse aquí.

«[...] ¡Qué España ha dejado de ser católica, que se ha borrado de su constitución hasta el nombre de Dios y que un español no tiene derecho a invocar el catolicismo para hacer obra de Hispanidad!
[...] el catolicismo [...] en medio de las tinieblas y el miedo que nos invaden, sólo está iluminado por el lado por donde mira a Jesucristo; cuando públicamente ha podido decirse: "O la Iglesia o los bárbaros"; cuando este japonés que escribe de historia y de conflictos sociales y de razas, profetiza el choque tremendo del Asia con Europas, y sólo ve flotar sobre las ruinas más grandes de la historia la cruz refulgente a cuya luz se reconstruirá la civilización nueva; cuando los espíritus más leales y abiertos y que más han profundizado en las ideologías que pretenden gobernar el mundo queman los dioses que han adorado y se postran ante Jesucristo, luz y verdad y camino del mundo; cuando el anuncio, hoy hecho glorioso, de que en Buenos Aires, la ciudad nueva que en pocos años ha alcanzado las más altas cimas del progreso, iba a levantarse la Hostia Consagrada, que es el corazón del catolicismo, porque en ella está Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, se ha conmovido el mundo, y han venido acá multitudes de toda la tierra para aclamarle Rey inmortal de todos los siglos. ¡Ved el fósil con que quisiera yo vivificar estas Américas, en cuyas entrañas mi madre España depositó, hace cuatro siglos, esta partícula de Jesucristo, de donde derivó toda su actual grandeza!
¡Qué España ha dejado de ser católica! En la constitución, sí; en su corazón, no; y en la entraña llevan los pueblos su verdadera constitución. Yo respeto las leyes de mi país; pero yo os digo que hay leyes que son expresión y fuerza normativa, a la vez, de las esencias espirituales de un pueblo; y que hay otras, elaboradas en un momento pasional colectivo, sacadas con el fórceps de mayorías artificiosas manejado por el odio que más ciega, que es el de la religión, que se impone a un pueblo con la intención malsana de deformarlo.
Id a España, americanos, y veréis como nuestro catolicismo, si ha padecido mucho de la riada que ha pretendido barrerlo, pero ha ahondado sus raíces; veréis una reacción que se ha impuesto a nuestros adversarios; veréis que las fuerzas católicas organizan su acción en forma que podrá ser avasalladora; veréis surgir, por doquier, la escuela cristiana frente a la laica, así hecha y declarada a contrapelo por el Estado; veréis el fenómeno que denunciaba Unamuno en metáfora pintoresca, cuando decía que los ateos españoles que, quien más quien menos, llevan sobre su pecho un crucifijo; veréis el hecho real, ocurrido en mi diócesis de Toledo, de veinticuatro socialistas que mueren al estrellarse en un barranco el autocar en que regresaban de un mitin ácrata, y sobre el rudo pecho se les encuentra a todos el escapulario de la Virgen o la imagen de Cristo; y veréis más: veréis cómo los hombres de nuestra revolución mueren también como españoles: abrazados con el crucifijo, es decir, con el fundador del catolicismo que combatieron.
Esto es el catolicismo, hoy; y éste es el catolicismo de España. El catolicismo es, en el hecho dogmático, el sostén del mundo, porque no hay más fundamento que el que está puesto, que es Jesucristo; en el hecho histórico, y por lo que a la Hispanidad toca, el pensamiento católico es la savia de España. Por él rechazamos el arrianismo, antítesis del pensamiento redentor que informa la historia universal, y absorbidos sus restos, catolizándolos en los concilios de Toledo, haciendo posible la unidad nacional. Por él vencimos a la hidra del mahometismo, en tierra y mar, y salvamos al catolicismo de Europa. El pensamiento católico es el que pulsa la lira de nuestros vates inmortales, el que profundiza en los misterios de la teología y el que arranca de la cantera de la revelación las verdades que serán como el armazón de nuestras instituciones de carácter social y político. Nuestra historia no se concibe sin el catolicismo: porque hombres y gestas, arte y letras, hasta el perfil de nuestra tierra, mil veces quebrado por la Santa Cruz, que da sombra a toda España, todo está como sumergido en el pensamiento radiante de Jesucristo, luz del mundo, que, lo decimos con orgullo, porque es patrimonio de raza y de historia, ha brillado sobre España con matices y fulgores que no ha visto nación alguna de la tierra.
Y con todo este bagaje espiritual, cuando, jadeante todavía España por el cansancio secular de las luchas con la morisma, pudimos rehacer la Patria rota en la tranquilidad apacible que da el triunfo, abordamos en las costas de esta América, no par uncir el Nuevo Mundo al carro de nuestros triunfos, que eso lo hubiese hecho un pueblo calculador y egoísta, sino para darle nuestra fe y hacerle vivir al unísono de nuestro sobrenaturalismo cristiano. Así quedamos definitivamente unidos, España y América, en lo más substancial de la vida, que es la religión.
Y esta es, americanos y españoles, la ruta que la Providencia nos señala en la historia: la unión espiritual en la religión del Crucificado. Un poeta americano nos describe el momento en que los indígenas de América se postraban por vez primera "ante el Dios silencioso que tiene los brazos abiertos": es el primer beso de estos pueblos aborígenes a Cristo Redentor; beso rudo que da el indígena "a la sombra de un añoso fresno", "al Dios misterioso y extraño que visita la selva", hablando con el poeta. Hoy, lo habéis visto en el estupor de vuestras almas, es el mismo Dios de los brazos abiertos, vivo en la Hostia, que en esta urbe inmensa, en medio de esplendores no igualados, ha recibido, no el beso rudo, sino el tributo de alma y vida de uno de los pueblos más gloriosos de la tierra. Es que este Dios, que acá trajera España, ha obrado el milagro de esta gloriosa transformación del Nuevo Mundo.
Ni hay otro camino. "Toda tentativa de unión latina que lleve en sí el odio o el desprecio del espíritu católico está condenada al mismo natural fracaso"; son palabras de Maurras, que no tiene la suerte de creer en la verdad del catolicismo. Y fracasará porque la religión lo mueve todo y lo religa todo; y un credo que no sea el nuestro, el de Jesús y la Virgen, el de la Eucaristía y el Papa, el de la misa y los santos, el que ha creado en el mundo la abnegación y la caridad y la pureza; todo otro credo, digo, no haría más que crear en lo más profundo de la raza hispanoamericana esta repulsión instintiva que disgrega las almas en lo que tienen de más vivo y que hace imposible toda obra de colaboración y concordia.
¿Me diréis que hay otros hombres y otras ideas que pueden servir de base a la Hispanidad y amasar los pueblos de la raza en una gran unidad para la defensa y la conquista? ¿Cuáles? ¿La democracia? Ved que en la vieja Europa sólo asoman, sobre el mar que ha sepultado las democracias, las altas cumbres de las dictaduras. ¿El socialismo? Ha degenerado en una burguesía a lo Sardanápalo, porque será siempre una triste verdad que humanum paucis vivit genus: son los vivos los que medran cuando no estorba Dios en las conciencias. ¿El estatismo? Pulveriza a los pueblos bajo el rodaje de la burocracia sin alma. ¿El laicismo? Nadie es capaz de fundar un pueblo sin Dios; menos una alianza de pueblos. ¿La hoz y el martillo del comunismo? Ahí está la Rusia soviética.
Catolicismo, que es el denominador común de los pueblos de raza latina: romanismo, papismo, que es la forma concreta, por derecho divino e histórico, del catolicismo, y que el positivista Comte consideraba como la fuerza única capaz de unificar los pueblos dispersos de Europa. Una confederación de naciones, ya que no en el plano político, porque no están los tiempos para ello, de todas las fuerzas vivas de la raza para hacer prevalecer los derechos de Jesucristo en todos los órdenes sobre las naciones que constituyen la Hispanidad. Defensa del pensamiento de Jesucristo, que es nuestro dogma, contra todo ataque, venga en nombre de la razón o de otra religión. Difusión del pensamiento de Jesucristo, del viejo y del nuevo, si así podemos hablar, de las verdades cristalizadas ya en siglos pasados y de la verdad nueva que dictan los oráculos de la Iglesia a medida que el nuevo vivir crea nuevos problemas de orden doctrinal y moral. La misma moral, la moral católica, que ha formado los pueblos más perfectos y más grandes de la historia; porque las naciones lo son, ha dicho Le Play, a medida que se cumplen los preceptos del Decálogo. Los derechos y prestigio de la Iglesia, el amor profundo a la Iglesia y a su cabeza visible, el Papa, signo de catolicidad verdadera, porque la Iglesia es el único baluarte en que hallarán refugio y defensa los verdaderos derechos del hombre y de la sociedad. El matrimonio, la familia, la autoridad, la escuela, la propiedad, la misma libertad, no tienen hoy más garantía que la del catolicismo, porque sólo él tiene la luz, la ley y la gracia, triple fuerza divina capaz de conservar las esencias de estas profundas cosas humanas.
Organícense para ello los ejércitos de la Acción Católica según las direcciones pontificias, y vayan con denuedo a la reconquista de cuanto hemos perdido, recatolizándolo todo, desde el a b c de la escuela de párvulos hasta las instituciones y constituciones que gobiernan los pueblos.
Esto será hacer catolicismo, es verdad, pero hay una relación de igualdad entre catolicismo e Hispanidad; sólo que la Hispanidad dice catolicismo matizado por la historia que ha fundido en el mismo troquel y ha atado a análogos destinos a España y a las naciones americanas.
Esto, por lo mismo, será hacer Hispanidad, porque por esta acción resurgirá lo que España plantó en América, y todo americano podrá decir, con el ecuatoriano Montalvo: "¡España! Lo que hay de puro en nuestra sangre, de noble en nuestro corazón, de claro en nuestro entendimiento, de ti lo tenemos, a ti te lo debemos. El pensar grande, el sentir animoso, el obrar a lo justo, en nosotros son de España, gotas purpurinas son de España. Yo, que adoro a Jesucristo; yo, que hablo la lengua de Castilla; yo, que abrigo las afecciones de mi padre y sigo sus costumbres, ¿cómo haría para aborrecerla?"
Esto será hacer Hispanidad, porque será poner sobre todas las cosas de América aquel Dios que acá trajeron los españoles, en cuyo nombre pudo Rubén Darío escribir este cartel de desafío al extranjero que osara desnaturalizar esta tierra bendita: "Tened cuidado: ¡Vive la América española! Y, pues contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!"
Esto será hacer Hispanidad, porque cuando acá reviva el catolicismo, volverán a cuajar a su derredor todas sus virtudes de la raza: "el valor, la justicia, la hidalguía"; y "los mil cachorros sueltos del león español", "las ínclitas razas ubérrimas, sangre de España fecunda", de que hablaba el mismo poeta, sentirán el hervor de la juventud remozada que los empuje a las conquistas que el porvenir tiene reservadas a la raza hispana.
Esto será hacer Hispanidad, porque será hacer unidad, y no hay nada, es palabra profunda de San Agustín, que aglutine tan fuerte y profundamente como la religión.
¡Americanos! En este llamamiento a la unidad hispana no veáis ningún conato de penetración espiritual de España en vuestras repúblicas; menos aún la bandera de una confederación política imposible. Unidad espiritual en el catolicismo universal, pero definida en sus límites, como una familia en la ciudad, como una región en la unión nacional, por las características que nos ha impuesto la historia, sin prepotencias ni predominios, para la defensa e incremento de los valores e intereses que nos son comunes.
Seamos fuertes en esta unidad de Hispanidad. Podemos serlo más, aún siéndolo igual que en otros tiempos, porque hoy la naturaleza parece haber huido de las naciones. Ninguna de ellas confía en sí misma; todas ellas recelan de todas. Los colosos fundaron su fuerza en la economía, y los pies de barro se deshacen al pasar el agua de los tiempos. Deudas espantosas, millones de obreros parados, el peso de los Estados gravitando sobre los pueblos oprimidos, y, sobre tanto mal, el fantasma de guerras futuras que se presienten y la realidad de las formidables organizaciones nihilistas, sin más espíritu que el negativo de destruir y en la impotencia de edificar.
El espíritu, el espíritu que ha sido siempre el nervio del mundo; y la Hispanidad tiene uno, el mismo espíritu de Dios, que informó a la madre en sus conquistas y a las razas aborígenes de América al ser incorporadas a Dios y a la Patria. La Patria se ha partido en muchas; no debe dolernos. El espíritu es el que vivifica. El es el que puede hacer de la multiplicidad de naciones la unidad de Hispanidad.
La Hostia divina, el signo y el máximo factor de la unidad, ha sido espléndidamente glorificada en esta América. [...] Que este magno acontecimiento del congreso eucarístico de Buenos Aires sea como el refrendo del espíritu católico de Hispanidad, el vínculo de nuestra unidad y el signo que indique las orientaciones y destinos de nuestra raza.»

Isidre Cardenal Gomá

(RCS)

sexta-feira, abril 21, 2006

Mais algumas leituras inquietantes...





Equilibra-se o pêndulo da questão, e refuta-se a existência de uma suposta dicotomia entre o comportamento do Vaticano e o de muitos cristãos. Sobre o assunto, passo a transcrever o comentário que fiz a um dos postais que me tinha como destinatário, todos eles publicados pelo Jansenista:

Caro Jansenista, não vou polemizar porque:

a) por um lado, no essencial, estou de acordo consigo quando sustenta que Pio XII não era um nazi, nem um perseguidor de judeus; que o livro de John Cornwell constitui uma visão extrema; e que a peça de teatro de Rolf Hochhut - "O Vigário" - é historicamente infundamentada (li-a numa edição do "Livre de Poche", há mais de vinte anos, numa férias de Verão, tinha então dezoito anos);

b) por outro lado, a minha falta de tempo, bem como o meu cansaço são tremendos, e não se compadecem correntemente com discussões elaborados e prolongadas.

Sem prejuízo, sempre acrescentarei:

1º) A acção de Pio XII durante a II Guerra Mundial tem de ser sempre encarada à luz daquilo que o Papa conhecia ao tempo dos acontecimentos, e não do que nós sabemos hoje: que outro dirigente desse período, e durante o desenrolar do conflito, se insurgiu publicamente contra as perseguições aos judeus e as denunciou como política de genocídio? Ou, por que motivo os aliados jamais tentaram destruir com bombardeamentos o sistema ferroviário alemão, ferramenta imprescindível na deportação da população judaica para os campos de concentração? Certamente, porque a verdade em toda a sua extensão só foi conhecida no final da guerra, em 1945, com a chegada das tropas aliadas a Belsen ou Dachau.;

2º) Recordo que tão cedo quanto 1937, a Igreja Católica, por intermédio da encíclica "Mit Brennender Sorge", assinada pelo Papa Pio XI, mas inteiramente inspirada e redigida pelo seu Secretário de Estado Eugénio Pacelli - o futuro Pio XII -, condenou vigorosamente as políticas totalitárias e pagãs do regime nacional-socialista. Outrossim, durante a guerra, se as deportações de judeus em Itália - e em Roma, especialmente - foram mínimas por contraposição ao que sucedeu noutros sítios, tal deveu-se à decisiva intervenção do Papa, tanto a nível diplomático como de acção concreta, nomeadamente através da transformação do Vaticano e de Castelgandolfo em verdadeiros centros de acolhimento e trânsito de refugiados guerra; à constante crítica da Rádio Vaticano à Alemanha nacional-socialista, circunstância que acarretou sucessivos protestos diplomáticos alemães, que viam em tal emissora um órgão de propaganda aliado; enfim, ao "silêncio" papal que foi levado tão longe quanto o de impor o escudo pontifício sobre o edifício Grande Sinagoga de Roma, concedendo-lhe o estatuto de território da Santa Sé, e colocando-o assim salvo da ingerência alemã. Enfim, relembro todos os judeus, num número que se elevou a centenas de milhares em toda a Europa sob ocupação germânica - cerca de 800.000, calcula-se -, que foram escondidos em mosteiros, conventos, residências paroquiais, e residências particulares de famílias católicas, ou que gozaram da emissão de certificados de baptismo falsos, numa política totalmente inspirada pelo Papa Pio XII, que os livrou do terrível destino da deportação. Por fim, mas não menos importante, como não relacionar também com o comportamento de Pio XII durante os anos da guerra, a conversão ao Catolicismo do Rabino de Roma, no final da guerra, que se fez baptizar com o nome de… Eugénio Zolli?... Sobre toda esta temática, para não me alongar demais, sugiro a leitura do artigo que o meu estimado companheiro de blogue, Rafael Castela Santos, escreveu em Maio de 2005, intitulado "Seguro que la Iglésia Católica no critico al nazismo?

3º) O Papa João Paulo II, no Yad Vashem, deplorou profundamente a fatídica sorte que boa parte dos judeus europeus sofreram durante a II Guerra Mundial, mas se bem me lembro, apesar das intensas pressões que sofreu nesse sentido, em momento algum apresentou desculpas pelo susposto silêncio do Papa Pio XII face às perseguições movidas contra os mesmos judeus;

4º) Finalmente, um desabafo da minha parte: não posso deixar de lamentar que aqueles que mais estridentemente acusam o silêncio de Pio XII - e aqui não falo obviamente do caríssimo Jansenista - são os mesmos que jamais se dignaram pestanejar sequer enquanto milhões de católicos eram acossados, perseguidos e massacrados na Rússia, no México, em Espanha, e, ulteriormente, nos países da "Cortina de Ferro", na China, Coreia do Norte e Vietname…


JSarto

quarta-feira, abril 19, 2006

"Matando a Sede nas Fontes de Fátima", de Rodrigo Emílio


O livro é uma admirável sequência poética mariana, e conta por epígrafe com um extraordinário Elóquio. O autor deste, António Manuel Couto Viana, assevera que os versos de Rodrigo Emílio "refervem de emoção sentida" e "evocam a prece de uma multidão anónima que, cada dia 13, a partir de Maio a Outubro, assiste à «cerimónia do adeus», quando, entre um agitar vibrante de lenços brancos, a imagem da Senhora de Fátima abandona a Basílica para recolher à capela das aparições".

No posfácio da obra, Silva Resende escreve: "Desde Moreira das Neves que nenhum outro escritor baptizava com tão filial delicadeza as suas musas na água lustral de Fátima."

Pedir por correio electrónico a Antília Editora, ou encomendar em www.rodrigoemilio.com. À venda também nas livrarias habituais. Preço - € 9,45.

JSarto

quinta-feira, abril 13, 2006

Páscoa


Nadie es capaz de resucitar de la muerte; por eso el Único que podía decir que iba a morir y que iba a resucitar por sus proprios y exclusivos medios es Cristo nuestro Señor porque es el Dios Encarnado, el Dios hecho carne, el Dios hecho hombre, verdadero Dios y verdadero hombre.

Toda su personalidad, su persona, es divina, es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad la que se ha encarnado y, por eso, no obstante el estar muerto como hombre, separándose su alma de su cuerpo, Él es y sigue siendo el Dios vivo, porque ese cuerpo muerto, humanamente muerto, sin alma, no obstante, era sustentado por la persona divina, por eso no era un cadáver como acontece con nosostros, no era un cuerpo en estado de putrefacción sino que en ese cuerpo estaba presente la divinidad aún en la tumba durante los tres días, y por eso su alma también estaba sustentada en su existir por el Verbo; y si bajó a los infiernos, es decir, al seno de Abraham, allí donde iban los justos del Antiguo Testamento para abrirle las puertas del cielo que estaban cerradas, su alma tenía la presencia de la divinidad la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, un misterio que no entendemos, pero que conocemos por la revelación, por la fe.

Y por eso en el día de Domingo de Resurrección, que es el día más importante de la semana por la Resurrección de nuestro Señor justamente y por eso se llama al Domingo día del Señor, porque fue el día que Él resuscitó, se reúne su alma nuevamente con su cuerpo, con la manifestación y el esplendor de cuerpo glorioso.


Padre Basílio Meramo, SSPX - Extracto do livro "La Verdad os hará libres - Sermones 2000 - 2003" - Sermão de Domingo de Páscoa - 20 de Abril de 2003

Música para o tempo de Páscoa



Obra-prima datada de 1787, resultado de uma encomenda feita pelo deão da Catedral de Cádiz a Joseph Haydn, num tempo em que o bom gosto musical ainda imperava no seio da Igreja.

JSarto

A imigração ilegal, o México, os Estados Unidos, e os Cristeros





Nos Estados Unidos, mesmo nos meios católicos tradicionais, tem gerado forte polémica a reforma das leis da imigração presentemente em discussão, a qual afecta sobretudo os imigrantes hispânicos, na maior parte originários do México. A este respeito, manifesto a minha concordância com o autor de "Dappled Things" quando sustenta que não há seres humanos ilegais, mas acrescento - e isso sim - que existem comportamentos humanos ilegais, e que a imigração em infracção às leis de entrada e permanência em determinado Estado é obviamente um deles, configurando uma postura errada, excessiva e abusiva, para mais quando assume uma matriz irredentista em relação ao país hospedeiro.

Sobre esta matéria, convém recordar o ensinamento oficial da Igreja, plasmado no Catecismo aprovado pelo Papa João Paulo II, em 11 de Outubro de 1992:

"§2241 As nações mais favorecidas devem acolher, na medida do possível, o estrangeiro em busca da segurança e dos recursos vitais que não pode encontrar em seu país de origem. Os poderes públicos zelarão pelo respeito do direito natural que põe o hóspede sob a protecção daqueles que o recebem.

Em vista do bem comum de que estão encarregadas, as autoridades políticas podem subordinar o exercício do direito de imigração a diversas condições jurídicas, principalmente com respeito aos deveres dos migrantes para com o país de adopção. O migrante é obrigado a respeitar com gratidão o património material e espiritual do país que o acolhe, a obedecer às suas leis e a dar sua contribuição financeira"
(destaques meus).

Sem prejuízo, cabe perguntar: por que motivo numa nação como o México, com receitas petrolíferas superiores às do Koweit, e rendimentos turísticos maiores do que os de Espanha, grande parte da sua população continua a viver miseravelmente, e a ser compelida à necessidade de imigrar? Reside aqui o busílis da questão, na natureza do regime de inspiração jacobina, marxista e anticristã que governou ininterruptamente o México entre 1917 e 2000, primeiro responsável pela criação de estrutura tentacular profundamente ineficaz e corrupta que continua a oprimir com resultados ruinosos a quase totalidade da vida administrativa e económica mexicana, uma vez que o actual Presidente Vicente Fox não a conseguiu reformar.

Ora, tão longa duração da oligarquia jacobina mexicana no poder não teria sido possível sem o contributo decisivo dos Estados Unidos para esse efeito, uma vez que tanto a Norte como a Sul do Rio Grande, quem dita boa parte da chuva e o bom tempo, a partir da penumbra em que se costuma mover tanto em Washington como na Cidade do México, é a sociedade discreta do costume… Convém relembrar que a insurreição "Cristera" de 1926 - 1929 (ver segunda fotografia) levantamento católico e patriótico do povo mexicano contra aqueles que o oprimiam no mais profundo das suas convicções, e que, sob a constante invocação de Cristo-Rei e Nossa Senhora de Guadalupe (ver primeira fotografia), chegou a controlar militarmente 3/4 do total do território mexicano - com os federais jacobinos cingidos à Cidade do México, algumas capitais estaduais e pouco mais… -, não conseguiu triunfar totalmente apenas devido ao maciço e vital apoio militar que o regime anticristão, então encarnado sucessivamente pelas figuras dos Presidentes Plutarco Elias Calles, e Fortes Gil, recebeu dos… Estados Unidos da América, secundado pela estranha leniência que outrossim conseguiu alcançar junto de Roma, esta última fruto de um misto de grave ingenuidade política e do obrar do vírus modernista, o qual começava de novo a infiltrar-se ao mais alto nível. Ficou perdida a oportunidade de se erguer um Estado organizado socialmente segundo os princípios da doutrina tradicional cristã, à imagem do que sucederia mais tarde na Espanha de Franco, e que teria seguramente tornado o México num país mais próspero material e espiritualmente, bem diferente daquilo que é hoje. Quanto aos Estados Unidos, afinal, recolhem tão-só as tempestades dos ventos que semearam há muito. De facto, os "yankees" nunca aprendem, e não apenas na questão mexicana…

Duas notas finais: tão tarde quanto 1977, o regime mexicano recusou a entrada no país a Monsenhor Marcel Lefebvre, devido às infames pressões efectuadas pelo episcopado local, então na sua quase totalidade rendido às teses modernistas e progressistas. Quatro anos depois, corria 1981, o arcebispo tradicionalista conseguiu finalmente entrar em território mexicano, tendo então sido vigorosamente aclamado pela população mais pobre e humilde de origem indígena - "Marcel Lefebvre, el hombre justo" - (ver terceira e quarta fotografias), como jamais o foram quaisquer dos fautores da perversa "Teologia da Libertação", recordando o lema proclamado por São Pio X de que os tradicionalistas são os melhores amigos do povo.

JSarto

domingo, abril 09, 2006

Historia de España en dos folios (para una americana de Iowa)

“España nace cuando entra en el escenario de la Historia que representaban entonces Grecia y, sobre todo, Roma para colonizarla. España fue la primera expansión colonizadora romana, como consecuencia de su enfrentamiento con Cartago para la dominación de la cuenca mediterránea. Aquella Hispania poblada hoy por desconocidos indígenas, iberos y celtas después, que se relacionaban formando una diversidad en la que los historiadores y geógrafos vieron una cierta unidad, que denominaron Hispania.
La dominación romana supone la incorporación a la cultura greco-latina, la romanización, condensación del mundo clásico; el gran legado a la civilización occidental. Tan romanizada fue Hispania, que de sus familias salieron poetas, filósofos e incluso emperadores. En este período Hispania fue también cristianizada. Se aporta la romanización y la cristianización: los factores culturales básicos.
Después, los movimientos de los pueblos germánicos, al instalarse en los territorios del Imperio romano, dieron lugar al nacimiento de las Monarquías medievales. Y los visigodos, instalados en Hispania, al replegarse tras su derrota frente a los francos, crearon el primer Reino independiente del Imperio romano.
La Monarquía visigoda, que, por excesivamente romanizada quizá, llevaba en su seno la descomposición, desapareció por las diferencias internas, que condujeron a reclamar como aliados para sus luchas a los pujantes islámicos. Desapareció el Reino visigodo, y, en las zonas que los musulmanes no habían ocupado, surgió un movimiento para recuperar las tierras ocupadas por ellos. Fue una forjadora lucha de ocho siglos, que se denomina Reconquista, aunque los musulmanes no habían conquistado. Fue un período importante en la forja de lo hispánico o, si se prefiere, de su manera de estar en la Historia, también por la aportación cultural judía y musulmana de entonces.
La recuperación de la perdida Hispania se hizo independientemente, y así surgieron los Reinos de León, Navarra, Castilla y Aragón después, que hicieron recordar la pluralidad pre-romana, pero que realmente parecen ser el origen de las "diversidades", cuerdas de la lira o huesos de una España invertebrada, que se dijo.
Las distintas Monarquías se unieron con el matrimonio de Isabel y Fernando; lo que vino a constituir una única Monarquía y unos Reinos. Terminada la recuperación del territorio peninsular, los españoles, quizá sobrados de fuerzas y afanes, no se contentaron con descubrir mundos, sino que los conquistaron; los más para mayor gloria de sus ideales, aunque el peonaje pensará más bien en enriquecerse.
España se había ido forjando de espaldas al Orbe cristiano medieval, pero en su expansión europea y por los matrimonios de la realeza se vio involucrada en el Imperio, y se desangró y se arruinó defendiendo el Catolicismo romano frente a la Reforma, primera manifestación de la modernidad. Y terminó vencida por los Estados nacidos de aquellas guerras confesionales. Pero sólo un hombre, Quevedo, parece haberse dado cuenta de aquella derrota. El español no se enteró de ser vencido, y, por ello, no pudo reflexionar acerca de las causas.
Mientras tanto, los españoles, buscando otros caminos de vuelta, habían descubierto nuevas tierras en el nuevo mar Pacífico, que también habían descubierto, a las que dieron nombres de Filipinas, Carolinas, Marianas, Correjidor, Guadalcanal, que hicieron imperecedero el nombre de España. Pero los españoles estimaron que el Nuevo Acontecimiento por ellos protagonizado era la aparición de nuevos espacios terrestres, cuando en realidad era la apertura de los espacios marítimos. Lo comprendieron, sí, sus enemigos desde la modernidad, que se preocuparon de la apropiación de los mares; mientras que los sabedores teólogos hispanos seguían defendiendo la libertad de ellos.
En el último acontecimiento configurador del Mundo cultural occidental, la Revolución francesa, España parece haber jugado un desafortunado papel. Las ideas superadoras del Ordo medieval, del vituperado feudalismo, fueron vencidas en la lucha contra el difusor Napoleón. Los españoles se consideraron vencedores, y siguieron "defendiéndose" contra las nuevas ideas. Vencedores, pero vencidos, continuaron siéndolo durante el siglo XIX, defendiendo aún dentro de casa las ideas tradicionales; mientras no veían que hasta las Américas se iban por desacuerdo de los criollos, precisamente. Pero se debe tener en cuenta que España no tenía tantos hombres; no podía repoblar tanto como sus evangelizadores y sus escasos constructores ambicionaban. Así, por eso quizá, quedaron sin repoblar Arizona, Nevada y Nuevo México; y así vendieron por dólares edificios maravillosos como Florida. Otros, como Tejas, fueron consecuencia de una acción que ya no es Historia de España; es ya, comienza a ser una triste Historia universal USA-céntrica. Y, sin quererlo ni imaginármelo siquiera, me he topado con los ‘gringos’.
No me son simpáticos, porque desde que irrumpieron en la Historia la han desencadenado; no han sabido ser katechon.”

Alfonso Otero

[Nota de RCS: ‘Katechon’ es una palabra empleada por San Pablo en las Sagradas Escrituras que se puede traducir como “obstáculo”. En los textos paulinos el último Apóstol utiliza este vocablo como el obstáculo que impide o detiene la aparición del Anticristo. San Pablo entiende que para la venida del Anticristo es preciso que el Katechon sea apartado. El Padre Leonardo Castellani habla de los Estados Unidos como “el último Imperio”, un Imperio destinado a allanar el camino al Anticristo. Para Castellani es la Fe pura, implícitamente expresada en una Liturgia y un Sacrificio puro e incontaminado, la materia prístina del Katechon. Eliminado este Katechon, quizás la tarea asignada al Vaticano II, el camino del Anticristo hacia su plena dominación está expedito. Cabe especular si esto es a lo que se refiere el Profeta Daniel cuando habla de “la abominación de la desolación en lugar santo”. ¿Qué lugar más santo que Roma?]

(RCS)

quarta-feira, abril 05, 2006

La muerte de un padre

(Con un fuerte abrazo a mi amigo y hermano en la Fe JSarto, y con quien quisiera estar cerca físicamente, ya que lo estoy de corazón, paseando con él por los alrededores de la Basílica de Fátima y rezando el Via Crucis en el lugar de las Apariciones para luego gozar de la compañía del silencio juntos en algún bosque cercano.)

No hay palabras para describir el dolor que nos produce la muerte de un padre. Por esperado que pueda ser el desenlace, las gargantas se secan y la lengua se pega al paladar. Es un dolor desgarrador que nace de la misma esencia de las entrañas que le dieron a uno vida. El padre representa eso: la paternidad. Es decir, un atributo de Dios Padre.
De igual manera que nuestras almas, que están hechas para Dios, no pueden descansar sino retornando a Dios, esa filiación divina y humana que se enlaza en la paternidad sólo encuentra el último y definitivo reposo en la reunión con Dios y con los seres queridos. En esta esperanza de la Patria celestial definitiva y eterna, del reencuentro y de la reunión para ya no volver a ser separados jamas por el tajo cortante de la muerte, para no volver a ser heridos por el aguijón de la Hermana Muerte Corporal –como la llamaba San Francisco-, en ese refrigerio y lugar de paz que es el seno de Dios Padre Omnipotente, es donde se cifran las esperanzas del cristiano. No es pues la muerte para el hombre veramente católico el final, sino un punto y seguido que tiene continuación eterna, en el más allá. Acá siempre nos queda la memoria y toda la virtud practicada. Allá nos aguarda el abrazo sin fin.
Sólo el lenguaje poético puede expresar ciertas cosas que a cualquier otra forma le están vedadas. Por eso quise traer hoy aquí las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, que allá por el siglo XV se enfrentó a lo mismo. Porque nuestras vidas, como él dijo en verso famoso, “nuestras vidas son los río /que van a dar en la mars”. De entre ellas, con la fuerza de aquel idioma castellano recio y viril de los primeros tiempos, entresaco algunos versos con los que me despido de Jsarto y de todos mis lectores por hoy.

“Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.

[…]

Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera.

[…]

Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.”


Rafael Castela Santos

Armas Femeninas

Leyendo hoy a San Buenaventura me di cuenta de que el hombre es moldeado desde la cuna por una mujer. Y que el verdadero católico tiene que ser devoto de la Santísima Virgen, porque ella, mujer, es la llave que abre las puertas del Cielo y el Corazón de su Divino Hijo: Nuestro Señor Jesucristo. Una buena esposa es un regalo del Cielo y la benéfica influencia que puede ejercer sobre un hombre, hasta el punto de salvarle su alma, nunca puede ser minusvalorada. La historia está llena de estos ejemplos. Es por esto que me quedo hoy con esta cita de San Crisóstomo traída por San Buenaventura:

«Nihil fortius muliere religiosa et prudente ad deliniendum virum et informandum ejus animum ad quodcumque voluerit.»

San Buenaventura, Pharetræ, 1. i. cap. Viii. t. vii., p. 252

Claro que, como la cita implica, esas armas pueden ser empleadas en sentido contrario si la mujer carece de religiosidad y prudencia.

Si la mujer no ejerce esa tarea educadora en pos de la virtud con sus hijos y hasta con su marido, el mundo se viene abajo. No en vano la Revolución ha tenido a la mujer como un objetivo prioritario de sus quehaceres: desquiciarla mediante el feminismo, esclavizarla al trabajo mediante la “liberación femenina” (trabajar para otros sin ser jamás reina de la casa, como antaño lo fue), alienarla a través del aborto y el divorcio, degradarla mediante la relajación de las costumbres y hacerla objeto a través de la publicidad y la moda.

El antídoto, como indica San Crisóstomo, es la mujer verdaderamente cristiana y prudente. La religiosidad como re-ligación al Padre Eterno, que eleva todas las tareas y quehaceres de la mujer –y primordialmente aquella de la educación y del cuidado de los demás- a Dios, y la prudencia como virtud primordial del bien común. Esa mujer forja hombres de verdad. Igual que para dar a luz a Cristo fue necesaria la colaboración de María Santísima, para dar lugar a hombres veros –“hechos y derechos”, como la expresión popular consagra-, es necesaria esa mujer fuerte de que hablan las Sagradas Escrituras: religiosa y prudente.

Sin tales mujeres, insisto, esto no resiste el empellón del Mal.

Rafael Castela Santos

Boas notícias - 1


Missal de São Pio V poderá retornar ao uso cotidiano.

JSarto

Recordando o Papa João Paulo II


A reler o artigo que escrevi há um ano, onde fiz o balanço do pontificado de Sua Santidade o Papa João Paulo II.

JSarto

(fotografia via "Dappled Photos")